Creo que solo para ellos
resulta de trascendencia el hecho de si se han saludado alguna vez o si han
vuelto a cruzar palabra, después de los acontecimientos políticos de 1975; pero
quizá en su conciencia o en su fuero interno lo llevarán, -si es que acaso-, el
recuerdo, la valoración histórica y el balance de los hechos que los separó
violentamente del trabajo en equipo,
lealtad, amistad y solidaridad política que tanto pregonaron y
cultivaron durante ocho años (1967-1975), hasta que se quebró abruptamente
tomando como pretexto los hechos violentos de San Ignacio Río Muerto acaecidos
en octubre de 1975. “Un ‘clip’ determinante, fue el punto final a un diálogo
que duró ocho años entre dos hombres que llegaron a culminar una relación de
poder político, lealtad y trato familiar”.
El ex presidente Luis
Echeverría Álvarez cumplirá 94 años el próximo 17 de enero. El ex gobernador
sonorense Carlos Armando Biébrich cumplirá 76 el próximo 19 de noviembre. Los
separan 18 años… también San Ignacio con la fecha fatal del 25 de Octubre...40
años ya.
Del ex presidente Echeverría
no conocemos memoria escrita, sólo entrevistas esporádicas de muy antigua
manufactura realizadas por el periodista Luis Suárez a finales de la década de
1970, cuando se rompiera la tradición de los ex presidentes -de permanecer
alejados de los reflectores cuando menos en el sexenio de su sucesor-, y un
texto más reciente escrito por el periodista Rogelio Cárdenas (“Luis
Echeverría: Lo personal y lo político”). También se conoció el juicio al que se
le sometió en el gobierno de Vicente Fox, por los hechos violentos del 2 de Octubre de 1968, y hasta ahí.
Biébrich presentó sus
memorias, apenas en diciembre del año pasado.Se trata de un texto (“Biébrich:
He vivido con Dignidad”) que abarca desde sus orígenes, pasando por su
formación profesional y política y sus diversas experiencias en el servicio
público y en la política. También su severo juicio personal sobre el entorno y
sus personajes.
¿Qué ha quedado como lección
de aquellos tiempos? ¿Cuáles son las conclusiones a 40 años de aquellos hechos?
Una primera interrogante
tiene que ver con las razones de la caída del gobernador Biébrich apenas a 12
días de haber cumplido dos años en el gobierno. Esos escasos días de diferencia
impidieron que se pudiera volver a convocar a elecciones, como lo establece la
Constitución en caso de que falte el gobernador antes de cumplir dos años en el
poder. ¿Fue eso premeditado? No se descarta.
Otra cuestión es que contrario a lo que sucedió
ese mismo año (1975) en Guerrero (Nogueda) e Hidalgo (Miranda), en Sonora no se
operó la desaparición de Poderes como se estilaba entonces para quitar
gobernadores, y como quizá lo pensaron quienes planearon el golpe, en caso de
que Biébrich hubiera presentado alguna resistencia.
Fueron esos, años en que los
presidentes no la pensaban mucho para borrar de un plumazo los tres Poderes de
un Estado. Biébrich optó por la renuncia,... “para no ser obstáculo en el
esclarecimiento de los hechos”. “Estimo desproporcionada y absurda la decisión
de desaparecer los poderes en Sonora, señor presidente. Si el problema soy yo
dejo el poder ahora mismo, pero deben preservarse las instituciones”.
Otra versión habla de los
trabajos anticipados del gobernador Biébrich en la sucesión presidencial de 1976
a favor del secretario de Gobernación Mario Moya Palencia, sin la autorización
del presidente Echeverría. La versión se sostiene por la serie de reuniones
realizadas por Biébrich con sus colegas gobernadores de entonces, para tratar
de fortalecer una corriente política nacional a favor del titular de
Gobernación, el más viable entonces.
Otra versión señala la
decepción sobre un proyecto de gobernador joven que el Ejecutivo nacional
esperaba “revolucionario” por los tiempos del México de entonces (La revuelta
juvenil de 1968 y la crisis política posterior), e incluso por haberle modificado la Constitución del
Estado antes de postularlo candidato del
PRI, porque a los 33 años (era 1972) Biébrich no daba la edad requerida para
ser gobernador, que era de 35.
¿Qué esperaba el presidente
Echeverría de Biébrich como gobernador? ¿Quizá a alguien más cercano a su
lenguaje revolucionario y a las políticas federales de combate al orden
establecido que el presidente impulsara en su sexenio?¿Alguien que combatiera
vicios, que ayudara a impulsar los cambios que México requería con urgencia?...
puede ser.
Como gobernador, Biébrich no
tuvo mucho a su a favor para demostrar
espíritu revolucionario, --entendiendo los límites de ser revolucionario
en aquellos tiempos--. Entró como gobernador en 1973 y al año siguiente se
empezaron a mover las fichas para el juego sucesorio de 1975, donde quizá el presidente tenía decidido que su
sucesor fuera su antiguo compañero de escuela José López Portillo, al
promoverlo de subsecretario a director de la CFE, y después a Secretario de
Hacienda.
Lo más consistente de
Biébrich a juicio de muchos, fue la creación de los tecnológicos federales de
Hermosillo y Nogales, su gran impulso a la educación media superior federal y
la creación del Colegio de Bachilleres, que significó sacar a las preparatorias
de la Universidad de Sonora; una medida sumamente acertada en un debate que
viene desde justo Sierra y que a 40 años de distancia, la historia le ha dado
la razón al ex gobernador.
La otra versión sobre su
caída es por la muerte de los campesinos de San Ignacio Río Muerto al operarse
el proceso de desalojo.
Quien fuera dirigente de la
CNC y secretario de la Reforma Agraria en el gobierno del presidente
Echeverría, Augusto Gómez Villanueva, en sus memorias (“El campo que yo
conocí”). Un extenso texto de 900 páginas
aborda una parte de la crisis mencionada. Dice Augusto que “cuando
Celestino Salcedo, entonces dirigente nacional de la CNC, le planteó el problema a Biébrich de la invasión de
tierras en San Ignacio y solicitarle diálogo, éste le advirtió: “Yo las
invasiones de tierra solo las tolero 12 horas y ésta, la de San Ignacio Río
Muerto ya lleva 48. ¡Se salen antes de las 7 de la mañana o los saco a como de
lugar!”, y abunda: “Era inocultable su definida simpatía a favor de Mario Moya
Palencia como candidato del PRI a la presidencia de la República, especulándose
que también estaban definidos otros gobernadores, deterioraron su relación con
el presidente” (p.803-804).
El ex dirigente de la CNC
Celestino Salcedo en su libro “El Chaparral 717 sostiene: “Mira,-me dijo
tajantemente-la invasión ya tiene 48 horas,les he dado de plazo hasta las 7 de
la mañana para que abandonen el predio por su voluntad,de lo contrario los
mando sacar por los medios de apremio de que dispongo” (p.62)
Biébrich revira: “Las
promesas de justicia social agrarista que le escuchara a Echeverría tantas
veces, durante su campaña electoral, ensayaba a compensarlas con demagogia,
sangre y a última hora, a espaldas del mandatario sonorense en quién ya no
confió porque ‘siempre lo había utilizado’”(p.246)
Y abunda el ex gobernador:
que “todo empezó cuando la revista TIME publicó sobre América Latina un gran
reportaje que destacaba a dos jóvenes mexicanos integrantes del futuro
liderazgo mundial: Carlos Armando Biébrich y Porfirio Muñoz Ledo [...] De mi
exhibía un carisma político y su influjo indisputable cercano al presidente
Echeverría, lo que incitó las envidias en unos y la seducción insinuante en
otros, de que tomaría parte y a mi favor en el señalamiento presidencial de su
inminente sucesor” (p.232).
A lo largo se la obra
describe las estrategias de ataque, los hechos consumados, su defensa política
y jurídica y sus opiniones particulares acerca de los principales actores
nacionales y locales del drama. Sobre los hechos de San Ignacio Río Muerto es
enfático y concluye: “Pero no se hizo nada al respecto, nadie fue responsable
de una investigación a fondo de los hechos de San Ignacio Río Muerto. Nadie fue
consignado ante autoridad alguna, ni se presentó culpables ante la opinión
pública. Sólo perpetraron una persecución oprobiosa en mi contra, fraguaron
toda una mentira de cargos en los tribunales estando yo ausente y perseguido
por judiciales, y finalmente enlodaron de tinta los periódicos en una
diligencia fallida de difamación a mi persona, a mi dignidad y a mi familia.
Aunque de ello prefiero no hablar ni juzgar, mejor doy la palabra a la pluma,
sin refutar o censurar a periodistas e intelectuales que se ocuparon de ésta
infamia” (p.270).
En su única mención al caso y
en el primer informe de gobierno de Alejandro Carrillo Marcor,el entonces
presidente Echeverría afirmó: “Carlos Armando Biébrich que seguramente no
apreció en ese momento cual era el matiz que debería aplicar...dejó en meros
instrumentos policiacos una acción que tenía matices sociales y políticos que
debió haber cuidado”(CS p.170)
Gómez Villanueva concluye:
“Carlos Armando tenía un gran compromiso moral con el presidente Echeverría y
no con Mario Moya”. Yo creo que ahí estaba la frontera entre la condición del
propio Biébrich antes de ser candidato a gobernador y después como gobernador
en el ejercicio de su desempeño,como una gente estrictamente vinculada a las
políticas del poder ejecutivo”...Además los sucesos se encadenaron (sic)con un
acontecimiento coyuntural: La protesta del presidente Echeverría contra el
dictador Francisco Franco por el asesinato masivo de los estudiantes a través
de la ley del garrote,fecha que
coincidió con el incidente en San Ignacio,donde hubo muertos acribillados por
la policía de Sonora” (p.804)
¿Que 40 años no es nada?
Quizá para la historia sea un pasaje menor, pero a querer o no, el caso de
Sonora, junto con los de Hidalgo y Guerrero ocurridos el mismo año, marcaron al
sistema político mexicano en la nefasta práctica centralista de estar quitando
gobernadores como si éstos fueran empleados del presidente de la República y no
de sus electores.
De 1975 a la fecha el sistema
político mexicano no ha experimentado ningún procedimiento de desaparición de
Poderes.
El reparto agrario finalizó
como política de Estado y demanda campesina con las reformas del artículo 27
Constitucional de 1992. No existe todavía una evaluación objetiva de los
presuntos beneficios de dicha reforma por más que insistan sus publicistas
oficiosos. Ha vuelto la concentración de la tierra.
Las organizaciones campesinas
han sufrido un debilitamiento gradual en sus tareas de control y representación
política de la gente del campo y todavía no parecen encontrarle la cuadratura
al círculo.
El llamado “voto verde” se
esfumó del escenario político y ahora se reparte en varios partidos políticos”.
La renta de parcelas ejidales
en México representa un mal poco combatido y una gran simulación en las
políticas del campo, al que ningún gobierno le ha entrado con seriedad ni con
ganas de resolverlo de fondo. Al mes del incidente de San Ignacio se dotó de
4387 hectáreas a 433 ejidatarios. Hoy el 90% de esa tierra se encuentra
rentada.
Los principales actores del
drama todavía viven: Echeverría con 93 años,Gómez VIllanueva con 86 y Biébrich
76. ¿Lograremos saber algún día la verdad sobre este capítulo de la historia de
Sonora?.
(DOSSIER POLITICO/ Bulmaro Pacheco/
Termómetro/ 2015-11-02)
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