sábado, 18 de enero de 2014

"LOS PERDIMOS A ELLOS Y LO PERDIMOS TODO..."



Mercedes recuerda cómo la violencia les llegó y los hizo huir de su tierra en la que habían vivido 42 años
        
CULIACÁN.- A Mercedes la muerte y el destierro le llegaron de noche.

En un lugar de Culiacán, Mercedes recuerda su desgracia. Los ojos hundidos en las cuencas de un rostro surcado por los años, miran sin observar. Su historia es una de los más de 4 mil 500 desplazados por la violencia en Sinaloa.

La noche de su destierro dormía con el padre de sus 13 hijos en el portal. Las luces de un vehículo la despertaron a medianoche. Era la muerte que llegaba.

"'Ahí viene un carro', le dije a mi esposo", recuerda.

El automóvil se paró enfrente de la casa. Bajaron dos hombres que le hablaron a su esposo por su nombre.

"'Ah, ¿'taba de 'durmión'?', le dijeron, como jugando con él".

Mercedes fija la vista en el horizonte que se recorta en un caserío sin planeación, de calles de piedra brava, que serpentean y terminan en un canal, en una tierra que nadie le prometió.

"Lo levantaron...", expresa, "lo echaron al carro y se fueron a la casa de mi hijo".

El padre fue el señuelo para que saliera el hijo. Algo le preguntaron a este sobre una lámpara, a decir de la nuera de Mercedes. Luego, disparos.

Los ojos de Mercedes se cubren de un líquido viscoso que le nubla la mirada. Las cuencas se le pronuncian más. La voz se quiebra, titubea.

"Nadie me dijo nada, pero cuando oí los disparos presentí algo", dice, "me bajó la presión".

Al instante la montaron en una cuatrimoto y la condujeron al poblado más cercano, y con los primeros gallos, a otro más, donde llevaron los cuerpos de su esposo de 70 años y de su hijo de 30, para las exequias.

Eran mediados de 2012. Desde entonces, los 12 hijos y la madre viven en una tierra que no consideran suya. Malviviendo. Las raíces que echó en 42 años de vida en la sierra de Tepuche se desenraizaron de tajo. Su patrimonio se perdió.

"Todo se perdió", lamenta, "eso que pasó fue de la noche a la mañana".

La vida es difícil en Culiacán. Acostumbrados al trabajo rudo, los hijos ven penoso emplearse aquí.

Según datos de la Secretaría de Desarrollo Social y Humano, este fenómeno afecta a 83 poblados de El Rosario; a 35 de Sinaloa de Leyva; a 16 de Mazatlán; a 12 de San Ignacio; a 11 de El Fuerte; cinco de Badiraguato, y tres de Mocorito.

Y no hay políticas públicas para satisfacer la demanda de vivienda, educación y salud.

"El día que toca la renta", se duele Mercedes, "ese día nos la vemos más difícil".


Los pómulos se le pronuncian a Mercedes y los ojos se le nublan. Mira la cuatrimoto en la que abandonó su tierra a medianoche. Su cuerpo menudo se estremece. Su vida no echa raíces en esta tierra.

"Los perdimos a ellos", susurra, "y lo perdimos todo...".

"Todo se perdió, eso que pasó fue de la noche a la mañana".

Mercedes
Desplazada


(NOROESTE/ Martín González /18-01-2014)

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