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El asesino del líder
barzonista Ismael Osorio Urrutia, Juan Ismael Granillo Chavira, alias “El
Chorrias”, quien fuera abatido el viernes en un tiroteo, siempre estuvo al
alcance de las autoridades en las carreteras que conectan los municipios de
Nuevo Casas Grandes, Buenaventura, Namiquipa y Ahumada.
“Siempre estuvo aquí
y hasta pasaba como si nada frente a los ministeriales cuando colocaron los
retenes por los conflictos con la minera Cascabel”, dijo ayer uno de los
comuneros en esa región. Su presencia no extrañaba a las autoridades estatales,
porque según describen los pobladores, “El Chorrias” departía ocasionalmente
con agentes de la Fiscalía estatal algunos tragos en La Casona, uno de los
bares a las afueras del casco ejidal.
Tras la muerte de
Osorio Urrutia y su esposa Manuela Martha Solís Contreras, el 22 de octubre
pasado, una de las líneas de investigación de la Fiscalía General del Estado
iba encaminada a “El Chorrías”, quien fuera uno de los lugartenientes del
Cártel de Juárez.
Era miembro de “La
Línea” y era buscado por el Ejército, la Policía Federal y la PGR desde hacía
casi tres años y por su captura se ofrecía una recompensa de 3 millones de
pesos, dijo ayer el fiscal general del Estado, Carlos Manuel Salas.
Granillo Chavarría,
a quien la FGE atribuye el doble homicidio que motivó una airada protesta de
los miembros de El Barzón, cayó abatido la tarde del viernes pasado en un
tiroteo con agentes de la Policía Estatal en el poblado de El Sueco, cuando se
iba a ejecutar la orden de aprehensión que había en su contra.
El fiscal Salas dijo
que el arma que portaba “El Chorrías”, una Pietro Beretta calibre .9 mm y el
vehículo en el que viajaba, un Hyundai 2005 azul oscuro con reporte de robo,
coinciden con las pruebas de balística y los videos obtenidos en las
investigaciones en torno al asesinato del dirigente barzonista y de su esposa.
Afirmó que desde el
inicio de la investigación se determinó que “El Chorrías” era el presunto doble
homicida, por lo que se emprendió su búsqueda.
La indagatoria
terminó la tarde del viernes, cuando, después de una persecución en El Sáuz, al
norte de la capital del estado, inició un intercambio de disparos que concluyó
con la muerte del sicario.
Salas aseguró que se
pudo comprobar la pistola que portaba, previo análisis balístico y
científico, es la pistola con la que
mataron al líder de El Barzón.
Por otra parte, “El
Barzón” y el gobernador del estado, César Duarte Jáquez, coincidieron en que el
abatimiento de “El Chorrías” no es un acto de justicia para el líder barzonista
y su esposa, Manuela Martha Contreras, cuyos cuerpos fueron hallados el 22 de
octubre del año pasado en un paraje de la carretera entre Ciudad Cuauhtémoc y
la sección de Álvaro Obregón.
En un comunicado, El
Barzón exigió al Gobierno del Estado que continúe con las líneas de investigación que había podrían
llevar a la empresa minera Mag Silver y su subsidiaria “Cascabel” al
aprovechamiento irregular del agua en la cuenca hidrológica del Carmen, y las denuncias
de corrupción en contra de la Comisión Federal de Electricidad, como probables
autores intelectuales de ambos homicidios.
“El Chorrías” o
Granillo Chavira, trascendió ayer entre los lugareños de Benito Juárez,
desarrolló sus actividades dentro de grupos delictivos y vio crecer su patrimonio
en el ejido.
La familia Granillo
Chavira es de abolengo, oriunda de esa región de Buenaventura. Su padre es
ejidatario y sus hermanos están dedicados a la agricultura.
“De hecho, por las
actividades de Juan Ismael, estaban un poco distanciados, porque eran
frecuentes las discusiones familiares derivadas de sus actividades al margen de
la ley”, dijo uno de los comuneros entrevistados.
Desde hace cuatro
años, “El Chorrías” era propietario de la cantina “El Forajido”, localizada
cerca de uno de los accesos principales al poblado, frente a uno de los
restaurantes de paso a la vera de la carretera Ahumada-Flores Magón.
Era dueño además de
varias “vecindades” que rentaba a pizcadores de temporal.
Hace pocos años,
Granillo Chavira inició la compra de predios en una colonia del ejido conocida
como “Hernández y Hernández”, al sur de la comunidad.
Ahí, empezó con la
compra de terrenos que después fue ampliando al adjudicarse otros abandonados
que después adquiría “en remate” a quienes le reclamaban la devolución.
“Eran predios que la
gente abandona porque se va a Juárez o a Chihuahua por la falta de trabajo
aquí, y que cuando regresaban estaban invadidos, y por temor, se los vendían
muy baratos. Así se adueñó casi de toda la colonia”, relató una mujer que
radica cerca de ahí. (Staff/El Diario)
(El Diario /Staff/
2013-01-19 | 22:39)
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