Dos jóvenes armados, un escolta de la
familia Bustamante y un integrante del Cártel Arellano Félix pelearon y
terminaron a balazos en el estacionamiento del Grand Hotel Tijuana. Ronaldo
Huerta, quien estaba “cumpliendo sentencia en libertad” por posesión de un
fusil, murió empuñando un arma calibre .380, mientras su tío Edwin Huerta “El
Flaquito”, cabecilla de una célula del CAF, huía del lugar
La tarde del viernes 20 de
septiembre hubo balazos en el piso 1 de estacionamientos (E1) del Grand Hotel
Tijuana. Pablo Edwin Huerta Nuño “El Flaquito”, de 27 años de edad y
considerado por las autoridades como uno de los delincuentes más amenazados
entre los operadores del narcotráfico en la Zona Costa de Baja California,
salió huyendo a pie de la escena donde quedó muerto su hermano (aunque
investigadores lo ubican como su sobrino) Ronaldo Alexis Huerta Nuño. Afuera lo
recogieron en un auto dorado
-aparentemente un Volkswagen Jetta– y lo sacaron del área antes de que
llegara la Policía.
Muy delgado, de estatura promedio,
camisa sport, pantalón de mezclilla, tenis y una gorra beisbolera oscura con la
visera echada para atrás, “parecía un chamaco”, describieron investigadores. Su
imagen en veloz huida despertó inicialmente el interés de los agentes que,
creyeron, podía ser uno de los atacantes armados.
De acuerdo a los testigos del
enfrentamiento y lo que se aprecia en las imágenes de video vigilancia en
posesión de la autoridad, al momento de los hechos “El Flaquito” no estaba
armado, salió rápidamente del elevador y del cubículo de vidrio que resguarda
la entrada del estacionamiento a los elevadores en el hotel.
Dejó atrás a dos mujeres y a
Ronaldo Alexis Huerta Nuño “El Bananas”, quien empezaba a protagonizar un
altercado con uno de los escoltas de los dueños del hotel. El traficante estaba
de espaldas cuando inició la balacera y al escuchar los disparos corrió por la
rampa ubicada justo al costado derecho del cubículo, con unos cuantos pasos
llegó al Bulevar Agua Caliente y, sobre la vialidad, minutos después uno de sus
cómplices lo levantó y se lo llevó.
DE JUERGA EN EL HOTEL
Conforme a los primeros
dichos de las chicas que acompañaban al “Flaquito” y al joven Ronaldo, para los
Huerta Nuño la parranda había empezado desde el jueves 19 de septiembre. Con
afán de divertirse, los hombres se citaron con una vieja conocida a la que solo
identificaron como Priscila, luego ella invitó a dos amigas más a beber con
estos dos integrantes del crimen organizado.
Las tres chicas, Edwin de 27
y Ronaldo de 20 años, acudieron al bar llamado El Jardín en el interior de una
plaza comercial en la calle conocida como “La Recta” en el Paseo Chapultepec,
sobre el Bulevar Agua Caliente. Bebieron y bailaron durante la noche y la
madrugada.
Ese día, de acuerdo a la
información en la página electrónica del bar, abrieron a las tres de la tarde y
cerraron a las tres de la mañana del viernes 20 de septiembre. Las muchachas
que acompañaban a los Huerta dijeron fue más tarde, “tal vez las cinco”.
Amanecidos y todavía
enfiestados, siguieron la parranda. Los cinco subieron al pick-up Toyota Tacoma
gris propiedad de Ronaldo y se dirigieron al Grand Hotel, donde rentaron dos
habitaciones a nombre de una de las chicas. Dos de ellas se fueron a un cuarto
con “El Flaquito” y la otra joven con Ronaldo.
Ya no supieron más uno de los
otros hasta las tres de la tarde del viernes 20 de septiembre, cuando los
hombres se comunicaron entre sí y acordaron verse a las cinco de la tarde para
abandonar el hotel. Puntual, Ronaldo tocó la puerta de la habitación del
“Flaquito” y salió con una de las muchachas.
Las mujeres aseguraron que,
juntos los cuatro, abordaron el elevador, descendieron hasta el lobby y luego caminaron al segundo
elevador para dirigirse al primer piso de estacionamiento. Cuando la puerta se
abrió, los cuatro quedaron de frente a uno de los escoltas de la familia
Bustamante, propietarios del hotel, el cual refiere se dio cuenta que “El
Bananas” iba armado, haciendo las veces de custodia.
PRESUNTO SECUESTRO
El escolta inmiscuido en el
enfrentamiento con el joven delincuente tiene 35 años, fue militar en sus
veinte y en 2007 salió de las filas de la Secretaría de la Defensa Nacional
para darse de alta en la Policía Municipal de Rosarito, donde sirvió como
escolta del entonces director de policía, Capitán Eduardo Montero, luego de ser
víctima de un atentado en diciembre de ese año.
Al concluir la administración
municipal en 2010 en Rosarito, el escolta fue dado de alta en la Policía
Comercial y enviado al equipo de seguridad de la familia Bustamante.
En 2018, cuando la Secretaría
de Seguridad Pública de Tijuana intentó recuperar a todos sus agentes asignados
como guardias para integrarlos a la Policía Operativa, sus escoltados
decidieron conservarlo y, para hacerlo, él y otros agentes que les servían de
escoltas, fueron dados de alta como operativos en una empresa de seguridad
privada.
De acuerdo a la versión del
custodio, minutos antes de enfrentarse al hombre armado, él estaba con su
“principal” en el segundo piso. Entonces recibió la instrucción de llevar un
traje de su jefe al auto, lo cual hizo.
Regresaba al punto de
encuentro con su escoltado, a quien identificó como “el hermano” y resolvió
hacerlo por el elevador. Cuando la puerta se abrió, un hombre salió
rápidamente, era Edwin Huerta, detrás de él estaban dos mujeres y un hombre más
joven que iba armado. Empezaron pelear y terminaron a balazos.
Tras la balacera, el escolta
subió a pie las escaleras al segundo piso y
puso en alerta a su jefe y a sus compañeros. La versión oficial es que
todos asumieron que los hombres armados iban con intención de secuestrar a uno
de los dueños del hotel, así que todos se trasladaron a Estados Unidos.
La versión no oficial indica
que solo el escolta fue trasladado a San Diego para su protección.
Cuando llegaron los
investigadores a la escena del crimen, debieron hablar con los representantes
de los Bustamante para que el guardia personal inmiscuido en el ataque
regresara el mismo viernes a entrevistarse con los agentes ministeriales. Lo
hizo y les dio una versión inicial, pero como no hubo flagrancia, fue citado el
lunes 23 de septiembre para rendir declaración.
Ronaldo Alexis Huerta Nuño y
Pablo Edwin Huerta Nuño “El Flakito”, “El Flaco”, “El 26”, “El Flash”, en uno
de sus múltiples traslados juntos.
DOS VERSIONES DEL ENFRENTAMIENTO
En su declaración, el escolta
que participó en el tiroteo explicó que al abrirse la puerta del elevador que
él esperaba, primero un sujeto salió rápidamente y después quedó de frente con
un hombre -los dos se dieron cuenta que estaban armados-, aseguró que en ese
momento, el joven Ronaldo Huerta empezó un enfrentamiento diciéndole:
— ¿Qué pedo?
“Nada, ¿qué pedo de qué?”,
respondió él.
Luego hubo “mentadas de
madre” y empezaron a forcejear por algunos segundos. Entonces “El Bananas”
metió la mano a la ropa para sacar su arma y el escolta hizo lo mismo. Declaró
que Huerta le apuntó a la cara, entonces con su mano derecha intentó quitarle
la pistola a su contrincante, y al mismo tiempo aprovechó ser zurdo y con esa
mano le disparó “tiros de contacto” (balazos pegados al cuerpo). Lo hizo en
tres ocasiones. Dijo que ante la presencia de armas, supuso que su vida y la de
su jefe estaban en riesgo.
Una segunda versión la
proporcionaron dos de las tres chicas que acompañaban a los Huerta. Ambas
refirieron que el escolta empezó la discusión y fue el primero en hablar:
— ¿Qué pedo?
“Nada ¿qué pedo de qué?”,
dicen que respondió Ronaldo.
— ¿Qué pedo de qué, puto?, habría agregado el escolta
antes de que empezara el jaloneo.
El resto ya no lo vieron
porque corrieron hacia abajo por las escaleras y se escondieron entre los autos
en el E2. Ahí las encontraron agazapadas cuando llegaron los policías
municipales. Las aseguraron y les quitaron teléfonos celulares, lo mismo al
cadáver de Ronaldo.
Además de estas versiones
encontradas, las autoridades que aún no concluyen el análisis pericial de las
imágenes del sistema de vigilancia, indicaron que lo que se pudo ver en los
primero videos, fue que ambos hombres intercambian palabras, después forcejean,
sacan las armas y hay disparos mientras un hombre huye del lugar. Todavía no
definen la mecánica de los hechos
Los ministeriales también
indagan por qué la Policía Municipal le retiró el celular al hombre muerto.
LAS MANTAS
“Sr Carlos Bustamante, Deje de proteger a sus escoltas
Todos sabemos que ellos fueron Los que mataron al muchacho En el gran hotel”, formada con el dibujo infantil de una carita con
cuernos, fue la advertencia que se pudo leer al día siguiente del asesinato en
una pequeña manta.
El primer mensaje fue
“semi-colgado” pasadas las seis de la tarde del sábado 21 de septiembre en el
acceso a la Torre 2 del Grand Hotel Tijuana, a nivel de las escaleras. Un
oficial de apellido Torres la recogió y embaló por urgencia.
Una hora más tarde otra manta
igual fue localizada a las 7:15 pm en el puente peatonal del Libramiento
Salvador Rosas Magallón, en las inmediaciones de la colonia Manuel Paredes.
Aunque a las autoridades les
pareció extraña la respetuosa redacción y que no tuviera faltas de ortografía,
el mensaje fue recibido como amenaza por la familia de empresarios. “Bustamante
(Carlos, dueño del hotel y ex alcalde de Tijuana) anda asustado”, expusieron.
DEJAN A ESCOLTA A SU SUERTE
Tres días después, el lunes
23 de septiembre a la una de la tarde, estaba citado el escolta en las
instalaciones de la Subprocuraduría del Estado para su declaración oficial.
Llegó unos minutos antes acompañado de una abogada particular. Al ser recibido
por el Ministerio Público, este le informó que lo declararían en calidad de
“imputado por homicidio culposo”, dado que el admitió que le disparó y el
sujeto murió. En ese momento la ayuda legal le fue retirada y, por tratarse de
un trámite procesal, el Estado le ofreció la asesoría de un defensor público,
la cual aceptó.
Como no hubo flagrancia, no
fue detenido y la investigación continuará hasta el momento en que se dicte
orden de aprehensión o sea citado para la formulación de imputación ante el
juez.
Para dar continuidad al
proceso, el Ministerio Público espera que Servicios Periciales revise todos los
videos que les fueron facilitados de la escena para establecer la mecánica de
los hechos. “Las posibilidades son dos, o resulta no responsable por legítima
defensa si lo acredita, o responsable de homicidio si las pruebas evidencian lo
contrario”, detalló un investigador.
Consultados otros abogados
que también se desempeñan como elementos de las fuerzas de seguridad, opinaron:
“Jurídicamente sí la libra, porque de acuerdo al Código Penal puede probar la
amenaza letal inminente, la cual se acredita en la acción de apuntar con un
cañón de arma o réplica del mismo; la acción de no soltar un arma; la acción de
poner en riesgo la integridad física; accionar el disparador de un arma”.
Casi al mismo tiempo que el
Ministerio Público declaraba al escolta, la empresa Plaza Agua Caliente decidió
desmarcarse de su empleado emitiendo un comunicado con el formato de nota
periodística, el cual cabecearon: “El elemento de seguridad privada deberá
asumir las consecuencias de su actuación”, además, “el elemento de seguridad
privada participante en el lamentable hecho ocurrido en el estacionamiento del
centro comercial Plaza Agua Caliente deberá responder ante las autoridades y
asumir las consecuencias de su actuación”, señaló la administración de la
compañía operadora del inmueble donde ocurrieron los hechos.
“EL FLAQUITO”, AMENAZADO
Pablo Edwin Huerta Nuño fue
capturado por la Policía Municipal en octubre de 2012. Manejaba un auto
deportivo y no portaba licencia, por lo que intentó al evadir la multa a través
de un soborno. Tenía entonces 20 años de edad y el Grupo Coordinación informó
entonces que formaba parte del Cártel Arellano Félix y lo apodaban “El
Flaquito”. El mismo año lo detuvieron por portación de arma de uso exclusivo
del Ejército, las fuerzas coordinadas ya lo tenían ubicado como cabeza de
célula, pero lo liberaron porque no tenía otros cargos.
En 2016 su nombre empezó a
parecer en narcomantas donde el Cártel Jalisco lo amenazaba de muerte, para
entonces ya era líder de célula criminal. Entre 2017 y 2018 se alió con el
CJNG, pero los traicionó, “por eso Héctor Manuel Morales Guzmán ‘El Gallero’
-secuestrado y desaparecido en Jalisco desde mayo de 2018-, lo tenía amenazado
de muerte”, detalló un investigador.
Jefes en las corporaciones y
policías de calle refieren datos escuchados en entrevistas con otros criminales
respecto a Huerta. Que tiene relación con Roque García -también lugarteniente
del CAF- y ambos son informantes de la DEA (Administración para el Control de
Drogas en Estados Unidos), por ese mismo trato le pasan información al Ejército
y otras corporaciones en Baja California. Pero al mismo tiempo, que tiene
acuerdo con René Arzate “La Rana” del Cártel de Sinaloa y ha entregado a varios
integrantes de su célula. Aseguran que a cambio, los Arzate lo contactaron con operadores de
Iván Archivaldo Guzmán Salazar, detenidos en julio de 2019 después de tener
citas con “El Flaquito”.
De acuerdo a esas versiones,
Huerta ha traicionado a todos y por eso está amenazado desde hace tres años, lo
que resulta extraño considerando que su rostro es conocido, saben que tiene uno
de sus domicilios en el residencial New City, es visitante asiduo a centros de
diversión en Tijuana e incluso acude sin problemas a festivales escolares.
El interés de las autoridades
en el joven delincuente se retomó el 29 de enero de 2018, después que sus
operadores criminales, a plena luz del día en un restaurante de Zona Río, privaron de la libertad y golpearon a un
policía ministerial de la Agencia Federal de Investigación Criminal,
perteneciente a la Fiscalía General de la República.
En enero de 2019, un jefe
policiaco informó a ZETA: “A los
cercanos a Pablo Edwin Huerta Nuño ‘El Flaquito’ los están matando y
sorprendiendo en lugares donde evidentemente creen estar seguros, lo que hace
suponer que los están delatando. No sabemos por cuánto tiempo viene sucediendo
esto, pero los primeros que llamaron la atención fueron Jesús Edgar Ruiz
Domínguez (escolta de Huerta), David Leonardo Cárdenas y Alexy Javier Peinado
Leyva, asesinados los tres el 15 de noviembre de 2018 en el restaurante Tapanco
en Rosarito”.
También lo ubicaron en el
homicidio de Salvador Ortega Ruiz “El Retén”, ejecutado el 21 de noviembre de
2018 en el bar Mäb en Tijuana. Este hombre es el presunto autor intelectual del
asesinato por encargo, cometido por error, en contra de la doctora Angélica
Ciani, ocurrido en julio de 2017; y la balacera en contra de Gustavo Tapia “El
Gus” el 5 de diciembre de 2018, cuando circulaba sobre Avenida Las Américas de
la colonia 20 de Noviembre.
En el comunicado de prensa
precisaron que desde el momento del percance, se ha colaborado con los agentes
investigadores encargados del caso proporcionándoles todas las facilidades, las
videograbaciones con las que se cuenta con relación a los hechos, así como
presentar ante la autoridad al elemento de seguridad privada que desempeñaba
sus funciones en las instalaciones.
“La administración de este
corporativo establece que las acciones realizadas por el empleado de seguridad
fueron de manera personal y él mismo ha ofrecido separarse de su empleo para
colaborar con las autoridades.
“Al constituir una conducta
de carácter estrictamente personal la actuación del elemento de seguridad
privada, el corporativo se deslinda de su actuar y establece que serán las
autoridades quienes determinen la situación legal del presunto responsable de
acuerdo a lo que en el proceso penal se arroje.
“La administración de Plaza
Agua Caliente seguirá colaborando con las autoridades en lo que se requiera
para esclarecer este lamentable hecho que se dio de forma aislada, manifestamos
nuestro pésame a los familiares del hoy occiso y de igual forma reiteramos el
compromiso con nuestros clientes para continuar brindando nuestros servicios”,
concluye el escrito.
RONALDO, DETENIDO Y SENTENCIADO EN LIBERTAD
En cuanto a Ronaldo Huerta,
las muchachas que lo acompañaban confirmaron que iba armado y agregaron que en
la habitación había otras tres armas.
Respecto a sus antecedentes,
la Policía Estatal Preventiva boletinó que el 10 de octubre de 2018 lo
presentaron ante la entonces Procuraduría General de la República (hoy
Fiscalía, FGR) y fue consignado por posesión de tres fusiles- armados
localmente- , una pistola calibre 9 milímetros, cargadores, balas y equipo
táctico.
En aquel momento el
Ministerio Público lo presentó ante un juez federal a la audiencia de control
de detención, pero la captura fue declarada ilegal y le dictaron libertad. El
juzgador argumentó que el contenido del Informe Policiaco Homologado presentado
por los agentes estatales era “inverosímil” y expuso dos razones:
Era imposible que circulara a
100 kilómetros por hora -infracción por la que lo detuvieron- sobre la Avenida
Roberto Michel de la colonia Chapultepec Doctores. Incluso agregó que esa
vialidad es de 40 kilómetros por hora.
Era imposible que desde la
patrulla a la velocidad que indican, pudieran a simple vista darse cuenta que
en el auto compacto Seat León 2018 en el que circulaba Huerta, llevaba el
mencionado armamento.
La entonces PGR apeló la
decisión del juez, en esa segunda etapa el Poder Judicial dio la razón al
Ministerio Público y citaron al imputado, quien se presentó portando un amparo.
El MP federal decidió esperar
a que venciera el amparo y lo volvió a citar. En ese momento lo vincularon a
proceso y aunque el MP solicitó prisión preventiva oficiosa, el juez no la otorgó porque el acusado ya había sido
citado en varias ocasiones y se había presentado todo el tiempo, así que no
había razones para creer que pretendiera sustraerse de la justicia.
Al final, el MP, el abogado y
Huerta optaron por un juicio abreviado. La sentencia recibida fue de tres años
ocho meses bajo los criterios del juez, quien decidió los cumpliría en
libertad, acudiendo a firmar. Libertad y privilegios que hubiera perdido de
haber sido detenido armado nuevamente. Pero no sucedió.
Panel con logos de la policía
municipal escoltando a “El Flaquito” en uno de sus departamentos.
CAUSA DE MUERTE
A las 5:25 pm del viernes 20
de septiembre al Centro de Comando, Control, Comunicaciones y Cómputo (C4) se
reportó que en el estacionamiento del Grand Hotel había “un occiso masculino
por arma de fuego”.
Las imágenes del cuerpo de
Ronaldo mostraban que se había desplomado, cayó hincado, sus piernas quedaron
dobladas hacia atrás y el resto de su
cuerpo bocarriba. Presentaba tres heridas: un orificio en oreja izquierda, un
rozón atrás de la misma oreja y un orificio en el lado izquierdo del pecho,
cinco dedos arriba de la tetilla. Los paramédicos llegaron al lugar e
informaron que ya no tenía signos vitales.
“Herida perforante de tórax
por proyectil de arma de fuego”, fue la causa de muerte dictaminada en el
Servicio Médico Forense. Con orificio de entrada en el pecho, la bala quedó
dentro del cuerpo de Huerta Nuño.
(SEMANARIO ZETA/ EDICIÓN IMPRESA INVESTIGACIONES ZETA/LUNES, 30 SEPTIEMBRE,
2019 01:00 PM)
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