Saltillo,
Coah.- La zona se ha convertido en el foco rojo de Saltillo. Aquí, en estas
calles, el Ejército Mexicano, la Policía Municipal y la Estatal realizan un
rondín diario. Ningún gobierno municipal ha logrado desarticular las redes de
venta de cerveza clandestina y el narcomenudeo.
Las
casas de block que flanquean las aceras fueron alguna vez las más delicadas y
prolijas moradas del fraccionamiento recién construido. Años después, tras sus
fachadas rosas y azules, ruinosas y desteñidas, hay pequeños cuartos, apenas
con el espacio mínimo para vivir.
Son
más de 7 mil viviendas las que componen los tres sectores de la colonia Ciudad
Mirasierra. En estas calles donde abundan los perros callejeros, las paredes
grafiteadas, la violencia intrafamiliar y la basura, han ocurrido cinco de los
nueve suicidios registrados en Saltillo en menos de un mes.
La
Secretaría de Salud en el estado ha emitido una alerta, reactivado una línea
telefónica para prevenir la depresión y el suicidio. Ha enfocado la estrategia
en esta zona de la cuidad por presentar todos los problemas sociales que pueden
ocurrir a una sociedad.
Embarazos
adolescentes, pandillerismo, robos a casa habitación, terrenos baldíos y madres
solteras son parte de la problemática que abruma a esta colonia situada al
oriente de Saltillo, en las faldas de la Sierra Zapalinamé.
El
entorno no es el más agradable. Aquí no hay jardines, áreas verdes frondosas,
ni plazas comerciales, tampoco grandes residencias con jardines extensos, mucho
menos áreas deportivas para disfrutar.
A
una cuadra del arroyo Pericos huele a podrido, a cadáver de perro. Entre el
sillón desvalijado, rodeado de CD rotos, pedazos de madera, de pañal desechable
y zapatos sin par se asoma una bolsa negra, cerrada, que tiene ropa, sin dueño.
Atrás,
el camino lo dibuja un asfalto lleno de cráteres, con agua estancada,
maloliente, que se cuece con los 32 grados que Saltillo tiene este día. En las
calles de la colonia Mirasierra se respira una tensa calma.
Bajo
el sol incesante, en algunas avenidas desoladas caminan las personas con sus
cabeceos tristes. Cerca del arroyo, a las 11 de la mañana sólo se escucha el
ruido de una botella que iba y venía por la calle que topa en la secundaria
Rubén Humberto Moreira Cobos.
Los
vecinos tienen desconfianza de la prensa, pero una vez que deciden hablar,
toman seguridad y comienzan a describir el entorno. “Si le contara que aquí es
un pueblo sin ley, pues se asusta”, declara uno de los comerciantes, que pide
anonimato.
Las
orillas de las calles están bordeadas por ese terregal que viene de los arroyos
y separa al pavimento de las austeras y hacinadas viviendas de una planta, de
tonos grises, ocres o pastel, despintadas, deterioradas, grafiteadas.
Mirasierra
fue el primer sector de la ciudad que presenció enfrentamientos armados. Para
nadie es un secreto que las primeras víctimas de secuestro fueron despojadas de
sus pertenencias y vehículos, para luego ser abandonadas en sus calles.
Creció
a ritmo desaforado, mucho más que las otras colonias aledañas como la Zaragoza
y la Morelos. Pronto el narcomenudeo y la venta de cerveza clandestina se
propagaron por sus avenidas, principalmente en el segundo sector, donde el
Ejército llegó a reventar cerca de 20 “narcotienditas”.
Su
población ha ido creciendo. Considerando un promedio de cuatro habitantes en
cada una de las 7 mil viviendas que la componen, la colonia alcanzaría cerca de
28 mil habitantes, lo que representa cuatro veces la población del municipio de
Arteaga, que apenas alcanza los 6 mil 400, y tendría seis mil menos que los 33
mil 200 de Parras de la Fuente.
Así,
Mirasierra se ha erguido como una colonia separada del área metropolitana de
Saltillo, su desarrollo, muy parecido al de una favela, le ha dado una
identidad propia, reconocida por sus habitantes y las propias autoridades
gubernamentales.
(ZOCALO
/ Especial/ Paola A. Praga/ 15/09/2014 - 03:01 AM)
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