“Aquella
pelea acabó
con mis
ilusiones”
"Así
queríamos hacer las cosas, con dignidad, que nadie nos llamara farsantes o
vendidos.... Que Barragán y yo, ganara quien ganara, siguiéramos siendo personas
que no tuviéramos que esconder la cara"
José
Luis Blanco Argil (QEPD)
(12 de agosto del
2005)
HERMOSILLO, Son.-
Cantante desde los nueve años de edad, vidente desde siempre, artemarcialista
hasta la fecha, estilista en una etapa de su vida y escritor. No hay otro. Es Dagoberto Sandoval Quintero, también
recordado como Sandokín. Una sola palabra lo define
de pies a cabeza: polémico.
Originario de Guaymas, se convirtió en un personaje de
contrastes —querido por muchos y criticado por otros— después de escenificar la
pelea del siglo, el 10 de junio de 1976 (crónica completa presentada por Fernando Villa), la primera en la que
se enfrentaba en un ring a un karateca kung-fu con un boxeador, en esta ocasión
la Arena Coliseo de la calle 10, en el Puerto de sus
recuerdos.
Las fotografías lo transportan 29 años atrás. No deja
de admirar su figura blandiendo un enorme sable; de nuevo escucha los gritos de
sus seguidores y la de sus detractores, que no eran pocos.
Antes que nada, hace una aclaración: “En ese tiempo, yo
tenía una escuelita de kung-fu, con rutinas y movimientos inventados por mí,
porque yo nunca fui a ninguna escuela.
Lo recuerdo
muy bien, se trató de una causa noble: pagar la operación de una niña y comprar
una silla de ruedas; la idea fue de José
Guadalupe “El Zurdo” Rodríguez, entonces director
del diario La Voz del Puerto”.
Sandokín, ahora ampliamente conocido como
Dagoberto, por los años en que se dedicó al corte de cabello y a la astrología,
reconoce que fue su contrincante Carlos
Barragán el que ganó la pelea.
“Cuando subí al ring se me dijo que no podía tirar
patadas ni podía tumbarlo, sólo con las manos. Hice la pelea; en el primero ya
andaba cayendo Carlos y en el segundo me prendió con un volado de derecha”,
recuerda el ahora karateca cincuentón.
Dagoberto acepta haber llorado después de la derrota
(“por dignidad, por coraje”). Sin embargo, se queda con el hecho de haber sido
parte de un espectáculo que no se ha repetido en Guaymas ni en México y que se
mantiene en la memoria de quienes fueron espectadores esa noche histórica, casi
30 años atrás.
“Una cosa importante es que no hubo quién nos
reclamara, que nos llamara farsantes o vendidos. Así es como yo quería que se
hicieran las cosas, con dignidad, de tal forma que Barragán y yo, ganara quien
ganara, siguiéramos siendo personas que no tuviéramos que esconder la cara.
Después de la pelea yo adquirí más fama que antes a ella, igual Carlitos, el
cual, tengo entendido, falleció, pero no es algo que tenga confirmado”, explica
el vidente.
(NOTA de Fdo. Villa: En realidad, Carlos Barragán aún
vive. Trabaja en una gasolinera ubicada en avenida Serdán y calle 12, en
Guaymas)
La figura
Originario de
la calle 27, en pleno centro del Puerto de Guaymas, Dagoberto sufrió la pérdida
de sus padres —Pomposo Sandoval y Felipa Quintero— a temprana edad, lo que
desintegró a la familia de seis hermanos y provocó que el niño aquel tuviera que
enfrentar la vida trabajando.
“Tuve una infancia dolorosa; hubo que bolear zapatos,
vender el periódico y hacer otras tareas pesadas, lo cual me formó como
individuo”, señala el hombre.
Los hermanos de “Dago”, como también le llaman en
Guaymas, Héctor, Yolanda, Olga y Gloria, viajaron y se establecieron en
otras latitudes.
Al paso de los
años, Sandoval Quintero aparece como
Sandokín en su escuela de kung-fu, en la calle 15 y avenida 6, donde llegó a
tener hasta 300 alumnos. En el Puerto con 250 mil habitantes, se convirtió en un
personaje: aquellos que lo conocían y los que no, todos hablaban de Sandokín.
Pasados algunos años, Sandokín siguió en la cresta de
la popularidad cuando inauguró su salón de belleza Hollywood Star. Con anuncios de radio y
de boca en boca, Dagoberto volvió a ser Dagoberto; de alguna forma el karate
quedó atrás.
En 1986, en el programa de televisión ECO, con Guillermo Ochoa, el estilista guaymense
rompió el record Guinness del corte
de cabello más rápido, en 51 segundos. “Ahí la especificación era usar una
tijera de 4 pulgadas”, recuerda.
A la par, Sandoval Quintero se dio la oportunidad de
incursionar en el canto, algo que siempre le había llamado la atención; realizó
algunas grabaciones e hizo un disco con temas de su inspiración y tuvo varias
presentaciones en varias plazas del Estado.
En esa etapa conoció al famoso cantante Juan Gabriel, quien se encontraba en lo
más alto del firmamento musical de México, con incursiones exitosas en España,
la Madre Patria y más de una década de éxitos.
Cierta ocasión, en 1984, una mañana previa a un
concierto que el “Divo de Juárez” daría en el Estadio “Abelardo L. Rodríguez”,
en Guaymas, Dagoberto llegó hasta el bungalow del hotel Playa de Cortés en el
que se hospedaba el cantante. Llevaba con él un ramo de flores rojas.
Este reportero lo abordó para pedirle intercediera ante
el cantante para que accediera a una entrevista. Al cabo de un rato salieron los
dos. Juanga, siempre amable, declinó arguyendo que la prensa siempre le
tergiversaba sus palabras.
El juarense vestía un short ajustado y corto de color
azul marino, una playera blanca; estaba descalzo y con el cabello
grasoso.
A decir de Sandoval
Quintero, ambos formaron una amistad que dura hasta la fecha, a pesar de que en
los últimos años se han visto en contadas ocasiones.
El
cambio
Llegó 1989 y
con él los nuevos aires. Dagoberto decidió cambiar su vida y deja su Puerto
natal para radicar en esta capital. Instaló su salón de belleza y emprendió la
titánica labor de iniciar de nuevo.
“La gente de Guaymas me amó todo el tiempo, me vio como
un símbolo. Yo perdí mis ilusiones con la pelea con Barragán; además, Guaymas
era chico, yo necesitaba otra cosa”, explica.
El ex karateca y ex cantante descubrió entonces que
poseía el don de curar con las manos, de percibir las cosas y decidió ayudar a
quienes se acercan a él. Cerró el salón de belleza y se dedicó al 100% al
trabajo como vidente y astrólogo. La televisión, la radio y la gente en general,
le abrieron los brazos.
A invitación de Carlos Quiñones, propietario de Radio
SA, inicia un programa de radio acerca de esoterismo, “pero también hago
críticas a los políticos corruptos”; de entonces a la fecha, en la XEDL, La
Fuerza de la Palabra, han pasado 12 años.
En los últimos tiempos, Sandokín también se ha dedicado a
escribir, llegando a producir tres libros Yo pienso que soy, Reflexiones, Hablé
con Dios y tiene en imprenta ¿Es verdad que es mentira?
Al final de la entrevista llegó el Pepe Vera a tomar las fotografías;
Dagoberto se resistía a posar. Finalmente se entendieron. El ex karateca empezó
a recordar sus movimientos de kung-fu. No cabe duda, 29 años después, Dagoberto
o Sandokín, sigue siendo el
mismo.
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