lunes, 15 de septiembre de 2014

MIRASIERRA; LA FAVELA DE SALTILLO


Saltillo, Coah.- La zona se ha convertido en el foco rojo de Saltillo. Aquí, en estas calles, el Ejército Mexicano, la Policía Municipal y la Estatal realizan un rondín diario. Ningún gobierno municipal ha logrado desarticular las redes de venta de cerveza clandestina y el narcomenudeo.

Las casas de block que flanquean las aceras fueron alguna vez las más delicadas y prolijas moradas del fraccionamiento recién construido. Años después, tras sus fachadas rosas y azules, ruinosas y desteñidas, hay pequeños cuartos, apenas con el espacio mínimo para vivir.

Son más de 7 mil viviendas las que componen los tres sectores de la colonia Ciudad Mirasierra. En estas calles donde abundan los perros callejeros, las paredes grafiteadas, la violencia intrafamiliar y la basura, han ocurrido cinco de los nueve suicidios registrados en Saltillo en menos de un mes.

La Secretaría de Salud en el estado ha emitido una alerta, reactivado una línea telefónica para prevenir la depresión y el suicidio. Ha enfocado la estrategia en esta zona de la cuidad por presentar todos los problemas sociales que pueden ocurrir a una sociedad.

Embarazos adolescentes, pandillerismo, robos a casa habitación, terrenos baldíos y madres solteras son parte de la problemática que abruma a esta colonia situada al oriente de Saltillo, en las faldas de la Sierra Zapalinamé.

El entorno no es el más agradable. Aquí no hay jardines, áreas verdes frondosas, ni plazas comerciales, tampoco grandes residencias con jardines extensos, mucho menos áreas deportivas para disfrutar.

A una cuadra del arroyo Pericos huele a podrido, a cadáver de perro. Entre el sillón desvalijado, rodeado de CD rotos, pedazos de madera, de pañal desechable y zapatos sin par se asoma una bolsa negra, cerrada, que tiene ropa, sin dueño.

Atrás, el camino lo dibuja un asfalto lleno de cráteres, con agua estancada, maloliente, que se cuece con los 32 grados que Saltillo tiene este día. En las calles de la colonia Mirasierra se respira una tensa calma.

Bajo el sol incesante, en algunas avenidas desoladas caminan las personas con sus cabeceos tristes. Cerca del arroyo, a las 11 de la mañana sólo se escucha el ruido de una botella que iba y venía por la calle que topa en la secundaria Rubén Humberto Moreira Cobos.

Los vecinos tienen desconfianza de la prensa, pero una vez que deciden hablar, toman seguridad y comienzan a describir el entorno. “Si le contara que aquí es un pueblo sin ley, pues se asusta”, declara uno de los comerciantes, que pide anonimato.

Las orillas de las calles están bordeadas por ese terregal que viene de los arroyos y separa al pavimento de las austeras y hacinadas viviendas de una planta, de tonos grises, ocres o pastel, despintadas, deterioradas, grafiteadas.

Mirasierra fue el primer sector de la ciudad que presenció enfrentamientos armados. Para nadie es un secreto que las primeras víctimas de secuestro fueron despojadas de sus pertenencias y vehículos, para luego ser abandonadas en sus calles.

Creció a ritmo desaforado, mucho más que las otras colonias aledañas como la Zaragoza y la Morelos. Pronto el narcomenudeo y la venta de cerveza clandestina se propagaron por sus avenidas, principalmente en el segundo sector, donde el Ejército llegó a reventar cerca de 20 “narcotienditas”.

Su población ha ido creciendo. Considerando un promedio de cuatro habitantes en cada una de las 7 mil viviendas que la componen, la colonia alcanzaría cerca de 28 mil habitantes, lo que representa cuatro veces la población del municipio de Arteaga, que apenas alcanza los 6 mil 400, y tendría seis mil menos que los 33 mil 200 de Parras de la Fuente.

Así, Mirasierra se ha erguido como una colonia separada del área metropolitana de Saltillo, su desarrollo, muy parecido al de una favela, le ha dado una identidad propia, reconocida por sus habitantes y las propias autoridades gubernamentales.


(ZOCALO / Especial/ Paola A. Praga/ 15/09/2014 - 03:01 AM)

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