lunes, 29 de enero de 2018

BELTRONES EN EL PAÍS DE LOS AFÁSICOS

Cuentan las malas lenguas que Marco Antonio Llano, jefe político del priísmo guaymense salió este jueves volando rumbo a Hermosillo. La segunda visita del precandidato Pepe Toño Meade, era como la anunciación de María.

En Los Pinos urgía la toma para mandar el mensaje de unidad en torno del itamita para calmar los rumores de sus acercamientos con Morena, luego del espaldarazo de apoyo de Ricardo Monreal, Yeikol Polenski y Olga Sánchez Cordero, tras los escándalos chihuahuenses.

Si de por si los runrunes de que Miguel Ángel Osorio Chong, coquetea con el Peje, tienen desquiciados a los cerebros de la precampaña tricolor, no parar los decires sobre la defección de Beltrones, hubiera sido fatal.

Además de la foto con un encantador de serpientes, como le dicen sus fans, al dueño del PRI sonorense Manlio Fabio Beltrones, que valía más que mil palabras, habría encerrona para definir las candidaturas.

Todo era expectativa auspiciada por la prensa orgánica. El morbo rebasaba la razón y ya se hablaba de dedazo del verdadero poder detrás del trono Ricardo Mazón a favor del alcalde de la capital “El Maloro” Acosta, su ahijado político a quien haría senador y enredado en la “Estafa maestra”, de la que nadie sabe y nadie vio.

Una supuesta rebelión del exalcalde Antonio Astiazarán, que no ha dejado de ser “El Toñito”, ocupaba varios espacios. Igual las presiones del Clan Bours con Ricardo al frente.

El priísmo sonorense comía ansias y se mordía las uñas ante los anuncios que la venida del candidato del presidente Peña, haría públicos al definir ciertas candidaturas en consulta con la clase política estatal.

CUANDO EL PODER YA NO SE GANA, SE HEREDA

Se sabría que Sylvana Beltrones, decidió registrarse para buscar una senaduría al oír hablar al precandidato no priísta durante el Foro ecológico diseñado para el reencuentro Meade-Manlio.

A la muchacha le llegó la inspiración de voz de Meade, quien como el rey sabio que nunca falla de “El Principito”, le ordenó al día amanecer a las seis de la mañana y oscurecer a las seis de la tarde. Y ni el priísmo más fiel creyó la puesta en escena.

Manlio aseguró cargos con esa jugada. Senaduría para su hija, algo para el yerno del PVEM y desde luego blindaje ante lo que pudiera venir y si es una diputación federal, pues mejor. Todo el quid fue por posiciones y eso hasta el alumno más retrasado del ICADEP, la escuela de capacitación tricolor lo sabe.

SI LA FOTO HUBIERA SERVIDO

La esperada fotografía se dio halagos de por medio entre el tecnócrata y el grillo, pero el único inconveniente, es que la toma fue con el poseedor de la medalla de cobre y quién sabe.

Así, el priísmo sonorense, fue envuelto en esa dominante nube de pensamiento mágico al más puro estilo del viejo partido, que llamaban ortodoxia y que obviamente los tecnócratas adueñados del partido (Videgaray, Nuño, Ochoa Reza y Meade) no entienden, pero entienden que para algo sirve.

Y Manlio para quedar bien habló de su fidelidad a muerte con su partido, como si nadie recordara en 2009 su apoyo a Padrés, para descarrilar al “Vaquero” Alfonso Elías y de paso a Eduardo Bours.

En el pasado el de Villa Juárez, se tomó innumerables fotos con Roberto Madrazo, cuando coordinó su campaña y eso no impidió la estruendosa derrota de 2006. Ni la traición de priístas a favor de Felipe Calderón, cuando la maestra Gordillo acuñó aquella ingeniosa frase “¿Tú le crees a Madrazo? ¡Yo tampoco!”

Igualmente las muchas gráficas que se tomó al lado de su amigo del alma Luis Donaldo Colosio Murrieta, cuando buscaron juntos el senado por Sonora y luego cuando fue presidente priísta, bloquearon su trágica ejecución un 23 de marzo del 94 en Lomas Taurinas, aunque después haya interrogado a Mario Aburto en Playas de Tijuana.

A diferencia de Carlyle y su culto a los héroes, la revolución era inevitable con o sin Francisco I. Madero, a quien un espíritu le expresó cuando iniciarla con día, hora y mes.

El sistema político agoniza y parece que la clase política no quiere entenderlo y por eso se exponen al peor de los ridículos.

Así como en Aguaprieta se firmó el plan para derrocar a Venustiano Carranza y el ascenso del grupo Sonora liderado por Alvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Benjamín Hill y Adolfo de la Huerta, quienes como el héroe de Nacozari Jesús García Corona, piensan diferente, promueven un cambio sistémico.

La foto del cuento, no frenará la dialéctica de lo que viene, ni parará el ánimo generalizado de los mexicanos de rechazo a un gobierno tocado por la corrupción y el desprestigio.

 Por eso en el país de los afásicos dan risotadas los abrazos, saludos, rituales y demás elementos de la ortodoxia y otras excesivas simulaciones que ocultan la verdadera cara monárquica, patrimonialista y autoritaria del poder, que incluso se asume como un derecho de sangre hereditario y de corte familiar, como igual lo perciben los Yunes en Veracruz, don Graco en Morelos, los Murat en Oaxaca y los Moreiras en Coahuila.

 Nadie como Oliver Sacks, ha explicado el fenómeno:

 EL DISCURSO DEL PRESIDENTE

Oliver Sacks
De El hombre que confundió a su mujer con un sombrero

¿Qué pasaba? Carcajadas estruendosas en el pabellón de afasia, precisamente cuando transmitían el discurso del presidente. Todos habían mostrado muchos deseos de oír hablar al presidente.

Allí estaba el viejo encantador, el actor, con su retórica habitual, el histrionismo, el toque sentimental... y los pacientes riéndose a carcajadas convulsivas. Bueno, todos no: los había que parecían desconcertados, y otros como ofendidos, uno o dos parecían recelosos, pero la mayoría parecía estar divirtiéndose muchísimo. El presidente conmovía, como siempre, a sus conciudadanos... pero, al parecer, más que nada los movía a reírse. ¿Qué podían estar pensando los pacientes? ¿No le entenderían? ¿Le entenderían, quizás, demasiado bien?

Solía decirse de estos pacientes, que aunque inteligentes padecían la afasia global o receptiva más grave -la que incapacita para entender las palabras en cuanto tales-, que a pesar de su enfermedad entendían la mayor parte de los que se les decía. A sus amistades, a sus parientes, a las enfermeras que los conocían bien, a veces les resultaba difícil creer que fuesen afásicos.

Esto se debía a que si les hablabas con naturalidad, captaban una parte o la mayoría del significado. Y, normalmente, uno habla con naturalidad.

En consecuencia, el neurólogo tenía que esforzarse muchísimo para demostrar que padecían afasia; tenía que hablar y hablar actuar normalmente, pero eliminar todas las claves extraverbales, el tono de voz, la entonación, la inflexión o el énfasis indicadores, además de todas las claves visuales (expresiones, gestos, actitud y repertorio personales, predominantemente inconscientes). Había que eliminar todo esto (lo que podía entrañar ocultamiento de la propia voz, teniendo incluso que llegar a recurrir a un sintetizador de voz electrónico) con objeto de reducir el habla a las puras palabras, sin rastro siquiera de lo que Frege llamó "colorido de timbre" (Klangenfarben) o "evocación". Sólo con este tipo de habla groseramente artificial y mecánica (bastante parecida a la de los ordenadores de Star Trek) se podía estar plenamente seguro, con los pacientes más sensibles, de que padecían afasia de verdad.

¿Por qué todo esto? Porque el habla (el habla natural) no consiste sólo en palabras ni (como pensaba Hughlings Jackson) sólo en "preposiciones". Consiste en expresión (una manifestación externa de todo el sentido con todo el propio ser), cuya comprensión entraña infinitamente más que la mera identificación de las palabras. Ésta era la clave de aquella capacidad de entender de los afásicos, aunque no entendiesen en absoluto el sentido de las palabras en cuanto tales. Porque, aunque las palabras, las construcciones verbales, no pudiesen transmitir nada, per se, el lenguaje hablado suele estar impregnado de tono, engastado en una expresividad que excede lo verbal... Y es precisamente esa expresividad tan profunda, diversa, compleja y sutil, lo que se mantiene intacto en la afasia, aunque desaparezca la capacidad de entender las palabras. Intacto y a menudo inexplicablemente potenciado.

Esto es algo que captan claramente (con frecuencia del modo más chocante, cómico o espectacular) todos los que trabajan o viven con afásicos: familiares, amistades, enfermeros, médicos. Puede que al principio no nos fijemos mucho; pero luego vemos que ha habido un gran cambio, casi una inversión en su comprensión del habla. Ha desaparecido algo, no hay duda de que está destruido, pero en su lugar hay otra cosa, inmensamente potenciada, de modo que (al menos en la expresión cargada de emotividad) el paciente puede captar plenamente el sentido aunque no capte ni una sola palabra. Esto, en nuestra especie Homo Loquens, parece casi una inversión o incluso también una reversión a algo más primitivo y elemental. Quizás sea por esto por lo que Hughlings Jackson comparó a los afásicos con los perros (una comparación que podría ofender a ambos) aunque cuando lo hizo pensaba más que nada en sus deficiencias lingüísticas y no en esa sensibilidad tan notable, casi infalible, para apreciar el tono y el sentimiento. Henry Head, más sensible a este respecto, habla de "tono-sentimiento" en su tratado sobre la afasia (1926) y destaca cómo se mantiene, y con frecuencia se potencia, en los afásicos.

De ahí la sensación que a veces tenemos todos los que trabajamos en estrecho contacto con afásicos de que a un afásico no se le puede mentir. El afásico no es capaz de entender las palabras y, precisamente por eso, no se le puede engañar con un ellas; ahora bien, lo que capta lo capta con una precisión infalible, y lo que capta es esa expresión que acompaña a las palabras, esa expresividad involuntaria, espontánea, completa, que nunca se puede deformar o falsear con tanta facilidad como las palabras...

Comprobamos esto en los perros, y lo utilizamos muchas veces con este fin, para desenmascarar la falsedad, la mala intención o la intención equívoca, para que nos indiquen de quién se puede fiar uno, quién es íntegro, quién de confianza, cuando, debido a que somos tan susceptibles a las palabras, no podemos fiarnos de nuestros instintos.

Y lo que un perro es capaz de hacer en este campo, son capaces de hacerlo también los afásicos y a un nivel humano e inconmensurablemente superior. "Se puede mentir con la boca -escribe Nietzsche-, pero la expresión que acompaña a las palabras dice la verdad". Los afásicos son increíblemente sensibles a esa expresión, a cualquier falsedad o impropiedad en la actitud o la apariencia corporal. Y si no pueden verlo a uno (esto es especialmente notorio en el caso de los afásicos ciegos) tienen un oído infalible para todos los matices vocales, para el tono, el timbre, el rito, las cadencias, la música, las entonaciones, inflexiones y modulaciones sutilísimas que pueden dar (o quitar) verosimilitud a la voz de un ser humano.

En eso se fundamente, pues, su capacidad de entender... Entender, sin palabras, lo que es auténtico y lo que no. Eran, pues, las muecas, los histrionismos, los gestos falsos y, sobre todo, las cadencias y tonos falsos de la voz, lo que sonaba a falsedad para aquellos pacientes sin palabras, pero inmensamente perceptivos. Mis pacientes afásicos reaccionaban ante aquellas incorrecciones e incongruencias tan notorias, tan grotescas incluso, porque no los engañaban ni podían engañarlos las palabras.

Por eso se reían tanto del discurso del presidente.


(EL PORTAL DE LA NOTICIA/ LA VIÑA DEL SEÑOR/ 27 Enero 2018)

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