viernes, 28 de marzo de 2014

PATALEAN LOS MONOPOLIOS

 Raymundo Riva Palacio

Una línea de tiempo y la semántica son dos componentes que normalmente no se hablan entre sí. La línea de tiempo permite desarrollar cronologías; la semántica le da significado a los símbolos. Pero para entender el alcance, la profundidad y los riesgos claros que tiene la ley secundaria de telecomunicaciones, la única manera de comprenderlo integralmente es uniéndolas. Sólo así se aprecia el tiro al corazón que disparó el Gobierno a los monopolios y, al mismo tiempo, sus posibilidades para que la ley que los somete, termine sometiéndola a ellos.

La línea de tiempo comienza el 6 de marzo, cuando el Instituto Federal de Telecomunicaciones declaró preponderantes a Televisa y América Móvil, que es controladora de Telmex y Telcel, forzándolas a una serie de obligaciones para limitar su poder de mercado y estimular el crecimiento de su competencia. A Televisa le quitaron la adquisición exclusiva de derechos de transmisión en eventos que le representaban enormes utilidades en publicidad y la obligaron a compartir su infraestructura. A América Móvil apenas la sacudieron, al instruirla a aplicar tarifas de interconexión asimétricas hacia las empresas de telecomunicaciones, y regularle el cobro de roaming.

El termómetro que mejor diagnostica, el mercado bursátil, marcó que el mayor golpe lo recibió Televisa. En la jornada en la Bolsa de Valores al día siguiente, su acción tuvo una pérdida de 2.33%, mientras que América Móvil cayó 1.89%. ¿Por qué si las dos fueron declaradas preponderantes, Televisa se desplomó más que América Móvil? La explicación es que la resolución de Ifetel afectó el flujo de caja de Televisa en forma significativa, mientras que el mercado percibió que para América Móvil las obligaciones no fueron significativas.

La ley secundaria desagregó el sistema de televisión de paga y satelital de los canales de televisión abierta de Televisa, con lo que se evitó que la declararan preponderante y le abrió el camino a manejar eventos exclusivos en sus sistemas de paga, mientras que a América Móvil la golpeó al establecer el costo cero para la interconexión. La interconexión cero le quita ingresos anuales a América Móvil por alrededor de 7 mil millones de dólares, con lo que el poder monopólico que detentaba al obligar a sus competidores a pagar ese servicio, fue restringido.

De acuerdo con expertos en telecomunicaciones, la ley secundaria compensó con estas nuevas obligaciones impuestas a América Móvil, lo que el Ifetel hizo con Televisa hace tres semanas. No será lo único. Las dos tienen que permitir la utilización de su infraestructura a sus competidores, a precios regulados por el Ifetel, pero a América Móvil la castigan más, en términos generales, al obligarla a desbloquear los teléfonos celulares para que puedan conectarse con diferentes proveedores –otro obstáculo para la competitividad-, y obligarla a desagregar su red.

La ley secundaria ha sido criticada por América Móvil y Televisa, cuyos monopolios fueron los verdaderamente afectados por las disposiciones que se tienen que apreciar en dos momentos en la línea de tiempo. En ambos casos existe la posibilidad de que realicen cabildeos y ejerzan presiones sobre los legisladores, no tanto para que cambien la ley -que podría ser algo políticamente muy costoso para ellos-, sino para que no cambien su redacción. ‘Este no es un tema menor, y es donde entra el concepto de la semántica.

Salvo en el caso específico de la interconexión, donde el verbo utilizado es el “deber”, en el resto de los artículos relacionados con telecomunicaciones el verbo que se emplea es “poder”. De esta forma, por ejemplo, se escribe que se “podrán” tomar medidas para evitar que la preponderancia afecte la competencia, “podrán” haber sanciones, “podrán” imponer obligaciones y limitaciones, o “podrán” castigar. Esto es muy sencillo: lo que se puede, también es posible que no se pueda. En el marco de esta ley, se traduce en una ambigüedad que abre el campo a la discrecionalidad y genera incertidumbre jurídica.

Para que esta ley secundaria tenga certidumbre, se tendrá que homologar el verbo “deber” y eliminar el “poder”. Parece muy simple, pero lo que encierran esas palabras es en cuánto realmente se partirá el negocio de los 45 mil millones de dólares al año que es el valor del sector de las telecomunicaciones, y de los 4 mil 500 millones que vale el de la televisión. Pero además, determinarán si los dos monopolios pueden extender su reinado, o si tendrán que empezar a compartir las utilidades que por décadas se les han negado a sus competidores. 
 
(ZOCALO/ Columna de Raymundo Riva Palacio/ 28 de mayo 2014)

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