Luis Fernando Nájera
El comando esperó a
que se vistiera, se lo llevaron y después ya no se supo nada
Ejido Pino Suárez,
El Fuerte.- Fausto Mondragón Iribe, de 49 años de edad, presidente del Comité
Municipal Campesino número 10 de El Fuerte, fue privado de la libertad por un
grupo armado el lunes 7 de enero en la noche, mientras pretendía dormir.
Once días después,
el también fundador de este ejido aún no es regresado a casa, y la Policía no
ha movido una sola patrulla para buscarlo, contrario a lo que ocurrió con el
intenso operativo desplegado para localizar al gendarme de San Blas, Rosario
Peñuelas Yocupicio, desaparecido también en la misma zona, el mismo día, pero
por la mañana.
Su organización
campesina, a la que entregó más de 20 años de su vida, la Confederación
Nacional Campesina (CNC) y su filial, Liga de Comunidades Agrarias de Sinaloa,
guardan un sospechoso silencio y ninguna voz social de este municipio reclama
su paradero.
El silencio de “todo
el municipio” le es cómodo al alcalde Eleazar Rubio Ayala, que prefiere no
moverle al tema, pues es en su administración cuando los grupos armados legales
como ilegales se apoderaron de poblados enteros y de sus caminos,
desapareciendo a los pobladores.
Incluso el propio
alcalde tuvo que enfrentar la sospecha de patrocinar un grupo armado o guardia
blanca cuando en la disputa de la alcaldía, su contrincante, Jaime Astorga
Hernández, y la comitiva de este fueron embestidos por comandos. Rubio Ayala
nunca desvaneció con un deslinde sólido su patrocinio a tales grupos y optó por
el tiempo para que esos asuntos se borraran de la memoria de los electores, hoy
sus gobernados.
El Pino Suárez es un
ejido con miedo. Se ubica a unos 10 minutos al oriente de San Blas, sindicatura
fortence localizada a unos 30 kilómetros al norte de Los Mochis. San Blas es
conocido por matanzas colectivas tanto de policías estatales como de civiles, y
porque en sus años de gloria fue una exitosa estación ferroviaria.
La tierra de Fausto
está sobre la carretera que conduce a Ocoroni, Sinaloa. Está flanqueada por
terrenos de agostaderos. De manera silvestre, aquí solo crecen cardos. La
naturaleza ha vencido a la mano del hombre, que no ha logrado hacer productivos
los cerros, en donde el ganado bovino vaga.
Sus casas son más
bien chozas, construidas con lo que se puede, desde láminas viejas, hasta
ladrillo y puntales de troncos.
La mayoría parecen
tapiadas. No hay vida. En pleno día, nadie asoma la cabeza. No hay alma alguna
a quien recurrir para preguntar o tratar de obtener ayuda.
Del miserable
caserío sobresalen dos casas. Ambas están deshabitadas y a medio destruir. Una,
la más humilde, es de apenas dos cuartos y ambos fueron incendiados. Restos de
caguamas y ballenas quedaron en el piso, igual que los chamuscados fierros de
lo que fue una bicicleta y partes de una motocicleta.
La otra casa se ve
desde la carretera. Es sólida, de ladrillo. Sus ocupantes habrían sido los
adinerados del pueblo. Es de dos niveles. En sus mejores tiempos tendría portón
eléctrico y juegos infantiles en el patio. Es la única con cochera y escaleras
de madera, que remataba en una cantinera. Su fachada revela que allí ocurrió
una guerra, y que sus moradores tuvieron una salida rápida, tipo huida, y que
los conquistadores revolvieron todo, hasta los maceteros, en busca de algo. Fue
tan intensa la búsqueda que desempotraron estantes y hasta la cocina integral.
Los testimonios
revelan que la casa fue atacada por enemigos de esa familia, y estos
defendieron la posición, pero terminaron abandonándola.
Luego de esa guerra
particular, la Policía Ministerial del Estado allanó el poblado y se llevó a
Álvaro. Del paradero del joven nadie sabe nada y su familia prefiere no abrir
la boca, ni para preguntar, ni para lamentarse. La han silenciado.
Meses después,
Fausto Mondragón Iribe es privado de la libertad por desconocidos enmascarados
que llegaron a bordo de un auto blanco, alrededor de las 22:00 horas del lunes
7 de enero.
Recién había llegado
del foro nacional cenecistas que se realizó en Veracruz, recuerda Jessy Edith
Mondragón Felicián, hija de Fausto, que vivió el caso por voz de su mamá,
Guadalupe Felicián Urías, quien a su vez, obligada por su madre y hermanos
abandonó la casa, cuando su esposo ya no retornó.
Jessy se ha quedado
en la casa a esperar a su padre, y tiene una poderosa razón para permanecer en
el hogar, que resguarda una imagen de la Virgen María. “Dijo que iba a volver,
y lo estoy esperando. Él siempre decía que no tenía enemigos, que a nadie le
había hecho daño, nunca, por eso se sentía seguro”.
Tan seguro estaba de
no tener cuentas pendientes que cuando el comando llegó por segunda ocasión a
su casa, aceptó acompañarlos. “Es una equivocación”, le dijo a su esposa e
hija, buscando tranquilizarlas. Tomó su pantalón y se lo puso. Uno de los tipos
armados le dio una camisa y los zapatos, que se calzó. Luego se perdieron en la
oscuridad. Se lo llevaron con rumbo a Ocoroni.
No se trataba de un
secuestro, porque Fausto no tenía nada de valor. Sus tierras son tan pobres que
nada valen. Su casa está hecha a retazos y por su propia mano. Tiene dos puercos,
que alimentan con pepena de hortalizas, y unas pocas cabezas de ganado que
vagan en su rancho, si así se le puede nombrar a esas tierras sin cerco.
Fausto es pobre. Es
un líder ejidal pobre. Tanto que el día que tomó protesta como presidente del
Comité Municipal Campesino número 10, tuvo que pedir zapatos prestados porque
en la suela de los suyos no había espacio ya para más agujeros, y la piel
estaba tan maltratada que rechazaba la tinta.
Por eso no es un secuestro.
Su desaparición se
descarta también con lío de faldas, porque no era agraciado con las mujeres.
Una venganza contra
su persona tampoco es una hipótesis coherente, porque nunca ha hecho daño
alguno, y no tenía enemigos.
Si generó corajes y
enemistades eran recientes. Y podrían ser políticas, porque se pronunció por
una diputación local por su partido, el PRI.
Cuando supo que no
tenía crédito político para ser electo diputado, bajó sus pretensiones a
regidor. “Ese era su sueño, obtener ese puesto por el que tanto trabajó durante
20 años con la CNC”.
Pero ahora lo
olvidaron. Cuando mejor la estaba pasando, se lo llevaron, y todos los que se
decían sus amigos lo olvidaron. Nadie habla para saber de él. Nadie hace
pública su molestia por lo que pasó. Nadie reclama a la Policía el que no haga
nada para buscarlo. La Policía y el Gobierno nos mandó a la chingada”, rememora
Jessy.
Su resentimiento
contra la autoridad tiene una razón fundada. Y es que cuando acudió a denunciar
los hechos, tres días después de ocurridos, fueron atendidos por una mujer,
atenta, pero con ella estaba un sujeto. “Pinche viejo, puras preguntas pendejas
hacía. Trataba de poner cola en donde no había. Nos dijo que se sembraba
mariguana, que por eso se lo llevaron”.
Jessy se dobla y se
dobla, pero no termina en llanto. Muerde sus manos, se tapa los ojos, crispa
los puños, se reacomoda en el asiento de su camioneta, mientras su pareja
recarga medio galón de gasolina, porque hasta eso, el dinero no alcanza para
nada, están pobres y desesperados. Pero ella continúa con la esperanza de ver
regresar a su padre, que esta enfermo de baja presión y sin medicamentos.
Son once días ya de
ausencia de Fausto, su padre, que soporta con entereza, con fuerza, dice,
aunque por dentro se la esté llevando la chingada.
“Tengo fe de que va
a regresar, porque él dijo que iba a volver. Tengo esa fe en Dios. Él no merece
lo que le ocurrió, ni tampoco merece terminar tirado por ahí, sin que nadie lo
busque. Sin que a nadie le importe, y menos a esta pinche policía que no hace
nada para buscarlo”.
En Los Mochis, el
subprocurador regional de Justicia en la Zona Norte, Francisco López Leal,
confirmó que en la averiguación por la privación ilegal de la libertad de
Fausto Mondragón Iribe no hay avance, excepto la declaración de la familia.
“Fuera de eso, no
hay más datos. Estamos investigando”, cortó.
Fechas
— 7 enero 2013: Fausto Mondragón desaparece.
— 10 enero 2013: la familia denuncia el hecho.
— 17 de enero 2013: Fausto no aparece aún.
(RIODOCE.COM.MX/ Luis Fernando Nájera /Martes 22 de enero de 2013)
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