RICARDO
MONREAL Y MANUEL VELASCO. Acuerdo turbio. (Foto: Moisés Pablo/Cuartoscuro.com).
La
nota la dieron las cámaras legislativas la semana pasada, y no tanto por las
iniciativas presentadas que tienen que ver con el fuero constitucional y con la
austeridad, sino por el mercadeo vergonzante en que las convirtieron en solo
unas horas. Haberle autorizado la licencia al gobernador de Chiapas —¡con
licencia!—, Manuel Velasco, en segunda votación, luego de que se la habían
negado bajo argumentaciones congruentes y plausibles, hizo ver a los pregoneros
de la “cuarta transformación” como mercachifles cabareteros, al más puro estilo
prianista. Mientras el Senado aprobaba la licencia, el Partido Verde cedía a la
bancada de Morena en la cámara baja cinco diputados, con los cuales el partido
del presidente electo alcanzaba la mayoría absoluta. Fue una negociación
concertada por el gobernador, el partido y los líderes de las cámaras, sin
duda, aunque tanto el senador Ricardo Monreal como el diputado Mario Delgado lo
hayan negado. Quién les cree.
Los
hechos, que se ganaron el repudio inmediato hasta de sus propios seguidores en
redes sociales, se ha querido justificar con que las licencias son derechos de
quienes las solicitan. Pero si esto fuese así de simple no tenía por qué
pasarse al pleno, sino quedar en un mero trámite administrativo. Y, en todo caso,
el pleno está facultado para negarlas si así lo considera. Otro argumento falaz
—lo dio el senador Martí Batres—, es que en la primera votación casi no había
senadores de Morena y no estaba presente el interesado. Y otro peor: que las
grandes transformaciones están llenas de porquería. ¿En serio?
¿No
fue el partido verde uno de los más criticados durante tres sexenios por ser
una franquicia familiar y su propensión a venderse al mejor postor? En las
elecciones presidenciales de 2000 este partido fue en alianza con el PAN, en
2006, en 2012 y 2018 jugó con el PRI, aunque en la elección más reciente con
negociaciones estatales y municipales a conveniencia. ¿Dónde entonces queda la
sustancia del cambio prometido, la transformación ofrecida, la nueva forma de hacer
política anunciada?
Pero
más allá del oprobio para los que les dieron el voto pensando en un “cambio
verdadero”, está la mansedumbre de los senadores de Morena que, conociendo los
contenidos del primer debate cuatro horas antes, donde se fustigó a Velasco por
haber modificado la constitución a su antojo para poder regresar a la
gubernatura una vez electo senador, votaron a favor. Y en esta tesitura están
los dos senadores por Sinaloa, Rubén Rocha Moya e Imelda Castro, quienes han
dicho que las formas no fueron las más adecuadas y que en todo caso estarían
aprendiendo del error (Mario Zamora, del PRI, igual votó a favor pero lo que
haga o no ya no tiene tanta importancia).
Otra
cosa que se ha dicho es que los acuerdos persiguen un bien superior. Menos mal.
Porque si persiguieran algo peor el país se iría a la mierda desde ahora. Por
el contrario, la oportunidad que el gobernador de Chiapas brindaba para marcar
una línea de distancia y diferenciación con lo que se hacía y contra lo que el
53 por ciento de los electores votaron el 1 de julio, era como un manantial
para un sediento y decidieron mejor atascarse en el lodo.
Bueno
para el gobernador de Chiapas, un cacique al más viejo estilo priista ahora
arropado por esa “izquierda” que llegó al poder; malo para ese pueblo cada día
más agraviado por la pobreza, la marginación y la violencia; bueno para la
clase política “emergente” que esgrime todos los días la bandera de la “cuarta
transformación”; malo para los mexicanos que creyeron en un verdadero cambio. Mal
inicio de las cámaras. Pésimo.
BOLA Y CADENA
UNA DE LAS COSAS MÁS DELEZNABLES del viejo régimen en este ámbito fue la figura de los
levantadedos, plasmada en cientos de cartones desde hace décadas, parte
indisoluble de la picaresca legislativa. Lo que se vio el martes pasado fue
idéntico, como si nada hubiera ocurrido en el país. Como si no existiera
—porque existe todavía— un mandato distinto.
SENTIDO CONTRARIO
¿CUÁNTO TIEMPO VA A ESTAR Diego Armando Maradona con el equipo Dorados? No creo
que mucho; no está entre sus virtudes la constancia desde que dejó de patear
balones en las canchas y se dedicó a sus cosas privadas, que casi siempre son
públicas. ¿A qué viene? Pues a cotorrear, a ganar un poco de plata, no a sacar
del hoyo al equipo. De hecho no creo que Jorge Hank Rhon, dueño de los Dorados,
esté soñando con el ascenso al traerlo. Excéntricos uno y el otro, se
encontraron en un punto en el que los dos sacarán la mayor raja posible. ¿Por
cuánto tiempo? No por mucho. Como sea, su llegada es una buena nota. Y las que
están por llegar… y construirse.
HUMO NEGRO
La
semana pasada, Alexandra Ellerbeck, Coordinadora del Programa de Norteamérica
del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), envió una carta al
secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete, donde le expresa su preocupación
por el anuncio hecho por funcionarios del Mecanismo de Protección para
Defensores de Derechos Humanos y Periodistas, de que se quedarían sin recursos
a partir del 1 de octubre. Y le pide que el Mecanismo se haga de recursos sobre
todo en este periodo de transición. Las razones son obvias. Cientos de
periodistas están bajo protección de periodistas, muchos resguardados en
ciudades que no son las suyas y otros laborando en situaciones de alto riesgo.
La pregunta es si es necesaria la intervención de organismos internacionales
para que el gobierno federal tome cartas en el asunto. ¿No es la realidad
suficientemente clara y amenazante como para que alguien tenga que conminarlos
a que cumplan con su deber?
Columna publicada el 9 de septiembre de
2018 en la edición 815 del semanario Ríodoce
(RIODOCE/ ISMAEL BOJORQUEZ/ 11
SEPTIEMBRE, 2018)
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