Alejandro Sicairos/ Observatorio
Allá por los caminos
de terracería que cerros arriba comunican entre sí a los poblados de la
indómita sindicatura de El Salado, perteneciente al municipio de Culiacán,
están las comunidades El Álamo, La Estancia, El Ranchito de los Burgos y El
Vizcaíno, entre otras que con sus casas de tejados y paredes de adobe proyectan
una sensación de serenidad y hospitalidad que en realidad sí tienen. Las
brechas y veredas serpenteantes infunden miedo a quien por primera vez las
recorre pero al devorar con lentitud los kilómetros el forastero toma
confianza.
En aquella zona son
casi inexistentes los hechos de delincuencia. Rara vez ocurren asaltos,
secuestros, violaciones e incluso asesinatos, a pesar de que la vigilancia
policiaca es también esporádica y los operativos militares van enfocados contra
el cultivo de estupefacientes. La calma permanente difiere también con la
leyenda que se ha tejido en torno al hombre que controla a esa región y gran
parte de Sinaloa.
En una ocasión
escuché que un visitante primerizo le exponía a una lugareña el temor que
sintió al transitar en su vehículo por el camino ceñido de monte y cercas, del
cual se espera que en cualquier momento emerja algún malhechor. La mujer,
tratando de tranquilizar al intruso, le dijo que no se preocupara porque “aquí
sí hay gobierno”.
—¿Sí hay gobierno? ¿Pues qué no es el mismo gobierno?
—le reviró el fuereño.
—No. Aquí manda el
Señor. Él sí pone orden —insistió la hembra con su acento bronco.
—¿Cuál señor? ¿Dios? —volvió a preguntar el extraño.
—No se haga tonto
oiga. Aquí manda el Mayo Zambada —le contestó cerrando de tajo la conversación.
Guardadas las
proporciones, algún sosiego similar deberíamos sentir los sinaloenses, según el
gobernador Mario López Valdez, al estar la seguridad pública de Sinaloa en
manos de Jesús Antonio Aguilar Íñiguez, el controversial Chuytoño, que la
semana pasada ocupó espacios principales en los medios de comunicación, al
oficializarse que no pasó los exámenes de control de confianza que debió
aprobar para ser jefe de la Policía Ministerial del Estado y asumir el mando
único de las corporaciones policiacas, funciones que desempeña.
La defensa de
Chuytoño, insólitamente encabezada por el gobernador y coreada por alcaldes y
dirigentes empresariales, es tan debatible como discutible es el hecho de que
hoy los capos estén aportando a gran parte de la reducción de sucesos violentos
que se vive en México después de que Felipe Calderón Hinojosa dejó la
Presidencia de la República y la asumió Enrique Peña Nieto.
En la lógica de la
eficiencia a pesar de la inaptitud legal ¿debiéramos entonces sentir mayor paz
cuando en algunas ciudades del país aparecen narcomensajes en los que
supuestamente Joaquín el Chapo Guzmán ofrece limpiar de Zetas al territorio
nacional? Un alto obligado aquí. La idoneidad moral y profesional de los mandos
policiacos es un requisito imprescindible para atajar la táctica de combatir la
violencia con más violencia, o fundar un estado bárbaro dentro de un estado
legal.
En la argucia de los
resultados se pretende ocultar la claridad de lo dispuesto por la norma
jurídica. Tal vez sean ciertas la experiencia, destreza y “colmillo” que
Aguilar Íñiguez posee en cuestiones policiacas, pero no deja de ser un extravío
discursivo para desestimar el impedimento que le impone la Ley General del
Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Al no acreditar
Chuytoño las pruebas de control de confianza y al ocasionarle con ello a
Sinaloa una merma de recursos federalizados en el área de seguridad pública, el
gobernador Malova debería detenerse a meditar sus actos y palabras que lo
colocan en un grave riesgo de maniatarse con sus propios enredos. Definir, por
ejemplo, qué tipo de tranquilidad quiere darles a los sinaloenses: aquella
sujetada por frágiles alfileres de ilegalidad, o la que aparte de buenos
resultados se finque también en el estado de derecho.
Escuche las voces,
gobernador, que lo llaman a rectificar, antes de que tenga que oír el griterío
que le exija pagar por un error.
REVERSO
A como pinta a
Chuytoño, el gobernador, alucinado, lo admite como el retoño, de ignominias del
pasado.
FRASES PARA ACUÑAR
En situación de
miedo, la sociedad busca asirse a cualquier posibilidad de custodia. La región
serrana de Badiraguato estuvo atenida durante muchos años a la protección que
le brindaban Ernesto Fonseca Carrillo y Rafael Caro Quintero. De Badiraguato a
Santiago de los Caballeros y de ahí a Babunica se creó un pasillo de
apacibilidad que las comunidades apreciaban, aún en tiempos donde las
confrontaciones entre cárteles no eran tan atroces. En razón de ello pasemos
desapercibidas las palabras del alcalde de Navolato, Evelio Plata, en las que
establece que “es más valioso recuperar la seguridad que perder 4 millones de
pesos”. Guardemos la frase.
SIN QUERER QUERIENDO
En su dualidad de
secretario de Seguridad Pública y secretario ejecutivo del Sistema Estatal de
Seguridad Pública, Genaro García Castro le echó más leña a la lumbre que quema
a Chuytoño al dar a conocer el quebranto de entre 3 y 5 millones de pesos que
el jefe de la Ministerial ocasiona al Estado por reprobar el examen de control
y confianza. Se le “chispoteó” o delata otra intención.
(RIODOCE.COM.MX/ Alejandro Sicairos/ Abril 21, 2013)
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