sábado, 11 de octubre de 2014

“EL PAN NO VUELVE A GANAR”

 Crónica
    
Fue el 7 de marzo del 2010 cuando la gente salió a la calle. Era la primera pincelada al epitafio de un gobierno insensible, intolerante, autoritario.

David Oláis acaba de llegar en su bicicleta. Parece una vieja “choper”. En la caja posterior un letrero delata, anuncia su oficio: “Plomero”. Y no hay duda: dentro lleva la llave inglesa. Una cinta métrica. La grifa. El desatascador. Atornilladores. Tubos de pe-ve-cé. Un cortatubos para cobre.

“Terminé una chambita y me vine a la marcha. Un ratito porque tengo que ir a una misa a las seis. Pero sentía la necesidad de hacer presencia. Yo también estoy muy enojado con el gobernador”, dice el vecino de la colonia Cortinas.

El fontanero es uno de los miles y miles de manifestantes que ayer reavivó el vigor moral de la insurgencia social más importante de Sonora. Esa que Guillermo Padrés Elías incubó y abonó con su denodado desprecio por la ley. Esa que misma florece ahora bajo la sombra cómplice del Gobierno Federal.

A más de cuatro años de distancia, la lucha por la defensa del agua encuentra viejos y nuevos adeptos. El reclamo por la primacía del Estado de Derecho suma voluntades. El lema de “No al Novillo” ya no es sólo un grito en la protesta callejera. Es un himno que une, que funde a la conciencia ciudadana más allá de la frontera del otrora “Granero de México”.

Aquí, en el corazón del Valle del Yaqui, la expresión solidaria del pueblo de México la significa el hijo del presidente Lázaro Cárdenas: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, quien aboga porque cese la persecución política en contra de la Tribu Yaqui.

Y son legión los indígenas de la indomable etnia que marchan por toda la Miguel Alemán. Desde el teatro del Itson hasta la Náinari. César Cota Tórtola resalta la presencia del ex candidato presidencial y líder moral del PRD. Su testimonio, es un nítido, perenne reconocimiento equiparable a la veneración que profesan por su padre.

Uno de sus compañeros de lucha, lo distrae. Aquel, porta la bandera de la Nación Yaqui que representa en sus colores azul, blanco y rojo, la fuerza, pureza y sangre derramada por sus antecesores. El padre Sol. La madre Luna. Y una cruz, símbolo de su religión y el misterio de la vida.

 Y el capitán de la guardia tradicional del Pueblo de Cócorit, repite la consigna en la lengua legada por sus ancestros: “Namakasia achaim kaabe amau tawabaane” (Firmes compañeros, que nadie se quede atrás).

Más allá de las cinco de la tarde, una muchedumbre camina alegre. Marcha entusiasta. Va decidida por las calles de Ciudad Obregón. Y los gritos no cesan: “¡Fuera Padrés!” “¡Muera Padrés”. Y suena la tambora. En medio de la ojeriza, una luz de esperanza brota en las almas de esa comunidad agraviada por el autoritarismo del régimen padrecista: ya mero se va, alienta desde el estrado el líder agrario Juan Leyva Mendívil.

Baltazar Peral, uno de los dirigentes del Moviminento Ciudadano por el Agua, explica a los reporteros que la convocatoria tiene un común denominador: el hartazgo de la gente hacia el gobernador Padrés.

Y no necesita decirlo. Está en las mantas: “Recuerdas que dijiste un día que la Tribu Yaqui no existía”, rememora esa leyenda que destaca en lo alto de las testas. O en la espalda de aquella rubia niña de bien que viste de mezclilla y camiseta blanca: “¡Estamos hasta la madre de Padrés”.

Sin ton ni son, tal vez se trata de la consigna de izquierda la que porta ese hombre: “Alto a la alza energética”.

No faltaría, desde luego, el ingenio jocoso de algo parecido a lo que en las redes sociales llaman un “meme”. “A veces quisiera ser una cajemense normal y tranquila. Luego me acuerdo de los abusos de Padrés y se me pasa”.

O esa que alude al más reciente escándalo de corrupción descubierto en la huerta familiar del gobernador: el rancho Pozo Nuevo. “Padrés confiesa con qué dinero hiciste tu presa”.

Atrás del reportero, un acomedido observa a la carrera: “ahora si vinieron de todo; no pura cara rosita”.

Sí: porque a las huestes del “novillero número uno”, Rogelio Díaz Brown, se unió un contingente de Malnacidos encabezados por Rebeca Villanueva y Luis Manuel Vargas. Los obreros de la CTM. Transportistas.  Ahí andan los artistas, mirando de reojo como Héctor Andes, uno de los máximos exponentes en esta comarca del folclor latinoamericano. Otra vez: como en la primavera del 2010 y el verano del 2011, los habitantes del sur de Sonora tomaron la plaza pública para refrendar su muina contra el gobierno estatal. Diez mil. Veinte mil. Treinta mil. O cincuenta mil como dijo con cierta exageración el animador del acto. ¡pero qué importa la cifra!. La postal habla por sí sola. Ahí están ciudadanos. Políticos. Agricultores. Amas de casa. Empleados. Estudiantes. Maestros. Intelectuales. Ricos. Marginados. Pobres. Izquierdistas como el profesor Próspero  Valenzuela Núñez, consejero del PRD, que trae la representación del Frente Amplio Social de Navojoa. Deportistas del “Bugies Club”. Empresarios cuya raigambre inspira respeto como el de don Javier Robinson Bours que se aventó la caminada sin prisas ni pausas.

Y el ejidatario venido a menos, Jesús López Nieblas habla con recelo. Tiene razones para apuntalar el juicio ciudadano contra el gobernador Padrés. La falta de agua que le impidió segundos cultivos  en la parcela que le heredó su padre en el Ejido Progreso la vendió. Eran 16 hectáreas. Tenía que darle estudio a sus hijos.

“Estoy aquí porque ésta es una lucha justa”, expresa a quien recién acaban de despedir injustamente de su trabajo. Pero encontró otro: es velador.

--Me parece un movimiento totalmente legítimo. Los ciudadanos están en todo su derecho de defender y luchar por su patrimonio. No queda más que apoyarlos –observa el senador Ernesto “El Borrego” Gándara.

Más allá de las siete de la tarde, Adalberto Rosas López, está apoyado en una valla metálica. Satisfecho por la respuesta de la gente. De todos. De los que vinieron del centro del estado. De Guaymas. De Bácum. San Ignacio Río Muerto. De Navojoa. De Rosario Tesopaco. Del Quiriego. De Etchojoa. De Benito Juárez. De Huatabampo.

El ex alcalde desliza el fondo de la manifestación: queremos decirle al Gobierno Federal que no sea cómplice. Que actúe. “Me queda la sospecha de que quieren negociar la gubernatura de Sonora y dejar el acueducto”, conjetura el luchador social que en 1983 asumió ciegamente un credo por la justicia que imparte la Corte.

“No hay otra: a Mario Luna lo tiene que absolver la justicia federal una vez que dictamine el amparo indirecto”, dijo.

Al caer la noche en esta comunidad azotada por el dengue, otra epopéyica manifestación de fuerza, de conciencia de lucha, de vigor moral, de unidad, sonó como pincelada del inminente epitafio que el plomero David Oláis regaló al periodista antes de hincarse ante el Santísimo:

“No soy político, pero sí estoy seguro de una cosa: el PAN no vuelve a ganar”.

(DOSSIER POLITICO/ Héctor Froylán Campos Macías / 2014-10-11)

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