Hace unos días, un periodista
francés que estuvo trabajando en Sinaloa se sorprendió cuando le expresé mis
dudas de que la búsqueda de Joaquín Guzmán Loera, por parte de los gobiernos
norteamericano y mexicano, fuera real. Simplemente, la vacilación no entraba
para él en un probable tejido de conjeturas. El Chapo Guzmán, para el
periodista, para los europeos y para mucha gente en el mundo, es ahora el
hombre más buscado del mundo.
Pero si con la duda se
sorprendió, cuando le dije que el Chapo podía estar en el piso de abajo, en la
sierra, o en alguna casa de descanso en los Estados Unidos, creyó que su viaje
a México para construir su historia no había tenido ningún sentido.
La visión de los europeos
sobre la justicia y la seguridad, sobre las verdades históricas y públicas, son
muy distintas a las nuestras. Acá se distorsiona la realidad desde el mismo
ejercicio del poder. Por eso la sospecha está siempre en el imaginario colectivo,
como una sombra indeleble. Si el Chapo se fuga de un penal de máxima seguridad,
no lo hizo solo aunque lo hubiera podido hacer. Tuvo, en el esquema al que nos
han impuesto históricamente en México, que haber sido con la complicidad del
Gobierno.
Cuando detuvieron a Guzmán
Loera en Mazatlán, los otros capos se enojaron porque “había acuerdos”. ¿Con
quién, a qué nivel? Quién sabe, pero “había acuerdos”. Y cuando se fugó el
pasado 11 de julio, en los mismos círculos se dijo que “se habían tardado”.
¿Quién dejó ir al Chapo y por qué? Es algo que se sabrá tal vez algún día. Lo
cierto es que si hubo una operación de Estado para liberarlo, no pudo ser con
la ignorancia del gobierno norteamericano. Ellos no se chupan el dedo ni se
cortan las venas. Para los gringos, si un capo de este nivel debe estar
encerrado, muerto o gozando de su libertad, es un asunto de Estado. El sistema
es lo que importa.
El narcotráfico se convirtió,
desde hace muchos años, en uno de los elementos nodales en las políticas de
seguridad de los gringos para algunas regiones de América Latina. Por ello el
Plan Colombia en los años noventa; por lo mismo la Iniciativa Mérida en México
bajo los gobiernos panistas.
Pretexto de oro, la
existencia de hombres como el Chapo (y como el Mayo, como el Azul, como Rafael
Caro Quintero) ha permitido al Gobierno norteamericano definir políticas de
seguridad en México. Y, en ese sentido, a pesar de su satanización, les han
sido estratégicamente útiles porque, además, les surten buena parte de la droga
que se ocupa en las calles de la Unión Americana —que casi nunca es decomisada—
e invierten buena parte del dinero sucio en la malograda economía
estadunidense, cuando muchos pensamos
que los dólares se siguen guardando en sótanos y bodegas de Culiacán.
El periodista me preguntaba
si el Chapo es un mito. Y no, no es un mito, es un hombre de carne y hueso,
ahora más poderoso que nunca, con dos aprehensiones federales en su haber y dos
fugas espectaculares que lo han convertido casi en un héroe nacional en un país
donde representaciones heroicas, hasta de este perfil, sirven para que la gente
exprese su repudio al poder por tanta mugre que mira todos los días.
¿Lo van a detener? Eso no se
sabe. Tampoco si lo van a matar si un día se encuentran con él y lo acorralan.
No creo que un hombre así quiera estar de nuevo tras las rejas. En todo caso,
es más probable que, si vuelve a caer preso, su destino sea la vida americana
en la clandestinidad, terminando sus días en los Estados Unidos, viendo crecer
a sus gemelitas y a su imperio de droga y muerte, con el visto bueno de
aquellos que ahora dicen perseguirlo. ¿Qué ha pasado con los Zambada, que han
sido extraditados a ese país? Precisamente eso.
¿Periodismo ficción? No.
Vivir en Sinaloa es, para estos casos, también un privilegio. Ni un novelista
pudo inventar que el Chapo se volvería a fugar. Y se fugó. Con ayuda o no del
poder, pero se fugó… haciendo del 2015, su año de oro.
BOLA Y CADENA
¿ALQUIEN SE HA PREGUNTADO
alguna vez por qué a los narcotraficantes no se les juzga casi nunca por los
asesinatos cometidos material e intelectualmente? ¿Será esto muy difícil de
comprobar en una corte o un juzgado? Un alto funcionario del Gobierno federal
visitó una vez al Chapo Guzmán en el Altiplano y le preguntó por qué había
mandado matar a Alejandro Aponte Ramos, el Bravo, que había sido su jefe de
seguridad. “Porque me traicionó”, le respondió el Chapo. “Yo creo que te
equivocaste”, le dijo aquel.
SENTIDO CONTRARIO
¿RECUERDA USTED EL TEMA DE
LOS HOSPITALES? Bien, pues la mugre que salió durante todo el proceso de
aprobación en el Congreso del Estado —pues se pretenden construir bajo un
esquema de inversiones público-privadas— es poca comparada con la que saldrá de
la discusión sobre la iniciativa del gobernador para construir en Topolobampo
una planta de energía solar. Con el agravante de que, en este caso,
funcionarios de dependencias federales están metidos hasta el cuello en el
fango de procedimientos turbios para que unos cuantos privilegiados se queden
con el negocio. Ya se verá.
HUMO NEGRO
ESTOS DÍAS DE DICIEMBRE SON
siempre una buena razón para reflexionar sobre lo que hicimos durante el año
que se va y sobre nuestras expectativas para el que viene. Aprovéchelos, oiga,
y si es con la familia y la gente que ama, mucho mejor. El año entrante será
crucial para el futuro de Sinaloa. También a eso dedíquele unas horas. Y no se
equivoque.
(RIODOCE/ Ismael Bojórquez/ 27
diciembre, 2015)
No hay comentarios:
Publicar un comentario