El Poder Legislativo cerró el
año con dos votaciones que ubicarán a México como un país retrógrada, vencido
por la corrupción y la violencia, casi nada: dos de los problemas más complejos
y profundos que laceran la vida pública, las instituciones, nuestras familias,
la paz en nuestras calles y jardines, la nación entera. Por un lado, como carta
que se esgrime por debajo de la manga, la Cámara de Diputados aprobó una
reforma al Código Civil Federal en donde se tipifica como delito publicar por
cualquier medio, incluido internet, hechos ciertos o falsos.
Nadie se salvará ahora de la
persecución, como en el medioevo. Bastará decir una verdad que cale, que
exponga, que balconee, que oree una conducta pública corrupta, para que un
“ofendido” tenga la prerrogativa de demandar “reparación del daño”. ¿Qué jodidos
le pasa al Congreso de la Unión? ¿En qué país vivimos y hacia dónde vamos? ¿Qué
escudos busca, qué guaridas, que carracas, nuestra clase política? ¿Piensan, de
verdad, que pueden impunemente construirse un paraíso de impunidad? ¿No ven que
la rueda de la historia marcha en sentido inverso?
La otra decisión, histórica
en nuestro país, es haber aprobado la Ley de Seguridad Interior. No fueron
suficientes los reclamos sociales y de organismos internacionales (ONU y OEA)
para que no fuera aprobada por poner en riesgo los derechos humanos elementales
de los mexicanos; la ley se aprobó y a partir de ahora nuestras fuerzas armadas
mandarán, con la Ley en la mano, en nuestras calles.
Más allá de los contenidos de
la nueva Ley de Seguridad Interior, se encuentra el reconocimiento implícito
del fracaso de las políticas gubernamentales contra los cárteles de la droga
desde hace al menos 15 años, el último tramo del gobierno de Vicente Fox
—cuando los Zetas retaron abiertamente al Estado— y los dos sexenios siguientes,
uno del PAN y otro del PRI. Pero algo más nefasto todavía: la pretensión de
darle a nuestras fuerzas armadas el control de las áreas de seguridad, cuando
han quedado en la oscuridad hechos criminales en los que han participado con
agravio a la sociedad civil y bajo el manto cómplice de las instituciones de
justicia.
Cuando más se requieren
límites a la actuación de las fuerzas armadas y se demanda socialmente su
regreso a los cuarteles en el marco de estrategias pertinentes contra la
delincuencia organizada, la Cámara de Diputados y el Senado de la República
amplía sus facultades y les brinda más poder del que ahora tienen de facto.
México no será ahora mejor
que antes en materia de seguridad. La participación de nuestras fuerzas armadas
contra el crimen ha sido un fracaso, eso está demostrado. Ahí están los muertos
y las cifras, la sangre y el llanto, los cuerpos enterrados y los
desaparecidos. Y los cárteles de la droga más vigentes que nunca, en su
trajinar de perdición y de muerte. ¿Por qué darles más poder? Muchos de los
diputados y senadores que aprobaron la Ley, eso es lo peor, ni siquiera lo
saben.
México, contrario a lo que
ocurre en el mundo democrático, marcha en sentido contrario, hacia la barbarie
institucionalizada, hacia el oscurantismo, la represión de los movimientos
sociales, la censura por decreto.
BOLA Y CADENA
ES UNA ALIANZA EXTRAÑA LA DE AMLO al coaligarse con el Partido Encuentro Social,
ubicado, por su ideología como un infecto partido de derecha, opuesto por
definición a las causas fundamentales que Andrés Manuel y Morena pregonan. Más
todavía si hizo todo lo necesario para deslindarse del PRD, al que no se ha
cansado de ubicarlo como parte de lo que llama “la mafia del poder”. Pero anda
en busca de votos. Y no se sabe si esta alianza le dará más votos de los que
puede quitarle. Por lo pronto, Elena Poniatowska se convirtió en la primera y
significativa protesta contra esa alianza.
SENTIDO CONTRARIO
NO ES UN ASUNTO DE LEY, SINO de voluntad política. El Fiscal General de Sinaloa,
Juan José Ríos Estavillo debió comparecer ante el Congreso del Estado para
informar sobre el caso Javier Valdez. No iría a ningún linchamiento, como él
pensó y se los dijo a algunos de los diputados que le pidieron respuesta a la
solicitud emanada de un punto de acuerdo que nosotros promovimos. De hecho, si
el evento hubiese sido abierto, el público sería solo invitado de piedra y
respetuoso. Y no se le pediría que hiciera pública información sensible del
caso, porque si de una cosa estamos interesados es que el crimen se esclarezca
y se castigue. Pero la sociedad tiene mucha dudas sobre los roles de las
fiscalías y era la oportunidad para aclararlas. La Fiscalía es autónoma, es
verdad, pero esa autonomía no estaba en entredicho. Solo faltaba ser un poco
más sensible al exhorto y menos soberbio.
HUMO NEGRO
ESTE AÑO QUE SE ACABA FUE FATAL para Ríodoce. Perdimos a uno de nuestros compañeros,
fundador del semanario y quien le imprimió un sello muy particular a sus
entregas semanales, con su columna Malayerba. 2017 nos marcó para siempre.
Cambió nuestras vidas y nuestras rutinas y nos empujó a caminar en pistas que
antes pisamos solo como cronistas. Pero la muerte de Javier Valdez cambió
también la visión de muchos periodistas en el país y cimbró conciencias en
muchas partes del mundo, desde donde llegaron solidarios abrazos y reclamos de
justicia. A todos muchas gracias. Cada voz que se levanta y cada paso que se
escucha exigiendo justicia nos dice al mismo tiempo que no estamos solos. Y nos
alienta a seguir en esto que se ha convertido en un propósito fundamental en
nuestras vidas: que los asesinos de Javier sean llevados juicio y castigados.
Feliz Navidad a todos y que
un mejor año nos espere.
Columna publicada el 17 de diciembre de
2017 en la edición 777 del semanario Ríodoce.
(RIODOCE/ COLUMNA”ALTARES Y SÓTANOS” DE ISMAEL
BOJÓRQUEZ/ 21 DICIEMBRE, 2017)
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