El tamaño de la industria de la
mariguana en México podría ser hasta tres veces mayor que el mercado negro
actual, con la inclusión de aplicaciones médicas y recreativas, así como del
aprovechamiento de los productos derivados del cáñamo.
Las cifras oficiales hablan de un
mercado que en la actualidad, como mínimo, alcanza los cuatro mil millones de
dólares anuales. Las tendencias y proyecciones de especialistas y hombres de
negocios asimismo apuntan que, en un muy buen escenario, podría crecer incluso
hasta los 11 mil millones de dólares si se legaliza la hierba en el país.
Sin embargo, resta que México pueda
superar los candados a la producción y el consumo de la mariguana que datan de
principios del siglo XX, que a ojos de los analistas internacionales, han
transformado a nuestra nación en un importante productor, exportador y punto de
transbordo para diversas drogas ilícitas.
Ciudad de México, 31 de diciembre
(SinEmbargo).- La industria de elaboración de productos a base de cannabis, por
sí sola, tiene un valor potencial cercano a los dos mil millones de dólares
para los próximos 10 años, refieren datos de la consultora KPMG. En la
actualidad, según cifras del fondo Privateer Holdings, el valor del mercado
mexicano de la mariguana para uso recreativo asciende a mil millones de
dólares. Y si a este negocio le sumamos las potenciales aplicaciones médicas
del cannabis, el mercado prácticamente se duplicaría, coincide.
El tamaño de este negocio, no
obstante, acaso supone la mitad del mercado ilegal de la mariguana en México,
según cifras del Gobierno federal. Una droga que se mantiene como el
estupefaciente más consumido en el mundo con al menos 183 millones de usuarios a
nivel mundial, refiere el World Drug Report de 2017.
Nuestro país, en la
actualidad, es uno de los principales productores de cannabis del mundo, con un
producción anual estimada de entre 15 mil y 27 mil toneladas, de acuerdo con el
Departamento de Estado de Estados Unidos y la Organización de las Naciones
Unidas (ONU).
“Esos niveles significarían
dos veces el consumo mundial anual [estimación baja-low], o el 50 por ciento
del consumo mundial [estimación alta-high]; o el 200 por ciento del consumo
anual de toda América [estimación alta-high]”, explica el Gobierno federal en
un documento realizado por Miguel Molina, en 2016.
Según las estimaciones
oficiales, México produce entre siete y ocho mil toneladas anuales de
mariguana, donde el consumo -incluyendo el del turismo- “probablemente no
rebasa las 400 toneladas anuales [alrededor del cinco por ciento de la
producción nacional]”.
Los estados identificados
como productores de mariguana son Chihuahua, Durango, Guerrero, jalisco,
Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Sonora y Sinaloa. Y la mano de obra empleada para
su cultivo y seca, refiere el documento de Molina, asciende a 17 mil 200 jefes
de hogar por año, “lo que significa alrededor de 75 mil personas dependientes
del cultivo” cada año.
Esta producción, a un precio
mínimo de venta -12 pesos por gramo, según datos del gobierno- implicaría un
mercado ilegal de al menos 4.2 mil millones de dólares al año. Sin embargo, en
Estados Unidos, la mariguana mexicana se vende hasta en 10 dólares el gramo.
A estos más de cuatro mil
millones de dólares, con la llegada de la industria médica, tocaría una
expansión del negocio de entre mil -según Privateer Holdings- y dos mil
millones como mínimo -según KPMG-. Aún, el crecimiento de este mercado sería
más amplio si el cannabis se legalizara. Una tendencia a nivel global, al menos
desde la década de los noventa -en 1995, el Ministerio de Sanidad de Israel
impulsó el uso medicinal del cannabis-.
Marcha en México en favor de la
legalización de la mariguana. Foto: Cuartoscuro
Para Pablo Girault, fundador
de la Sociedad Mexicana de Autoconsumo Responsable y Tolerante (SMART), la
cuestión no es si México debiera subirse al barco del mercado del cannabis
-algo que ya existe porque la gente fuma- sino que lo regule y no permita que
caiga en manos de privados -lo que ya sucede de manera clandestina, generando
violencia e inexistentes controles de calidad-.
“Nosotros en SMART, no
proponemos que haya un mercado privado sino que sea un mercado controlado […],
porque nos parece que con una sustancia que hace daño [como la mariguana],
dejar que los privados compitan para atraer mercados, no va acorde con la salud
pública. Nosotros proponemos que se pueda plantar, que haya clubes canábicos y
que si se vendiese en farmacias, lo vendieran a través de un consorcio
controlado y muy regulado, sin publicidad en los mercados”, dijo en entrevista
con SinEmbargo.
Debido a la creciente
liberalización de la mariguana en diferentes países como Brasil, Canadá, Croacia,
Dinamarca, Estados Unidos, Inglaterra, Jamaica, Portugal, Puerto Rico,
República Checa, Uruguay, además de México, entre otros, la firma especializada
en el mercado del cannabis, Brightfield Group, considera que el mercado global
de la mariguana legal crece a una tasa anual de 60 por ciento.
Sin embargo, como señala un
artículo periodístico de la revista Business Week de 1987, escrito por Gary
Becker, Premio Nobel de Economía en 1992, “la legalización de las drogas
reduciría su precio en más de 90 por ciento”, aunque sin duda, “aumentaría el
consumo de drogas si fueran legalizadas”.
En marzo de este año, la
firma Global Financial Integrity (GFI), en su reporte Transnational Crime and
the Developing World, estimó que el mercado negro del cannabis, a nivel
mundial, genera entre 183 y 287 mil millones de dólares al año -lo que representa
el 43 por ciento del mercado de las drogas, valuado entre 426 y 652 mil
millones de dólares-.
Sólo en Estados Unidos, entre
2016 y 2021, se espera que el negocio de la mariguana legal aumente 2.5 veces
[al pasar de 4 mil millones de dólares en 2016, a 14 mil millones de dólares en
2021], refieren cifras de GFI. Si a ello se adiciona el impacto general de la
industria del cannabis, el mercado de entre 16 y 18 mil millones de dólares en
2016, será de entre 48 y 68 mil millones de dólares en 2021. Es decir, el
negocio se triplicará.
“Ahora el mercado se está
dando en reversa [del exterior al interior de México] y estamos perdiendo el
mercado de aquí y el de desarrollo de algo que pudiera ser exportado”, comentó
Girault. Sin embargo, apunta, “el gobierno parece no querer entrar de frente al
tema para acabar con los efectos negativos [de las drogas] y desarrollar
efectos positivos en algo que ya está sucediendo”. Por eso, dijo, “como país
nos urge una regulación”, que si bien implica la legalización de algo “potencialmente
dañino”, podría acabar con la violencia del narcotráfico y la victimización de
consumidores.
Legal o no, el consumo de
mariguana en México es un fenómeno que va en escalada. En los últimos 38 años, entre 1988 y 2016, el
uso de mariguana de la población mexicana de entre 12 y 65 años aumentó en al
menos 84.5 por ciento [pasó de 1.03 a 1.9-2.4 por ciento de la población],
según cifras comparadas de la Secretaría de Salud. En el caso de “cualquier
droga”, el incremento mínimo fue de 114 por ciento [pasó de 1.23 a 2.7-3.2].
El cáñamo y la mariguana
provienen de una especie de cannabis pero son muy diferentes. Las aplicaciones
industriales son enormes, y el mercado millonario. Foto: Galo Cañas, Agencia
Cuartoscuro.
EL CÁÑAMO: LA OTRA CARA DEL NEGOCIO
El cannabis, más allá de ser
una droga ilegal, puede llegar a ser un producto básico convencional para
elaborar derivados tales como textiles, fibras, champú, alimentos (semillas),
papel, plástico y materiales de construcción, además de aceites y ungüentos
tópicos.
La diferencia básica entre la
mariguana y el cáñamo, a pesar de que ambos son productos derivados del
cannabis sativa L, radica en su contenido de Tetrahidrocannabinol, mejor
conocido como “THC”, que es el compuesto psicoactivo, o bien, la sustancia que
hace que el consumidor “vuele alto” o se ponga “high”.
Para que una planta de
cannabis sea clasificada como “cáñamo”, debe de contener un máximo de 0.3 por
ciento de THC, refieren datos de la Fundación Canna, especializada en
fertilizantes y plantas. La mariguana de uso corriente, por ejemplo, tiene
niveles de concentración de entre 10 y 30 por ciento -dependiendo de la cepa-.
Esto es, al menos, 33 veces más concentración de THC que en el caso del cáñamo.
Para Stuart Titus, presidente
de Medical Marijuana Inc., compañía que en 2016 obtuvo permiso del Gobierno
mexicano para importar productos de cannabidol no psicoactivos -como en el caso
del aceite de cáñamo-, el “mercado mexicano va a ser al menos del tamaño del de
Colorado, que fue de casi mil millones de dólares el año pasado”, reveló el
Daily Post. Sin embargo, apuntó, existe la posibilidad de que el mercado
mexicano alcance las proporciones del estado de California: “alrededor de siete
mil millones de dólares al año”, según calcula.
Entonces, ¿de qué tamaño
sería la industria de la mariguana en México si le quitaran los candados?
Sumados los valores del
mercado negro nacional [4.2 mil millones de dólares al año como mínimo] y del
potencial de la industria legal del cannabis [entre mil y siete mil millones de
dólares], tendríamos un negocio de entre 5.2 y 11.2 mil millones de dólares
cada año.
Para ponerlo en perspectiva,
el monto de remesas recibido por México en 2017, según las proyecciones del
Banco Mundial, es de 30.5 mil millones de dólares -situación que nos coloca
como el cuarto país que más remesas recibe en el mundo-. Esta cantidad es poco
más del 2.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de México.
EL ARDUO CAMINO A LA LEGALIZACIÓN
De 1920 a 2009, en nuestro
país, la legislación comenzó a cambiar para prohibir el uso de drogas. No
obstante, de 2015 a la fecha, la reglamentación mexicana ha sido modificada
para permitir, en ciertos casos, la posesión de mariguana sin fines
comerciales. Para el primer trimestre de 2018, la Ley permitirá que en México
sean comercializados productos elaborados a base de cannabis.
En el caso específico de
México, el camino a la legalización de la mariguana ha sido arduo. Por un lado,
porque la mayor parte de la población desaprueba la medida: Hasta 2016, sólo el
29 por ciento estuvo de acuerdo con la despenalización del cannabis, refiere
una encuesta realizada por Parametría. Sin embargo, en 2008, la aprobación era
del siete por ciento -es decir que, con el paso del tiempo, el planteamiento es
más aceptado-.
Por el otro lado, está
nuestra relación con Estados Unidos: En 1940, el Presidente Lázaro Cárdenas del
Río intentó legalizar el consumo de drogas en México. Seis meses después de
haber emitido la enmienda legal que lo permitió, el gobierno del vecino del
norte presionó para echarla atrás -y lo logró-. Esta situación, más que por
cuestiones de salud, responde a un motivo meramente económico, refieren
especialistas como María Mercedes Molina, historiadora de la Universidad de
Caldas, en Colombia.
“Podría afirmarse que [en el
siglo XX] el valor de uso [de las drogas] por cuestiones culturales o médicas,
dio paso al valor de cambio por motivos económicos”, explica en su texto El
cannabis en la historia: pasado y presente [2008].
Desde inicios del siglo XX,
“Estados Unidos ha intervenido de manera clandestina y abierta para hacer cumplir
la prohibición de drogas al sur de la frontera. A México no se le ha permitido
desarrollar un enfoque independiente del uso de drogas dentro de sus fronteras
ni a nivel internacional”, explica un análisis de la organización
estadounidense International Socialist Review (ISR).
Como consecuencia, apunta
ISR, “las políticas prohibicionistas de drogas han transformado a México en un
importante cultivador, exportador y punto de transbordo para las drogas
ilícitas que abastecen al mercado estadounidense”.
Según la Agencia Central de
Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés), se estima que México, hasta 2015,
era el productor más grande de semillas de amapola con 28 mil hectáreas que
producen -en potencia- 475 toneladas de opio crudo al año. A los ojos del Tío
Sam, somos una “gran nación de producción y de tránsito de drogas”, por donde
pasa el 95 por ciento de la cocaína que consume su pueblo.
El más reciente caso de
presión en contra de la legalización, en apariencia de parte de Estados Unidos,
tuvo lugar en Uruguay, que desde julio de este año, se convirtió en el primer
país del mundo en regular el uso de mariguana con fines recreativos.
Dos meses después de la
legalización, las farmacias uruguayas se enfrentaron a un imprevisto: bancos
internacionales con filiales en el país sudamericano -Itaú, Santander,
Scotiabank, entre otros- amenazaron con cerrar las cuentas de los expendios que
distribuyeran mariguana.
¿Por qué razón? Estos bancos,
a su vez, podrían sufrir represalias en Estados Unidos, donde a partir de 2001,
luego de la aprobación del Acta Patriótica, quedó prohibido para las
instituciones bancarias hacer negocios relacionados con sustancias ilegales a
nivel federal -como en el caso de la mariguana-.
Esto contrasta con las
proyecciones de Brightfield Group, según las cuales, el mercado de la mariguana
en Estados Unidos acapara el 90 por ciento de las ventas globales legales de
cannabis; es decir, un mercado valuado en 6.9 mil millones de dólares. Sin
embargo, debido a la tendencia de legalización a nivel mundial, mientras el
mercado internacional crecerá cuatro veces para 2021 [al pasar de 7.7 a 31.4
mil millones de dólares], el del vecino del norte decrecerá hasta perder un 57
por ciento de su valor [perderá, cuando menos, 3.9 mil millones de dólares].
La tendencia sería nociva
para Estados Unidos, que según la corporación especialista en negocios Rand, es
la nación que establece los precios de la mariguana. En el caso de México, la
tesis de Rand propone que los productores y traficantes en nuestro país son
“price takers” o “tomadores de precios” que impone el país vecino. Aquí, el
cannabis mexicano cuesta entre 12 y 20 pesos el gramo. Allá son precios
superiores a los 10 dólares.
(SIN EMBARGO/ EFRÉN FLORES/ DICIEMBRE 31, 2017, 7:30
PM)
No hay comentarios:
Publicar un comentario