Rosendo Zavala
Saltillo, Coah.-
Aterrado por la idea de sentirse humillado, Joel forcejeó con su enemigo
emocional hasta arrebatarle el cuchillo que portaba entre sus manos,
asestándole la puñalada en el corazón que lo convirtió en homicida…y todo por
defender el honor de su esposa.
Confundido entre la
maraña del zafarrancho personal en que se había visto inmerso, “La Marrana”
aprovechó el momento para saldar la cuenta que tenía pendiente con “El Gordo”,
que desde tiempo atrás lo hostigaba intentando robar el amor de su mujer.
Fue así como el
potencial triángulo amoroso tendría un final anunciado, luego de que el celoso
marido pusiera un alto a las crueldades de su vecino, mandándolo al otro mundo,
cuando irónicamente lo asesinó con el arma que le quitó para defender hasta el
orgullo.
TARDE DE ALCOHOL
Ignorando que su
destino estaba escrito, Joel se dispuso a validar sus borracheras sabatinas y
como cada fin de semana se dio a la tarea de buscar a sus amigos, tratando de
diluir los pesares que lo atormentaban anímicamente.
Y es que durante
mucho tiempo, la sombra de un tercero en discordia le robaba el sueño, asunto
que podría matar su relación con “Mary”, quien hasta entonces lo había
respetado rechazando al galán de pueblo que insistía en cortejarla sin motivo
aparente.
Dejando de lado el
único detalle que le amargaba la vida, “La Marrana” siguió el instinto de la
rutina, y tras una complicada jornada de labores llegó al domicilio de la
colonia Morelos, donde quedó de verse con sus aliados de siempre.
Con el arribo de la
tarde, los estragos del incipiente otoño lo incitaban a seguir los rituales
sociales que parecía no cambiar por nada, siendo su costumbre lo que le impulsó
el deseo de embriagarse para olvidar los problemas amorosos que desembocarían
en tragedia.
A escasos metros de
ahí, Pepe se entretenía en su casa recordando los pasajes de pasión que deseaba
concretar con la mujer de su prójimo, minimizando las consecuencias que
acarrearía si el esposo ofendido se enteraba de su aventurera acción.
Pero el fresco de
octubre diluyó la intención de ambos por sumirse en el problema sentimental que
los envolvía espontáneamente, porque mientras uno se distraía con la botella
para olvidar sus penas, el otro reposaba su humanidad frente al televisor fraguando
una más de las venturosas odiseas “pasionales” que le hacían evocar al peligro.
Bajo ese escenario,
“La Marrana” vio llegar a su gente tomando la reunión como el mejor de los
pretextos para quemar el fantasma de la desconfianza bajo el elixir del vino,
que lo ayudó a sacudirse las presiones amorosas que le rondaban cada vez más.
Fue así como el
melancólico sentimental vio llegar el domingo cobijado por los consejos de sus
amigos, que metidos en su mundo festivo restaban importancia a las revelaciones
del embarnecido anfitrión, que seguía sin calentarlo el sol.
TRÁGICO AMANECER
Mientras el humo del
cigarro nublaba el ambiente de la casa donde los parranderos justificaban su
estancia terrenal, la bebida se postraba sobre Joel, que a sus 32 años seguía sin
controlar sus fragmentadas emociones, que poco después le cobrarían la peor de
las facturas.
Sin percatarse de
que la realidad lo había rebasado por completo, el futuro criminal pretendió
comenzar de nuevo el camino que ya tenía andado, porque resuelto a desaparecer
sus miedos, se armó de valor para hacer una “apuesta” que resultaría
definitiva.
Aquel domingo sería
trascendente por la inesperada venganza que el acorralado marido fabricaría
como producto de las circunstancias, porque el amanecer del 14 de octubre se
teñiría de rojo.
Para concretar el
escenario, “La Marrana” de la Morelos se perdió entre el delirio del vicio,
intercambiando anécdotas y palabras banales con sus compañeros de ocasión,
inmerso en el tiempo que corría veloz, anunciando la llegada de la
infranqueable desgracia.
Y es que como por
obra del destino, la música pareció detenerse para dar paso a los recuerdos que
invadieron la cabeza del atribulado trasnochador, que en fracciones de segundo
vio desfilar por su mente las imágenes emocionales que lo atormentaron de
manera desquiciante.
Sin temor a
equivocarse, abrió su corazón ante la concurrencia de borrachos que le rodeaban
y pronto encontró la respuesta a su problema amoroso, porque una voz interior
dictó lo que debía hacer para calmar el ansia que lo carcomía en el momento.
Animado por los
efectos del alcohol, Joel intentó despedirse de los amigos para evadir la
bronca en que éstos se habían enfrascado durante el amanecer, donde el destino
asomaba para dar paso al día que cambiaría su existir.
Decidido a todo, el
sujeto que escondía sus temores tras la barba mal hecha que lo proyectaba ante
la sociedad, salió de la vivienda, y tambaleándose caminó por la calle Zapata
hasta llegar al sitio donde cometió el error más grande de su vida.
A PUÑALADAS
Con fuertes toquidos
que alertaron a medio mundo, el minimizado borracho gritó reclamando al dueño
de la vivienda para que le diera la cara, mientras le exigía que dejara de
cortejar a “Mary” porque estaba destruyendo una familia sin el menor
miramiento.
Ante el reto verbal
del que había sido objeto, José salió para hacerle frente, comenzando el
intercambio de insultos que despertó a los vecinos, quienes asustados dieron
aviso a la Policía para que procediera a la detención de los rijosos.
Durante varios minutos,
“La Marrana” increpó a “El Gordo”, que sin piedad revivió la herida del primero
por sentirse humillado, ocasionando la furia que se convirtió en gresca.
Justo cuando Joel se
distraía maldiciendo a su competencia sentimental, éste se metió a su domicilio
para volver a la puerta con cuchillo en mano, dando paso al forcejeo que ambos
trataron de librar para no salir lastimados.
En un acto de
habilidad física y mental, el buscapleitos desarmó a su potencial victimario y
en un segundo el escenario cambió radicalmente, cuando logró arrebatarle el
arma para recetarle el puyazo que le atravesó el corazón peligrosamente.
Como resultado del
golpazo, “El Gordo” cayó como fulminado ante la vista asombrada del agresor, y
quienes atestiguaron la obra asustados por lo acontecido se retiraron del lugar
a paso lento, sin digerir lo que había pasado.
Instantes después,
elementos ministeriales llegaron a la escena del ataque y encontraron a José
tendido en el suelo y con el cuchillo en la mano, mientras un charco de sangre
enmarcaba la desgracia que tomaría forma cuando murió en el centro de salud a
donde ingresó minutos después.
Por su parte, Joel
reposaba el susto con sus acompañantes cuando las autoridades lo detuvieron por
las acusaciones que tenía en contra, ya que los vecinos del lugar lo habían
señalado como el único atacante de la feroz batalla.
Cansado de las
injurias recibidas por su fallecido rival de amores, aceptó durante sus
interrogatorios primarios haber cometido la agresión, impulsado por el odio que
sentía hacia su contraparte caída, argumentando haber actuado en defensa propia
por sentir que su vida corría peligro.
BUSCANDO LA LIBERTAD
Tras confesar el
crimen que resolvió los problemas “de Mary” casi por completo, el homicida
imprudencial fue conducido al Cereso donde comenzó su calvario legal en vías de
recuperar la libertad perdida cuando menos lo esperaba.
Manifestando siempre
que cegado por los celos defendió su integridad porque su enemigo estaba
armado, el asesino aceptó su realidad afrontando la ley para desafiarla con los
argumentos que junto a su defensor aporta por el bien de su futuro.
Desde que cayó en la
cárcel, “La Marrana” medita los hechos ocurridos hace apenas unos meses en las
inmediaciones de la colonia Morelos, donde utilizó el cuchillo de su víctima
para sacar lo mejor de sus habilidades y en un instante de locura pasional
enfundar la daga en la humanidad de su “desprotegido” rival.
Por lo pronto, Joel
continúa tras las rejas esperando el veredicto del juez penal que lleva su
caso, en el expediente abierto que se le sigue por el delito de homicidio
simple en contra de José Gabriel, “El Gordo”, con quien sostuvo rencillas desde
tiempo antes por el acoso que éste aplicó a la pareja de su victimario.
Actualmente, Joel se
encuentra bajo proceso legal por el delito de homicidio simple, aunque las
diligencias llevadas hasta hoy por un juez de primera instancia apuntan a una
posible reducción sustancial de la condena que pudieran darle, debido a que el
inculpado ha intentado demostrar que mató a su rival en defensa propia.
(ZOCALO DE SALTILLO/Revista Visión
Saltillo/Rosendo Zavala/22/01/2013 - 01:10 PM)
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