Foto: cortesía
Su bandera está compuesta por
un fondo blanco. Una franja roja y del mismo color una estrella de cinco picos.
Al centro, un oso café, y abajo el nombre del Estado: California Republic.
Una república donde lo que
impera es la Ley, el Estado de Derecho, la igualdad.
California siempre ha
destacado por el respeto a los derechos humanos, en ocasiones incluso las
libertades ponen limitantes, pero es el precio que han de pagar las minorías.
Con 38.8 millones de
habitantes concentra el 12 por ciento de la población total de los Estados
Unidos (318.9 millones), y en 2016 la economía del Estado de California se
ubicó en la sexta posición en el mundo, por arriba de Francia, India, Italia y
Brasil en la lista de las diez mejores, y solo antecedida por, en primer lugar
por los Estados Unidos con un Producto Interno Bruto valorado en 17 mil 947
dólares, China con 10 mil 983, Japón a razón de 4 mil 123, Alemania con 3 mil
358 y Reino Unido con 2 mil 459, situándose California con 2 mil 422.
En el año 2015, California
tuvo un crecimiento de 4.1 por ciento, muy por encima del crecimiento de los
Estados Unidos que fue de 2.4 por ciento.
Expertos atribuyen este
“boom” a una eficiente política fiscal por parte del Gobernador, el demócrata
Jerry Brown, los movimientos del sistema cambiario respecto el dólar americano,
la inversión de la industria de la tecnología, y la ubicación en esa entidad de
grandes empresas.
En la reciente elección a la
Presidencia de los Estados Unidos, California votó por la demócrata Hillary
Clinton.
Ella obtuvo el 61 por ciento
del voto popular con 7 millones 230 mil 699 sufragios contra los 3 millones 841
mil 134 sufragios obtenidos por su principal competidor y a la postre ganador
de la elección, Donald Trump.
Los 55 votos electorales
fueron para la señora Clinton. El mismo 8 de noviembre, los californianos
votaron otras acciones y políticas públicas para regir en su Estado.
Fueron aprobadas propuestas
que en el ámbito nacional han sido aniquiladas por los republicanos.
Por ejemplo, votaron a favor
de una reforma la ley de armas de fuego que exige la verificación de los
antecedentes penales y la autorización del Departamento de Justicia para que un
ciudadano pueda comprar municiones, además se prohibió la posesión de
municiones de alto calibre.
Aprobaron en materia de salud
una Ley que impone tarifas a los hospitales para financiar la atención de
pacientes no asegurados y la cobertura a los niños.
Tratándose de medio ambiente,
votaron a favor de una Ley que prohíbe las utilización de bolsas de plástico en
las tiendas, mercados, farmacias, licorerías y departamentales.
En caso de ofrecerla al
cliente, éste deberá pagar por la bolsa un mínimo de 10 centavos. Además y más
conocida, aprobaron la propuesta para el uso recreativo de la mariguana.
Los californianos no pudieron
cambiar la pena de muerte por cadena perpetua como era su intención en una
boleta, ni hacer obligatorio el uso del condón en la producción de películas
pornográficas.
Decisiones que dejan una vez
más en claro que California es una entidad de innovadores, progresista, desde
la bonanza del oro y las políticas anti-esclavitud del siglo XlX hasta la cuna
de los genios de la revolución tecnológica, desde Apple y Steve Jobs, hasta
Hewlett-Packard, Pixar, Lucasfilm, Google y Ebay.
A raíz del triunfo de Donald
Trump, un pequeño esfuerzo existente desde hace un par de años que propone la
separación de California de los Estados Unidos, cobró fuerza.
Los californianos como
cientos de miles en otras ciudades de la Unión Americana, salieron a manifestarse
con el grito de “No es mi Presidente”.
No concuerdan con las
políticas xenófobas, racistas, de segregación, de cerrazón a los pactos
financieros, antiabortos, de salud, medio ambiente y seguridad social y
pública. A menos de quince días de la elección, los esfuerzos separatistas van
ganando terreno.
Tan es así que se constituyó
la agrupación independentista Y es California, conocida popularmente como
CaliExit, para sumar adeptos.
Y ya enviaron a petición
oficial al Fiscal del Estado, para que en el 2018 se someta a votación en las
elecciones a renovaciones en el área legislativa, un cambio a la Constitución
local para modificar el Artículo 3 que define al Estado como “una parte
inseparable de los Estados Unidos de América”, una vez logrado –en caso de así
suceder- llamar al Secretario de Estado de California a incluir un referéndum
en la elección de 2019 para que los californianos con su voto decidan si se
independizan de la Unión Americana o se mantienen como un Estado más.
La sociedad organizada de
California ha reaccionado ante lo que consideran será una Presidencia de
aquella nación que afectará las relaciones humanas, económicas con el resto del
mundo y podría traer políticas impositivas (allá también existe el veto
presidencial) que frenarán el crecimiento de la sexta economía mundial.
Los californianos están
confiados en su economía, “California se compara y compite con países, no con
el resto de los 49 estados de la Unión Americana”, justifican.
“Aun cuando este referéndum
sobre la independencia es acerca de subsidiar a otros estados de este país,
también es acerca del derecho a la autodeterminación y a la asociación
voluntaria, ambos conceptos respaldados por la Constitución y el derecho
internacional”, exponen en el documento.
Y justifican, con algunos
puntos, la decisión de su propuesta de independencia, que tiene que ver con la
seguridad, las elecciones, la migración, el comercio justo y su regulación,
políticas fiscales, educación y salud.
Quién sabe si los
californianos lograrán su sueño independentista, pero lo que sí están sentando
son las bases de la participación social ante gobiernos que se promueven
dictatoriales y por eso mismo se anticipan acciones de cerrazón, xenofobia,
incapacidad y la toma de decisiones unilaterales.
La decisión de un grupo de
californianos de buscar su independencia para no ser parte de un País cuyo
gobierno promueve los antivalores internacionales, una visión retrógrada y la
limitación de las libertades, no ha sido tachada como un esfuerzo de traición a
aquella nación.
La participación de la
sociedad es respetada y dependerá de su determinación y arrojo la influencia
que tenga en la mayoría. Pero vaya, que una comunidad se una para enfrentar y
desaprobar las decisiones de un gobierno, y que encuentre por lo menos apertura
y reconocimiento en sus leyes y sus instituciones es algo para considerar.
Las sociedades cada vez más
participan y se rebelan –de distintas formas- ante gobiernos deficientes,
ocurrentes, arbitrarios, voraces y francamente violentos.
California parece ser el
ejemplo de esta tendencia al enviarles así un mensaje muy claro a quienes
pretenden tomar decisiones sin escuchar la voz de la gente, volver a un pasado
que ya creíamos superado y gobernar “a hierro y sangre”.
(SEMANARIO ZETA/Adela Navarro Bello/
Miércoles, 23 noviembre, 2016 12:53 PM)
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