Tan sólo en 2008, año de la quiebra de
la compañía Lehman Brothers y de la crisis financiera en Estados Unidos,
Juárez, el municipio mexicano donde vive la mayor cantidad de población ocupada
en este tipo de industria, perdió 20 mil empleos.
Ciudad de México, 5 de enero
(SinEmbargo).– El problema en México no es que compañías como Ford o General
Motors cancelen inversiones, sino que aquí se haya convertido a ese tipo de
ensambladoras extranjeras, sobre todo norteamericanas, en motor casi único de
la economía nacional.
Así lo plantearon académicos
entrevistados sobre la política del nuevo Presidente electo de Estados Unidos,
Donald Trump, que hizo pilar de su campaña electoral, la promesa de regresar a
ese país los empleos que las trasnacionales han creado en México.
“El verdadero problema es
ese: que México, al único motor al que le apostó la estrategia económica es a
la inversión extranjera”, dijo Alberto Arroyo Picard, catedrático de la
Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Y explicó que, a medida que llegaron las firmas internacionales, aquí se
desmanteló la industria nacional.
“Se fue dando a lo largo de
estos años, porque las empresas se fueron convirtiendo en maquila: traen todo,
lo arman aquí con la mano de obra barata y se van. Y ya, en la etapa del
Tratado de Libre Comercio, éste no las obliga a buscar proveedores nacionales,
la empresa compra donde ella quiere y ¿qué sucede? Las empresas buscan integrar
a su propio corporativo entonces y se compran a sí mismos”, explicó Arroyo,
también fundador de la Red Mexicana de Acción frente al Libre Comercio (RMALC).
Antonio Payán, director del
Centro de Estudios sobre México del Baker Institute for Public Policy de la
Universidad Rice agregó que en esta apuesta única por las inversiones
extranjeras, México participa además sólo con mano de obra barata, por lo que
su papel en las cadenas de manufactura norteamericanas es cada vez menos
relevante.
“En la plataforma
manufacturera norteamericana, México se ha colocado en los peldaños más bajos,
donde lo que contribuye México es finalmente con una mano de obra extremadamente
barata, y no ha reformulado su sistema económico para incentivar la adquisición
de habilidades más tecnológicas, de mayor educación, preparación para ir
escalando los peldaños de la cadena productiva manufacturera mexicana”, dijo
Payán.
“Y esa ha sido la estrategia
económica de México: el apostarle a mano de obra barata, y ha sido un error en
dos maneras. La primera, es por si llegaba alguien como Trump que dijera ‘esos
empleos se quedan en Estados Unidos’; y, por otro lado, el hecho de que la
automatización o robotización de las cadenas de manufactura obviamente implica
que México se hará cada vez más prescindible. En ese sentido, México está
pésimamente preparado y no previno absolutamente nada. Entonces, creo que hay
un pánico justificado, pero merecido”, agregó.
Esta semana, en el contexto
de los amagos de Trump contra las compañías que ensamblen sus productos en
México, Ford anunció la cancelación de una inversión de mil 600 millones de
dólares prevista para iniciar en una nueva planta de San Luis Potosí.
La historia de la industria
maquiladora en México, sin embargo, muestra que las compañías norteamericanas
llegan o cancelan inversiones con base, sobre todo, en la economía de ese país.
Así lo expuso desde 2003 un
análisis del Gobierno norteamericano sobre la contracción de casi un 30 por
ciento en la producción de esta industria en México y la pérdida de casi 290
mil empleos entre 2000 y 2002.
Entonces, como ahora, los
motivos del declive fueron cambios registrados en el extranjero: la recesión
económica norteamericana, a donde va la mayor parte de la producción de estas
maquiladoras; y, a partir de diciembre de 2001, la entrada de China en la Organización
Mundial de Comercio, que significó más competencia para México por este tipo de
inversiones foráneas.
“Cerca del 98 por ciento de
la producción maquiladora está destinada al mercado de Estados Unidos.
Entonces, no sorprende que las maquiladoras sean muy sensibles a las
fluctuaciones en la fabricación y demanda en Estados Unidos”, advierte el
reporte titulado “El declive de la maquiladora de México afecta a las
comunidades fronterizas y el comercio”, elaborado por la Oficina General de
Contabilidad del Gobierno estadounidense (GAO, sus siglas en inglés).
“China y México parecen estar
en una competencia directa por muchas categorías de importaciones. Aún cuando
es difícil establecer una relación causal, China parece estar ganando partes
del mercado de Estados Unidos al mismo tiempo que México las pierde, como
juguetes, muebles, electrodomésticos, equipos y partes para televisión y video,
ropa y textiles. Las maquiladoras están concentradas donde China parece haber
ganado acceso al mercado norteamericano (…) México perdió también mercado en la
producción de equipos de telefonía tanto en el 2001 como en el 2002, y la
ganancia que tuvo el sector de la producción de hardware en el 2001 estuvo más
que opacada”, agrega el documento.
Juárez, que es el municipio
mexicano donde vive la mayor cantidad de población ocupada en este tipo de
industria, absorbió una amplia proporción de la pérdida y, para 2003, se
estimaba en cien mil el número de personas desocupadas directamente por las
plantas maquiladoras; más otras miles por otros sectores afectados por la caída
del poder de compra de los obreros desempleados, como el comercio, el
transporte o los servicios.
Otro periodo en el que la
industria maquiladora resintió de manera inmediata los acontecimientos políticos
y económicos registrados en el exterior fue 2008, año de la quiebra de la
compañía Lehman Brothers y de la crisis financiera en Estados Unidos. De
acuerdo con El Diario de Juárez esa ciudad fronteriza perdió en ese momento 20
mil empleos.
Y es que la vulnerabilidad de
México ante los vaivenes de la economía norteamericana es casi absoluta, afirma
Arroyo Picard.
“Del dos por ciento que
crecemos, más o menos, como un 1.4 depende del sector exportador. Y ahora es
mucho más la dependencia”, señaló.
“Antes de la etapa neoliberal
había una dependencia más estructural, pero ahora es inmediata y es básicamente
porque el motor de la economía está afuera, y apostamos a un solo mercado y no
diversificamos nuestro mercado. Chile es igualmente neoliberal que México,
pero, primero, tiene un mercado interno más fuerte; y segundo, tiene más o
menos equilibradas sus zonas de exportación: una cuarta parte la envía a Asia,
otra cuarta parte a Europa, otra al Mercosur, otra a Estados Unidos. Entonces,
ya que toda la economía entre en recesión es más difícil, y se equilibra. Pero
aquí no: el 80 por ciento de las exportaciones y el 60 por ciento de la
inversión es de Estados Unidos; entonces, dependemos totalmente de la economía
de Estados Unidos”, agrega.
Juárez, el municipio mexicano donde vive
la mayor cantidad de población ocupada en este tipo de industria, absorbió una
amplia proporción de la pérdida. Foto: Cuartoscuro
MEXICO, SIN ALTERNATIVA
Las inversiones
norteamericanas en México entraron de nuevo en amenaza durante la campaña
presidencial norteamericana del año pasado, cuando tanto la derecha como la
izquierda del espectro político hicieron notar la pérdida de miles de empleos
en Estados Unidos, sobre todo a partir del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN).
“Los automóviles solían estar
hechos en Flint, y no podías tomar el agua de México. Ahora los automóviles se
hacen en México y no puedes tomar el agua en Flint”, dijo en septiembre pasado
el entonces candidato republicano Donald Trump en esa localidad del Estado de
Michigan y que hace meses es noticia por la contaminación de sus redes de agua
potable.
Trump concentró sus críticas
en la compañía automotriz Ford, con la cual el ahora Presidente electo ha
presumido diversos acuerdos para que retire inversiones de México y que el
pasado martes 3 de enero anunció la cancelación de mil 600 millones de dólares
para una planta que preveía construir en San Luis Potosí y que se usarán,
precisamente, en la expansión de sus operaciones en Michigan.
“En lugar de alejar los
empleos y la riqueza, América se convertirá en el gran imán del mundo para la
innovación y la creación de empleos”, publicó esta mañana Trump en su cuenta de
la red social Twitter, donde minutos antes había colocado un vínculo a la
noticia de Ford.
Desde su triunfo el pasado 8
de noviembre, sus amagos a las empresas automotrices instaladas en México y su
anuncio de revisar el TLCAN, analistas y documentos consultados por este medio
indicaron que, pese a los ciclos de declive asociados a la condiciones externas
y pese a tener acuerdos de libre comercio con varios países, México no cuenta
con un plan alterno para enfrentar su dependencia de las inversiones
procedentes de Estados Unidos.
“No hay nada que lo
sustituya; tendría que haber un cambio no sólo para generar ingreso de dólares
sino para generar nuevas ramas productivas que puedan crecer no a partir de las
exportaciones sino del consumo interno, y para eso se necesita subir los
salarios, distribuir mejor el ingreso e impulsar la construcción de
infraestructura a cargo del Estado”, explicó a SinEmbargo Saúl Escobar Toledo,
investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia y autor de
diferentes análisis sobre el impacto de la apertura económica en el salario y
el trabajo en México.
“Entonces, este cambio de
modelo exportador al mercado interno, desde luego, es un objetivo, pero
necesitaría una conducción política acorde, y no veo en el PRI ni en el PAN
esta mentalidad”, agregó entonces.
RESCATANDO LA DEPENDENCIA
En México, advirtió por
separado Arroyo Picard, la conducción política y macroeconómica mexicana va en
sentido contrario a la creación del mercado interno, debido a que hace 30 años
se ha concentrado en obtener riqueza sólo a través de la apertura de diversos
sectores productivos a los mercados extranjeros.
“Por un lado aumentó un poco
el salario mínimo (no es suficiente por sí mismo, pero si se mantiene un
aumento significativo por varios años sí lo sería), pero por otra sube la
gasolina, lo que lleva a un aumento en la inflación”, dijo Arroyo.
Por eso, agrega Payán, en
lugar de plantearse reconstruir el mercado interno, la actitud del Gobierno
mexicano ante Trump ha sido la de rescatar lo que sea para seguir manteniendo
la dependencia de ese país.
“Pienso que las élites
políticas y económicas de México están apostando a tratar de convencer a Trump
de que México puede ajustarse, hacer concesiones, políticas, diplomáticas y
económicas para tratar de congraciarse con su administración”, dijo.
“No es un esfuerzo orquestado
para tratar de crear una economía nacional, un mercado nacional, una base
económica nacional, una clase consumidora mexicana, sino para rescatar lo poco
que puedan rescatar de un plan manufacturero completamente de Estados Unidos.
Es como una desesperación por rescatar la dependencia”, agregó.
Desde el triunfo de Trump y
su posterior anuncio de revisar el TLCAN, también la médico social Assa
Cristina Laurel, que se ha enfocado en investigar el impacto de la apertura
económica, comentó a SinEmbargo que parte de la problemática es la negativa del
Gobierno federal para aceptar el descontento que había en Estados Unidos por la
fuga de empleos y la vulnerabilidad en la que se queda México sin ellos.
“Hay personas enojadas con la
política neoliberal, por eso están votando por Trump, pero aquí dicen que vamos
muy bien y que el loco es Trump”, dijo Laurell.
“El problema es que el
surgimiento de la ultraderecha está aprovechando el descontento de la gente por
el impacto que ha tenido este tipo de globalización sobre la población. ¿Cuánto
tiempo llevamos hablando del uno por ciento (proporción de población que se
estima se benefició ampliamente del libre mercado)? No nada más en México; en
Estados Unidos, en Europa (…) Nadie puede decir que no se les ha dicho; se les
ha mostrado el impacto con datos, con la destrucción de aparato productivo, del
campo, etcétera”, agregó.
(SIN EMBARGO.MX/ SANDRA RODRÍGUEZ NIETO/
ENERO 5, 2017 - 12:05 AM)
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