jueves, 25 de septiembre de 2014

RELATOS Y LEYENDAS: LA LLORONA DE GENERAL CEPEDA


Ya es parte de nuestra cultura porque según nuestros abuelos, los lamentos se vienen escuchando desde tiempos muy antiguos, según se los contaban también ellos a sus abuelos. Fuente: General Cepeda.com

Desconocemos sin embargo el momento en que se acorta a un simple ¡aaayyy!, porque según nuestros abuelos, e investigaciones realizadas era ¡aaaaaayyy, mis hijos!, decían que sólo se escuchaba cuando iba a caer un fuerte aguacero y éste lamento se dejaba escuchar por los arroyos, pero aquí, además, se oye por las calles, y a veces sin que llueva.

El grito es un lamento desgarrador que eriza la piel y se siente un escalofrío de terror que es capaz de paralizar al más osado; es un grito inesperado, secundado por el aullar de los perros y el rebuzno de los burros. Hay quien cuenta que además de haberla escuchado la han visto, dicen que es una mujer que viste de blanco, con el pelo suelto muy largo, negro y enmarañado que pareciera ir volando sobre las acequias donde se le ha visto. La mayoría de los pobladores ha vivido esta experiencia.

Cuenta la leyenda que ésta era una señora muy dada a las pachangas y que un día salió a divertirse a una fiesta por la noche, sin importarle dejar solos a sus tres pequeños, que a esa hora ya dormían. Pero ese día llovió fuertemente, y como vivía a orillas de un río, de éste bajó mucha agua que se llevó la casa y a sus hijos, y llena de dolor y de arrepentimiento corrió río abajo en el intento de encontrar vivos a sus pequeños, gritando ¡aaaaaayyyyyyy mis hijos! Se cree que murió días después y es su alma la que vaga penando y lo seguirá haciendo hasta encontrar a sus pequeños.

Pero aquí en nuestro pueblo de General Cepeda, tenemos también nuestra Llorona.
Nos cuenta un jovencito en nuestras reuniones cotidianas, donde nos juntamos a platicarnos todos los hechos vividos que no les encontramos explicación, que cierto día fue a acompañar a su abuelo a acarrear arena del arroyo de Gallinas al que los lugareños le llamamos El Río, por la carretera que da para Parras.

Pues ya estando ahí nos bajamos del camión de mi abuelo, pero como llegamos muy temprano, apenas con cierta claridad de la mañana, mi abuelo decidió esperar un rato más a que amaneciera cuando de pronto divisamos frente a nosotros una mujer que venía cruzando el arroyo, como caminando sobre el agua, era de tez muy blanca, con largo cabello negro, enmarañado, que le llegaba cerca de las corvas, con un vestido que parecía blanco pero sucio y roto de varias partes del cuerpo.

Traía algo en la mano que parecía un cuerno muy largo, luego volteó a vernos sin hacerlo directamente, como viendo más allá de nosotros, como si no le importara nuestra presencia, en ese momento bajó el cuerno y sorbió de él bajándolo hacia donde corría agua, para luego lanzar por la boca piedras, algo que parecían huesos que saltaban para todos lados.


Mi abuelo y yo nos volteamos a ver, como para asegurarnos que estábamos viendo lo mismo, al voltear de nuevo hacia la mujer, ella empezó a caminar de nuevo sobre el agua , de pronto lanzó su singular y aterrador grito ¡Aaaayyy…! , dejándonos enmudecidos de miedo, en eso mi abuelo me toma de la mano me dirige al camión, olvidándonos de cargar la arena del Río. Mi abuelo arrancó el camión sin pronunciar palabra y nos dirigimos hacia la casa; al llegar le pregunté que quién era, mi abuelo muy serio me respondió, pos la Llorona en persona, ¿la viste bien hijo? Sí abuelo, la mera verdad pos no me quedaron ganas de volver al Río.

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