Comida en estado de
descomposición, falta de agua y vejaciones. Un informe gubernamental, hasta
ahora inédito, da cuenta de las causas de la revuelta en Islas Marías que
motivó una recomendación para revisar los contratos de La Cosmopolitana.
Hace una hora que amaneció
en la isla María Madre, donde sólo los barcos autorizados pueden cruzar la barrera
de las 12 millas náuticas. Son las 8:45 de la mañana y en esta cárcel,
enclavada en el Océano Pacífico, está por romperse la monotonía.
Lea: El cártel de la comida
que Fox impulsó, Calderón encumbró y Peña Nieto consagró https://bit.ly/2TeDBmo
Unos 50 hombres con el rostro
cubierto se encuentran alrededor de una de las celdas haciendo destrozos y
pronto a esa turba se unirán muchos más, hasta llegar a 700. Portan palos,
piedras, varillas y herramientas y se dispersan con rapidez hacia varios puntos
de Laguna del Toro, una de las cinco prisiones que forman parte del penal de
Islas Marías.
Unos se enfilan al área
administrativa, tiran las puertas y prenden fuego a las habitaciones de los
custodios. Otros saquean los almacenes de abasto de comida y la tienda; también
los depósitos donde se guardan los kits de aseo, los uniformes y el calzado.
Los hombres que permanecen
alrededor de las celdas de castigo —donde comenzó el motín— embisten la
alambrada y arrancan la puerta con ayuda de un trascabo Caterpillar, una pipa y
un camión de pasajeros. Destruyen las cámaras de seguridad y abren grandes
boquetes en las paredes de las celdas por donde sus compañeros escapan.
La comandante encargada de
Seguridad y Custodia corre hacia la cárcel Femenil y abre las puertas de las
celdas: “¡Las van a violar!”, les grita y las hace salir.
EL CÁRTEL DE LA COMIDA
En la Ciudad de México,
Manuel Mondragón y Kalb, un hombre de expresión adusta, ordena que un equipo
del Sistema Penitenciario Federal vuele a las Islas Marías para realizar un
diagnóstico.
Mondragón y Kalb lleva apenas
un par de meses al frente de la Comisión Nacional de Seguridad, un organismo
que ve por el orden público y supervisa cárceles federales. Pero este día, 2 de
febrero de 2013, todo se salió de control en Laguna del Toro. Los motines en
cárceles federales ocurren muy rara vez, según las estadísticas oficiales. De
hecho, no ha habido otro motín en una cárcel federal desde entonces.
A 210 oficiales de la Marina,
de la policía federal, rural y antimotines les tomó casi tres horas someter a
los presos y recuperar el control de esta cárcel ubicada en el extremo sur de
la isla. Corrieron con suerte de que la violencia no se propagara a las otras
prisiones de la isla, separadas de Laguna del Toro por varios kilómetros de
terreno en breña. La represión dejó 37 presos lesionados, algunos de ellos con
heridas de bala. La policía peinó la isla en busca de tres internos que
escaparon hacia el monte.
COMIDA EN ESTADO DE DESCOMPOSICIÓN: INFORME
Además de la comitiva de
Mondragón y Kalb, a la isla también llegó un equipo de visitadores de la
Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). A partir del 3 de febrero, ellos
entrevistaron a decenas de reos y custodios; por espacio de unas semanas
estuvieron revisando informes médicos, reportes de la policía, de la Marina y
del Ejército. La reconstrucción de los hechos aquí narrados son parte de su
informe.
El otro reporte, el de la
Comisión Nacional de Seguridad (CNS), llegó a manos de Mondragón 15 días más
tarde y ambos, hechos por separado, reportaron conclusiones similares: la
alimentación deficiente, la escasez de agua para beber y el abuso al que se
sometía a los internos en las celdas de castigo fueron algunos de los
detonantes de la rebelión.
Los presos sufrían
vejaciones, no comían bien y no bebían lo necesario en esa isla donde el calor
no da tregua.
La compañía contratada desde
mayo de 2012 para dar el servicio de alimentación era La Cosmopolitana, de
Corporativo Kosmos, una empresa familiar de la Ciudad de México que se ha
convertido, sigilosamente, en el monopolio del servicio de comidas para un
enorme número de mexicanos cautivos, como publicaron ayer Vice y Quinto
Elemento Lab.
La Cosmopolitana estaba a
cargo de la alimentación, el suministro de agua, la entrega de artículos de
aseo personal y una decena de servicios relativos al mantenimiento de los
penales federales.
En el documento interno de la
CNS, hasta hoy inédito, los funcionarios detallaron seis aspectos de la vida en
Laguna del Toro que dieron origen al motín. Entre éstos, fallas en la
seguridad, abusos de poder por parte de algunos comandantes y la falta de
trabajo remunerado.
En el apartado quinto,
dedicado a los servicios en el penal, detalla:
Los alimentos son
insuficientes, no cambian el menú en meses, siendo lo más común que les sirvan
chayote y papas mal cocidas (y) cuando se les llega a proporcionar carne o
pollo, ocasionalmente se encuentra en estado de descomposición.
Las condiciones en las que se
preparan y sirven los alimentos son poco higiénicas.
La alimentación es mala al
igual que el agua para consumo.
Los artículos de aseo
personal son de mala calidad.
El documento instruye las acciones
que debían emprender enseguida: “sustituir el actual menú por uno que cumpla
con estándares de calidad diseñados por especialistas (nutriólogos), y adecuado
a los gramajes de proteínas y calorías necesarios”, aumentar la reserva de
alimentos en la isla, abastecer a los presos con implementos para sus alimentos
y aumentar la plantilla de trabajadores de La Cosmopolitana, para cumplir con
los servicios contratados.
LLAMADA DE ATENCIÓN A LA COSMOPOLITANA
La Comisión Nacional de
Seguridad envió este documento el 18 de febrero de 2013 a Eduardo Gómez García,
titular del área que contrató a La Cosmopolitana para prestar una docena de
servicios en 14 prisiones federales alrededor del país, donde vivían en ese tiempo
20 mil hombres y mujeres presos.
En el documento, la CNS le
pedía, entre otras cosas más, ligadas a la operación del penal, “revisar y
supervisar el cabal cumplimiento” del contrato de cuatro años que tenían
firmado con La Cosmopolitana y evaluar la
conveniencia de continuar contando con los servicios de la misma”.
En el contrato por 6 mil 493
millones de pesos, La Cosmopolitana se comprometía a entregar “frutas,
verduras, cárnicos, pollos, pescados y mariscos de primera calidad y con marcas
especificadas”; y se aseguraría que la comida que saliera de sus cocinas fuera
saludable y segura.
También debía dotar con agua
suficiente a presos y al personal de administración y custodia. Los empleados
de La Cosmopolitana debían usar cubrebocas, guantes y cofias, gorras y zapatos
especiales. Todos pasarían por controles sanitarios y exámenes clínicos
regulares.
Según el contrato, habría
castigos si fallaba. El gobierno tenía la facultad de suspender anticipadamente
o dar por terminado el contrato, si la proveedora no cumplía con lo establecido
o si ponía en riesgo la operación de cualquiera de las cárceles, o causaba
algún daño. La rescisión podía darse “por incumplimiento de las obligaciones
pactadas” y “cuando existan causas justificadas”.
Una colección de fotografías
a las que tuvieron acceso Vice y Quinto Elemento Lab, tomadas el día después
del motín, muestra los saldos de la revuelta en Laguna del Toro.
Los presos hicieron agujeros
en los muros de un galerón con celdas, por donde presumiblemente ayudaron a
escapar a sus compañeros. Prendieron fuego a un autobús de pasajeros,
derribaron grandes estructuras de acero y destrozaron partes del área
administrativa; los expedientes y documentos terminaron dispersos por el suelo.
La ira quedó plasmada en rayones con leyendas de odio y amenazas contra los
guardias alrededor de la cárcel.
“Evidentemente, la comida
tuvo un peso sustantivo en ese motín”, dijo en entrevista con Vice y Quinto
Elemento Lab Elena Azaola, quien lleva tres décadas estudiando las cárceles de
México desde varias instituciones, entre ellas el Centro de Investigación y
Docencia Económicas (CIDE). “En la gran mayoría de las cárceles, si tu tienes
mala calidad en la comida, falta de agua y maltrato, tienes un escenario
explosivo”, dijo.
“La falta de agua es gravísima y la comida era
un elemento importantísimo que hizo que todo estallara”, indicó. “Recuerdo que
en la visita que yo hice a Islas Marías (en 2012), en el área de mujeres, una
tras otra, todas las internas dijeron que estaban enfermas del estómago
constantemente por la comida”, comentó una de las voces más respetadas por su
conocimiento del sistema penitenciario.
Fernando Figueroa y María
Cristina Montaño han dedicado años de trabajo a realizar encuestas en penales
federales y estatales para la casa encuestadora Grupo MUND. En general, los
servicios de alimentación que han tenido oportunidad de evaluar son “realmente
pésimos”; a menudo la comida “está podrida y es realmente asquerosa”,
coinciden.
El de Islas Marías fue el
único y más grande motín oficialmente registrado dentro de una cárcel federal
(CEFERESO) durante el sexenio del presidente Enrique Peña Nieto.
Este motín “puso en riesgo la
vida e integridad física de la población penitenciaria, así como del personal
administrativo”, determinó la Comisión Nacional de Derechos Humanos en su
informe, que dio pie a la recomendación 44/2014 a la Comisión Nacional de
Seguridad.
Un año y cuatro meses
después, la misma proveedora fue hallada responsable, según informes oficiales,
de la intoxicación de 683 presos en Puente Grande, Jalisco, una de las más
grandes intoxicaciones de que se tenga registro en penales en América Latina.
Los directivos de Corporativo
Kosmos declinaron a insistentes solicitudes de entrevista en las seis semanas
previas a esta publicación. “El grupo tiene firmados distintos contratos con
cláusulas de confidencialidad, lo que nos impide contestar a las preguntas que
nos hace”, respondieron al cierre de esta edición.
ISLAS MARÍAS: LAS HORAS CONTADAS
Recién la semana anterior, el
presidente Andrés Manuel López Obrador anunció que su gobierno revisa los
contratos firmados con empresas proveedoras de medicinas y las que surten
alimentos a las cárceles. Anunció incluso el cierre de la penitenciaría en
Islas Marías para convertirlo en centro cultural.
Francisco Garduño, director
de Centros Penitenciarios Federales, dijo en una entrevista con la
radiodifusora ACIR que los contratos que actualmente tienen, principalmente los
de alimentación, son “leoninos”. Garduño indicó que cada reo les “está costando
2 mil 800 pesos diarios en Islas Marías. Imagínese, más de 80 mil pesos al mes.
No es posible dedicar estas cantidades a penales”.
Incisivo, Garduño añadió:
“Estamos hablando de una corrupción legitimada a partir de contratos civiles”,
dijo con respecto a la empresa que ha acaparado la mayor parte de los contratos
para surtir alimentos en las cárceles federales, aunque tomó el cuidado de no
mencionar a La Cosmopolitana por su nombre.
*El de Laura Sánchez Ley y
Karla Casillas fue uno de los cuatro proyectos seleccionados en la primera
Convocatoria de Quinto Elemento Lab, una incubadora de reportajes de
investigación. Laura y Karla eran reporteras de Vice Noticias al momento de la
investigación. Laura ahora trabaja con Mexicanos Contra la Corrupción y la
Impunidad y Karla con mexico.com.
(RIODOCE/ REDACCIÓN/FEBRERO 26, 2019, 10:11 AM)
No hay comentarios:
Publicar un comentario