sábado, 22 de octubre de 2011

LA VIOLENTA BELLEZA DE MAZATLAN


Ismael Bojórquez /ALTARES Y SOTANOS  

En una cosa tiene razón el secretario de Seguridad Pública, Francisco Córdova Celaya: Mazatlán es uno de los destinos turísticos más bellos de México.

Bajo esa premisa, aunada a otras nada desdeñables para cualquiera que desee relajarse “aunque solo sea por un domingo de otoño” en esta paradisíaca perla del Pacífico, Mazatlán debiera ser uno de los lugares de descanso más visitados en el país.

 No lo es, y, por el contrario, cada vez son más las firmas turísticas —cruceros, promotores de viajes, charters— que prefieren sacarle la vuelta al puerto para buscar otras opciones.

La razón, y justa, por lo menos explicable, es la violencia que amenaza cotidianamente toda la ciudad. Y mal hacen nuestros funcionarios estatales en negar esta realidad, cuando debieran mejor hacer todo lo posible por atacar el problema.

Mazatlán vive principalmente del turismo y del comercio —ya no tanto de la pesca— y los gobiernos de todos los niveles deben tomar medidas urgentes para garantizar la buena marcha de estas dos actividades si no quieren que la experiencia de Acapulco de repita ahora en Sinaloa.

Pero el problema tiene en su seno una fuerte contradicción. Siendo Mazatlán destino turístico, el Gobierno no puede darse el lujo de militarizar sus calles, ni de llenar de policías sus playas. Tal vez para los visitantes nacionales esto sea visto como parte del paisaje, pues en muchas ciudades de la república ocurre lo mismo, pero los turistas extranjeros no lo verían así.

De tal modo que los gobiernos deben desarrollar inventiva con el fin de introducir más elementos de inteligencia en la vigilancia de las calles, playas y centros nocturnos, que uniformes y fusiles. El Gobierno ha sido tan miope que cree que colmando las avenidas de policías y soldados el turista se va a sentir más seguro, cuando es al revés.

Y hay que abandonar de plano esas actitudes mamonas y dichos simplones, que suenan a burla, de que “aquí no pasa nada”, “vengan, disfruten nuestra tierra”, dichas por funcionarios que nada tienen que ver con la promoción turística.

Desde ahí está mal el Gobierno. ¿Qué tiene que ver Francisco Córdova promoviendo los destinos turísticos si tu trabajo es asegurar la tranquilidad de los sinaloenses y de los que nos visitan?

Ese no es su trabajo y por eso se ve peor cuando dos horas después de que hace una invitación en ese sentido, se desata una balacera en pleno centro de la ciudad donde mueren cinco sicarios.

La guerra será larga

Mazatlán tiene una especie de maldición: es una plaza en disputa. Como Navolato, como Los Mochis, como Guamúchil, en cierto modo.

En las plazas controladas por un cártel de la droga, como Culiacán, donde domina el de Sinaloa, casi no se dan este tipo de enfrentamientos.

Hay ajustes de cuentas y los crímenes no cesan, pero tienen otra naturaleza. Guasave, controlado por el Chapo Isidro, es un caso parecido.

En Mazatlán tenía toda la fuerza el cártel de Sinaloa, hasta que estalló la guerra en su interior y muchas de sus células se fueron con Arturo Beltrán Leyva.

Dueños de Nayarit, los hermanos Beltrán reforzaron sus estructuras en el sur de Sinaloa con gatilleros traídos desde allá. En alianza con los Zetas, estos empezaron a llegar por Durango y se apoderaron de la zona serrana del municipio.

 Fuerte es su presencia desde la Noria hasta El Pinto, pasando por El Guamúchil y Las Guásimas. Ahí están muchas de sus guaridas, desde donde bajan y pegan, como la guerrilla, para luego regresar a sus cuevas. Por eso será más difícil combatirlos.

El cártel de Sinaloa, por su parte, tiene controladas algunas zonas de la ciudad, como la mal llamada “Dorada” —ahora se puede llamar “Verde” y no precisamente por el color de lo dólares— y ha estado reforzando su presencia con células nuevas preparándose para una guerra prolongada.

Por eso no hay, si se quiere ver así, un futuro promisorio para el puerto. No en lo inmediato. Mazatlán no solo es mercado para el narcomenudeo, que ahora representa una parte importante de los ingresos de las organizaciones criminales, sino también zona de trasiego estratégica por sus características: el tren, las playas, el mar, los barcos de gran calado, los atuneros, los camaroneros, las lanchas rápidas...

Y lo que viene con la carretera Mazatlán-Durango, que conectará al puerto en un corredor hasta Matamoros. Casi nada.

Mazatlán es uno de los destinos turísticos más bellos. En eso tiene razón el secretario.

Bola y cadena

LOS PENALES NO PUEDEN convertirse en bombas de tiempo, como se dijo el jueves durante el Segundo Encuentro del Sistema Penitenciario Nacional. Son ya, muchos de los que hay en el país, bombas activadas que estallan aquí y allá.

Parece que no hay memoria cuando algo así se afirma en Mazatlán, pues en el Cecjude del puerto fueron asesinados 29 reos (la mayoría presuntamente Zetas) en junio del año pasado. Una matanza que constituye uno de los expedientes de barbarie más siniestros que se hayan registrado en Sinaloa y en México. Y se olvida.

Sentido contrario

LA RESPUESTA DE LA SCT sobre la demanda de comerciantes y del mismo Consejo para el Desarrollo de Sinaloa para que se detenga la construcción del puente sobre la avenida Aeropuerto, es de antología: tenemos presupuesto para construirlo, pero no para demolerlo.

Es decir, que el puente pudo haber estado mal planeado y hasta puede ser innecesario —por lo menos con este diseño— lo cual están alegando con argumentos técnicos sus detractores. Pero si solo hay presupuesto para terminarlo, pues que se termine. Y que la ciudad, sus transeúntes, sus comerciantes, sus automovilistas, terminen de joderse.

Humo negro

EMPIEZAN A PUBLICARSE elementos para desmantelar lo que parece una gran mentira más del Gobierno norteamericano vertida con fines que ya irán quedando claros.

 El diario Milenio publicó el viernes una nota donde explica que el presunto sicario Zeta implicado en un supuesto plan para atentar contra el embajador de Arabia Saudita en Washington, es en realidad un “chivato” de los Estados Unidos con el cual las policías gringas tienen contacto desde hace años. ¿A dónde van ahora los halcones del Tío Sam? O peor aún ¿Por dónde vienen?



































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