El Presidente Enrique Peña Nieto, afirma
que ha detenido a Los Caballeros Templarios y ha logrado controlar a los grupos
de autodefensas que surgieron para combatir al cártel. Sin embargo, la historia
en Tierra Caliente es muy diferente. La región no solamente está sufriendo las
heridas de la violencia en los últimos años, también es ahora hogar de al menos
13 grupos criminales armados, la mayoría de ellos dominados por Templarios y ex
miembros del grupo.
La pregunta para muchos es cuándo la violencia estallará de nuevo.
La pregunta para muchos es cuándo la violencia estallará de nuevo.
Un sicario presume su kalashnikov durante
el desayuno. (Imagen por Falko Ernst/VICE News)
Falko Ernst
Ciudad de México, 9 de julio
(SinEmbargo/ViceNews).– En el interior de un almacén vacío, un hombre gordo
comiendo carne de res y tortillas cuenta cómo a la edad de 18 años quería
convertirse en un agente de la DEA (Administración para el Control de Drogas).
Hoy, 14 años después, él está a cargo de ocho sicarios de Los Caballeros
Templarios, un cártel que en su momento llegó a ser muy poderoso en el estado
de Michoacán, México.
“A veces me pregunto si todo
ha valido la pena”, dice refiriéndose a la guerra que ha librado con otros
cárteles de la droga y ex miembros de su grupo que se han unido a equipos de
autodefensas, apoyados por el gobierno. “Debimos haber escondido las armas
enseguida y huido. No tenía sentido pelear, y muchos de mis compañeros
seguirían con vida el día hoy”, agrega.
Estamos ahora en otro lugar
de Michoacán, frente a un hombre más viejo y regordete, que alguna vez fue
Templario, pero que ahora es líder de un grupo de autodefensas, integradas por
excombatientes del cártel que aseguran haber dejado atrás el crimen, aunque se
ríen de la posibilidad de bajar las armas.
“Si no cargo ningún arma, los
malos van a matarme”, dice el líder de las autodefensas, mientras coloca a la
sombra de un árbol de mangos un plato de birria.
La historia de estos dos
hombres, antes aliados y ahora enemigos, a quienes llamaremos Luis y Pancho,
ayuda a explicar por qué Michoacán sigue estando entre las regiones más
conflictivas de México a lo largo de casi una década de la llamada ‘guerra
contra las drogas’ que ha dejado más de 100 mil muertos.
La violencia despegó después
de que el presidente Felipe Calderón lanzara una campaña contra los cárteles
luego de haber sido electo en diciembre de 2006. La ofensiva comenzó en Tierra
Caliente, una región de Michoacán, su estado natal.
El sucesor de Calderón, el
presidente Enrique Peña Nieto, hizo poco para modificar la estrategia cuando
asumió el poder en 2012. Su gobierno afirma que ha detenido a los Templarios y
ha logrado controlar a los grupos de autodefensas que surgieron para combatir
al cártel.
Sin embargo, la historia en
Tierra Caliente es muy diferente. La región no solamente está sufriendo las
heridas de la violencia en los últimos años, también es ahora hogar de al menos
13 grupos criminales armados, la mayoría de ellos dominados por Templarios y ex
miembros del grupo. La pregunta para muchos es cuándo la violencia estallará de
nuevo.
La violencia entre éstos
grupos es todavía una constante en la región, y el gran despliegue de fuerzas
federales ha hecho que mantengan un bajo perfil en la ciudad de Apatzingán,
otrora bastión de Los Caballeros Templarios.
Esta situación cambia a unos
minutos de distancia, más allá de los límites de la ciudad. El paisaje va
dejando atrás las colinas para dar paso a montañas escarpadas y empinadas, en
donde los habitantes han cultivado marihuana por más tiempo del que cualquiera
pueda recordar, y donde las “cocinas” producen metanfetaminas, adaptándose así
a los gustos contemporáneos de Estados Unidos.
La fortaleza o centro de
operaciones de Luis, el sicario templario, se encuentra a unos 40 kilómetros de
Apatzingán, y llegar ahí nos obliga a cruzar por el territorio rival marcado
por la presencia de ‘punteros’ o ‘halcones’, jóvenes empleados para reportar
cualquier actividad sospechosa a través de radiocomunicadores. El feudo del
grupo enemigo termina en un río y un puente de concreto conocido por los
lugareños como “la frontera”.
A partir de ahí, el asfalto
del camino da paso a caminos de tierra llenos de zanjas que desafían al
conductor más experimentado. Debemos serpentear a través de grandes campos de
matorrales y de una monotonía sólo interrumpida por una escasa población de
altos cactus.
Los episodios clave de los
múltiples conflictos de Tierra Caliente han dejado su marca en esta parte de la
región: ahí está el templo color durazno que se encuentra en la parte más baja
de una pequeña colina y que luce devastado.
El templo fue construido para
conmemorar el lugar donde balas disparadas por un helicóptero de la policía en
diciembre de 2010 habrían matado a Nazario Moreno González, también conocido
como El Chayo o El más loco. O al menos eso fue lo que dijo el gobierno
mexicano de Felipe Calderón en aquél momento.
La cruz y el santuario de El Más Loco,
monumento a su primera muerte. (Imagen por Falko Ernst/VICE News)
Moreno se volvió famoso como
líder del cártel de La Familia Michoacana que surgió en Tierra Caliente a
principios de los años 2000, y probó ser lo suficientemente fuerte para
arrebatar el control de la región a sus antiguos jefes, los Zetas. La Familia
llegó a dominar casi todo, desde el cristal y la producción de aguacate, hasta
la resolución de conflictos en la región. Alegaba inspiración religiosa, al
mismo tiempo que cometían numerosos asesinatos, y organizaba extorsiones a gran
escala. Algunos acusaron a miembros del cártel de comerse el corazón de sus
enemigos como parte de un ritual.
El presidente Calderón
celebró haber derribado a Nazario Moreno en aquél 2010 como una gran victoria
en medio de su campaña contra el crimen organizado, pero había un problema: el
capo aún estaba vivo, como se comprobó más adelante.
Declarado oficialmente
muerto, Moreno forjó su propia leyenda como “San Nazario”, escribiendo una
plegaria para él mismo en la que se le describía como un “defensor de los
enfermos”; y no sólo eso, sino que también organizó un nuevo cártel llamado Los
Caballeros Templarios.
Los Templarios se
establecieron en lugares de donde La Familia Michoacana se había ido, pero
encontraron un nuevo obstáculo en los grupos de autodefensas conformados por
civiles que crecieron alrededor de la región en el año 2013 con el fin de
combatir a los cárteles, quienes les extorsionaban y secuestraban. Después,
algunos grupos de autodefensas se aliaron con el gobierno para llevar a cabo
operaciones en conjunto dirigidas a poner fin al reinado de los grupos
criminales.
Los habitantes del lugar
recuerdan y aseguran que un convoy de 50 vehículos estatales y de otras fuerzas
pasaron por la zona de los Templarios a principios de 2014, y ellos fueron
quienes destrozaron el santuario de Nazario Moreno mientras cruzaban por ahí.
Ahora el lugar está plagado de balas, vidrios rotos y desechos que cubren el
suelo. La estatua de oro del narco-santo también es cosa del pasado.
En marzo de 2014, el gobierno
de Enrique Peña Nieto aseguró que ahora sí se había acabado con la vida de este
narcotraficante en un enfrentamiento con fuerzas oficiales; y más adelante,
cuando el gobierno arrestó al segundo al mando, Servando Gómez Martínez, alias
La Tuta, en marzo de 2015, proclamaron haber acabado con los Templarios.
Pero los hombres armados del
cártel, bajo el mando de Luis y establecidos en una aldea de 20 chozas al final
del camino, cuentan una historia distinta mientras pasan el rato en una fiesta
de cumpleaños y beben cerveza escuchando música en vivo.
Definitivamente no lucen como
fantasmas mientras presumen sus AK-47, con lanzagranadas montados y rifles
Barrett de .50mm. Enumeran las especificaciones técnicas sobre el peso (37kg),
poder de alcance (2.8km) y costo por cartucho de 19 tiros (1.042 dólares), casi
el triple del salario mensual de un sicario.
Un sicario limpia una Barrett .50mm.
(Imagen por Falko Ernst/VICE News)
Luis habla sobre sus días
como estudiante en Área de la Bahía de San Francisco, Estados Unidos, cuando
soñaba con derribar narcos como agente de la DEA. Dice que todo se desmoronó
cuando su hermano fue atrapado por dirigir una operación de cristal y él pasó
cuatro años en prisión antes de ser deportado a México en 2006, aunque asegura
que nunca estuvo involucrado.
Se unió a La Familia y luego
siguió a El Chayo hasta los Templarios, a quien le fue leal cuando las cosas se
pusieron difíciles. Lamenta la “traición” de aquellos que se unieron a las
autodefensas y se convirtieron en contras, o enemigos, de un día para otro.
Recuerda todavía la guerra que libró antes de que se le ordenaran mantener un
perfil bajo a mediados de 2014.
El sicario dice que lideraba
la capital del estado, Morelia, donde vivía en paz junto con su esposa y sus
dos hijos pequeños, hasta que alguien llegó a su casa a atacar a su familia.
Golpearon a su esposa y asustaron a sus hijos: “sé quiénes fueron, sé dónde
están. Esto se arreglará cuando llegue el momento”.
Luis dice que estableció su
nueva unidad de Templarios en el lugar en que ahora está, en enero de este
2016. Insiste en que todo está tranquilo, pero la calma no impide que los
francotiradores que rodean las colinas en las que nos encontramos vigilen en
todo momento, posibles incursiones de otros grupos armados.
Uno de ellos es el grupo al
otro lado del río entre la fortaleza de Luis y la ciudad de Apatzingán. Otro
grupo de enemigos tiene su base detrás de las altas colinas que rodean el
poblado.
Esta es la razón por la que
el equipo duerme en un campamento itinerante justo afuera de la aldea. También
explica por qué toman sus cosas y se alistan para salir de la fortaleza tan
pronto como el radio de Luis arroja un reporte sobre disparos en una comunidad
cercana.
Tales enfrentamientos no se
comparan con las ofensivas a muerte que alcanzaron un pico cuando La Familia se
separó y se formaron los Templarios en 2010, o cuando las autodefensas se
enfrentaron a éstos últimos en 2013 y 2014.
Sin embargo, las muertes son
un reto constante para las declaraciones del gobierno, que asegura que Tierra
Caliente ha dejado atrás la violencia. Son también un recordatorio de que las
líneas divisorias entre los miembros de los cárteles, exmiembros y autodefensas
son casi siempre difusas.
El caso de Pancho es una
clara muestra de cuan delgada puede ser la línea entre buenos y malos, entre
los autodenominados combatientes por la libertad y los narcos.
Él dice que abandonó los
Templarios porque se hartó del sofocante autoritarismo de los líderes del
cártel. Cuenta que se unió al movimiento de las autodefensas cuando comenzó a
parecer lo suficientemente fuerte para enfrentar al cártel.
En teoría, Pancho y las
autodefensas ganaron. Y después de haber sacado a los Templarios, fueron
parcialmente integrados a las fuerzas estatales a través de un nuevo cuerpo
conocido como Policía Rural, el cual fue, de nuevo en teoría, desmovilizado por
completo en el mes de mayo.
Kalshinkovs son populares para los
enfrentamientos en Michoacán. (Imagen por Falko Ernst/VICE News)
Sin embargo, el grupo de autodefensas
que dirige desde una base a unos 24 kilómetros de Apatzingán sigue activo.
Bajar las armas, dice Pancho,
sería imposible porque los Templarios están aferrados a regresar a los días de
dinero fácil proveniente de la venta de protección impuesta a las empresas
agricultoras del área. Afirma que éstas ya han recibido amenazas.
“Tienen las listas de cuánto
pagaba cada quién antes”, dice. “Es un chingo de dinero”.
Pancho también dice que la
renuencia del estado a tomar una acción decisiva contra los reconstituidos
Templarios significa que la región podría estallar de nuevo.
Apenas tres meses atrás,
asegura, los Templarios podrían haber invadido su territorio para siempre.
Pancho dice que activó el protocolo de emergencia del grupo creado para manejar
tales situaciones, lo que significa que 150 vehículos bajo sus órdenes se
movieron y sus hombres tomaron sus posiciones, listos para interceptar a los
invasores. Asegura que el despliegue de fuerzas persuadieron al convoy
templario y se lo pensaron dos veces. Regresaron sin haber disparado una sola
vez.
La amenaza de sus antiguos
hermanos Templarios ha empeorado, dice el líder de las autodefensas, gracias a
la alianza que formaron con un grupo llamado Los Viagras.
Los Viagras es un grupo
criminal independiente que tiende a aliarse con cualquiera que sea la principal
organización criminal en Tierra Caliente: Zetas, La Familia, o Templarios. En
el intermedio, también se volvieron el escuadrón anti-Templario más importante
del gobierno federal, aunque el pacto parece haber desaparecido, y Los Viagras
regresaron a ser socios de los Templarios.
Pero a pesar de que el grupo
narco, convertido en autodefensa, se queja de no poder contar con la Policía
Federal ni con el Ejército para que apoyen su batalla para mantener lejos a los
Templarios y a los Viagras, sí les da crédito por saber “quién es bueno y quién
es malo”.
Esto incluye darle a su grupo
luz verde para contratar escuadrones de 10 hombres armados para proteger a las
firmas agricultoras, a fin de asegurar que el pasado no regrese. Pero esto
también significa la creación de un tipo de grupo armado privado con 350
miembros que están en una zona gris de ilegalidad, rendición de cuentas y
violencia, que desenmascara la mentira de que Michoacán está en camino de
restablecer el Estado de Derecho.
‘¿Vas a protegerme, a mi
familia, mi casa, a mi esposa? No puedes’.
Pancho insiste en que su
grupo no tiene ninguna intención de remplazar al Estado, y mucho menos de
disparar en su contra.
Aun así, otras fuentes lo ponen
a él y a su grupo justo en el centro de una cruenta batalla por el territorio y
las rutas para traficar droga que mantienen a la baja, pero constante, la cifra
de asesinatos y el hallazgo de cuerpos mutilados en las calles de Michoacán.
Cualquiera que sea su rol en
el juego actual de sondear las debilidades de los otros grupos armados,
incluyendo a las fuerzas del estado, Pancho mantiene un tono sereno a lo largo
de la entrevista. Esto hasta que hablamos de los planes del gobernador de
Michoacán, Silvano Aureoles Conejo, para desarmar a los autoproclamados grupos
de autodefensas, como el de él.
“Al hombre le importa una
mierda”, dice sobre el plan del gobernador. “Con una sola patrulla y cuatro
oficiales, ¿vas a protegerme, a mi familia, mi casa, a mi esposa? No puedes”.
Un gatillero, presunto
miembro de los Viagras, asesinó a un primo de Pancho cuando cargaba gasolina,
dos días después de haber hablado para este reportaje. Él era el tercer
familiar cercano del autodefensa asesinado este año.
ESTE CONTENIDO ES PUBLICADO POR
SINEMBARGO CON AUTORIZACIÓN EXPRESA DE VICENEWS.
(SIN EMBARGO.MX/ VICE News en español
/julio 9, 2016 - 5:58 pm)
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