La muy polémica visita del candidato
republicano Donald Trump a México por invitación del propio Enrique Peña Nieto
no fue un acto intempestivo o improvisado como pareció. En realidad la
invitación se gestó desde meses antes y, de acuerdo con fuentes gubernamentales
mexicanas, el artífice de la misma fue Luis Videgaray, quien logró imponer su
idea incluso por sobre la opinión en contra de la canciller Claudia Ruiz
Massieu, de quien existe la versión de que intentó renunciar el pasado jueves
1. Además del repudio generalizado en México, la presencia del magnate
estadunidense en Los Pinos provocó una grieta profunda en el equipo gobernante
y le dio un desastroso golpe a la ya de por sí maltrecha diplomacia mexicana.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).-
Desde mucho antes del miércoles 31 de agosto, la visita del candidato
republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, fue gestionada por el secretario
mexicano de Hacienda, Luis Videgaray, y por sus dos piezas fundamentales en el
entorno de Los Pinos: el jefe de la oficina de la Presidencia, Francisco
Guzmán, y el subsecretario de Relaciones Exteriores para América del Norte,
Paulo Carreño King.
La decisión de invitar al
magnate –revelaron a Proceso fuentes gubernamentales y diplomáticas– se tomó
con el máximo sigilo, se ignoró la oposición de la canciller Claudia Ruiz
Massieu y se provocó la peor crisis dentro del gobierno de Enrique Peña Nieto;
también vino la crítica pública de dos exembajadores en Estados Unidos, Arturo
Sarukhán y Miguel Basáñez, así como de Enrique Berruga, exsubsecretario de
Relaciones Exteriores para América del Norte y asesor del presidente Enrique
Peña Nieto.
Rosario Green, exsecretaria
de Relaciones Exteriores, considerada una de las máximas autoridades en el
mundo diplomático mexicano, escribió una tarjeta informativa destinada a
algunos líderes priistas y a la cual tuvo acceso este semanario. En ella, la
exsenadora del PRI, quien fue canciller en el gobierno de Ernesto Zedillo
(1998-2000), afirmó “de muy buena fuente” que la visita de Trump a México fue
acordada entre Francisco Guzmán, Paulo Carreño y Luis Videgaray.
Green señaló que la crisis de
la diplomacia mexicana se vive desde los dos sexenios anteriores, los del PAN,
pero se profundizó con la llegada de José Antonio Meade a la Secretaría de
Relaciones Exteriores (SRE) y con el desplazamiento del servicio exterior
mexicano por panistas que venían de la Secretaría de Hacienda y del Sistema de
Administración Tributaria.
En el gobierno de Peña Nieto,
anotó Green, la crisis se agudizó aún más con la llegada de Claudia Ruiz
Massieu y el nombramiento de personajes sin experiencia en áreas tan delicadas
como la subsecretaría para América del Norte, o la designación de exgobernadores
acusados de corrupción, como Fidel Herrera, como cónsules o embajadores, así
como de “juniors y protegidos del sistema”.
Al referirse a la visita de
Trump, que calificó de error, la embajadora y doctora honoris causa por dos
universidades estadunidenses advirtió que Luis Videgaray “y su equipo serán
conscientes de todo el daño que le han provocado al presidente Peña y a México.
La soberbia y petulancia con la que han movido al país no tiene precedente”.
Al respecto, y a petición de
Proceso, la Secretaría de Hacienda fijó su posición la tarde del viernes 2 :
“La conducción de la política exterior es una facultad exclusiva del Presidente
de la República. Por ende, la iniciativa y la decisión de invitar a los
candidatos Clinton y Trump fue del Sr. Presidente. El secretario de Hacienda
respalda y acata al 100% sus decisiones en ésta y en todas las materias”.
A su vez Enrique Berruga,
exrepresentante de México ante las Naciones Unidas (2003-2007) y
exsubsecretario para América del Norte, escribió un artículo en El Universal
donde hizo un balance muy crítico de los resultados de la visita de Trump y se
refirió a la humillación que el magnate les causó a Peña Nieto y a todos los
mexicanos durante su discurso en Arizona, la misma tarde del miércoles 31.
“El saldo inicial es que
estamos peor que antes de la visita”, escribió Berruga. “Los demócratas
molestos, los paisanos desamparados, los mexicanos sin sentir que se haya hecho
una defensa de nuestros valores y nuestra posición en el mundo. Nos metimos a
querer o no en la política interna de Estados Unidos, mientras el señor Trump
termina la visita con aura de que, efectivamente, es capaz de imponerse sin
concesiones y, ahora, con mayores posibilidades que ayer de convertirse en el
próximo presidente de Estados Unidos. Nunca fue buena idea marginar a la
diplomacia cuando más se necesita”, remató en su artículo titulado “Visita
impecable para Trump”.
Fragmento del reportaje que se publica
en la edición 2079 de la revista Proceso, ya en circulación.
(PROCESO/ REPORTAJE ESPECIAL/ J JESUS
ESQUIVEL Y JENARO VILLAMIL /3 SEPTIEMBRE, 2016)
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