Pese
a que Jorge Bergoglio ha rescatado los principios de una Iglesia para
los pobres, va a costar trabajo que ésta rompa con prácticas y
concepciones que no corresponden al mundo actual. Para ello se requiere
“una revolución en la Iglesia”, afirma el filósofo Leonardo Boff. En
curso, la visita papal a Brasil, dice que el Vaticano nunca entendió la
Teología de la Liberación, y expresa su deseo de que el clero mexicano
sea irradiado por la sencillez del pontífice, para que “sea más sensible
a los problemas sociales” y adopte “actitudes más abiertas y
progresistas”.
RÍO DE JANEIRO (Proceso).- El Papa Francisco retomó
el camino de “una Iglesia para los pobres”. Él mismo se ha despojado de
sus títulos papales y declaró que es “un hermano entre los hermanos”.
Sin
embargo, una “ruptura” de la Iglesia católica con prácticas,
instituciones y formas de pensar anacrónicas –“vinculadas a un mundo que
ya no existe, un mundo de príncipes, reyes y palacios”– “va a tomar
tiempo y muchos van a oponer resistencia a la renuncia de sus beneficios
y del lujo”.
De hecho, “para que efectivamente exista una Iglesia pobre para los pobres se necesita una verdadera revolución” en ella.
Habla Leonardo Boff, teólogo, filósofo y escritor brasileño, uno de los máximos representantes de la Teología de la Liberación.
Debido
a sus tesis, Boff –quien militó en los Franciscanos Menores– padeció el
hostigamiento del Vaticano. En 1985 Joseph Ratzinger, entonces prefecto
para la Doctrina de la Fe (y hoy Papa emérito), le impuso un año de
silencio por su libro Iglesia, carisma y poder, y lo obligó a renunciar a
sus funciones editoriales y académicas en el campo religioso.
En
1992 Ratzinger intentó silenciarlo de nuevo para evitar que participara
en el encuentro Eco-92 de Río de Janeiro. Pero Boff se adelantó y
renunció al sacerdocio.
Ahora, a sus 75 años, está casado y es
activista en temas de ecología, articulista, escritor (con 60 libros) y
uno de los intelectuales más reconocidos de Latinoamérica.
En
curso la visita papal a Brasil –del martes 23 al domingo 28– Boff
concede a Proceso una entrevista vía correo electrónico. En ella analiza
los actos y decisiones del Papa Francisco en sus primeros meses de
pontificado; reivindica el papel que la Teología de la Liberación ha
jugado en América Latina y aborda el significado del viaje de Bergoglio
en el contexto de las protestas sociales que han sacudido al país.
De
hecho el Papa le solicitó a Boff un ejemplar de su libro Francisco de
Asís y Francisco de Roma: un nuevo proyecto de Iglesia, que el teólogo
acaba de presentar en Brasil.
“El Papa me mandó decir que quiere
recibir un ejemplar por medio de un obispo. No creo que quiera recibirme
(durante su visita a Río de Janeiro), para no crear resonancia en la
prensa y poner en una posición incómoda al Papa Benedicto XVI, con el
cual tuve varios problemas doctrinales,” explica Boff.
–Usted
considera en uno de sus artículos que el Papa Francisco está rescatando
los principios básicos de la Teología de la Liberación. ¿Cree, como él
dijo, que se puede hacer “una Iglesia pobre para los pobres”?
–Para
que efectivamente exista una Iglesia pobre para los pobres se necesita
una verdadera revolución en la Iglesia. Los hábitos eclesiales, las
instituciones, las formas de pensar no son contemporáneas. Al contrario,
están vinculadas a un mundo que ya no existe, un mundo que cuenta con
príncipes, reyes y palacios.
“Una ‘Iglesia pobre para los pobres’
es un ideal que emergió al final del Concilio Vaticano II, en 1965, con
el Pacto de las Catacumbas, liderado por el obispo brasileño Hélder
Cámara. Unos 40 obispos de todo el mundo se comprometieron a llevar una
‘vida de pobreza’, a ser una Iglesia ‘servidora y pobre’ como lo quería
Juan XXIII, a abandonar los palacios episcopales y despojarse de todos
los símbolos del poder religioso.
“Ahora el Papa Francisco está
tomando el mismo camino: Se ha despojado de todos los títulos papales y
dijo que quiere vivir como ‘un hermano entre los hermanos’. Esto debería
ser imitado ahora por los cardenales, obispos y sacerdotes de todo el
mundo. Pero la ruptura va tomar tiempo y muchos van a oponer resistencia
a la renuncia de sus beneficios y del lujo. Quien come todos los días
carne, no le gusta comer huevos.”
–¿Se puede decir que hay un
verdadero cambio hacia una Iglesia que se preocupa por los oprimidos,
después de la actuación de los anteriores papas?
–Este Papa viene
del Tercer Mundo, de América Latina. Aquí desde hace al menos 40 años se
ha desarrollado otra visión: Una Iglesia que vive y lucha por los
pobres y busca una justicia social.
Esto es totalmente novedoso para la
Iglesia europea en Roma.
Mientras en América Latina nos enfrentamos con
la pobreza, en Europa se habla de “desarrollo”. Nosotros hablamos de
liberación porque la pobreza es una opresión.
“Esta teología nunca
fue asimilada por el Vaticano; ni siquiera lo ha entendido. Más bien se
pensaba que esto significaría ‘marxismo’.
Por eso los papas europeos
han condenado a la Teología de la Liberación sin entenderla, cuando en
realidad fue una verdadera teología pensada en un contexto de opresión.”
Fragmento de la entrevista que se publica en la edición 1916 de la revista Proceso, actualmente en circulación.
/ 23 de julio de 2013)
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