La
caída de Javier Duarte es como cuando un barco se está hundiendo. Primero
saltan las ratas y después sálvese quien pueda. A Duarte, que soñaba con
terminar su gobierno en Veracruz e irse a vivir a su casa, la vida le ha hecho
una jugarreta. Las dos personas que lo deslumbraron cuando le enseñaron un
mundo de opulencia, y a quienes les delegó el poder para hacer negocios que los
beneficiaran, lo han traicionado. Sus socios Jaime Porras y Moisés Manzur
decidieron cantar para evadir la cárcel, pero su arrepentimiento forzado no les
compra aún la inmunidad. La historia de la debacle de Duarte es producto de
deslealtades, pero, sobre todo, de su propia decisión y ambición.
Porras
heredó un negocio de distribuidoras de automóviles que su padre tenía en
sociedad la familia Chedraui, y es quien abrió el ostión de la corrupción en
ese Gobierno, y el que aportó los primeros datos incriminatorios al gobernador
electo Miguel Ángel Yunes. A través de los Chedraui tuvieron cuando menos un
encuentro, según personas que están reconstruyendo el prólogo de esta debacle,
tras la elección. La relación de Yunes con los Chedraui es vieja.
El
padre de quienes hoy manejan el imperio económico del sur comenzó a
proporcionar todos los alimentos que requería el gobierno de Patricio Chirinos
en los 90, cuyo secretario general de Gobierno era Miguel Ángel Yunes. Los
convenios firmados en ese Gobierno continuaron durante las administraciones de
Miguel Alemán, Fidel Herrera y Duarte, a quien apoyaron durante su campaña para
gobernador. Los Chedraui, en paralelo, mantuvieron su relación con Yunes cuando
fue director del ISSSTE en el gobierno de Felipe Calderón, mediante un programa
de préstamos a los trabajadores de la paraestatal y servicios de outsourcing.
La relación de los Chedraui con Duarte, a quien apoyaron en su campaña, se
deterioró por la falta de pago del contrato a Yunes. Al ganar, dijeron las
fuentes consultadas, le pidieron recibir a Porras, a quien ya tenía en la mira,
como consideración por ser su socio.
Porras
empezó a contarle sobre las propiedades y puso a Yunes en la pista firme para
envolver a Manzur y a sus asociados. Uno de ellos fue Juan José Janeiro
Rodríguez, uno de los testaferros en la compra de inmuebles. Según allegados a
Manzur, además de aportar mayor información, Janeiro Rodríguez fue quien lo
buscó fuera de México, para hablar sobre el creciente conflicto en el que
estaban involucrados. Manzur acudió a la cita con Janeiro Rodríguez y cuando
entró a donde habían quedado, añadieron, estaba Yunes. Manzur le confió a sus
cercanos que Yunes le dijo que sabía todo y le comenzó a preguntar. Esa
conversación fue videograbada y terminó siendo difundida en el programa
Despierta de Carlos Loret el 17 de octubre. Manzur mencionó a Porras como
prestanombres, deslindándose de él, aunque en realidad fueron ellos dos quienes
le abrieron la puerta, los ojos y la ambición a Duarte y a su esposa a un mundo
de opulencia que desconocían. De acuerdo con los cercanos a Manzur, el hasta
entonces incondicional de Duarte comenzó a dar información a Yunes, que se
interrumpió, dijeron, cuando se asustó en el momento en que le dijo que le
endosara su rancho en Valle de Bravo, Las Mesas, con un valor estimado de 200
millones de pesos, que la prensa señala como propiedad de Duarte. Según los
allegados a Manzur, Yunes le dijo que necesitaba esos documentos para poder
mostrar a los veracruzanos que estaba comenzando a recuperar lo que Duarte se
había robado.
De
acuerdo con personas que conocen del caso, el video fue proporcionado al
programa Despierta por Yunes con una amplia edición de su contenido, como un
acto de control de daños porque se había enterado gracias a que Duarte bufoneó
ante sus cercanos que le daría una entrevista a Loret en la cual le entregaría
un voluminoso paquete con pruebas de corrupción del gobernador electo, entre lo
que se encontraban cheques y facturas del ISSSTE de los tiempos cuando lo
dirigió. Este paquete de documentos apoyaría las denuncias previas de Duarte
contra Yunes de enriquecimiento inexplicable, que sustentó en medios con la
difusión de fotografías de casas en Veracruz.
Previamente,
hizo llegar a la cadena hispana de televisión en Estados Unidos Univisión el
fragmento de un audio en el que Yunes habla con su hijo sobre la compra de un
edificio en Nueva York por 58 millones de dólares, que nunca se concretó.
Duarte
ya no pudo entregar esa documentación a Loret, ni se sabe en dónde quedó o
quién pudiera tener copias de todo ese expediente. Ni siquiera tuvo la gracia
de sus viejos socios para dar ese último golpe. Al contrario, se le revirtió.
Quienes se lo dieron fueron quienes son señalados por el entorno de Duarte y
las autoridades como los que más lucraron en su gobierno.
Porras
y Manzur, quienes más lo encapsularon y más información entregaron para no ir a
la cárcel, se encuentran en el extranjero; Duarte, sugirieron personas que
saben del caso, está escondido en un rancho en la zona metropolitana de la
Ciudad de México, en espera de que llegue su momento de pisar la cárcel.
(ZOCALO/ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO
RIVA PALACIO/ 28 DE OCTUBRE 2016)
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