Integrantes
de los Hells Angels en Ontario, Canadá. Foto: Especial
MÉXICO,
D.F. (apro).- El gobierno canadiense ha señalado en repetidas ocasiones que las
bandas de motociclistas representan una preocupante amenaza por sus acciones al
margen de la ley. Las páginas de los periódicos y los noticieros informan
frecuentemente sobre la eficiente estructura de estos grupos, las enormes
ganancias derivadas de sus actividades delictivas, la extrema violencia en su
proceder y también de los logros y desatinos por parte de las autoridades
gubernamentales para perseguirlos.
En
operativos realizados a lo largo de los años se han logrado asegurar armas y
narcóticos en bares y centros de reunión de estas bandas. Asimismo el trabajo
de agentes encubiertos ha permitido el arresto de varios de sus integrantes y
el aseguramiento de importantes recursos financieros. Pero, a pesar de estas
acciones, su influencia no ha disminuido considerablemente dentro del mundo
criminal canadiense. Es por ello que está siendo necesario actuar con mayor
vigor frente a estos grupos.
Un
ejemplo de estos esfuerzos policiales ha sido la denominada “Operación SharQc”
llevada a cabo en Quebec. La provincia francófona es, junto con Ontario, uno de
los territorios con mayor presencia de los motociclistas criminales. Lanzada en
abril de 2009, la “Operación SharQc” permitió la captura de 148 miembros y
colaboradores de los Hells Angels, la banda más vigorosa de esta índole en
Canadá. Ocho acusados más continúan aún prófugos.
En
un primer momento, el actuar de la policía quebequense fue aplaudido a lo largo
de todo el territorio canadiense. Sin embargo, varios de los detenidos
recuperaron su libertad debido a que juzgarlos requeriría de procesos demasiado
prolongados, además de que la factura por gastos legales sería colosal. En los
últimos años, otros más de los capturados aceptaron declararse culpables a
cambio de sentencias reducidas, por lo que aquello que se consideraba en un
inicio como un serio golpe contra la organización fue perdiendo fuerza en los
tribunales.
El
pasado 10 de agosto comenzó el primero de los juicios contra aquellos miembros
de los Hells Angels aún detenidos como resultado de la “Operación SharQc”. Los
siete acusados en este juicio son señalados como autores de varios asesinatos
cometidos entre 1997 y 2001 en la provincia de Quebec, dentro de la guerra
desatada entre grupos de motociclistas por control territorial. La violencia en
esos años provocó cerca de cien muertos, nueve desaparecidos y 84 incendios.
Además
de las dificultades existentes en el sistema judicial para combatir a las
bandas de motociclistas, otro aspecto ha resultado un verdadero dolor de cabeza
para las autoridades. Estas bandas han logrado infiltrar a algunos cuerpos de
seguridad. El caso más sonado en Canadá es el de Benoît Roberge, laureado
investigador de la policía de Montreal y quien vendió a los Hells Angels
información clasificada sobre delatores y expedientes abiertos de este grupo.
Roberge fue condenado en abril del año pasado a ocho años de prisión.
Hells
Angels, Bandidos, Rock Machine, Outlaws, Red Devils y otras bandas más de
motociclistas se dedican a diversas actividades criminales. La extorsión, las
redes de prostitución, el fraude por Internet, el comercio de armas y la usura
garantizan a estos grupos generosas ganancias, pero sus mayores beneficios
provienen del tráfico de drogas, especialmente de cannabis y cocaína.
EL NEGOCIO DE LOS NARCÓTICOS
Éric
Thibault, reconocido periodista criminal de Canadá, ha descrito a lo largo de
los años la forma de operar de parte de las bandas de motociclistas en el
negocio de la droga. Además de implicarse en la producción de diversas
sustancias – metanfetamina y mariguana-, dichas organizaciones reciben grandes
cargamentos provenientes del exterior, principalmente de cocaína. Después
distribuyen estos narcóticos en complejas redes propias, aunque de igual manera
provisionan a otros grupos del hampa y cobran por la venta en los territorios
bajo su control.
Desde
hace varias décadas, Canadá dejó de importar marihuana. Productores
principalmente de Columbia Británica, Ontario y Quebec satisfacen la demanda
nacional. Así, pandillas jamaiquinas, clanes de origen asiático y bandas de
motociclistas participan en la producción y distribución de la hierba. Incluso
varias toneladas son enviadas a los Estados Unidos, donde la marihuana
canadiense goza de gran popularidad.
Los
debates sobre la despenalización del cannabis son frecuentes en Canadá.
Académicos, políticos de la oposición y miembros de diversas asociaciones
señalan que un enfoque legal distinto respecto a la marihuana golpearía
seriamente las actividades de las bandas de motociclistas y de otros grupos.
Line Beauchesne, profesora de criminología de la Universidad de Ottawa, señala
sin embargo lo siguiente: “Todo dependerá del tipo de reformas. Si sólo se
modifican los aspectos relativos al consumo, el hampa seguirá beneficiándose,
pero si se contemplan puntos como la producción y la venta, esto sí disminuiría
el poder de los grupos criminales, aunque no les impediría seguir exportando
cannabis”.
En
el caso de la cocaína, las bandas de motociclistas mantienen pactos con
miembros de la mafia ítalo-canadiense, a modo de asegurar un control sobre el
precio de esta sustancia y de evitar pugnas entre ambas organizaciones en este
negocio de grandes dividendos. El tráfico de cocaína, tanto en las grandes
ciudades canadienses como en las zonas rurales, lleva en la mayoría de los
casos la impronta de los motociclistas criminales. Sin embargo, para que esto
ocurra es necesario recurrir a proveedores en el extranjero.
NEXOS INTERNACIONALES
Investigaciones
policiales, documentos gubernamentales y notas periodísticas señalan la
relación entre bandas de motociclistas canadienses y traficantes mexicanos,
específicamente en cuanto al comercio de la cocaína. De acuerdo a la agencia de
noticias The Canadian Press, citando un informe de la Policía Montada de Canadá
redactado en mayo de 2012, los motociclistas compran directamente esta
sustancia a los grupos mexicanos a modo de reducir los costos por
intermediarios y de garantizar su provisión constante.
El
diario Vancouver Sun ha hecho público por ejemplo que los Hells Angels y otras
bandas más que controlan la venta de cocaína en el oeste de Canadá mantienen
contactos con traficantes mexicanos; de igual manera, los viajes a México de
estos miembros del crimen canadiense para cerrar acuerdos o para evitar durante
un tiempo la persecución policiaca no son un hecho aislado, tal y como quedó
registrado con Larry Armero, miembro de los Hells Angels quien viajaba con
frecuencia a México. Actualmente está detenido en Montreal por acusaciones
relacionadas con el narcotráfico.
El
pasado 13 de mayo, la policía de Quebec detuvo a 21 personas en el este de la
provincia. Se trataba de una red de vendedores de narcóticos que trabajaba en
colaboración con los Hells Angels. La policía informó que la cocaína vendida
por esta red era enviada directamente desde México, donde un canadiense fungía
ahí como enlace con los traficantes locales. Y a principios de este año,
Marianne Ryan, subcomisionada en Alberta de la Policía Montada de Canadá,
declaró públicamente que ha sido detectado un aumento considerable de las
actividades de bandas de motociclistas y traficantes mexicanos en las
principales ciudades de esa provincia.
Otro
ejemplo rotundo de esta conexión se puede encontrar en la carrera delictiva del
canadiense Jimmy Cournoyer. Durante la década pasada, Cournoyer organizó junto
con miembros de la mafia de Montreal y de Nueva York, de los Hells Angels y del
Cartel de Sinaloa un millonario negocio, enviando cerca de 109 toneladas de
marihuana canadiense a territorio neoyorquino. Una buena parte de las ganancias
de esta operación era destinada a la compra de cocaína a los mexicanos para
venderla posteriormente en Canadá. Jimmy Cournoyer fue detenido en Cancún en
febrero de 2012. Fue sentenciado en Estados Unidos en agosto de 2014 a una
condena de 27 años de prisión.
Y
es posible que los nexos de estos grupos ya hayan llegado a otros continentes.
De acuerdo a miembros de la Comisión contra el Crimen de Australia en
declaraciones a la cadena CBC de Toronto, desde el pacífico canadiense cada vez
se envía más cocaína a suelo australiano, por lo que es probable que
traficantes mexicanos actúen con la ayuda de algunas organizaciones criminales
canadienses (Hells Angels entre ellas) para el transporte de esta droga. Una
vez en suelo australiano, los motociclistas locales participarían en la
operación. Cabe subrayar que agrupaciones como los Hells Angels cuentan con
presencia en una larga lista de países.
CAMBIO DE PERFIL
Con
altas ganancias derivadas de sus actividades criminales, las bandas de
motociclistas en Canadá se sirven de distintos medios para el lavado de dinero.
Durante décadas, lo efectuaron a través de salas de masaje, lava-autos,
refaccionarias, bares y restaurantes. Sin embargo, estas bandas han adoptado
con el tiempo otros modelos de negocios.
Según
Brian Myles, periodista de la revista L’Actualité, los líderes de las bandas de
motociclistas se decantan cada vez más por un bajo perfil que los aleje de la
atención de la policía. También señala que debido a las medidas gubernamentales
para luchar contra el lavado de dinero, ha sido necesario que estos líderes
copien el modelo de la mafia ítalo-canadiense, optando por invertir en
distintos negocios relacionados con la industria de la construcción. Así,
diversas compañías constructoras y de renovación han pasado a ser controladas
por los motociclistas -prestanombres de por medio- para inyectar los recursos
principalmente del narcotráfico a la economía legal.
Las
operaciones financieras de estas bandas cuentan con el apoyo de notarios,
contadores, agentes de bienes raíces y delegados sindicales. La visión
atribuida a los Hells Angels y demás grupos está cambiando. Ya no se les
identifica tan fácilmente con motocicleta, tatuajes y chaleco de cuero. Tampoco
organizan más publicitados festines para cientos de personas y con reconocidos
cantantes en el escenario. Los arrestos y la persecución policiaca han golpeado
a estas bandas, por eso sus miembros han aprendido a camuflarse mejor y su
poder continúa expandiéndose.
Existen
clubs y asociaciones de motociclistas en Canadá desde los años cincuenta. Pocos
años después, algunos de ellos comenzaron a realizar pequeños trabajos para la
mafia ítalo-canadiense. Es a finales de los años setenta cuando estas bandas se
involucraron de lleno en un sinfín de actividades criminales. A pesar del
trabajo de policías y jueces para reducir su poder, actualmente estos grupos
destacan como uno de los rostros más poderosos del hampa canadiense y, tal y
como lo ha señalado Jerry Langton, uno de los grandes investigadores de la
criminalidad en Norteamérica, los motociclistas son la única organización de
delincuentes con verdadera presencia en todo el territorio canadiense.
De
acuerdo a Line Beauchesne de la Universidad de Ottawa, los Hells Angels y demás
bandas han organizado de manera altamente efectiva la distribución de drogas en
Canadá, pero el combate a bandas dedicadas a este negocio no puede únicamente
hacerse desde una perspectiva policiaca. También es necesario reflexionar sobre
cambios en el marco legal respecto a diversos puntos relacionados con las
drogas.
El
gobierno de este país ha señalado que proseguirá en todo esfuerzo para
garantizar la lucha contra estos grupos. Cabe destacar que el gobierno
conservador de Stephen Harper ha mencionado en distintas ocasiones su rechazo a
cualquier proyecto que busque despenalizar aspectos relacionados con las
drogas. Los miembros de las bandas de motociclistas han mostrado una alta
capacidad de adaptación; la misma que se espera que ocurra dentro de las
instituciones gubernamentales para poder hacerles frente.
(PROCESO/
PRISMA INTERNACIONAL/ JAIME PORRAS FERREYRA/ 21 DE AGOSTO DE 2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario