Raymundo Riva Palacio / ejecentral
Uno de los mensajes
que transmitieron los emisarios del presidente Felipe Calderón en Estados
Unidos durante la campaña presidencial, era que si el PRI regresaba al poder se
acabaría el combate al narcotráfico y volverían los tiempos donde se pactaba su
libertad a cambio de la paz en las calles.
El discurso era
persuasivo por la mala fama que tenía el PRI, bajo cuyos gobiernos el
narcotráfico penetró las instituciones, y compró políticos y militares. Esa
campaña de desprestigio logró neutralizarse a nivel gubernamental, pero flota
como un déjà vu inevitable.
Esta idea circula en
México hace tiempo, incluso durante los gobiernos panistas. Un ex procurador,
por ejemplo, le dijo hace no mucho a un gobernador ante la permisividad con la
que había permitido que dos cárteles rivales cohabitaran en su estado, que era
un error porque traería violencia, la cual en efecto padeció su sucesor, bajo
la hipótesis que si sólo hay un cártel dominante, no habrá violencia porque
cuidará su negocio al impedir que microempresarios del delito lo afecten.
Teóricamente es lo
que puede estar pasando desde hace algún tiempo en México. No se sabe si el
presidente Vicente Fox, muy insistente en negociar con los cárteles de la droga
una tregua para restaurar la paz, lo haya hecho.
Pero en el gobierno
de Calderón, quien mantuvo una línea de combate frontal a todos los cárteles,
varias operaciones conjuntas militares que arrancaron la lucha contra la
delincuencia organizada terminaron con que el cártel que dominaba la plaza, la
perdió ante el del Pacífico, sin que este relevo redujera necesariamente la
violencia.
Desde junio de 2010
se planteó en este espacio que cuando Calderón lanzó la guerra contra todos
cárteles, el de Sinaloa, que hoy se llama Pacífico, se agazapó mientras el
gobierno combatía a los de Tijuana, El Golfo y Los Zetas, y corrompió a los
policías que debían combatirlos. En retrospectiva, su estrategia y los
operativos conjuntos, lo dejaron como el cártel mejor librado en la guerra.
Un análisis
estadístico a nivel municipal presentado en ese momento, mostró que se ordenaron
operativos conjuntos en Michoacán y Guerrero sin que los niveles de violencia
lo ameritaran.
La racional era
recuperar el territorio que estaba bajo el control del Cártel del Golfo y Los
Zetas, pero al llegar el Ejército la violencia se disparó en Lázaro Cárdenas,
Uruapan, Zitácuaro y Apatzingán, donde el Cártel del Pacífico entró a disputar
esos territorios y se alió con un hijo de los tamaulipecos, La Familia
Michoacana.
En Nuevo Laredo, la
violencia subió cuando el operativo conjunto inició el combate al Cártel del
Golfo y Los Zetas, cuya presión sobre ellos provocó su implosión y fueran
retados en su plaza por el Pacífico.
En Veracruz,
controlada por Los Zetas, tampoco había problemas de violencia hasta que
entraron los militares, seguidos por el Cártel del Pacífico, que desea la
plaza.
En Durango, las
operaciones comenzaron en las zonas rurales montañosas, sin mayor alteración de
la violencia, pero cuando rompieron los hermanos Beltrán Leyva con el Cártel
del Pacífico en 2008, los sinaloenses empezaron a pelear la ruta de la cocaína
– de Gómez Palacio-Torreón a Ciudad Juárez- a sus viejos socios aliados y al
Cártel de Juárez. Al final, el Cártel del Pacífico se quedó con todo.
En los últimos años
ha habido una constante, al menos estadísticamente, que el Cártel del Pacífico
fue el mayor beneficiado de la estrategia gubernamental. Otra constante es que
el cártel más perseguido son Los Zetas.
En Tamaulipas,
Veracruz, San Luis Potosí y Zacatecas, sobretodo, coinciden las fuerzas federales, el Cártel del Pacífico y
La Familia Michoacana en el mismo enemigo: Los Zetas.
Ellos son la
organización más sanguinaria, y sobre la que Estados Unidos tiene interés
particular en aniquilar, porque han asesinado a agentes federales y jueces en
Texas y llenado de violencia sus calles.
Teóricamente se
piensa que si Los Zetas son aniquilados, la violencia se reducirá, al ser ellos
sus principales promotores, dejando el país a un cártel dominante, el del
Pacífico, mediante lo cual se puede concluir, se regresaría al status quo
previo al asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena Salazar en 1985,
cuando la Pax Narca, teóricamente también, era una realidad.
rrivapalacio@ejecentral.com.mx
Twitter: @rivapa
(DOSSIER POLITICO/ Raymundo Riva Palacio / ejecentral(
08 de Abril 2013)
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