En la invasión San Antonio, en Mazatlán,
se abastecen de una toma colectiva que se llena una vez a la semana
MAZATLÁN.- No sólo
perdieron casa, tierra y tranquilidad. Los desplazados por la violencia que
encontraron refugio en la invasión San Antonio, en la periferia de la ciudad,
también se quedaron sin agua, un recurso abundante en sus comunidades de
origen, ya que la mayoría proviene de la sindicatura de La Noria, un territorio
rico en arroyos, riachuelos y vegas.
Acostumbrados a mantener
sembradíos de maíz y criar vacas, cerdos y gallinas en sus propios terrenos,
ahora sufren como invasores donde es difícil hallar un solo árbol donde
resguardarse del sol y donde el calor impacta con fuerza doble.
Don Faustino Iribe
llegó hace más de un año huyendo de las balas. Proveniente de la cabecera de La
Noria, asegura que lo que más extraña es el agua.
"Extrañamos
todo. Lo principal: el agua, allá hay mucha, aquí nos aventamos varios días sin
agua casi, y allá no, todos los días hay agua; y si no hay agua en la llave,
ahí está el arroyo corriendo", dice lleno de nostalgia.
En la "San
Antonio" se abastecen de una toma colectiva que se llena una vez a la
semana. Antes eran dos, pero la escasez se ha recrudecido en la zona periférica
de la ciudad y el abasto les fue reducido.
"Aquí las cosas
son diferentes, nada es igual", insiste don Faustino.
El agua no corre,
sino hay que correr por ella.
Relatan los vecinos
que los conflictos por el preciado líquido son cosa cotidiana. Las pipas de la
Jumapam no se dan abasto y deben seguir un orden para que alcance para todos.
"Muchos vecinos
se enojan y hasta le dicen de la mad.. al de la pipa porque no pasa primero por
su calle, pero se niegan a cooperar, quieren todo facilito", cuenta la
encargada de una tiendita de abarrotes.
El líder del
asentamiento, Juan Francisco Tapia, señaló que se ha suspendido de forma
definitiva la repartición de terrenos, debido a la dificultad para otorgar los
servicios básicos.
"La mitad de la
invasión tiene agua, la otra no; así que si permitimos la entrada de más gente,
no alcanzará", advirtió.
La invasión San Antonio
se fundó el 5 de febrero de 2010, en ella viven cerca de 3 mil personas.
Alrededor de 45 familias extendidas bajaron de la sierra mazatleca por la ola
de inseguridad. Ahora sólo cuentan con un lote irregular, el que temen perder
en cualquier momento, además de un montón de tristezas y muy escasas
oportunidades de trabajo.
(NOROESTE/
SIBELY CAÑEDO/ 03-06-2014)
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