Debajo
de la imagen pública de internet corre subterránea una red oscura cuyos
mensajes, páginas, blogs y chats no se pueden rastrear. Ahí conviven
hackers, crackers, criptoanarquistas y ciberactivistas, pero también
narcotraficantes y pedófilos. En sus sitios se pueden adquirir productos
ilegales: drogas y hormonas, armas, pasaportes y tarjetas de crédito
robados, fotos y videos snuff… Sus transacciones se realizan con una
moneda virtual y una regla única: Encriptar la información y mantener el
anonimato de los navegantes.
MÉXICO, D.F. (Proceso).-
Sólo seudónimos aparecen en la llamada red oscura. Detrás de ellos se
esconden hackers, crackers, activistas de Anonymous y WikiLeaks,
disidentes políticos… pero también narcotraficantes y pedófilos.
Generada
por un flujo de transmisiones invisibles e irrastreables, la red oscura
cuenta con sus propias cultura, ideología y moneda. Hay una regla
única: el anonimato de sus navegantes y la encriptación de sus
informaciones. En su seno gravitan decenas de miles de páginas
imposibles de encontrar con los motores de búsqueda tradicionales.
The
Silk Road (La ruta de la seda) es sin duda la más famosa de esas
páginas. Se presenta como un mercado en línea clásico: los vendedores
suben fotografías y descripciones de sus productos mientras los
potenciales compradores navegan, comparan y eligen. Su especialización
la diferencia de los portales de compraventa tradicionales en internet:
de los poco más de 10 mil productos que ofrecía el miércoles 17, 6 mil
389 eran drogas ilegales.
Hay muchos vendedores de sustancias
prohibidas en la red oscura. Sin embargo ninguno tiene tantos
compradores como The Silk Road. Se estima que 1.2 millones de dólares
transitaron por esa página cada mes de 2012.
La oferta es
abundante: mariguana, heroína, cocaína, LSD, opio, metanfetaminas,
ketamina y otras decenas de variedades de pastillas, plantas, gotas,
hormonas y medicamentos. También se consiguen jeringas, inhaladores y
material para montar en un laboratorio de drogas casero.
Si las
cantidades se revelan relativamente escasas y los precios son más
elevados que en la calle, es porque se supone que los productos son de
mejor calidad. La mayoría de los vendedores radica en Inglaterra,
Estados Unidos, Australia y Alemania.
Las drogas representan sólo
una parte del negocio. También se venden réplicas de relojes de marca y
joyas de origen chino, libros, material informático, aparatos
electrónicos, servicios de hackers, billetes de 20 o 100 dólares, acceso
a portales pornográficos, ensayos, poesía… ¡y hasta comida!
En el
foro de discusión de The Silk Road hay más de 1 millón 110 mil
comentarios de usuarios que abordan 69 mil temas diversos (cifras del
miércoles 17). Los navegantes narran sus experiencias alucinógenas, se
asesoran sobre las mejores formas de esconder su identidad en internet o
sobre cómo protegerse ante los riesgos que corren al recibir drogas por
correo.
Al concluir una transacción, el comprador le proporciona
al vendedor una dirección y un nombre mediante un sistema de mensajería
encriptada tipo TorMail. Por lo general dan la dirección de una casa
deshabitada y un nombre falso. El vendedor toma precauciones para que
los agentes y los temidos perros de las aduanas no detecten el contenido
del paquete: pone el producto en varias bolsas de plástico selladas al
vacío y lo manda por correo.
La fiabilidad de la página se basa en
la reputación de los vendedores, calificada por los compradores. Éstos
aprecian la rapidez del servicio, la forma de mandar los productos y la
cordialidad en la atención que reciben; o por el contrario, se quejan de
que un producto no fue entregado, lo cual disminuye las probabilidades
de que un vendedor siga ofreciendo su mercancía. Recientemente un
vendedor mexicano, La Fuente, generó descontento en los foros. Varios
compradores nunca recibieron sus paquetes de 225 gramos de mariguana.
Con
el seudónimo de Dread Pirate Roberts –una celebridad en la red oscura–,
un hacker fundó The Silk Road en febrero de 2011. Dos años después la
Organización de Estados Americanos se alarmó por su éxito, como consta
en el reporte Escenarios para el problema de las drogas en América
2013-2025.
“Es uno de los desarrollos tecnológicos que plantean
grandes desafíos a la eficacia de los esfuerzos tradicionales de
aplicación de la ley para frenar el suministro de drogas”, señala el
documento en referencia al portal.
Criptomoneda
En
The Silk Road las transacciones no se realizan por medios
tradicionales, sino mediante la criptomoneda bitcoin (BTC), cuyo uso es
directo, anónimo e irrastreable.
Cuando el hacker conocido por el
seudónimo de Satoshi Nakamoto lanzó la moneda virtual en enero de 2009,
sólo 50 BTC circulaban en internet y cada una valía un dólar. El
miércoles 17 transitaban más de 11 millones 412 mil BTC que se
intercambian por 97 dólares cada uno. El pasado 16 de abril la bitcoin
alcanzó el valor histórico de 266 dólares.
La cantidad total de
BTC que circulan en la red equivale a mil 110 millones de dólares. El
miércoles 17 se realizaron más de 39 mil transacciones con esta moneda.
El
BTC funciona como un pago en efectivo por internet. Gracias al sistema
de intercambio de datos de computadora a computadora peer to peer (P2P)
la transacción no pasa por ningún intermediario, banco, agencia de
crédito o servidor tipo Paypal o Western Union. A diferencia de otras
monedas virtuales, la bitcoin no está atada al dólar; su inventor la
reivindicó independiente y apolítica.
Una cadena de seguridad
encriptada garantiza el anonimato al momento de utilizarla. Cada dueño
de BTC tiene un “monedero virtual” dotado de una llave privada. Al
efectuar una transacción directa entre un usuario y otro, la moneda se
transfiere en un bloque encriptado. Ese bloque pasa a través de una
larga cadena de verificación –la red de usuarios– que a su vez certifica
la transacción.
Se puede comparar internet con un océano. En la
superficie “flotan” 46 mil millones de páginas accesibles vía Google
(cifras de julio de 2013). Según Peter Schmidt, su director, el motor de
búsqueda tenía registrado sólo 0.004% de los datos de internet en 2008.
Debajo de esta superficie se encuentran el llamado “internet profundo” y
las redes privadas, que funcionan en circuito cerrado.
El
internet profundo se compone de todas las páginas que Google no enlista,
cuyo acceso está restringido al público mediante contraseñas. Ello
ocurre con Facebook, por ejemplo. Pero el internet profundo también
alberga las páginas escondidas que constituyen la red oscura.
Atravesar la cebolla
Para
navegar en internet de manera anónima se necesita descargar e instalar
programas de “refugio de datos” tales como HavenCo, Freenet o The Onion
Router, mejor conocido con las siglas TOR.
Roger Dingledine, Nick
Mathewson y Paul Syverson, ingenieros informáticos estadunidenses,
lanzaron el proyecto TOR el 20 de septiembre de 2002 con el apoyo
financiero del Laboratorio de Investigación Naval del Departamento de
Estado, cuyo objetivo era proteger sus datos.
En vez de conectar
una computadora a un servidor –lo que registra la huella digital del
usuario y del mensaje–, TOR encripta la información del usuario y luego
la manda a través de una serie de nodos, una red internacional de
computadoras que imita las capas de una cebolla. Se vuelve muy
complicado remontar el camino hacia su punto de partida. Al apagar TOR
este punto de partida desaparece, lo que hace totalmente imposible
rastrear el camino.
Entre varios de sus usos TOR permite a
disidentes políticos acceder a páginas como YouTube o Facebook desde
países cuyos regímenes censuran internet, como China.
El sistema
de navegación evolucionó en el Proyecto TOR, que reúne hoy muchos
servicios. Programadores crearon un sistema de mensajería electrónica
(TorMail), y de Chat (Torchan), así como el equivalente anónimo de
Facebook (Torbook), todos encriptados y anónimos.
A partir de esta
tecnología se formó la red oscura en 2004, cuyas páginas llevan nombres
de dominios libres (.onion), siempre cambiantes. Como las páginas no
están relacionadas en los motores de búsqueda, sólo se puede acceder a
ellas copiando en TOR la dirección exacta del URL.
Los hackers
–las personas interesadas en entender y solucionar problemas
informáticos– consideran la red oscura como una herramienta neutra. “Es
la ideología del software libre: que pueda ser utilizado para cualquier
fin”, explica en entrevista con Proceso José María Serralde, consultor
tecnológico en educación y militante defensor de la ideología del
software libre.
El experto reconoce que en un espacio libre donde
el anonimato todo lo permite, “obviamente van a surgir problemas de
cualquier tipo: pedofilia y prostitución internacional, narcotráfico o
redes que realizan cyberhacking muy avanzado. Pero el uso que hacemos de
la tecnología es producto de nuestra cultura y nuestra moral, no es
culpa de la herramienta”.
Portales de mercado negro como The Silk
Road, Black Market Reloaded o Atlantis sólo forman una parte ínfima de
la red oscura. Como en el internet “tradicional”, los contenidos se
dividen en portales, páginas, foros y blogs.
La navegación al azar
–uno hace clic en una dirección sin saber a dónde llegará– puede
rápidamente volverse repulsivo al caer en páginas o foros pedófilos.
Varios directorios, como el Wiki Escondido, registran un número limitado
de páginas por temas.
Unas proporcionan “servicios financieros”, como
la compra de tarjetas de crédito robadas y monedas falsas, las apuestas
en línea o el lavado de bitcoins. Otras ofrecen servicios comerciales,
lo que incluye la entrega de diversos productos ilegales o robados, como
material electrónico o pasaportes, pero también la renta de los
servicios de un cracker para robar información, piratear sistemas o
enviar spam (basura).
El Wiki Escondido dedica espacios
específicos para páginas de venta de drogas y hormonas, así como para
páginas “eróticas”. En esta sección incluye los portales pedófilos como
Lolita City, que abriga 100 gigas de contenido.
Otras páginas son
engañosas: proponen servicios estrafalarios como asesinatos,
prostitución o fraude fiscal, entre muchos otros. En unos foros se
intercambian fotos y videos snuff, supuestas grabaciones de torturas o
asesinatos que los adolescentes comentan con entusiasmo.
“La red
oscura es un espejo de nuestra sociedad; en cualquier canal tienes una
radiografía instantánea de ella (…) Ahí ves a la cultura bruta, sin
gobernanza cultural”, comenta Serralde.
Internet revolucionario
Sin
embargo, la red oscura también alberga canales de chat de transmisión
por internet que usan los activistas de Anonymous, así como miembros y
seguidores de WikiLeaks. Los partidarios de la internet política y libre
recurren a los foros y canales anónimos para debatir, compartir
información y planear acciones.
“Las revoluciones o los cambios
sociales no sucederán en Twitter. Eso es impensable. Pero en el
anonimato pueden ocurrir cosas”, remarca Serralde.
El pasado 6 de
junio el exintegrante de la Agencia de Seguridad Nacional estadunidense
Edward Snowden dio a conocer el Programa de Revisión Instrumental para
el Monitoreo de Sistemas (PRISM, por sus siglas en inglés), con el que
Estados Unidos espió las telecomunicaciones a escala mundial durante “al
menos siete años”, según reconoció la senadora demócrata por California
Dianne Feinstein.
La revelación de PRISM puso al descubierto que
los gigantes de internet, como Facebook, Microsoft, Apple, Yahoo o
Twitter, entregaron datos de sus usuarios a las agencias de inteligencia
estadunidense.
Ante la indignación de muchos internautas
surgieron en la red iniciativas como prism-break.org o stopwatching.us,
cuyo propósito es evadir el sistema de vigilancia estadunidense, y en
los que se propuso la navegación alternativa con el uso de programas
libres.
La red oscura hace realidad la ideología cypherpunk, cuyos
seguidores denuncian el control de las grandes corporaciones y los
gobiernos sobre internet. Ellos tienen por ideal la instauración de
internet como un espacio libre de cualquier autoridad –económica,
política o moral– gracias al software libre, el anonimato y la
encriptación.
En diciembre de 2010 Anonymous llevó a cabo la
Operación Devolución, que consistió en atacar los portales de Mastercard
y del servicio de pago en línea Paypal, tras el rechazo de estas
empresas de proporcionar sus servicios a WikiLeaks, lo que redujo 95%
los ingresos de la organización, según afirma ésta en su portal.
En
la red oscura hay varias páginas que hospedan “versiones espejo” de
WikiLeaks. Éstas resultan ser copias exactas del código de la página
original, con libre acceso y disponibles para su descarga. Esto hace
infructuosos los intentos de desconectar el portal de la organización,
ya que muchos activistas conservan su código en sus máquinas y discos
duros.
Serralde dice que los cypherpunks luchan a favor de una red
regida por el software libre, cuyo código está a la vista de todos.
Según ellos el software libre es la garantía que permite fomentar una
sociedad horizontal y transparente.
Para crear un software, un
programador escribe líneas de texto en lenguaje informático. La
computadora lee estas líneas para ejecutar el programa. El conjunto de
estas líneas se llama código fuente del software. Cuando un programador
termina su software, puede ocultar el código y vender el programa o
puede dejar el código a disposición de todos para que otros
programadores lo mejoren y lo difundan a su vez de forma libre.
Serralde
deplora que los gigantes de internet –como los que colaboran con el
gobierno de Estados Unidos en el programa PRISM– mantengan sus códigos
en secreto, por lo que se hace imposible saber cómo utilizan los datos
de los usuarios.
Pese al escándalo que generó la revelación de
PRISM, estas compañías juraron no saber del programa de espionaje ni
haber entregado de forma sistemática los datos a la agencia de
inteligencia.
“Lo que ellos dicen no me importa. El código es la
ley. Si no veo el código, es como firmar un contrato sin saber qué hay
detrás”, deplora Serralde. “No sé lo que hacen con tantos datos míos, y
cuando digo ‘tantos’ no es exageración. Tienen mis twits, mi
información, mis fotos, pero no sé para qué los quieren”.
El
propio Julian Assange, fundador de WikiLeaks, acaba de copublicar el
libro Cypherpunks: Libertad y futuro del internet en el cual afirma su
adhesión al ideal del internet libre y critica el control de la red por
empresas y gobiernos.
Satoshi Nakamoto, creador de la bitcoin,
también se reivindica como cypherpunk. Concibió su criptomoneda bajo un
ideal libertario, independiente de los bancos y de las instituciones
gubernamentales. Cuando se estableció el uso de la moneda, el seudónimo
Satoshi Nakamoto desapareció. El creador de la bitcoin seguirá siendo
un desconocido.
Gracias al P2P cada persona interactúa
directamente con las otras en “un sistema que trabaja como una
organización colectiva”, precisa la Fundación Bitcoin. Esta fundación
fue creada en septiembre de 2012 con el propósito de mejorar el código
abierto de la moneda, que es en sí misma un software.
Al
participar en la bitcoin los programadores aportaron una nueva
herramienta a la ideología del software libre: un sistema monetario.
“Bitcoin
es una abstracción más”, analiza Serralde. “Existe sólo en la
imaginación de la gente que cree en ella”. Resulta que se usa tanto por
motivaciones políticas como forma para ingresar dinero y permitir los
negocios millonarios en la red oscura.
“No importan tus
motivaciones, eres un revolucionario”, declara The Dread Pirate Roberts,
administrador de The Silk Road, en sus instrucciones a los vendedores.
“Tus acciones llevan satisfacción a quienes fueron oprimidos durante
demasiado tiempo. Siéntete orgulloso de lo que haces”, agrega.
Autorregulación
A
pesar del anonimato, normas estrictas regulan la página de mercado
negro: queda prohibido vender armas y cualquier tipo de contenido
pedófilo. “Es un refugio seguro donde viene gente civilizada en paz por
beneficio mutuo”, precisa el administrador de The Silk Road, quien
advierte a los compradores: “Debes entender los riesgos de poseer y usar
lo que compras aquí”.
No es el caso de todos los portales
equivalentes a The Silk Road que florecen en la red oscura. Black Market
Reloaded, su competencia directa –aunque con mucho menor asistencia–
permite la venta de armas.
El 14 de octubre de 2011, integrantes
del grupo Anonymous lograron apagar el portal pedófilo Lolita City y
publicaron los nombres de mil 589 de sus visitantes.
Para Serralde
este hecho reveló que internet libre tiene autorregulación; es decir:
sus propios integrantes lo controlan, mientras “en un sistema de control
(que no sea una red oscura) no hay permiso para la autorregulación,
sólo existe la regulación vertical por parte de las autoridades”.
Ni
los pedófilos ni los narcotraficantes esperaron la formación de la red
oscura para instalarse en internet. Ya en 2002 el diario El Universal
publicó un reportaje en el que describía transacciones de drogas en
línea, aunque éstas requerían mayor logística: un punto de encuentro en
la Ciudad de México, varios números de celulares y mucha incertidumbre.
Un
documento que publicó la Subdirección de Política Exterior de la Cámara
de Diputados en octubre de 2006, titulado Regulación jurídica del
internet, también reveló el problema: “El fraude cibernético, la
piratería de software, la intrusión a sistemas de cómputo, el hackeo y
la venta de armas y drogas por internet son amenazas para la sociedad”.
El
futuro augura nuevos retos para las autoridades. El profesor Lee
Cronin, investigador de la Universidad de Glasgow, está llevando a cabo
un software libre para permitir ensamblar medicamentos directamente en
casa gracias a una tinta química compatible con las famosas “impresoras
3D”, las cuales permiten reproducir físicamente un producto. Los
patrones de estructuras moleculares para que la máquina los “imprima” se
descargarán por internet. Uno puede apostar que pronto se difundirán
“recetas” de drogas ilegales, como hoy se puede encontrar fórmulas para
“imprimir” armas de fuego en su totalidad.
“Lo único que nos
aporta internet es catálisis, velocidad. Todo el resto lo tienes
idéntico ahí afuera, al salir a la calle. No hay nada más”, resume
Serralde.
/25 de julio de 2013)
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