La estrepitosa derrota de
José Luis Marcos León Perea, hizo morder el polvo a Claudia Pavlovich en el
municipio.
Siendo el candidato a la
alcaldía el que contribuye con votos, esta vez no fue así. El león no resultó
como lo pintaban.
En 2012 César Lizárraga le
dio la pelea y le ganó el galeno, pero no con el volumen de votos con el que
ahora sucumbió.
A Leonpe se le olvidaron las
tácticas militares con que amenazó combatir a detractores suyos como Héctor
Molina y Manuela Ojeda Amador cuando disputó la presidencia del PRI a su colega
Hilario Sánchez, hace buen rato.
Entonces el padrinazgo del
Morroño Marco Antonio Llano Zaragoza y su peso en el Consejo Político de ese
partido lo entronizó en el tricolor, pero eso ya quedó atrás.
Esta vez, los guaymenses al
médico le recetaron la amarga medicina de la derrota.
Aunque algunos conocedores
consideran que si Lorenzo De Cima no cuida el resultado podrían voltearle la
tortilla pues el galeno, dicen recuperó 1,000 sufragios y está a 300 de
emparejar los cartones.
EL ÍDOLO TENÍA PIES DE BARRO
Dentro de las filas priístas
León Perea en sus inicios en las lides partidistas gozaba de buena reputación.
Se le tenía como un tipo serio
y profesional, quizá por su incursión en la Armada de México en donde prestaba
sus servicios.
Su fama fue desmereciendo a
medida que escalaba en los cargos de partido y públicos: Primero fue presidente
del Consejo Político priísta, máximo órgano de decisión partidista, luego de la
asamblea general y en manoteaban tanto Llano como Julio Ramón Luebbert Duarte,
según la correlación de fuerzas o los intereses en juego. Después llegó a
presidir al partido localmente, en una elección competida, pero donde los dos
dueños del PRI decidieron encumbrarlo e imponer la línea.
Luego fue diputado local,
federal y otra vez local, cargo que ganó imponiéndose en 2012 al ex alcalde
César Lizárraga.
Ese cargo en el Congreso del
estado le permitió acercarse al gobierno del Nuevo Sonora y mantener buenas
relaciones con sus personeros. Gracias a esas “relaciones” logró contener los
escándalos derivados de la explosión de la pizzería de un hijo suyo en Hermosillo.
Pagó el precio al apoyo guardando silencio.
A la vez que enfilaba su
carrera política se hacía de imagen regalando lentes del Club Rotario.
El declive de león se miraba
venir irremediablemente. Entre la gente de medios había adquirido fuerza el
calificativo de “piedrón” y entre los hombres de mar decepcionó su falta de
interés en hacer del pez dorado una especie de captura más allá de la pesca
deportiva.
Su paso por San Lázaro y por
la legislatura estatal tiene más sombras que luces. No se le recuerda una
iniciativa importante.
Sin capacidad de debate
buscar la candidatura a la alcaldía contra los designios del grupo político que
controla actualmente al PRI, como son la mancuerna Antonio Astiazarán-Otto
Claussen, lo metió en un callejón sin salida y sello su destino: la derrota.
Aislado y con delirio de
persecución en el último tramo de la campaña decidió salirse de sus oficinas en
Paseo Las Villas e instalar su búnker arriba de la Librería Bohemia Amado
Nervo, para alejarse de Karla Neudet y Jesús Fajardo, a quienes tenía como
orejas del Otto.
Según sus allegados, ni
Gianco Urías, encargado de los grupos de choques (cholos), ni el Lic. Robinson,
que operó en Vícam y en casillas de la zona urbana, sirvieron a la causa de
Leonpe y a lo más que llegaron los policías del Otto fue a ponerle unos
tablazos a la activista del PAN Perla Mendoza, a quien le puso el dedo el MP de
la Agencia del sector I.
Es más, según cálculos
alrededor de $3,000 salió el voto a favor de “La Güera”, tomando en cuenta las
914 personas entre promotores y claudilleros.
Ese gasto de oquis tendrá que
explicarlo el encargado de la redes Alfredo Suárez, mariscal de la fracasa
campaña de Claudia en Guaymas.
EL FIN DE LA HISTORIA
A Everardo Martínez
Samaniego, luego de ser derrotado por Sara Valle del PRD en 1997 se le quitaron
las mañas de buscar un puesto de elección popular.
En 2000, con su derrota ante
Bernardino Cruz Rivas, el Morroño Llano, dio por terminadas sus tentaciones de
embarcarse en aventuras electorales. Posteriormente, participó apoyando
candidaturas ajenas como lo hizo en 2003 cuando se sumó a la de Eduardo Bours y
empujó a Antonio Astiazarán a la diputación federal.
Más tarde rompió con ambos y
en 2009 se adhirió a las candidaturas de Guillermo Padrés y César Lizárraga,
por intermediación de Frank Córdova.
Por cierto Llano es padrino
de Lorenzo De Décima y mantiene con él panista buenas relaciones y a quien su
prestigio de “buen recaudador” no le alcance para frenar el colapso financiero
que viene, herencia del Alemán.
El Morroño como mito priísta
se ha mantenido en receso a pesar de que tras el fallecimiento de Julio
Luebbert se quedó sin contrapesos al interior del partido y en 2012 su hijo “El
Toñito” fue el financiero de la campaña de Otto Claussen.
Junto con la derrota de Llano
cuando buscó la alcaldía por segunda vez se fue al caño el prestigio de sus
operadores electorales como Alfonso Poncho Ayala y Felipe Hernández Ramos y
cuya ineficacia quedó refrendada este 2015 con la aplastante victoria del PAN
en el municipio.
Malas cuentas entregarán el
Toño, Otto y Manuel Ibarra a “La Güera”.
Rebasados por la acción
efectiva de los operadores panistas, el priísmo porteño quedó reducido a
cenizas y con ello la fama de invencible de León Perea y todos los apoyos e
intereses en que ha sostenido su carrera política llegó a su fin. La derrota el
oftalmólogo no la vio venir.
El mito genial, como diría
Pedro Aspe, que era León Perea se esfumó por arte de magia de las urnas y el
rechazo de los porteños. Nomás por eso.
(EL PORTAL DE LA NOTICIA / COLUMNA LA VIÑA DEL SEÑOR/ 09 Junio
2015, 17:50)
No hay comentarios:
Publicar un comentario