Patricia Mayorga/ Proceso
CHIHUAHUA, Chih.
(proceso.com.mx).- Norma Lorena de Santiago González, una madre de familia de
41 años, nunca imaginó que olvidar su celular en un bar del que era clienta
pudiera costarle la vida.
Ella fue una de las
siete víctimas de la masacre en el bar Mogavi, ocurrida el jueves pasado.
Esa noche Norma
Lorena le dijo a su mamá que no tardaba pues sólo recogería el teléfono y
regresaría a casa, donde vivía con dos de sus tres hijos.
Sin embargo, ya no
volvió.
La mujer dejó
desamparados a sus hijos, uno de 10 años y otro de 19 que es estudiante
universitario.
El cuerpo de Norma
Lorena fue velado en su domicilio, una casa humilde ubicada en la colonia San
Rafael, al sur de esta capital.
En este sector
popular se ha celebrado durante 31 años el viacrucis más antiguo de la ciudad.
El viernes, al
terminar el viacrucis al que asistieron más de 3 mil fieles, el cuerpo de Norma
fue llevado a la calle 35. La pequeña vivienda color verde lució abarrotada por
decenas de personas que acudieron a despedirla.
Norma Lorena se
dedicó a trabajar como empleada en diferentes empresas y así sacó adelante a
sus tres hijos, uno de los cuales es casado.
“Le salieron muy
buenos hijos, muy estudiosos”, dijo una vecina de la familia De Santiago.
“Ella era el sostén
de la familia”, afirmó una amiga cercana que manifestó su incredulidad por la
forma en que Norma falleció.
En el Mogavi,
ubicado en una zona de bares y cantinas en el Centro, ya se habían registrado
riñas y balaceras.
En enero del año
pasado un hombre fue asesinado en ese establecimiento durante un tiroteo; en
junio, se reportó otro en el que no hubo muertos ni lesionados.
De los siete muertos
que dejó el ataque del jueves, la Unidad de Atención a Víctimas del Delito dio
a conocer la identidad de seis:
Alma Aracely Miguel
Quiroga, de 37 años, empleada del bar.
Tayde Frías Muñoz,
de 37 años, también empleada.
Norma Lorena de
Santiago González, de 41 años, cliente del local.
Sergio Daniel López
Montes, de 38 años, también cliente.
Tomas Casillas
Tarín, de 44 años, cliente.
Óscar Guillermo
Payán Rodríguez, cliente.
De manera
extraoficial, la otra víctima es Óscar Tarín Estrada. Un hombre más se
encuentra en un hospital porque resultó lesionado durante el ataque.
LUTO EN DOS FAMILIAS
Se conocieron cuando
eran niñas en la colonia Independencia de la ciudad de Chihuahua. Compartieron
escuela, sueños, anhelos y desafíos. Se decían comadres.
El jueves pasado
murieron juntas en la masacre del bar Mogavi. Ambas tenían 37 años. Laboraban
en el establecimiento cuando un hombre enmascarado les disparó con un “cuerno
de chivo”.
Alma Aracely Miguel
Quiroga y Tayde Frías Muñoz dejaron tres y cuatro hijos, respectivamente.
Aracely tenía sólo
un mes y medio trabajando en el bar. Durante años laboró como operadora en la
maquiladora Zodiac. En diciembre pasado, su hija mayor Viviana, de 19 años,
enfermó. El asma que sufre se le complicó y ella tenía que llevarla al hospital
todos los días.
El jefe de Aracely
no reportó las faltas justificadas. Sumaron tres consecutivas. Le pidieron su
renuncia para no boletinarla y evitar que la contrataran en otras empresas.
Ella renunció pero tardó casi dos meses en conseguir un nuevo empleo.
Aracely decidió
entrar a trabajar porque debía mantener a sus hijos. Los más pequeños son Dania
Sugey, de 17 años y Javier, de 14.
Se casó cuando tenía
18 años. Después de unos años de matrimonio, se separó. Desde entonces se
convirtió en el sostén económico de su casa. Actualmente vivía con sus hijos en
una vivienda prestada.
“Fue una mujer muy
luchona, amigable, social, con todo mundo se llevaba bien”, dijo su sobrina y
compañera de vida quien pidió omitir su identidad.
La mamá de Aracely
cuenta orgullosa e incrédula que su hija se dedicó a sus hijos:
“Siempre iba de su
casa al trabajo y del trabajo a su casa, fue una excelente madre, ¿qué le voy a
decir? Iba un día sí y un día no al bar”.
El jueves pasado,
Aracely salió a las 10:00 horas de su casa para ir a trabajar. Ella y Tayde
llegaban temprano para hacer la limpieza y salían a las 21:30 horas.
“A las 10 de la
noche ella ya estaba en su casa”, asegura la mujer.
Recordó que esa
noche, a las 21:15 horas, su nieta Viviana le llamó a su casa: “Gritó: ‘¡mi
mami, mi mami!’. Vine a su casa y me enteré de todo”, relata.
La mamá de Aracely
camina intranquila por la casa de su hija para platicar breves episodios. Se
sienta en el sillón y atrás de ella está el cuadro de un paisaje con el que su
nieta Viviana ganó el primer lugar en un concurso de Bachilleres.
“Heredó el talento
de su mamá, ella dibujaba de todo”, expresa y no puede seguir.
La sobrina de
Aracely continúa:
“Aracely dibujaba
muy bien, se lo heredó a su hija. Sólo dibujaba para amigos y familia, también
le gustaba hacer manualidades. Aprovechaba para hacerse de un poco de dinero
cuando le pedían arreglos para fiestas, por ejemplo”.
Viviana interrumpió
sus estudios por cuestiones de salud y precisamente el próximo año escolar
pensaba continuar. Su deseo es ser arquitecta.
Con el fallecimiento
de su mamá, la situación se complica.
La esperanza es que
los tres hijos de Aracely puedan ingresar al Fondo de Atención a Niños y Niñas
Víctimas de la Lucha Contra el Crimen (Fanvi).
A partir de mañana,
las familias de ambas víctimas tendrán que reacomodar su vida. Javier, el hijo
menor de Aracely, no ha podido llorar.
“Su mamá siempre le
decía que cuando ella muriera no quería que llorara, pero necesitamos que
alguien le ayude a entender lo que sucede. No es lo mismo que muriera por una
causa normal que por la forma como murió”, dice su sobrina y agregó que la Unidad de Atención a Víctimas de la
Fiscalía ya se acercó para ofrecerles apoyo.
Las circunstancias
de Tayde eran similares. Sus hijos están jóvenes. La más grande la hizo abuela.
Eran mujeres de
lucha. Así las definen. Por lo que ahora la prioridad para sus familias son los
hijos. Sobre el móvil del multihomicidio no saben nada porque no hay ni
sospechosos, según les informaron las autoridades.
El dueño del bar ya
les ofreció apoyo a los hijos de las dos mujeres y prometió estar pendiente del
caso para conocer la situación de las familias.
Hasta ahora no hay
detenidos por los siete asesinatos que causaron fuertes daños morales,
emocionales y económicos a igual número de familias.
(PROCESO/ Patricia Mayorga/ 31 de marzo de 2013)
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