lunes, 4 de febrero de 2013

OTRA POLÉMICA EMPRESA DE CURIEL EN ENSENADA, BC



Deshuesadero podría contaminar playas, advierten ambientalistas de Ensenada

Mientras que la autoridad federal y estatal, además del pasado ayuntamiento, autorizaron la instalación de una terminal portuaria, valorada en 329 millones de pesos, para desmantelar barcos y facilitar el embarque de diversos materiales, grupos ecologistas han denunciado a la Semarnat las afectaciones que esto tendrá en las playas aledañas, lo cual también tendrá un impacto negativo para el turismo.

Javier Cruz Aguirre
Contra el deseo de la mayoría de los habitantes de Ensenada, la empresa Amaya Curiel y Compañía, representada por el arquitecto Roberto Curiel Ortega, recibió la autorización de los gobiernos federal, estatal y municipal para instalar una terminal portuaria para el desmantelamiento de embarcaciones, acopio y embarque de gráneles minerales de hierro, chatarra y acero.

La oposición de diversos sectores de la sociedad, incluido el nuevo Ayuntamiento de Ensenada, se deriva de la posible actividad altamente contaminante de un proyecto que anuncia una inversión de 329 millones de pesos, que exportará a Estados Unidos y Asia grandes cantidades de mineral que se extraerá de las minas de hierro de Eréndira, y transportará en una segunda etapa millones de toneladas de chatarra a las fundidoras de acero instaladas en la costa de Michoacán.

De momento el XX Ayuntamiento de Ensenada anunció que no otorgará ningún permiso de uso de suelo a la empresa, y que su Dirección de Ecología presentó una denuncia ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), porque la empresa del influyente arquitecto inició actividades de desmantelamiento de barcos sin tener aún el permiso de cambio de actividad de la Administración Portuaria Integral (API) de Ensenada.

De hecho la Comisión Consultiva del Puerto, que interactúa cuatrimestralmente con la dirección general de la API sin ningún poder garante, pese a que en ella se incorporan representantes de diversos sectores activos de Ensenada y del gobierno, resolvió enfrentarse al proyecto y pedir al director de la oficina, el ingeniero Carlos Jáuregui González, que no otorgue a la empresa el cambio de actividad en la concesión que le dio en 2005.

Por su parte el ingeniero Eduardo Enrique González Hernández, titular de la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental (DGIRA) de la Semarnat, este año dio un resolutivo ambiental a favor de la empresa de Amaya Curiel y Compañía donde asentó que no generará impactos ambientales significativos ni causará desequilibrio ecológico en su zona de influencia (la desembocadura del arroyo El Gallo, en la porción sur del recinto portuario de Ensenada).

“No viola la normatividad de la región y sus efectos (de daño ambiental) pueden ser mitigados y/o compensados con medidas preventivas y técnicamente viables”, según expuso en su dictamen.

Por ello autorizó de manera condicionada la construcción y operación del desmantelamiento de embarcaciones y acopio de gráneles, y le proporciona un año de gracia para la construcción del proyecto.

Roberto Curiel obtuvo del mismo funcionario un permiso de 30 años para operar y dar mantenimiento al sitio, siendo posible que se le autorice una ampliación por un tiempo no determinado en el resolutivo de González Hernández.

El proyecto

La superficie de la cesión consta de un área de 251 mil 878.69 metros cuadrados y se distribuye de la siguiente manera: para gráneles minerales: 17 mil 937 metros cuadrados; para desguace, chatarra, áreas administrativas y de manejo de residuos: 118 mil 643; para el muelle Uno, 11 mil 137; para el muelle Dos (parcial para la segunda etapa del proyecto): tres mil 390, y para el área en agua: 100 mil 770 metros cuadrados.

De acuerdo con el empresario, el proyecto consiste en dos actividades distintas: la primera es el acopio y embarque de gráneles minerales y chatarra; la segunda es el desguace de embarcaciones en dique seco.

Para ello la empresa pretende adecuar las instalaciones existentes en el muelle de usos múltiples ubicadas al sur del puerto, infraestructura que hace seis años fue concesionada por la API a Amaya Curiel, sus socios y subarrendadores internacionales para que construyeran el material necesario en el rompeolas del puerto concesionado a la empresa Energía Costa Azul, una de las filiales mexicanas de las trasnacionales Royal Dutch Shell y Sempra Energy.

El profesional, ex socio del ex gobernador Ernesto Ruffo Appel en muchos proyectos de gran inversión, recordó que las embarcaciones son estructuras móviles de tamaño considerable, hechas principalmente de acero.

“Al final de su vida activa se convierten en una fuente apreciada de chatarra de hierro. Ese material proporciona una alternativa a los recursos minerales no renovables y se adapta especialmente a la producción de artículos de acero simples”, explicó.

Manifestó que las embarcaciones obsoletas destinadas al desguace, pueden convertirse también en una fuente útil de equipo y componentes de segunda mano.

“La mayor parte de la corriente de desechos generada por el proceso de desguace –dijo–, puede recuperarse en gran medida y los equipos y componentes utilizables, los dispositivos eléctricos (radios, computadoras, aparatos de televisión, etcétera), el equipo de salvamento (boyas salvavidas, trajes de supervivencia y balsas), el equipo sanitario, compresores, bombas, motores, válvulas y generadores, se pueden volver a utilizar en otras aplicaciones, en tanto que la chatarra de las estructuras de acero se vuelve a procesar”.

Así, para el empresario la producción de acero procedente de chatarra, en comparación con la que resulta de minerales, representa un considerable ahorro en el consumo de energía y, desde esa perspectiva, se puede afirmar que el desguace de embarcaciones cumple los principios de sustentabilidad.

“Gracias al desguace es posible eliminar del puerto y de las aguas internacionales, sin dilación, el tonelaje que ya se encuentra obsoleto”.

Informó que el desguace en un dique seco, que es el sistema que Amaya Curiel pretende operar en la zona concesionada, ofrece mayor protección a los trabajadores y al medio ambiente al contar con la infraestructura y los servicios necesarios para esta actividad, como lo es la conexión de energía eléctrica, la recolección de basura, agua potable, servicio de grúa y telefónico, iluminación exterior, accesos para vehículos pesados, servicio contra incendio, sistema de andamiaje y control de derrames.

“En este proyecto –manifestó–, se adoptarán todas las medidas posibles para garantizar que los desechos peligrosos y otros residuos, se manejen de manera que queden protegidos en el medio ambiente contra los efectos nocivos que pueden derivarse de tales desperdicios, de acuerdo a las restricciones y lineamientos marcados por la autoridad correspondiente”.

Respecto a los gráneles minerales, éstos serán llevados al puerto de usos múltiples vía terrestre a través de tractocamiones, ya que las minas de hierro se encuentran al sur de municipio, específicamente en la delegación municipal de Eréndira, localizada aproximadamente 100 kilómetros al sur de Ensenada.

Actualmente la empresa sostiene pláticas con diversas empresas mineras para dar inicio a esta actividad. Entre la minas que negocian se encuentran La Fortuna I, II y III; Yesenia y Pícale, y la Reina de Acero. Se trata principalmente de mineral de hierro triturado con un tamaño máximo de 10 centímetros.

La empresa proyectó llegar en cinco años más (2016) a manejar un volumen total de 1.5 millones de toneladas por año. Esto de acuerdo con el siguiente plan de trabajo: En el primer año moverá hasta 600 mil toneladas; en el segundo 720 mil; en el tercero 840 mil; en el cuarto 960 mil, y en el quinto un millón 200 mil toneladas. En los patios de la terminal concesionada, Amaya Curiel estima almacenar un volumen máximo de 120 mil toneladas.

En cuanto al movimiento de chatarra, la empresa plantea generarla a partir del desguace de embarcaciones de grandes dimensiones (hasta de 35 mil toneladas de peso en rosca).

Con ello pretende iniciar el intercambio comercial con el puerto de Lázaro Cárdenas, Michoacán a efecto de embarcar chatarra para las fundidoras de esa región que demandan el producto.

El embarque de gráneles minerales se realizará mediante una banda transportadora y el volumen a embarcar puede variar dependiendo del tamaño de la embarcación.

“Se estiman volúmenes mínimos de 30 mil toneladas y máximos de 100 mil toneladas, con destinos a clientes potenciales en los Estados Unidos, Asia y México. Buena parte de ese producto se movilizará por barcazas en embarques de tres mil a cinco mil toneladas con destino a Lázaro Cárdenas para así aprovechar y traer producto terminado por la misma vía (cabotaje)”, informó.

La empresa, afirmó Curiel, no tiene contemplada la movilización de chatarra por la vía terrestre.

El empresario habló finalmente de la construcción del encauzamiento del Arroyo El Gallo en un canal de concreto hidráulico, obra íntimamente ligada a la zona de amortiguamiento, la cual tendrá 3.50 metros de ancho y una longitud total de 320 metros a lo largo del canal.

“La idea –indicó el arquitecto-, es construir dos hileras de árboles intercalados. Esta obra vendrá a sumarse a la que actualmente está realizando la API con apoyo de Amaya Curiel y de Cemex, consistente en un área verde a la entrada de la terminal”.

Para la realización de todo el proyecto la empresa contempla una inversión de 329 millones 355 mil pesos, que se repartirán de la siguiente forma:

A.- Dragado de dársena y canal de navegación a menos 14 metros del nivel del mar: 45 millones 500 mil pesos. B.- Construcción del muelle 1 de carga para área de gráneles, chatarra y acero: 65 millones de pesos. C.- Construcción del muelle 2 (Fase 2, no se incluye en el presente proyecto): 45 millones 500 mil pesos. D.- Patios para acopio de Gráneles Minerales: 19 millones 500 mil pesos. E.- Relleno y escollera de protección para muelle de carga de chatarra (Fase 2, no se incluye en el presente proyecto): 26 millones de pesos.



La oposición

Son diversos los sectores que se oponen a la construcción de la terminal portuaria para el desmantelamiento de embarcaciones, acopio y embarque de gráneles minerales de hierro, chatarra y acero.

De hecho varios antagonistas de Amaya Curiel presentaron por escrito sus argumentos a la Semarnat en el proceso de consulta pública hecho a finales del año pasado –no se aceptó realizar una reunión pública de información del proyecto–, pero ninguno fue atendido por la dependencia federal.

La maestra en ciencias Ruth Rosas Gómez, miembro de la organización civil Haciendo lo Necesario, señaló que el proyecto es contrario a la planeación de Ensenada que como ciudad sustentable determina el Plan de Desarrollo Urbano del Centro de Población Ensenada 2007-2030, el Plan de Desarrollo Municipal de Ensenada y la Agenda 21 de Ensenada-2008.

Consideró que el manejo de residuos peligrosos de la empresa, afectará a los trabajadores de la compañía, al medio ambiente y a la comunidad en general, colocando a México en la cabeza de las naciones subdesarrolladas que por sus bajos sueldos, su desorganización, sus bajos niveles de protección laboral y sus laxas leyes de Protección Ambiental, aceptan ese tipo de empresas al igual que lo hacen países como Bangladesh, India, Turquía y Paquistán.

Manifestó que se trata de un proyecto evaluado a medias, ya que tan sólo refiere la primera etapa del proyecto, por lo que limita su evaluación ambiental integral.

“El proyecto no revela qué sucederá con las actividades de astillero que realizará la empresa en una segunda etapa, y no toma en cuenta los vientos dominantes de la ciudad, que son de norte a sur, y no considera actividades de encierro en sus operaciones”, dijo.

Agregó: “Tampoco evalúa los niveles de ruido y no considera que a menos de 500 metros del sitio se encuentra la playa municipal de la ciudad de Ensenada y el Hospital Naval, y que a menos de un kilómetro de distancia hay un hospital privado, las instalaciones de la Segunda Zona Naval, así como diversas zonas residenciales, turísticas y comerciales”.

Para la académica, el proyecto tampoco determina qué hará la empresa con el caos vial que provocarán los camiones que circularán intensamente por las calles y avenidas principales de la ciudad.

Por su parte la maestra en ciencias Alma Dora Morelos, de la empresa ambiental Lorax Consultores, S. A. de C. V., resaltó que Amaya Curiel no proporcionó información acerca de cuántos barcos desmantelará al año y cuál es su capacidad operativa, por lo que no es posible hacer una evaluación completa y correcta del impacto que estos residuos crearán en el sitio, sus inmediaciones y en la comunidad porteña en general.

Consideró que el Manifiesto de Impacto Ambiental (MIA) no cuenta con el suficiente sustento técnico para justificar la construcción del canal pluvial en el arroyo El Gallo, y no informa qué hará con los 825 mil 724 metros cúbicos residuales del dragado.

“No menciona los niveles de azolve de la zona portuaria y tampoco presenta coordinación en la información de oleaje, en tanto que presenta información obsoleta del transporte litoral de sedimentos. Tampoco menciona o relaciona información científica al respecto, lo cual demuestra su total desconocimiento del tema”, apuntó.

Los mismos datos obsoletos se utilizan para identificar la flora y la fauna del sitio y el estudio de riesgo no presenta trabajos de campo, limitándose a usar información general de la Bahía de Todos los Santos.

“Tampoco se analizó las características del paisaje y presenta información confusa y desordenada en materia de riesgos por accidentes, además de que no vincula las normas oficiales en materia de salud y riesgo de trabajo por peligro en el uso de fibras de asbesto, tema en el que tampoco presenta un programa de control sanitario ni medidas de manejo, por lo que viola la NOM-125-SSA1-1994”.

Destacó que otras obras hechas en el pasado por Amaya Curiel en la zona, como el espigón El Gallo, modificaron el comportamiento del oleaje dentro de la rada portuaria de Ensenada, con lo cual disminuyó la funcionalidad del puerto por completo, sin que las autoridades sancionaran esa irregularidad.

Por su parte, el Consejo Deliberativo Proturismo de Ensenada, órgano descentralizado de colaboración municipal, manifestó su “oposición rotunda” a los permisos del proyecto portuario porque la empresa viola disposiciones del Programa de Desarrollo Urbano del Centro de Población Ensenada, que claramente decreta que el puerto de Ensenada debe cambiar sus actividades hacia la actividad turística y recreativa.

“Además –agrega en un oficio–, el proyecto afecta los esfuerzos del sector turístico de Ensenada por atraer más cruceros, más inversiones a la playa municipal de la ciudad y a la zona de festejos aledaña a la zona, deteriorando la imagen visual y el paisaje de la Bahía de Todos los Santos”.

A su vez la Comisión Consultiva del Puerto destacó que Ensenada ha buscado fortalecer esa zona del puerto para el turismo, tratando de embellecerla, limpiarla, ordenarla y planear sus actividades para la recreación playera de nativos y foráneos.

“Pero las actividades de la empresa (Amaya Curiel y Compañía) generarán un gran ruido, residuos peligrosos y no peligrosos, así como contaminación del aire, del agua de mar, la flora y la fauna e impactos negativos al paisaje”.

En su posicionamiento, los consultores del puerto manifestaron que la obra de Curiel Ortega sí afectará el turismo y pondrá en peligro a los usuarios de la playa municipal, así como la zona comercial y residencial aledaña a la terminal portuaria, por lo que “definitivamente nos oponemos a ese proyecto”.

En este tema el ingeniero Andrés Armenta González, ex presidente de la Cámara Nacional de la Industria Pesquera en Baja California y coordinador de la comisión que se creó en el Consejo Consultivo Económico de Ensenada (Consulten) para ver ese asunto, reveló que la mayoría de los miembros de la Comisión Consultiva del Puerto se oponen al proyecto de Roberto Curiel por ser contrario a los lineamientos urbanísticos de la zona.

“Además, según el contrato que Curiel firmó con la API, no puede llevar a la práctica su proyecto salvo que vaya a ser algo comercial o turístico, la otra forma de evadirlo sería que fuera por otro contrato, pero en ese caso no va a disfrutar del valor residual de la inversión que la empresa hizo hace seis años porque, cuando acabas el primer contrato, eso ya es propiedad del gobierno federal, de nosotros los mexicanos. Entonces, te lo voy a prestar vía una cesión parcial de derechos, pero te voy a cobrar una contra prestación de acuerdo a lo que vale eso. Ya no se te va a dar de gorra”.

Asimismo reveló que, a diferencia de lo que hizo el XIX Ayuntamiento de Ensenada, en este momento la voluntad del municipio es que no aprobará el proyecto. “El Ayuntamiento de Ensenada tiene que dar su consentimiento definitivo. Si no lo obtiene, el proyecto no va. ¿Cómo van a poner una actividad de alto riesgo, ruidosa, contaminante del medio ambiente, enseguida del desarrollo de la Playa Municipal? ¡Santo Dios!”

Informó que Amaya Curiel ya trabaja en el desmantelamiento de barcos –compró tres ferrys viejos del área de Vancouver, Canadá–, aun cuando no cuenta con el permiso correspondiente de la API, que hasta la fecha no ha impuesto una sanción a la empresa pese a que el contrato dice claramente que una falta de esa naturaleza amerita la anulación de la concesión.

“Lo cierto es que están deshuesando barcos pese a no contar aún con la concesión de la API, que ni ha multado ni ha parado nada porque la empresa tiene a su favor la voluntad política de la autoridad federal y estatal”.

— ¿Quién los puede parar?

“El municipio, que ahora parece ser la única autoridad que ve la situación en su justa dimensión”.

— ¿Y quién va apoyar al ayuntamiento?

“La Constitución y la sociedad que se quiera adherir al Ayuntamiento, que definitivamente está aislado con las otras dos instancias gubernamentales y los medios de comunicación, que no paran en echarle tierra, manipulando y desinformando a la opinión pública”.

También hay pleito entre autoridades

Armenta González denunció que el gobierno del estado, a través de la Secretaría de Infraestructura y Desarrollo Urbano (SIDUE), intervino en un asunto que sólo compete a los porteños porque corresponde al ayuntamiento determinar los usos de suelo.

El armador se refirió específicamente al oficio número 006142, de fecha 11 de noviembre del 2010, que giró la Dirección de Ordenamiento Territorial de la SIDUE, en donde la entidad estatal manifiesta la congruencia normativa y ambiental del proyecto.

Otras dependencias federales y municipales también apoyan a la empresa. Por ejemplo, el 4 de noviembre del 2010 la Comisión Federal de Competencia emitió el oficio número SE-10-96-2010-490, que contiene la opinión favorable al proyecto.

También el oficio SAU/171/2010 de fecha 22 de junio del 2010, el cual contiene la opinión favorable (“por apegarse a la normatividad vigente”) al proyecto sobre uso de suelo y condicionante de la Secretaría de Administración Urbana Municipal.

Finalmente, el oficio CU/F1001/082/2010, de fecha 29 de noviembre del 2010, relativo a la Factibilidad de Uso de Suelo por Verificación de Compatibilidad, emitido por la Dirección municipal de Control Urbano y Uso de Suelo cuando faltaba un día para el cambio de gobierno municipal en Ensenada.

De hecho la autorización municipal se dio a una velocidad vertiginosa, ya que Amaya Curiel presentó la solicitud de factibilidad de uso de suelo al gobierno municipal que presidió Pablo Alejo López Núñez, el mismo 29 de noviembre.

Tres días antes, el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP) de Ensenada emitió el oficio número 331/IMIP/2010, en donde resuelve que el Estudio de Impacto Urbano (EIU) del proyecto “no puede ser aprobado” en virtud de que la empresa viola disposiciones del Programa de Desarrollo Urbano de Centro de Población de Ensenada 2007-2030, en el sentido de que éste no permite las actividades de alto riesgo en la zona en la que se pretende instalar.

Asimismo determinó que el EIU no especifica las interacciones e impactos que tendrá la actividad pretendida con el mar, “y en particular en aspectos de salud con la playa pública que se encuentra de manera inmediata a la zona de aplicación del proyecto”.

Otra observación señala que la superficie del dique seco estará en contacto de manera inminente con el agua de mar circundante, y a la vez se relacionará con una serie de residuos tóxicos y peligrosos “como amianto, TBT, SAO y lodos contenidos en las embarcaciones a desmantelar”.

Finalmente, el instituto municipal de planeación destacó que las naciones que cuentan con el servicio para desmantelar embarcaciones, son identificadas por su “mano de obra barata y criterios normativos flexibles”, características “con las que no se quiere relacionar a Ensenada”.

El documento del IMIP dio origen a un oficio de la Dirección de Ecología Municipal de la Secretaría de Administración Urbana, de fecha 2 de diciembre del 2010, en el cual la dependencia se opone a la aprobación del proyecto para posteriormente presentar una denuncia ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA), advirtiendo sobre el riesgo de derrames y otros contaminantes que se generarán de la actividad industrial.

Por su parte una red de organizaciones ambientalistas de Ensenada –Red Calidad de Vida–, anunció que está preparando un manifiesto en contra del desmantelamiento de embarcaciones, y realizó una manifestación pacífica de protesta frente a las instalaciones de Amaya Curiel y Compañía, como parte de una serie de acciones que diversos sectores de la sociedad ensenadense realizarán este año para impedir la puesta en marcha del proyecto.

(SEMANARIO ZETA/ Javier Cruz Aguirre/ 04 DE FEBRERO 2013)

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