Fotos: Internet/Joaquín "El Chapo" Guzmán
Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”,
estuvo en Puebla. Luego pasó un tiempo al sur de Veracruz. Supe de sus andanzas
en un ranchito de Colima. Pisa-y-corre a Sinaloa entre ir y venir. En fin, lo
cuento no porque lo ande siguiendo. Ya quisiera entrevistarlo. Pero de veras,
casuales pero muy serios informantes me envían correos electrónicos.
Rápidamente comunican cuándo lo vieron. Nunca arrastrando la angustia del
perseguido. Ni siquiera queriendo esconderse. Tampoco misterioso. Cero fatiga.
Siempre bien limpiecito. Buena ropa. Nada de trajeado. Casual. Fino. Clásica
Versage o Giorgio Armani. Los informes recibidos de cada lugar armonizan en dos
puntos: Uno, fue visto bajar o subir a una Suburban color vino con capacete
negro. Naturalmente, vidrios polarizados. Y dos, siempre acompañado de una
treintañera de muy, pero muy buen cuerpo y chula, chulísima. Maquillaje sin
caer en la exageración. Pelirrubia. Vestido elegante. Tantean, de buena marca.
Me dijeron que no llega a lo ceñido ni estrafalario para resaltar sus hechuras.
Este próximo 15 de junio es
notable en la historia gubernamental, policíaca y mafiosa. Hace un año visitó
la República de El Salvador el Presidente Vicente Fox. Lo acompañó el
Licenciado Adolfo Aguilar Zínzer, entonces Consejero de Seguridad Nacional y
antes del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, en su campaña presidencial. Como quien
dice, tan convenenciero que si no era con Chana fue con Juana.
Era viernes. En uno de esos
reposos a veces valor entendido, los periodistas rodearon al señor Zínzer. Con mucho
protagonismo y poca sinceridad declaró: “Hay una investigación de fondo, muy
detallada, a cargo de la Procuraduría, para llevar a cabo la detención de ‘El
Chapo’”. Ni siquiera mencionó su nombre.
Estaba rodeado por la magia
de las grabadoras y micrófonos. Recargadas en sus hombros. Pegadas al anguloso
rostro. Cerquita de los oídos. Encima los reflectores de video y fotos. Debió
sentirse lo máximo. Así, muy muy, soltó una frase refiriéndose a los
funcionarios de la Procuraduría: “Estaban cerca de atraparlo…” Ya encarrerado
subió enseguida el tono de voz corrigiendo: “¡Están cerca de atraparlo!”. Nada
de pronunciar el nombre del Procurador Rafael Macedo de la Concha. Por lo menos
de cortesía.
Semanas antes el Presidente
de la República declaró casi lo mismo. Tal vez le salió lo eufórico cuando el
Ejército Mexicano detuvo al ex-gobernador Mario Villanueva Madrid en Quintana
Roo. Seguramente pensó “¡Sigue ‘El Chapo’ Guzmán”. Y entonces, como antes con
Cuauhtémoc, Zínzer le hizo segunda a Vicente Fox.
Seguramente Joaquín Guzmán
Loera supo de tales declaraciones. No me consta. Pero imagino que ni las tomó
en serio. Debió soltar una risilla cuando vio la prensa o al señor Aguilar
Zínzer en la televisión. Tal vez pensó “…cuando se me aparezcan los militares o
anden cerca, entonces voy de ‘volada’ a confesarme y arrepentirme del mal hecho
para no morir en pecado mortal”. Porque eso sí, es muy católico. No tanto como
para ir a la Nunciatura Apostólica. Me contaron que “El Chapo” tiene más amigos
sacerdotes en Sinaloa y no precisamente por darles buenas como Ramón y Benjamín
en Baja California.
Antes de ser apresado en
1993, ya tenía bien medidos y sobornados a los policías. Ahora con mayor razón
luego de fugarse en 2001 de Puente Grande. Por más faramalla en la Procuraduría
es harto sabido: Solamente Francisco Javier Camberos “El Chito” le ayudó a
escapar. Era empleado del penal. Afuera le esperó su hijo en un Volkswagen
usado y los dos se fueron sin escolta ni convoy. Eso ridiculizó a las
autoridades del penal primero y a la PGR después, que para lavarse las manos
detuvo a 59 empleados penitenciarios inocentes. Se gastó un dineral
transportándolos desde Guadalajara hasta el Distrito Federal. Otra gran
billetiza arraigándolos y alimentándolos en un hotel cercano a la Procuraduría.
Sus familiares hicieron el mismo viaje y contrataron abogados. Les costó una
notable cantidad. Estuvieron cerca de ellos. Mientras, la PGR se zambutió en el
ridículo. En lugar de organizar una efectiva persecución, embarraron a los
empleados. Estoy seguro, todos ignoraban cómo un modesto empleado fue tan osado
para sacar de la prisión a “El Chapo”. Joaquín se quedó pasmado cuando “El
Chito” le dijo más o menos “…ahora o nunca”. Y al mafioso no le quedó más.
Ocho años se la pasó
prisionero Guzmán Loera. Primero en Almoloya. Mucha vigilancia y pocas
libertades. Pero actuó con inteligencia y prudencia. Logró su traslado a Puente
Grande. Primero, para vivir mejor. Y segundo, con libertad para comprar su
salida por las buenas o las malas. Tampoco corrió prisa en Guadalajara. Tuvo de
todo. Mujeres con amor del bueno, comida casera y no del “rancho” inapetecible
de la prisión. Ropa y tranquilidad.
“El Chapo” no se escapó por
maldad. Estaba confiado en ser libre por obra y gracia de la justicia. Pero
cuando vio el torcimiento de las leyes para jeringarlo, sus abogados le
hablaron claro: Ni sobornando podría salir. Había consigna para mantenerlo
encerrado. Fue cuando sus sentimientos y los de “El Chito” se encontraron. “No
es justo”, debieron pensar y por eso la escapatoria.
Legalmente Joaquín las
llevaba de ganar. No pueden acusarlo de haber participado en el asesinato del
Cardenal Juan Jesús Posadas y Ocampo. Al contrario, a él lo perseguían y no
andaba buscando matar a nadie. Y sobre el narcotráfico se cuidó mucho. Era y es
cierto su mando en cultivo, cosecha, compra y venta de droga. También son
ciertas las ejecuciones realizadas por los hombres de su cártel. Pero él nunca
metió las manos. Solamente ordenó. Y de todo, no hay pruebas. Por eso el
gobierno estadounidense no lo reclama tanto como a Eduardo y Francisco Javier
Arellano Félix.
Joaquín sabe perfectamente:
Si lo capturan jamás será liberado. La fama del narcotráfico es más grave que
la culpa. Por eso creo que Joaquín hará hasta lo imposible por no regresar a
las celdas. Estoy seguro: Lo dicho hace un año por Aguilar Zínzer no le
preocupa. Solamente tiene una angustia: El Ejército Mexicano.
Tomado de la colección Dobleplana de Jesús
Blancornelas, publicado por última vez en junio de 2002.
(SEMANARIO ZETA/DOBLEPLANA/ JESÚS BLANCORNELAS /LUNES,
18 FEBRERO, 2019 12:00 PM)
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