sábado, 24 de marzo de 2012

EL MENSAJE PRESIDENCIAL A "LOS MÁS VIOLENTOS"


ALTARES Y SÓTANOS


Ismael Bojórquez   
Ya si los narcos no entienden el mensaje del presidente de la República es porque no quieren. Pero fue muy claro. 


Tres días después de los narcobloqueos en Guadalajara, que se produjeron por la aprehensión del líder del cártel de Jalisco Nueva generación, Erick Valencia Salazar, el presidente Felipe Calderón visitó el sur de Nayarit para supervisar los avances de la Central Hidroeléctrica La Yesca, que llevará energía eléctrica también a Jalisco.


Ahí estaba, además del gobernador de Nayarit, Roberto Sandoval Castañeda, el de Jalisco, Emilio González Márquez.


Después de reconocer al gobernador tapatío porque ya había logrado la aprehensión de por lo menos 16 de los presuntos responsables de los ataques, donde murió al menos un civil, Calderón advirtió: 


“Seguiremos enfrentando, como lo hemos hecho, a todos los grupos criminales, sin excepción. Pero, especialmente, pondremos énfasis contra los más violentos, y contra ellos, los que se atreven a actuar en contra de personas inocentes. Contra ellos destinaremos más recursos y toda la fuerza del Estado para impedir sus propósitos”.

Uf. Nota perdida en un país que arde, con zetas abatidos en Nuevo León y Tamaulipas, redes de corrupción desmanteladas en Coahuila, aprehensiones en Zacatecas, decapitados en Acapulco, acribillados en Culiacán e intentos fallidos, increíbles, de capturas, en Cabo San Lucas.

Pero ahí estuvo el mensaje, donde por fin el Gobierno federal, el propio presidente, reconoce que hay una estrategia diferenciada contra los cárteles de la droga, a los cuales se combate, o se consiente, según su perfil criminal. En términos caseros, dos varas, dos medidas, al extremo de llegar, en muchas zonas, al manejo de la clásica miel y el garrote.

***


Ya se había previsto que siendo este año electoral, la violencia se agudizaría, por la razón de que al Gobierno le interesa presentar resultados para apoyar a su candidata, y porque también los grupos criminales desean mostrar músculo para cotizarse mejor frente a los que vienen.

También se había publicado ya, Ríodoce lo hizo desde septiembre del año pasado, que uno de los grandes objetivos del Gobierno federal antes de las elecciones era atrapar a uno de los dos líderes del cártel de Sinaloa: Ismael Zambada o Joaquín Guzmán. Sobre todo que pondrían énfasis en el Chapo Guzmán porque su caída, debido a que es una figura más mediática, podría redituarles más resultados frente a la sociedad.

Los acontecimientos de los últimos meses, sobre todo a partir de este año, demuestran que todo lo relacionado con el narcotráfico se mueve ahora en la lógica del poder y de las elecciones presidenciales. Por eso se han incrementado los operativos para atrapar, vivo o muerto, al hombre de la Tuna, Badiraguato. Con un cálculo siniestro. No caerán sobre él, si lo logran, en estos días, porque esto daría tiempo a una reacción virulenta de la parte del cártel que responde a las órdenes del Chapo, que revertiría, en su caso, los efectos que el presidente busca. Ya se ha visto la capacidad que tienen los cárteles de la droga para responder de inmediato a las acciones del Gobierno. Lo vimos en Guadalajara.

Por eso en el cuarto de guerra del presidente Felipe Calderón están calculando que si dan con el Chapo, deben hacerlo a finales de mayo o principios de junio, lo cual podría traer como consecuencia una aprobación de los mexicanos de su guerra contra el narcotráfico, y con ello un posible beneficio a la candidata del PAN, empequeñecida ahora en medio de errores de logística y disparates universitarios.

Y todo esto no hace más que confirmar que el presidente politizó desde hace muchos años su guerra contra el narco. No hubo nunca una política de Estado frente a un fenómeno en expansión que así lo exigía, sino una visión personal y partidista que diseñó estrategias pensando en el futuro del partido, no del país, y, ya se ha dicho hasta el cansancio, para recuperar la legitimidad perdida en un proceso electoral cargado de sospechas, como el del 2006.

Bola y cadena

LA PREGUNTA AQUÍ ES: ¿Y después del Chapo qué? Si algo se ha demostrado en todos estos años es que la captura de los líderes del narcotráfico no ha traído consigo una disminución del fenómeno. Apréndase la lección de Colombia, donde cayeron las grandes figuras y surgieron decenas de nuevas organizaciones, atomizando el control a través de pequeñas parcelas de poder criminal y haciendo más difícil su combate. La otra pregunta es si ya tiene Calderón preparado el discurso para cuando el Chapo caiga… si cae. Porque lo presentará como un trofeo mientras el país se incendia. Véanse también los casos de México. Guadalajara era una ciudad tranquila hasta que la Marina acabó con Ignacio Coronel. Luego llegaron a La Perla Tapatía narcos de todas las denominaciones peleando por la plaza. Y ahí está el resultado. Otro caso es la aprehensión de Alfredo Beltrán, el Mochomo, cuya baja produjo una de las guerras intestinas más sangrientas que haya registrado el narcotráfico en México. No es que haya que renunciar a la lucha contra el narco, ni buscar líderes que controlen sin tanta violencia sus territorios. Pero el mensaje del presidente Calderón en Nayarit parece en ese sentido, ¿tiene sentido?

Sentido contrario

PREGUNTAS NECESARIAS. ¿Por qué días después de los narcobloqueos el mismo grupo criminal ofreció disculpas a la sociedad y sugirió a “las fuerzas policiacas” que se mantengan al margen de sus acciones? ¿Escucharon el mensaje del presidente Calderón?

Humo negro

HÉCTOR MELESIO CUEN dice que no se llevará a nadie de los que ahora están en el Ayuntamiento de Culiacán y que lo habían acompañado en su efímero paso por esa administración. Ni a Jesús Madueña. O sea que si se van, el nuevo alcalde no los quiso.

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