Habrá quien al leer el título
de este texto responda que la razón por la que Donald Trump estuvo este
miércoles con el presidente Enrique Peña Nieto en Los Pinos es porque aceptó la
invitación formulada a él y a la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary
Clinton, el viernes pasado. Salvando ese punto, la visita es inexplicable.
¿Cuál fue la razón por la se giró la invitación? ¿Quién le estaba pidiendo que
lo hiciera? ¿Por qué en ese momento, cuando lo que vendría días después sería
el Cuarto Informe de Gobierno, que al final quedó desdibujado? ¿O por qué en la
semana donde Trump pronunciaría su discurso toral sobre su muy antimexicana
política de inmigración?
Uno puede imaginarse que la
posición de un gobierno es mantener abierta la posibilidad de hablar con los gobernantes
de cualquier partido, ideología y posición, y la actitud del presidente Peña
Nieto responde a lo que declaró hace unas semanas en Washington, al señalar que
trabajaría por las relaciones bilaterales con quien ganara la Presidencia. Lo
que no queda claro es por qué, contra todo antecedente y prudencia política,
hacer inicialmente una invitación a México en plena campaña electoral, por
encima incluso de la recomendación de la cancillería mexicana en sentido
contrario.
Si fue un acto demagogo y oportunista,
como se han dado varias iniciativas presidenciales –la reforma fiscal, y las
propuestas de matrimonios igualitarios y la despenalización de la mariguana,
vistas en su línea de tiempo entran en esa racional–, quienes lo asesoraron no
parecen haber contemplado la posibilidad de que Trump viera en la invitación
una oportunidad para revigorizar su agonizante campaña y aceptar rápidamente la
invitación.
De acuerdo con funcionarios
en Los Pinos, la racional fue sólida: es un escenario que Trump pudiera ganar
la Presidencia en noviembre, y Peña Nieto no podía permitir que, en ese caso,
se mantuviera el mismo discurso sobre el comercio y la migración, sin buscar
que el republicano matizara su posición. “Si Trump ganara –comentó un alto
funcionario– sin haber tenido contacto con él, los mercados en México se
colapsarían al día siguiente”.
¿Había realmente un sentido
de urgencia? Tampoco está claro que el Gobierno tuviera una posición
consensuada. En Los Pinos, la respuesta filtrada el martes por la noche al
periódico The Washington Post, tomó por sorpresa a quienes no están en el
círculo íntimo de Peña Nieto o no tienen acceso a lo que sucede en el despacho
presidencial. La primera reacción oficial fue que se estaba en negociaciones
para fijar la fecha, aunque minutos después, una vez que Trump confirmó por
Twitter que viajaría a la Ciudad de México, la oficina de prensa de la
Presidencia tuvo que tragarse sus palabras y reconfirmar la visita. Esto lleva
a un segundo nivel de preguntas. ¿Por qué cambiaron la agenda del presidente
para acomodar una rápida visita de Trump? Peña Nieto es jefe de Estado y Trump
es candidato a la Presidencia.
Quien tenía urgencia por la
fotografía era él, y no Peña Nieto, que bien pudo haber manejado los tiempos
políticos y abrirle un espacio en el futuro próximo. Según funcionarios en Los
Pinos, no se subordinaron a los tiempos de Trump, sino se acomodaron a los del
Presidente, que no tenía otro espacio disponible en las próximas semanas. Peña
Nieto sí tenía una urgencia, agregaron, explicarle la importancia de las
relaciones bilaterales. Pero el equipo del Presidente no ha sabido manejar los
tiempos políticos. No hubo contacto con el equipo de Hillary Clinton, que
quizás analice que lo que hizo Peña Nieto fue un favor a Trump, necesitado de
mostrar ante los propios líderes y votantes republicanos que no lo han apoyado
hasta ahora, que es un candidato viable donde no personaliza sus propuestas,
sino que las enmarca como políticas públicas. Recibir a Trump, en ese sentido,
fue tomar partido por el republicano.
Peña Nieto tampoco ha tenido
la asesoría adecuada para evitar que sea arrasado por la comunicación política
del estadunidense. La maquinaria de la campaña aplastó a la del Gobierno. La
mañana del miércoles fueron un día de campo para el equipo de Trump. El
compañero de fórmula del empresario, el candidato a la vicepresidencia, Mike
Pence, declaró a la cadena Fox News que los dos hablarían sobre la logística
para construir el muro en la frontera de Texas, que es un tema inaceptable para
Peña Nieto, según lo ha declarado. ¿Cuál es el mensaje? Que más allá de las
diferencias, el sólo mencionar que hablaron de la logística el muro, es una
aceptación implícita de Peña Nieto a esa posibilidad.
El dardo se clavó horas antes
incluso de que se reunieran, y casi 12 horas antes de que Trump delineara en
Phoenix su plan de inmigración. Como remate, la directora de la campaña de
Trump, Kelly Ann Conway, quien es el cerebro detrás de la política sobre
migración, le confirmó a la misma televisora que la inmigración indocumentada,
el comercio y el narcotráfico, los temas del candidato contra México, serían
los temas en la reunión privada en Los Pinos. De esto no hubo detalles por la
parte mexicana. El mensaje final de Peña Nieto fue débil y no impuso barreras a
Trump, que elevará el costo de manipular el contenido del encuentro. Peña Nieto
finalmente, no el republicano, será quien pague las consecuencias de todo este
episodio inexplicable.
(ZOCALO/ ESTRICTAMENTE PERSONAL/
RAYMUNDO RIVA PALACIO/ 01 DE SEPTIEMBRE 2016)
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