La
tristeza y desesperación apenas permiten hablar a la mujer que, abrazada de su
fe, salvó a sus nietos de la agresión de la pandilla “Los Gavilanes”, en la que
casi pierde la vida uno de sus hijos
Tristeza.
Doña Hermelinda no para de llorar; con impotencia recuerda la pesadilla que
vivió el pasado domingo cuando los pandilleros que tienen asolado el sector de
Las Tetillas, atacaron su hogar. / Orlando Sifuentes/Archivo
“Yo
sólo abracé a mis nietos y pedí a Dios”.
Hermelinda
no ha vuelto a pisar su casa, fue a través de un video que recibió la noticia:
lo perdió todo. Con su hijo dado de alta, a la señora le dijeron que se fuera a
su casa... “¿Cuál casa?, si ya no tengo”, respondió.
De
la vivienda de la familia Macías, en colonia La Palma, sólo la lavadora y un par
de prendas corrieron con suerte de ser alcanzadas por las llamas. Quizá la fe a
la que se aferró Hermelinda justo al momento que decidió enfrentar a la muerte
a costa de la vida de sus nietos, fue lo que mantuvo alejada a la familia de su
hogar mientras éste fue atacado con bombas molotov y éstas a su vez desataron
llamas que arrasaron con todo.
Las
marcas de la intensidad del fuego aún se aprecian en el 125 de la colonia La
Palma, sobre la calle Cola de Pescado. El color negro opacó el tono rojo de la
casa que uno de los hijos de Hermelinda le regaló años atrás.
Por
más que duela y las lágrimas corten la conversación de Hermelinda, una serie de
ataques durante el año fueron tomados como señal suficiente para no regresar.
Los
recuerdos fueron lo único que sus agresores no pudieron borrar, de ahí en
fuera, lo perdieron todo.
“No
puedo explicar lo que siento… nos dejaron sin cama, sin cobijas, sin nada”,
dice con tristeza e impotencia.
La
máquina de bomberos que acudió al lugar del incendio no pudo frenar la ira
sembrada por los responsables. Por seguridad no ha vuelto a pisar su antiguo
hogar. Las lágrimas de Hermelinda que rodaron frente a la pantalla del celular,
dejaron claro a sus hijos que no tendría caso llevarla al lugar, además de
exponerla, comprometería su salud debido a su edad.
Destrucción.
Todo quedó inservible luego del ataque de la pandilla de “Los Gavilanes” el
domingo pasado; a esta casa, dice doña Hermelinda, ya no regresará./ Orlando
Sifuentes/Archivo
Nomás
le pedí a Dios que no entraran porque ahí estaban mis nietos”
DOÑA
HERMELINDA
LA PESADILLA
Con
las manos temblando y tratando de cubrir su rostro para frenar el llanto.
Hermelinda recordó el momento justo en que todo dio inicio. Al igual que su
esposo, alcanzó a ver a su Luis Alberto tirado en la calle, inconsciente y vio
cómo los agresores se dejaron venir contra la casa.
Lo
dejaron tirado y se metieron (a la cochera).
Dando
pasos cortos, pero siguieron, Hermelinda corrió hacia sus nietos. En la casa,
además de su esposo y su hijo, estaba habitada por su nieta de 14 años y su
bisnieto de 4 meses.
“Les
dije que no se metieran por los niños, yo tenía miedo, no por mí, sino por los
niños”, recuerda como si viviera nuevamente el momento.
Hermelinda
ignoraba si había heridos o no, por eso corrió hacia atrás para abrazar a sus
nietos. En 14 años de historia sobre la propiedad, aseguró que jamás habían
pasado por algo similar, entre gritos, pedradas y el escándalo que rodeaba el
ataque, se abrazó a su fe.
“Nomás
le pedí a Dios que no entraran porque ahí estaban mis nietos”, repite una y
otra vez.
Fue
lo único que le importó. Ella a su edad —aseguró—, lo ha vivido todo, pero al
escucharlos llorar sólo rezó como pudo para que no les pasara algo malo, y es
que el recuerdo de una niña tuerta —producto de una riña— invadió su mente.
Semanas atrás una menor fue víctima y una riña en la que ni ella ni su familia,
aparentemente, no tenían algo qué ver; pagaron las consecuencias.
A
la embestida le siguieron los balazos y de ahí el silencio. Hermelinda recuerda
los gritos de los pandilleros, después llegó la calma por saber a salvo a sus
nietos, minutos después escuchó la ambulancia y desde ese momento no volvió a
su casa. A su esposo, “Don Juve”, no lo volvió a ver.
¿Cuál casa?, si ya no tengo (...) Yo
creo que ya no regreso ahí. Si en esta vez no nos pasó nada, a la otra acaban
con nosotros”
DOÑA HERMELINDA
Del
susto vinieron noches en vela, paramédicos encontraron signos vitales en Luis
Alberto y le salvaron la vida. En el Hospital General doña Hermelinda habría
enfocado energías restantes para cuidar a uno de sus cinco hijos. Habría sido
hasta el martes que supo que la pesadilla no había terminado.
“Salí
y me gritaron asesina, ahí estaban ellas (se refirió a las allegadas de Los
Gavilanes).
Después,
notó la presencia de dos patrullas y la vigilancia. Así supo que la historia
seguía. El miércoles por la mañana, Hermelinda recibió la noticia de su casa, a
través de una pantalla de celular le enseñaron cómo había quedado su hogar. Con
su hijo dado de alta, en el hospital le habrían dicho que ya se podía ir a su
casa.
“¿Cuál casa?, si ya no tengo”, responde
desconsolada.
La
racha de noticias malas siguió para la familia al saber que don Juve abandonó
el Hospital Geriátrico y permanece en la enfermería del penal donde seguiría
con el brazo izquierdo vendado en espera de su audiencia el lunes próximo.
Hermelinda
viste lo que puede, su hijo también. La historia desde que llegó de Los Lirios
para formar una familia con su esposo dio un giro radical, tanto así que ha
pedido ayuda porque sabe que se salvaron por milagro y no regresarán a La
Palma.
“Yo
creo que ya no regreso ahí. Si en esta vez no nos pasó nada, a la otra acaban
con nosotros”,
¿DONDE AYUDAR?
>Doña Hermelinda necesita de su
ayuda; no tiene ropa, muebles... nada. Si te animas, deposita en la cuenta
número (BANORTE) 4915 6663 2719 7491
(VANGUARDIA/ KARLA GUADARRAMA/ 17 DE AGOSTO 2017)
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