Aseguran senadores del PAN que la noche del pasado martes un grupo de sus compañeros se reunió con el ex presidente Felipe Calderón en una presunta cena de la que poco se sabe. Y debido a la crisis que viven los azules se especuló que el tema central habría sido la nueva cresta que alcanzó la confrontación entre “maderistas” y “corderistas”.

Lo cierto, sin embargo, es que la presunta cena entre senadores afines a Ernesto Cordero y el ex presidente Calderón se habría llevado a cabo justo cuando un grupo de legisladores “corderistas” debieron estar presentes en la firma de un pacto para resolver la crisis política y financiera que vive el grupo parlamentario del PAN en el Senado de la República; acuerdo cuyos puntos centrales fueron propuestos precisamente por los propios “corderistas”.

Al final de cuentas, sea a causa de la cena con Calderón, sea por un capricho o porque la luna iluminó a los azules, lo cierto es que la noche del pasado martes no se firmó el acuerdo que pretendía resolver la crisis del partido azul, no se acabó con el conflicto y, en cambio, un grupo de senadores encabezados por Javier Corral avivó el pleito al impugnaron ante el Tribunal Electoral las reformas promovidas por Ernesto Cordero para arrebatarle el control del dinero al nuevo coordinador parlamentario, Jorge Luis Preciado.

Sin embargo, y a pesar de gritos y sombrerazos –y a casi un mes de iniciada la crisis azul–, nadie ha sido capaz de responder por qué razón los “calderonistas” dan la vida y –en el extremo– han llegado al suicidio político con tal de mantener el control de la Secretaría de Finanzas de los senadores del PAN. La respuesta, a pesar de todo, parece elemental.

Resulta que los “calderonistas” hicieron todo lo necesario por rescatar las pruebas de esa suerte de mina de oro que es la coordinación parlamentaria del Senado –muy parecida a la Cámara de Diputados– que entró en disputa luego de la decisión del presidente del PAN, Gustavo Madero, de relevar del cargo a Ernesto Cordero y colocar en su lugar a Jorge Luis Preciado.

¿Y cuáles son las pruebas? ¿Y cuál es la mina? Van algunos ejemplos.

Que el senador Ernesto Cordero tenía un ingreso mensual de 2 millones 200 mil pesos, cantidad que recibía de la suma de su salario nominal como senador, del sobresueldo por su cargo como coordinador parlamentario, como presidente del Senado de la República y de bonos y prestaciones que recibe por otras actividades propias del cargo que desempeña.

Que los presidentes de cada una de las comisiones legislativas en manos de senadores del PAN ganan un sobresueldo de 200 mil pesos mensuales, lo que sumado a su salario nominal y a otras prestaciones les reporta un ingreso mensual promedio de 500 mil pesos mensuales. Eso sin contar el sobresueldo de aquellos que son secretarios de comisiones. Y claro, sin contar que algunos senadores son presidentes de una comisión y secretarios de otras comisiones.

Que cada uno de los 38 senadores del PAN recibe una ayuda mensual que va de los 60 mil a 300 mil pesos mensuales para el pago de asesores. Lo curioso es que existen cinco categorías para esa ayuda que –como buenos demócratas– los señores del PAN la reparten a discreción; según el sapo, la pedrada. Los senadores afines a Ernesto Cordero están en el rango más alto y aquellos que no le hacían caravanas están en el rango más bajo.

Que es cierta la denuncia formulada por el senador Javier Corral el pasado 10 de junio, quien dijo que antes del depósito de los 430 mil pesos que milagrosamente cayeron a las cuentas de cada uno de los senadores del PAN, en forma trimestral se les entregaban a todos los senadores la cantidad de 350 mil pesos por cabeza. ¿Y eso para qué? Casi casi para las propinas, ya que el dinero salía de “un ahorro” del grupo parlamentario.

Y por si fuera poco, que la mayoría de los senadores afines a Ernesto Cordero se quedaron con los 450 mil pesos que repentinamente les cayeron a su cuenta, en tanto que una buena parte de los senadores restantes ya lo devolvieron. Queda claro que entre los senadores del PAN la pelea es por muchos millones de pesos del dinero público que, para variar, los “calderonistas” se niegan a transparentar.

Y es que cuando Roberto Gil y otros leales a Cordero y a Calderón hicieron cambios en las reglas del juego del grupo parlamentario del PAN en el Senado, y cuando designaron a un nuevo administrador, en realidad intentaban recuperar las pruebas del cochinero. Ocultar el saqueo del que son parte, pues.

Por lo pronto, en el PAN de Gustavo Madero ya se prepara la expulsión de algunos senadores, por corruptos y ladrones. Al tiempo. 
 
(ZOCALO/ COLUMNA Itinerario Político de Ricardo Alemán/ 27 de Junio 2013)