
Ricardo Ravelo/ Reportaje Especial
El hallazgo en Veracruz.
Foto: Yahir
Ceballos
Los primeros días de este mes se descubrieron varias fosas con los restos
de al menos 14 personas asesinadas por Los Zetas en un predio de Acayucan,
Veracruz. Capturado poco antes del hallazgo, el jefe de los sicarios en esa
sureña región de la entidad, El Pollo H, confesó los crímenes sin
empacho; pero resulta que el predio donde estaban las fosas clandestinas tiene
un dueño, al menos nominalmente: un ganadero que se vio forzado a abandonar la
finca para salvar su vida y la de su familia, y sobre el que ahora se ciernen
las sospechas.
ACAYUCAN, VER.- “Yo soy gente de trabajo y me sigo
preguntando por qué me pasó esto tan horrible. Se robaron mi tranquilidad y temo
que un día vengan y me maten. Esta gente ya no respeta nada. Hoy les pagas y al
rato vienen y masacran a toda tu familia. Así no puede uno vivir tranquilo.”
Habla René Reyes Ramírez, ganadero y dueño del rancho La Poma Rosa,
a dos kilómetros de esta cabecera municipal. Sicarios del cártel de Los Zetas lo
secuestraron y luego lo despojaron de su propiedad para usarla como cementerio
clandestino.
En entrevista con Proceso, René Reyes narra lo que padeció
hace un año y medio, cuando lo secuestró “un grupo de encapuchados” que, según
se supo después, eran sicarios al servicio de Los Zetas afincados en el corredor
petrolero Coatzacoalcos-Acayucan, en el sur de Veracruz.
Cuenta que lo plagiaron en pleno centro de esta ciudad. “Ese día”, recuerda,
“tomé mi camioneta y fui al pueblo a dar una vuelta, como siempre lo hacía; de
pronto me interceptaron estas personas y me llevaron a la fuerza”.
–¿Qué le dijeron? –se le pregunta.
–¿Qué me van a decir? Lo que le dicen a la gente que secuestran.
Que
cooperara o me mataban. Me llevaron a dar vueltas y más vueltas. No sabía ni
dónde estaba porque me vendaron los ojos y me golpearon. Luego me llevaron a una
casa y ahí estuve tres días.
Querían que les diera dinero, que le dijera a mi
esposa que llevara una cantidad y se las entregara para que me dejaran
libre.
–¿Cuánto le pidieron?
–No quiero hablar de ese tema.}
En medio de la constante amenaza de muerte, siempre encañonado, los
plagiarios le exigían el dinero para dejarlo libre. Pero había un problema: su
esposa no tenía acceso a su cuenta bancaria. Reyes negoció con Los Zetas: les
pidió que lo liberaran y se comprometió a liquidar el pago tan pronto reuniera
el dinero. Sus plagiarios aceptaron pero le advirtieron que si no pagaba, los
matarían a él y a toda su familia.
Una vez liberado le contó lo ocurrido sólo a su esposa. Luego vendió unas
vacas, pidió prestado, dispuso de lo que tenía en una cuenta bancaria y
finalmente pagó. Pero la pesadilla no terminó ahí. Los Zetas le exigieron que
les entregara el rancho, localizado a un kilómetro y medio de su casa. No se
pudo negar.
(Extracto del reportaje que aparece esta semana en la revista
Proceso 1843, ya en circulación)
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