Néstor
Jiménez | Monclova, Coah.- Bartola Neira vivía tranquilamente en una humilde
casita en lo alto de una colina y se dedicaba a apacentar el rebaño de cabras
que su padre, “Lencho” cuidaba con esmero, pues de ahí obtenían sustento.
Desde
la cúspide se apreciaba al oriente el valle de Monclova, vista que disfrutaban
padre e hija cuando platicaban al meter los animales en la majada.
Mientras
que algunas fuentes históricas sitúan su existencia en el siglo XVIII otras
aseguran que fue en la segunda mitad del XIX, además que la mayoría de las
personas la tachaban de loca.
En
sus investigaciones, el historiador Lucas Martínez Sánchez atribuye que Bartola
tenía la facultad de predecir el futuro y era frecuentada por los ciudadanos
para saber su porvenir. No era curandera pero las almas en desgracia buscaban
su consejo.
Martínez
Sánchez refiere que de acuerdo a la leyenda, pronosticó el grito de Dolores que
dio inicio a la Guerra de Independencia en 1810.
Sin
embargo, ni con todos esos poderes vislumbró que en tiempos posteriores la loma
donde habitaba llevaría su nombre y que siglos después de su muerte, aquella
tierra en la cual disfrutaba sentarse al pie de una cueva sería el escenario de
un bestial baño de sangre, y en lugar de su choza y corral, existiría una
fortaleza inexpugnable.
CUARTEL GENERAL ESTRATÉGICO
La
Loma de la Bartola es una elevación que se ubica en medio de Monclova y
Frontera, actualmente corona la colonia Residencial Guadalupe y en su cúspide
se halla un tanque de almacenamiento del Sistema Intermunicipal de Aguas y
Saneamientos (Simas).
Debido
a su estratégica ubicación geográfica, al estallar la Revolución
Constitucionalista, las fuerzas federales leales al usurpador Victoriano Huerta
(que subió al poder tras el asesinato de Francisco I. Madero y José María Pino
Suárez el 22 de febrero de 1913) erigieron una fortificación.
Estaba
diseñada para resistir varios meses de sitio y almacenaba en sus bodegas
provisiones y artículos propios de los castrenses. Tenía varios parapetos y
banquetas fuertemente custodiados por expertos tiradores, estando al mando de
su defensa el Mayor Juan Felipe Rico.
El
nombre clave con el que se conocía a la Loma con su fortín, para usos militares
y de estrategia era “El Arca de Noe”. Los soldados estaban preparados para
cualquier intento de asalto o salir a reforzar a su bando en eventual
enfrentamiento con tropas Carrancistas.
¡HUYE CARRANZA A NADADORES!
Seis
meses después que Francisco I. Madero estallara “La Bola”(como se le conocía a
la guerra revolucionaria el 20 de noviembre de 1910) el General Pablo González
Garza entró a Monclova exigiendo la renuncia del ingeniero Melquiades
Ballesteros, que cumplía su segundo mandato como alcalde.
Era
el 27 de mayo de 1911 y las tropas se adjudicaron la ciudad sin usar la
violencia y conformaron el primer cabildo revolucionario imponiendo como
presidente municipal a Lino Castaño.
Para
julio de 1913, el jefe del Ejército Constitucionalista y gobernador de Coahuila
Venustiano Carranza, se hallaba junto a su hermano Jesús en Estación Monclova,
mientras que en la ahora Capital del Acero, los revolucionarios se enfrentaban
a los federales que llegaron a recuperar la plaza.
La
República estaba ahora en manos del “Chacal” Huerta y el día 8 del mismo mes,
Pablo González defendía Monclova de los “pelones”(federales) a pesar de ser
reforzado por los jefes Pancho y Samuel Vázquez, Antonio Maldonado, Julio y
Jesús Soto con sus tropas, todo estaba ya escrito.
González
avisó a Carranza en el Hotel Internacional (en Ciudad Frontera) que la ciudad
estaba perdida, al momento que desde la Loma de la Bartola se empleaba
artillería pesada que era lanzada hasta el gran edificio.
Los
peligrosos estallidos de metralla hirieron a varios hombres y el Barón de
Cuatro Ciénegas ordenó la retirada a su terruño empleando el camino a
Nadadores.
Martínez
Sánchez menciona en su obra que el Gobernador de Coahuila ordenó que médicos y
enfermeras que estaban en el Hospital de Monclova huyeran con los heridos en
tren a Piedras Negras, siendo custodiados por el Teniente Francisco Vela
González.
Pablo
González resistió los ataques hasta la llegada de Alfredo Ricaut, el Mayor
Ramírez Quintanilla y Teodoro Elizondo para retirarse en huída a Estación
Hermanas. El día 11 de julio de 1913 entró triunfante el jefe Huertista,
Joaquín Mass a Monclova.
BAÑO DE SANGRE
El
historiador Alejandro Garza ilustró que el relato más fiel que existe del épico
enfrentamiento sucedido en Monclova lo retrata el teniente cieneguense Manuel
Saúl Facundo Rodríguez, que ingresó a las filas constitucionalistas el 22 de
abril de 1913 hasta su retiro el 24 de abril de 1924, convirtiéndose en
periodista, escritor y poeta.
En
sus memorias relata que el general Cesáreo Castro puso en fuga a dos
escuadrones de Gustavo Guardiola el 5 de marzo de 1914, para posteriormente
contactar al General Francisco Murguía y tramar el plan de recuperar Monclova
pactando el ataque para el 10 de marzo.
Cuando
ya pardeaba la tarde del día 9, un total de 150 huertistas comandados por el
Teniente Coronel Francisco Osorno, quiso interceptarlos en los carrizales del
río Monclova imponiéndose los revolucionarios que echaron en tropel a los federales
rumbo al cerro de la Gloria.
La
fecha del asalto se llegó y apenas amanecía cuando Francisco Murguía aplastó a
los huertistas en el Barrio España (que aún se le conoce así a lo que hoy es la
colonia Héroes del 47) .
Facundo
Rodríguez informó que para las 10 de la mañana dos falanges a cargo del Mayor
Benjamín Garza se apoderaron del sur y centro de la ciudad; la estratagema del
factor sorpresa había surtido efecto.
Los
huertistas decidieron concentrarse y se apoderaron de la Ermita de Zapopan
tañendo la campana luego de perder varios fortines ante Murguía, sin embargo no
resistieron tanto y por la madrugada se retiraron al cuartel general en la Loma
de la Bartola.
La
noche del 10 y madrugada del 11 de marzo la refriega fue bestial, donde
desesperadamente el General Murguía llevaba a cabo embestidas a la fortaleza
que eran rechazadas por el Mayor Rico.
A
pesar que Cesáreo Castro atacó “El arca de Noé” por varios flancos,
principalmente por el lado de la Estación de Ferrocarril, no tuvo resultados y
los hombres caían como moscas.
Amparados
por la noche, el cuerpo de ferrocarrileros revolucionarios, entre ellos el
fogonero Matías Gómez Frausto y Raúl Ramos se escabulleron por una de las
laderas llegando a los parapetos lanzando bombas al reducto sin lograr mermar a
los defensores de la fortaleza. Muchos no llegaban y les estallaban las
metrallas volándose en pedazos.
Aquella
carnicería parecía que no acabaría y al mediodía del 11 de marzo, llegaron
refuerzos federales enviados desde Monterrey y Saltillo desembarcando en La
Estación Fierro (ubicada a un lado de la colonia Calderón) provocando la
retirada de Cesáreo Castro a San Buenaventura.
Algunos
constitucionalistas que fueron capturados como prisioneros de inmediato los
fusilaron y otros ahorcados en las faldas de la Loma.
El
ilustre cronista y director del Archivo Municipal de Monclova, Arnoldo Bermea,
detalló de acuerdo a la narración del Teniente Facundo, que el fortín de la
Loma de la Bartola fue “sencillamente invencible”.
Fotografía explicita rescatada por Lucas
Martínez Sánchez, de un soldado carrancista ahorcado en las faldas de la loma.
(ZOCALO/
ESPECIAL/ REDACCIÓN/ 20/11/2016 - 04:00 AM)
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