sábado, 11 de febrero de 2012

LA LEYENDA DEL ZORRO


LA LEYENDA DEL ZORRO

Ildefonso Cipriano Green Ceseña

Cuauhtémoc Morgan
Pocos personajes han tenido una influencia determinante en la historia de Los Cabos, como Ildefonso Cipriano Green Ceseña, a quien con categoría de héroe conocemos por su méritos en la afrenta al invasor norteamericano William Walker en octubre de 1853. También en la defensa de la Constitución de 1857 en territorio sudcaliforniano, al lado de Manuel Márquez de León, Mauricio Castro y Pablo Gastelum.
Asimismo por su participación en junio de 1866 en la expulsión de Pedro M. Navarrete, gobernador que cometió varios abusos contra la población.
Muy mentado fue además el lance en que le quitó la vida a Ramón Valdés en San José del Cabo en octubre de 1875 en un duelo a tiros. Valdés había sembrado el terror en el sur de la entidad con plagios y extorsiones y sólo Ildefonso Green pudo poner punto final a esa era de incertidumbre.
Y todavía en 1915, a los 85 años de edad, tuvo fuerzas para pelear a favor de los constitucionalistas expulsando a los villistas al territorio norte.
Fueron muchos los acontecimientos que influenciaron a Green en su niñez y juventud, donde forjó su carácter y arrojada valentía al observar y sentir en carne propia la injusticia.
Hoy sabemos que fue una figura notable la que sembró en el joven Ildefonso Cipriano Green Ceseña el ideal de defender a los oprimidos y a los débiles. Este personaje fue Joaquín Murrieta, conocido también como “El Zorro” o “El Patrio”.
Niñez y juventud
Existe en el archivo histórico “Pablo L. Martínez” un documento único que desentraña aspectos pocos conocidos del notable héroe cabeño Ildefonso Cipriano Green Ceseña. Se trata de una biografía escrita de puño y letra por su hijo mayor Otilio Green Álvarez quien logró obtener los valiosos testimonios de su padre en el ocaso de su existencia.
Ildefonso Cipriano Green Ceseña nació en Cabo San Lucas el 23 de enero de 1830. Hijo de un migrante sueco y madre nativa de San José del Cabo.
El destino hizo que desde muy pequeño, Green enfrentara situaciones de peligro de las que salió airoso. A temprana edad quedó huérfano de su padre y en 1835 cursaba su primaria en San José Viejo cuando repentinamente ocurre un fuerte sismo. Los niños corrieron pero el pequeño Ildefonso en esa atmósfera de caos observa a la distancia cómo un enorme peñasco se desprendía del picacho de la Sierra de San Lázaro. Nunca imaginaría que a través de esa sierra emprendería 20 años después la ruta a sus memorables batallas.
Para 1844 Ildefonso Green emigra con su familia a la ciudad de San José en la Alta California, cerca del puerto de San Francisco. Su madre María de Jesús Ceseña Ojeda había contraído segundas nupcias con Salvador Castro. Ahí le tocó conocer el ambiente anti mexicano que comenzaba a gestarse pues ya el gobierno norteamericano planeaba desde la oscuridad su embestida contra nuestro país en la que le arrebató más de la mitad de su territorio.

Para 1847 en plena guerra México – Estados Unidos, un amigo de la familia y oficial de la marina norteamericana invita al joven Ildefonso Green a seguir estudiando y preparándose en la ciudad de Nueva York, invitación que fue aceptada de manera gustosa.
Se embarcan en San Francisco en esta travesía de seis meses para rodear América por Cabo de Hornos. Después de varios días de navegación arriban a Los Cabos y hacen una parada en Puerto Palmilla donde Green, de apenas 17 años de edad pide permiso para desembarcar, pues en la travesía se enteró de que el ejército norteamericano había tomado la península.
Impresionado por los acontecimientos, baja de la embarcación para conocer el estado en que se encontraban sus familiares. En el panteón de San José del Cabo observa las tumbas de los combatientes que recién habían caído enfrentando a los extranjeros. Discretamente aborda de nuevo la nave.
Al arribar a Mazatlán, Ildefonso fue testigo de cómo desembarcaron a oficiales norteamericanos heridos por las milicias cabeñas. Guardó para sí un sentimiento de orgullo, pues fue en el sur de la península donde se presentaron los combates más sangrientos en la defensa de nuestro territorio durante todo el conflicto, epopeya encabezada por el teniente Manuel Mijares.
Continuó la travesía rumbo a Chile y en este periplo el joven Green tuvo contacto con otras culturas al tocar varios puertos como Buenos Aires, Rio de Janeiro, Panamá y Cuba. Sin embargo en su paso por Florida, la nave fue sorprendida por fuertes vientos huracanados. Tal vez por su juventud y osadía, el cabeño fue el único que se atrevió a subir al mástil mayor para destrabar el averiado sistema de poleas y arriar las velas. Green estuvo a punto de caer al mar, pues el embravecido mar azotaba la embarcación. Ese pudo haber sido su final, si es que no se aferra con fuerzas a uno de los cables de donde la tripulación, seguramente sorprendida por su valentía, lo rescata sano y salvo.

Su contacto con “El Zorro”
Ya instalado en Nueva York, Ildefonso Green estudia el College hasta 1849 donde aprende a hablar y escribir de manera fluida el idioma inglés. Retorna con su familia al recién fundado estado de California, que ahora bajo la administración yanqui vivía la llamada “fiebre del oro” y recibía a miles de inmigrantes del Este.
Por ser bilingüe, no le costó conseguir pronto trabajo como empleado de un almacén propiedad de norteamericanos. Ahí fue testigo de cómo cientos de aventureros llegaban a cambiar pepitas de oro por mercancía diversa y alimentos.
También fue testigo de las humillaciones que recibían de los anglosajones las familias mexicanas que eran asesinadas y despojadas de sus tierras ante la pasividad de las autoridades yanquis que ignoraron las obligaciones del tratado Guadalupe – Hidalgo.

Para revertir estas agresiones, grupos de mexicanos hicieron guerrillas en la clandestinidad contra los norteamericanos. El más destacado de ellos fue Joaquín Murrieta, conocido también como “El Zorro” o “El Patrio”.

Por su trabajo, Ildefonso Green tuvo contacto con muchas personas. Es por eso que establece relación con Salomón Pico (hijo del último gobernador mexicano de California, Pio Pico). También conoció al temido alemán Jack “Three Finger” y alguien a quien le tuvo mucho afecto, su tocayo Cipriano Castro, un sudcaliforniano originario de Agua Caliente, cerca de Santiago. Ellos eran integrantes de la gavilla del afamado y temido Joaquín Murrieta “El Zorro”, que enfocó sus ataques a las propiedades de anglosajones norteamericanos a los que consideraban “invasores”, pues desplazaron y asesinaron en forma abusiva a familias mexicanas de muchas localidades.

A Joaquín Murrieta se le conoció como “El Patrio”, pues su guerrilla reivindicaba las vejaciones y atropellos contra indefensos mexicanos. Otilio Green afirma en esta poco conocida biografía que su padre trató personalmente con estos personajes.
Fue a través de Cipriano Castro como Ildefonso Green se enteraba de las correrías en esta guerrilla, así como de sus desventuras, hasta que fueron asesinados en julio de 1853 por un cuerpo armado conocido como los Rangers.
Una vez que acabaron con Joaquín Murrieta, su cabeza fue exhibida en varias poblaciones y los integrantes de su guerrilla se dispersaron.
Este personaje, que fue conocido también como “El Robin Hood de El Dorado” y el entorno en que se desarrollaron los acontecimientos en el naciente estado de California sin duda, ejercieron una gran influencia en Ildefonso Green Ceseña.

Nace la leyenda del Zorro
El cabeño y su familia regresaron a su tierra natal alternando su residencia en Cabo San Lucas y el rancho de Santa Gertrudis, en San José del Cabo.

Y es con la incursión del aventurero norteamericano William Walker quien pretendió tomar Baja California y declararla nueva república en octubre de 1853, cuando nuestro héroe cabeño Ildefonso Green Ceseña se estrena como justiciero.

A partir de entonces enfrentó con arrojo y valentía a los transgresores y alteradores del orden. Así continuó a lo largo de su vida lo que le dio gran prestigio histórico, como lo fue la conformación del ejército conocido como “Los rifleros de Cabo San Lucas”, su apoyo al Plan de Ayutla y un sinfín de batallas. Así nace la verdadera Leyenda del Zorro, nuestro zorro cabeño.


Nota: Basado en el ensayo de apuntes históricos de G. Kennedy Morgan.

1 comentario:

  1. una de las mejores semblanzas que he leído, y no sólo por ser quizá o no pariente, estas son las historias que deben de ser publicadas para que todos los mexiquenses, aprendamos un poco de lo que vivieron nuestros antepasados. excelente saludos

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