Hace veinte años trabajaba en
el diario Noroeste y recibí la propuesta de ir a Chiapas con la idea de
entrevistar al subcomandante Marcos. Me la hizo Juan Guerra Ochoa, entonces
diputado federal y parte de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa). Se
llevaría a cabo un evento donde participaría el alto mando zapatista y Juan ya
había tratado con el jefe guerrillero. No lo pensé dos veces. Días después
saludaba a Marcos en la Selva Lacandona y una semana más tarde se llevaría a
cabo la entrevista.
El texto y material
fotográfico —a cargo de Alejandra Chombo Tovar—, se publicaron en julio de
1996.
Diez años después, el
subcomandante y una comitiva zapatista recorrieron el país en los que ellos
mismos llamaron “La otra campaña”, pero cuando pasó por Culiacán yo estaba
postrado en una cama producto de un ataque de dengue que me tumbó una semana, y
no pude verlo. Había preparado una entrevista de balance a diez años de aquel
encuentro, pero no fue posible.
Ahora Sebastián Guillén
Vicente no es el subcomandante Marcos, sino Galeano. Y el movimiento zapatista
sigue ahí, como el dinosaurio de Monterroso, porque sus postulados y razones
permanecen intactos.
Con la autorización de
Noroeste, Ríodoce reproduce ahora la entrevista completa, un mosaico de temas que
a cada lector le pueden servir para hacer sus propias reflexiones, no solo
sobre un movimiento armado y social que impactó al mundo, sino también sobre
los indígenas, la política, los partidos, la izquierda, el ejército, el
periodismo…
Julio de 1996
SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS,
Chiapas.- Marcos sin armas. Solo en un amplio salón improvisado de sesiones en
el ex convento Del Carmen, lee de pie una carta escrita con tinta azul. Es
domingo 7 en ese San Cristóbal de las Casas que aquel amanecer del primero de
enero de 1994 se despertó lleno de zapatistas armados con palos, machetes,
rifles de madera, “veintidositos” y AK-47, exigiendo libertad, justicia,
democracia.
Marcos sin armas, porque en
“un acto de voluntad por conseguir la paz” había dejado en manos del Mayor
Moisés su Magnum 357 y su Kalashnikov, en “La Realidad”, una comunidad
tojolabal enclavada en la Selva Lacandona.
El jefe guerrillero había
descargado uno a uno los tiros de su cartuchera en presencia de diputados,
poetas, voluntarios de la Cruz Roja Internacional y Mexicana… periodistas.
Marcos sin armas, sin más
armas que la palabra, asumiendo “la voz de los que no tienen voz”. Domingo 30
de junio. Foro Especial para la Reforma del Estado:
“¿Cuántos muertos, cuánta destrucción, cuánta
cárcel, cuánta impotencia, cuántos magnicidios, cuántos criminales refugiados
en Irlanda o Manhatan, cuánta inseguridad económica, cuántos gobernadores
narcotraficantes, cuánto país destruido?… ¿De qué país estamos hablando? ¿Dónde
se gestó este México que nos avergüenza y oprime?… ¿De dónde viene la
violencia? ¿Quién la promueve y la alienta? ¿En dónde vive el culto a la muerte
y a la destrucción?”.
Tres días antes, en el vado
de Aguas Blancas, Guerrero, decenas de hombres armados que se autollamaron
Ejército Popular Revolucionario (EPR) habían hecho su primera aparición
provocando desconcierto y miedo entre la población, por las repercusiones que
podía tener el hecho.
El Comité Clandestino
Revolucionario Indígena del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional
(CCRI-EZLN) se preparaba ya para trasladarse a San Cristóbal de las Casas, pero
desde distintos puntos de la geografía chiapaneca se recibió la orden: “Vamos a
esperar”.
Cuando el día 29 llegaron a
La Realidad los diputados Juan Guerra Ochoa y Jaime Martínez Veloz, de la
Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), ya los esperaba el poeta Juan
Bañuelos, de la Comisión Nacional de Intermediación (Conai), en compañía del
Comandante Tacho.
“Necesitamos saber si hay
condiciones de seguridad para trasladarnos a San Cristóbal”, pidió el jefe
zapatista. Los intermediarios se trasladaron a una base militar cercana y desde
ahí, por telefonía satelital lograron los contactos necesarios. Regresaron con
buenas nuevas.
Quince minutos después hizo
su aparición el Subcomandante Insurgente Marcos a la cabeza de una cuarentena
de hombres armados montados a caballo, todos con uniforme —pantalón negro y
camisa café— y pasamontañas, semejaban
el escenario ideal para un rodaje postmoderno.
Ya a bordo de una unidad de
la Cruz Roja Internacional los comandantes zapatistas, Marcos ordenó al chofer
que se detuviera cerca de donde dialogaban los diputados Juan Guerra y Jaime
Martínez.
—Quiubo Juan —le dijo Marcos
al sinaloense mientras éste se acercaba a la camioneta— ¿No nos Irán a hacer
una chingadera?
—Nos las hacen a todos
—respondió el diputado perredista, nervioso.
—Ese no es consuelo —replicó
el guerrillero.
—No te preocupes, vamos bien—
terminó Juan Guerra.
Fue una decisión muy difícil
hacer el viaje a San Cristóbal después de lo que había ocurrido en Guerrero,
con la aparición del EPR.
El Subcomandante acaba de
comentar a Noroeste (ya en la entrevista, ocho días después) que los propósitos
del foro convocado por el EZLN se habían cumplido. Uno de los objetivos era el
encuentro con la gente que pretende construir el Frente Zapatista de Liberación
Nacional (FZLN). El segundo nivel era retomar la cuestión indígena nacional; el
tercer objetivo era encontrarse con fuerzas de izquierda que luchan por la
democracia. Y el cuarto era verse con gente de un espectro más amplio, de
centro.
Mostrando una palidez que se
asoma por los huecos de su pasamontañas negro, Marcos responde mientras llena
su pipa con lo que queda de una bolsa de tabaco que puede ser la que le envió
desde la ciudad de México la escritora Elena Poniatowska:
“Lo decidimos unos minutos
antes de salir de La Realidad”. Hablamos con el diputado Juan Guerra y le
dijimos que estábamos muy preocupados, que tal vez no era conveniente venir a
San Cristóbal. Sin embargo se nos dieron garantías de seguridad y, bueno,
teníamos que arriesgarnos, como en todo proceso, y dejar claro con nuestra
asistencia que estábamos por la paz. Pudimos habernos quedado jugando con la
posibilidad de otro levantamiento armado, pero no podemos estar jugando con el
destino de tantos. Tenemos que ser serios.
—¿Sobre qué escenario va a
dejar las armas el EZLN? Una de las pistas, suponemos, es la conversión del
EZLN en una organización política o civil, pero ¿No dependerá también de la
evolución que tengan las negociaciones con el gobierno federal?
—Para nosotros depende de
tres grandes pistas: una es la posibilidad de convertirnos en una fuerza
política y pacífica; la otra es que realmente se abran los espacios de
democracia y que haya una reforma profunda en la cuestión indígena, y la
tercera se refiere propiamente al proceso de negociación.
—Que es la más resbalosa…
—El gobierno, tanto federal
como estatal, tendría que garantizar, crear las condiciones, junto con otras
fuerzas, para que no sean necesarias las armas, porque incluso aunque se
llegara a un acuerdo con el gobierno federal sobre esto, con el auge que hay en
las guardias blancas —esto está muy claro en el norte de Chiapas—, esto es muy
preocupante y todas las señales nos dicen que no debemos dejar las armas… lo
que ya decía de las armas como defensa, no tanto como vehículo para criticar
algo, para señalar algo, para lo que sirvieron en enero de 94.
Subcomandante Marco EZLN
“Yo pienso que para que
pudiera hablarse de la posibilidad dejar las armas del EZLN, tienen que darse
estas tres grandes pistas. La única que aparece sólida en este momento parece
ser la primera: la de convertirnos en una fuerza política. La de la democracia
y la cuestión indígena es algo que es producto de la negociación y hay que ver
los resultados. Y la más difícil y que se ve más lejana, es el acuerdo con el
gobierno, sobre todo por los personajes que están en la delegación
gubernamental, que parecen sistemáticamente negarse a cualquier tipo de
acuerdo. Son una oposición totalmente intransigente, intolerante; que hace muy
difícil poder llegar a acuerdo.”
Esta tercera etapa del
dialogo en San Andrés Larrainzar va ser definitoria, digamos, en el curso que
pueda tomar la negociación.
“Nosotros pensamos que sí. En
esta primera sesión vamos a hablar de cómo llegamos a un acuerdo sobre estas
cuestiones que están pasando continuamente y que lo empantanan o lo dificultan,
y que en el peor de los casos lo pueden hacer fracasar. Pensamos llegar a ese
acuerdo y definir las grandes líneas de lo que puede ser un tránsito a la
democracia y por el que podamos transitar nosotros. Finalmente lo que está a
discusión en esta mesa es la guerra o la paz en cuanto a qué es lo que la
produce.”
—Están planteando ustedes la
creación de un frente amplio opositor ¿Cómo lo conciben y para qué? ¿Con que
objetivos?
—Mira, nosotros estamos
pensando que hay una cierta descomposición del régimen, que es cada vez más
aguda; cada vez sale más podredumbre a flote y esto es muy preocupante porque
no se ve que el país vaya por buen rumbo, sino que cada vez las cosas están
peor, no se ve que haya repunte en la cuestión económica. En la cuestión
política el régimen se va deteriorando cada vez más. Entonces, nosotros pensamos
que hay que darle una salida y esto no puede ser obra de una sola fuerza. Por
muy simpática, moral y clara que sea, porque implica algo más grande que un
relevo del poder. Esto quiere decir que no es un partido el que lo pueda
encabezar, porque un partido puede encabezar una alternancia del poder en todo
caso. Y lo que exige la situación política en México es una reforma muy
profunda, una transición a la democracia que vaya más allá del cambio de un
partido en el poder o de un personaje en el poder. Nosotros estamos concibiendo
ese frente como un gran acuerdo entre organizaciones políticas, sociales y
ciudadanas —es decir, no solo partidos políticos—, en esa perspectiva.
—¿Una alianza la chilena,
como la que se hizo contra Pinochet?
—Pues sí, nada más que ahí
era mas fácil porque el enemigo estaba perfectamente definido, era un dictador,
etcétera. Y, en este caso, parte de la crisis del sistema político mexicano es
que el enemigo se empieza a difundir. Esta sensación de que no hay nadie que
pueda responder no es una gran ventaja.
—Ahora, bueno, ustedes forman
el Frente Zapatista, van a dejar las armas… ¿van a incursionar luego en la vida
política, como dirigentes?
—Sí, pero no por la vía
electoral…
Subcomandante Marco EZLN
—Yo estoy pensando en
Colombia, donde la incursión de los ex guerrilleros del M-19 en la vida
política electoral les ha costado muchas vidas: han matado hasta candidatos a
la presidencia… y, bueno, pensamos también que la combinación de elementos que
existen en la realidad colombiana se da también en México: corrupción en el
régimen, narcotráfico, violencia exacerbada, etc.
—Sí: por cuestiones de
seguridad tienes que hacer también ese cálculo. Lo que más nos preocupa es si
es posible que en ese espacio civil y pacífico, como fuerza política, los
zapatistas puedan llevar adelante sus planteamientos. O sea, que sigan teniendo
la ascendencia moral que tienen, la receptividad en ciertos sectores de la
sociedad mexicana, para poder llevar adelante el proyecto y no quedarse, pues
simplemente en una pequeña fuerza electoral que puede participar o no y
finalmente está sujeta a la acción de los grupos paramilitares. En Colombia son
organizaciones paramilitares que se dedican a eliminar a los disidentes del
régimen, que fue lo que tuvo que padecer el M-19 y otras organizaciones:
sacaban a sus dirigentes y de pronto los mataban y nadie se hacía responsable.
—Vemos muy difícil que
ustedes puedan sostenerse en la línea que se han trazado, de no participar en
los procesos electorales con candidatos. Creo que en algún momento tendrán que
hacerlo… ¿Existe la posibilidad de rediscutir este tema en las comunidades?
—Sí. Nosotros pensamos que
para formar el frente tenemos que dejar claro que no vamos por candidaturas, de
tal forma que el EZLN no sea usado por alguien para llegar a algún cargo. Ya
formado el FZLN tendrá que definir eso: si se hace partido político, si compite
con candidatos, etcétera. Ahora lo que más nos preocupa es que ese proceso de
tránsito de una organización armada a una organización política no sea
capitalizada por algún grupo o por una gente para agarrar un cargo. Es decir
aprovechar la sangre de nuestros compañeros para beneficio propio. Tienes que
entender que nosotros salimos a la vida política desde la montaña,
completamente ignorantes de todo el terreno político. El terreno político es
muy resbaloso para todos, imagínate una fuerza política que es nueva. Ahí
podríamos caer en muchas trampas, en alianzas que no nos convienen o en
deslindes que no nos convienen.
—¿Qué harán para conservar
esa ascendencia moral que tienen ahora, una vez que incursionen en la vida
política y electoral, incluso con candidatos? Te lo pregunto porque en 1989,
cuando se formó el PRD (Partido de la Revolución Democrática) se palpaba mucha
limpieza en la gente y un gran interés por la sociedad. Sin embargo, no pasó
mucho tiempo para que se desatara una lucha a veces hasta sucia por los cargos
en los congresos, en los ayuntamientos….
—Se veía mucha esperanza, sí.
Lo que pasa es que el poder es como el Rey Midas pero al revés: el Rey Midas
todo lo que tocaba lo hacía oro, y el poder todo lo que toca lo hace mierda. Puede
transformar una gente honesta, cabal, en un cínico y en un bastardo. En el
terreno político es muy difícil mantener las virtudes y muy fácil potenciar los
defectos, porque es una especie de selva; tienes que pagarle al otro, fingir…
—¿Hay tiempos para la
conformación del frente? ¿Hay un “Tiempo Contado”, en la acepción de Krauze?
—No. Nosotros pensamos que
tenemos que seguir este proceso por lo que tú mismo señalas de la cuestión
electoral… que a mucha gente le brinca. Muchos dicen ‘para qué me voy a
organizar si no puedo elegir al que yo quiero’. Entonces, tiene que haber un
proceso de encuentro, primero, que es más o menos largo. En esta primera etapa,
por ejemplo, de identificación, hay que aprender hasta a hablar. Ahora todavía
hay gente que habla con nosotros, con el EZLN, como si hablaran con alguien que
está arriba, alguien que admiras o alguien que respetas. No nos ven como
iguales. Incluso, pues, cuando hablan con Marcos, no hablan así como estamos
platicando tú y yo, tú como periodista y yo como entrevistado. En el otro caso
hay una especie de admiración que hace difícil
que tu opinión y la mía estén al mismo nivel. Actualmente si yo opino
algo la otra persona lo toma como que así es; no se le ocurre cuestionarlo para
poder enriquecerlo. Por ello tenemos que tener más encuentros, de tal forma que
se empiece a acomodar esto al mismo nivel. Es difícil, por que somos una
organización armada y clandestina en proceso de paz, pero es muy difícil, pues,
salir todavía.”
EZLN, LA GUERRA Y LA PAZ
Cincuenta días después del
levantamiento armado zapatista, el Subcomandante Marcos entró a la Catedral de
San Cristóbal de las Casas encabezando la delegación del EZLN que dialogaría
con el comisionado para la paz en Chiapas, Manuel Camacho Solís. México estaba
convulsionado por el estallido. Las campañas políticas por la Presidencia de la
República habían pasado a segundo término. Más de 600 periodistas llevaban los
pormenores del conflicto a los más lejanos confines del planeta, mientras la
economía del país se tambaleaba.
“No venimos a claudicar”,
dijeron los alzados en su primera declaración ante los medios desde la
“Catedral de la Paz”. “Buscaremos una paz con justicia y dignidad”. También
reafirmaron lo que en un comunicado del subcomandante Marcos —que Carlos
Monsiváis calificaría de “impecable” — habían gritado al mundo:
“¿De qué tenemos que pedir
perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre?… ¿De habernos
levantado en armas, cuando encontramos todos los otros caminos cerrados?… ¿De
ser mayoritariamente indígenas?… ¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no
traicionarnos? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿Los que
durante años y años se sentaron ante una mesa llena y se saciaron mientras con
nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan nuestra, que dejamos de
tenerle miedo?… ¿Los muertos, nuestros muertos, tan mortalmente muertos de
muerte natural, es decir, de sarampión, tosferina, dengue, cólera, tifoidea?…
¿Los que nos torturaron, apresaron, asesinaron y desaparecieron por el grave
‘delito’ de querer un pedazo de tierra, no un pedazo grande, no un pedazo
chico, sólo un pedazo al que se le pudiera sacar algo para completar el
estómago? ¿Quién tiene que pedir perdón y quién puede otorgarlo? ¿El presidente
de la república? ¿Los secretarios de estado? ¿Los senadores? ¿Los diputados? ¿Los
gobernadores? ¿Los presidentes municipales? ¿Los policías? ¿El ejército
federal? ¿Los grandes señores de la
banca, la industria, el comercio y la tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los
intelectuales? ¿Galio y Nexos? ¿Los estudiantes? ¿Los maestros? ¿Los colonos?
¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Los indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil?
Subcomandante Marco EZLN
¿Quién tiene que pedir perdón
y quién puede otorgarlo?”.
Dos años después, en el ex
convento Del Carmen, Marcos enciende de nuevo su pipa, que se ha apagado
mientras había esa noche húmeda, como todas las noches húmedas de San Cristóbal
de las Casas en ese verano que en Sinaloa sería un invierno duro.
—Cuando se levantaron en
armas, aquella primera madrugada del 94 ¿ustedes se imaginaron tan pronto
sentados en una mesa de negociaciones?
—Nosotros nos imaginábamos el
primero de enero que si nos iba bien iba a sobrevivir un grupo, iba a poder
mantener una guerra larga y obligar a negociar al gobierno ciertas condiciones,
pero nunca nos vimos nosotros sentados en una mesa, mucho menos nos vimos tan
rápido, a los cincuenta días del levantamiento. No lo vimos y por lo mismo no
supimos qué hacer; tuvimos que renacer al EZLN y volverlo a definir y decir,
bueno, aquí aparece otra fuerza y hay que tenerla en cuenta… no pasa ninguna de
las dos cosas que previmos: o que nos hacían pedazos o que sobrevivíamos y
quedaba perfectamente definida la vía armada. Nunca se nos ocurrió que no
pasara ninguna cosa ni la otra. Desde entonces tuvimos que empezar a
improvisar, a volver a definir nuestra estructura, nuestra toma de decisiones,
todo eso, para abrir este espacio y poder encontrarnos. Es como tú, piensas que
vas a llegar a un lugar y no llegas a ese lugar y empiezas a explorarlo por un
lado y otro para encontrarte donde ahora estás. Eso es lo que ha hecho el EZNL.
—Esta conversación medio
kafkiana, de un movimiento armado a un frente de características políticas y
civiles ¿estaba ya preconcebida?
—No, de ninguna manera.
Pensábamos que era posible mantener el EZ y eventualmente hacer relaciones con
algunos grupos políticos, pero que para eso iba a pasar mucho tiempo. Nunca se
nos ocurrió que pudiéramos transformarnos en estas condiciones a una fuerza
política. Es algo que por lo menos estamos instruyendo apenas y lanzando
iniciativas para ver qué medidas son respondidas por la sociedad. En los altos
de Chiapas, Tzotzil quiere decir “Hombre Murciélago”. Y de una u otra forma es
lo que hace el murciélago: hace camino, manda señales para un lado y otro y así
va componiendo dentro de su cerebro un camino. Pero lo hace muy rápido, por
supuesto. Eso es un poco lo que hace el EZLN: lanza señales para un lado y otro
y donde van rebotando le van diciendo por donde va. En este caso está haciendo
lo mismo para construir la organización política que queremos.
—¿Como vez al presidente
Zedillo, a él, como presidente, para llegar a un acuerdo de paz?
—La verdad no lo veo. O sea,
no lo veo. Ni con voluntad ni sin voluntad: lo veo muy desdibujado. Parece conforme
con esa imagen y probablemente sea la verdad. Él lo trata de explicar como el
“fin del presidencialismo”. Pero hay cosas que le corresponden a él y que no
asume. Por ejemplo, en el proceso de negociaciones es muy inestable. Parece que
se va a llegar a un acuerdo y de pronto se endurece. Por qué si las señales son
para llegar a acuerdos, por qué de pronto manda señales para retacharlos. La
condena de Elorriaga, por ejemplo. Era para decirnos ‘no importa qué hagas,
para nosotros eres un terrorista y en cuanto salgas te vamos a meter a la
cárcel o te vamos a matar como un delincuente común, aunque nadie creyera que
los zapatistas son delincuentes comunes.
“Yo pienso que Zedillo no
acaba de asentarse; probablemente no lo van a dejar que se asiente como
presidente, o sea que no le pueda imprimir a su sexenio, si es que lo termina,
un sello y que su sello sea el que no tenga sello; o sea esta indefinición que ha
provocado, entre otras cosas, el que muchas cosas se desaten adentro de ellos
mismos. No es un proceso democratizador el que se esta desatando: es un proceso
de ajustes internos, de cuentas internas. Y como decía alguien, “en política no
hay vacíos”, se llenan. Y en este momento en que él no llena el espacio de la
presidencia, alguien llega”.
—¿Ves muchos hilos sueltos?
—Te imaginas la desesperación
de nosotros, porque para poder llegar a un acuerdo tienen que estar definidos
los interlocutores: de la misma forma que si por el lado nuestro estuviera
difuso, que fuera una guerrilla muy dispersa, que cada quien hiciera lo que
quisiera. Nosotros estamos compactos; siempre respondemos unitariamente, pero
del otro lado está muy difuso, no está definido el interlocutor y eso pone en
riesgo el proceso de paz, porque no hay garantías de que se cumplan los
acuerdos. Llegas a acuerdos sobre política económica, sobre política-política,
sobre la democracia, sobre el aspecto electoral, el aspecto social y el aspecto
militar. Pero si con el que estás hablando no tiene los hilos para responderte,
no se puede. Tendrías que hacer muchas mesas: una con los militares, otra con
el gabinete social, otra con el gabinete político…
—A pesar de que están ustedes
en el diálogo se aprecia todavía mucha desconfianza en sus discursos…
—Es que se lo han ganado.
Todas las veces que hemos hecho un dialogo han contestado con una traición. El
9 de febrero (fecha en que el presidente Zedillo anunció que ya habían
identificado a Marcos) 15 días antes habíamos hablado con el Secretario de
Gobernación ¿quién nos garantiza que ahora que estamos muy bien no va a pasar
otra cosa? Yo pienso que el gobierno se ha ganado a pulso toda la desconfianza
que le tenemos no solo los zapatistas, sino todas las fuerzas políticas,
indudablemente también producto de este va y viene o a lo mejor es de por sí su
vocación de traición.
—¿Cómo valoras la confluencia
que parece estarse dando entre el cardenismo histórico —como le ha llamado
Adolfo Gilly— y el zapatismo representado por ustedes?
—Lo veo difícil y no por el
lado nuestro, porque el cardenismo social, que es cierto que supera a
Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, va más allá. Tiene muchas expectativas de la
vieja política, la política gestora, la que resuelve problemas de escuela,
vivienda, salud de todo eso… y de la cuestión electoral. Y el cardenismo,
actualmente, está muy cercano a la cuestión electoral y a la cuestión
partidaria. Y el zapatismo no. El zapatismo concibe que la resolución de sus condiciones
mínimas de vida son producto del trabajo de la comunidad. Durante muchos años
hemos estado sin la ayuda gubernamental y tenemos que construir y resolver las
cosas por nosotros con ayuda de proyectos productivos, etcétera. Concebimos
sobre todo la política como una especie de encuentro, no como un espacio de
competencia.
—¿No le ves futuro a esa
confluencia? ¿No hay un sustento histórico que la haga posible?
—Mira, se dan estos
acercamientos entre zapatismo y cardenismo, pero como el otro tiene ya una
estructura, que es el PRD, y empieza a apretar y absorber naturalmente —porque
una fuerza política por naturaleza te trata de absorber— y el zapatismo se
resiste y tiene que acercarse y empujar a cada rato. Son estos deslindes que
tenemos que hacer mutuamente. Es una relación muy difícil, con muchos subes y
bajas. Y yo pienso — claro, yo soy zapatista— que el problema está en el
cardenismo; que falta entender por ellos que están frente a una fuerza nueva,
que tienen que reconocer su autonomía y su independencia, que pueden caminar
junto con ella, no absorberla no obligarla a marchar atrás. Son dos años de
esos encuentros y desgraciadamente siempre han sido con el cardenismo político,
el del PRD, y no hemos tenido mucho contacto con el cardenismo social. De una y
otra forma, en determinado nivel, compartimos: hay gente que es cardenista y
que es zapatista, por ejemplo, o que es zapatista y es cardenista. Pero esto no
alcanza a subir hasta mero arriba.
—¿Cómo inició el pleito con
(Porfirio) Muñoz Ledo?
—Se debe a que el PRD tiene
un problema político de definición. Quiere ser de izquierda sin pagar los
costos de ser de izquierda y quiere ser de derecha sin pagar los costos de ser
de derecha, que es el proyecto político del centro: que no te acusen ni de
derecha ni de izquierda y con ello obtener lo beneficios que buscas. Y no se
puede, en política no se puede. Ganas una cosa y pierdes otra. De una y otra
forma el acercamiento que tenía en el PRD con el EZLN y en concreto con Marcos,
para Porfirio y para una secta, gente del partido, significa acercar al PRD a
la izquierda y meter la imagen de un partido violento, radical. Entonces
Porfirio empieza a atacar para tratar de deslindar, y a nosotros si nos atacan
pues nos defendemos. El ataque más fuerte fue cuando nos acusó del fracaso
electoral del PRD en Chiapas y nosotros no hicimos nada. Si nosotros hubiéramos
llamado a no votar la votación que hubiera tenido hubiera sido ridícula.
—¿Crees que mejore la
relación ahora que salga Muñoz Ledo?
—Yo creo que cualquiera de
los tres que quede nos va a ir mejor…
—¿También si queda Heberto
(Castillo)?
—Fíjate que nos critica mucho
y todo, pero su papel en la Cocopa ha sido bueno, salvo cuando se salió. El tiene
otra perspectiva de lo que es el movimiento; ve con mucho celo la imagen del
EZLN, pero es comprensivo de la cuestión indigente, que es lo que mas nos
importa a nosotros.
No creo salir vivo…
Aterrizar en el viejo
aeropuerto de Terán, ubicado en un suburbio de Tuxtla Gutiérrez, despierta de
inmediato la sensación de la guerra.
Más de una decena de
fortificaciones militares fueron instaladas estratégicamente a raíz del
levantamiento zapatista para protegerlo de un posible ataque rebelde. Carros
blindados, tanquetas y camiones retacados de soldados se movilizan de un lado a
otro. Lo mismo ocurre en el aeropuerto Llano San Juan, aunque se encuentre
inutilizado porque la mayor parte del año la niebla impide los vuelos.
Esto pudieron preverlo los
proyectistas de este “elefante blanco”, pero el que vendió el terreno para su
construcción fue el entonces gobernador Absalón Castellanos, el general
secuestrado, y entregado por el EZLN. El mismo al que luego de un juicio popular
fue humillado con la condena de lavar los trastes sucios y hacer la “talacha”
en la comunidad donde había sido escondido.
La ciudad de Tuxtla ofrece el
mismo panorama militar, aunque sus habitantes ya se hayan acostumbrado a ello.
Desde el inicio de la guerra, el patrullaje militar forma parte de la
escenografía chiapaneca. De acuerdo a cifras oficiales, más de 70 mil soldados
fueron trasladados a la zona del conflicto.
Y aunque se estén dando pasos
para la pacificación total, el Ejército Federal Mexicano sigue fortaleciendo su
presencia: durante la realización del Foro Especial para la Reforma del Estado
en San Cristóbal de las Casas, 6 mil cadetes del Ejército fueron trasladados a
la zona del conflicto “para realizar labores de beneficio social”.
“Sacar dientes y cortar el
pelo es ahora un pretexto para aumentar la presencia militar a la zona”, dijo
Marcos en una de sus intervenciones en el foro.
—En alguna ocasión platicaba
con Demetrio Sodi —precisamente después de que hiciera un recorrido por las
comunidades de Chiapas que habían sido arrasadas por los militares— y me decía
que el Ejército Mexicano es muy curioso: que lo mismo te planta un árbol que te
mata a un niño ¿Cuál es tu opinión del
Ejército Mexicano? ¿Cómo lo vez tú, como militar?
—Mira, como militar estamos
claros que estamos frente a un ejército profesional y disciplinado, no nos cabe
duda. Sabemos que lo que hace o deje de hacer lo hace obedeciendo. Si avanza es
porque así se lo han ordenado y si retrocede es porque así se lo indican.
El Subcomandante Marcos
estima que “es para ellos —el ejército— una situación difícil porque está en
una guerra impopular que no puede ganar ni puede perder. Si la gana no tiene
ningún mérito porque acabó con un ejército que no tenía capacidad militar para
serlo, pero antes, además, el desprestigio popular es grande porque está frente
a un ejército que tiene demandas patrióticas y el ejército federal mexicano
tiene una formación patriótica. Y si la pierde pues también queda mal porque lo
derrotó un ejército mas débil”. Considera que “no puede ni ganar ni perder y
finalmente cualquier cosa que haga tiene desprestigio. Si avanza tiene que
rozarse con la población civil y cometer violaciones a los derechos humanos y
exhibirse. Y si no avanza aparece como débil. Ahora, cualquier éxito que tenga
el ejército federal lo capitaliza la clase política y cualquier error lo paga
el ejército, una situación muy incomoda: como militar yo así lo he sentido.
—¿Son buenos estrategas los
militares?
—Hay mandos que, por los
movimientos que hacen, se ve que tienen visión.
—Tú reconociste a un General
¿no?
—Sí, a Godínez Bravo. El fue
el que nos rechazó en Rancho Nuevo tres ataques; el que nos parece que es un
asesino es Calderón Carrillo… el que tomó Ocosingo. Ese barrió con todo:
civiles, ejidatarios, todos. Y me parece que Renán es muy hábil en las relaciones
públicas; se lleva muy bien con la prensa, lo que difícilmente tenían los otros
generales… en cuanto a estrategia no sé que tal sea, pero como jefe de
relaciones públicas es muy bueno.
—¿Qué papel han jugado los
medios de comunicación, ese “tercer ejército”, en todo esto?
Marcos parece recuperar la
energía con la pregunta. Durante una entrevista que le hizo Vicente Leñero en enero de 1994, el
subcomandante aclaró que había sido periodista pero no de revista
universitaria, como se decía, “sino de verdad” y que nunca había recibido “chayote”. Después lo ligaron con estudios de
comunicación, sobre todo por el manejo que había hecho de los medios para
difundir las razones del levantamiento indígena.
—Bueno, la aportación más
grande que han hecho los medios es detener la guerra. Si esa guerra hubiera
seguido este país estuviera ahora completamente destruido. El papel de la
televisión comercial ha sido bastante deprimente en todo este proceso; como que
va desacompasado porque el resto del país da para otra cosa y la televisión
comercial está como hace veinte años, cuando yo estaba en la ciudad, es la
misma televisión, no ha cambiado y este país no es el mismo de hace 20 años; y
finalmente parece que apostó a este no pasa nada y a involucrarse con el poder
y ahora lo está pagando. Ahora resulta que un proceso de privatización esta
financiado por el narcotráfico y es para escandalizar a cualquiera.
—¿Ustedes concibieron la
utilización de los medios como un recurso, digamos, de guerra?
—No, yo pienso que coincidió
en esta coyuntura nacional. Creo que un papel muy importante que jugó la prensa
nacional —que fue la que jaló a la prensa internacional— fue que cuando nosotros salimos y se desata
lo que se desata nos encontramos con una generación de periodistas joven y
perceptiva, no acostumbrada al “chayote”, no acostumbrada a conformarse con el
boletín del gobierno para hacer la noticia; una generación que está convencida
de lo que hace y quiere trabajar. “Sale el EZLN, ya nos dimos a conocer y ya la
hicimos”, pudimos haber pensado nosotros. Pero esta generación de periodistas
en vez de quedarse con eso, con lo que ya salió o con los boletines de prensa,
empieza a rascar, a buscar qué hay detrás, a responder a la expectativa de la
sociedad que dice “bueno y esos quiénes son”. Y no era tanto buscar a Marcos,
era buscar el origen de la rebelión y fue cuando sacaron todo lo que estaba
pasando en este estado, que ya se había olvidado.
“Y yo creo que el éxito que
tuvo la prensa —y me refiero aquí a la prensa en general, no sólo a la prensa
escrita— es que la sociedad quería saber qué pasaba y la prensa le estaba
respondiendo la pregunta y la estaba respondiendo con veracidad. Yo pienso que
ese fue el mérito y que construyó en todo el país una historia muy propia de la
que ya no va a poder renegar la posibilidad de hacer una prensa independiente,
veraz y exitosa comercialmente. Resulta que la verdad sí es negocio. Porque
antes se pensaba que no. Que lo que era negocio era decir mentiras y que decir
la verdad nadie te va a comprar. Finalmente
la noticia era una mercancía que se vendía y la mejor forma de venderla
era mintiendo.
“Eso fue lo que demostró y a
partir de eso viene un destello que se va a la televisión comercial con el
video de Aguas Blancas, pero que inmediatamente fue aplastado. Esa fue la
generación que encontramos; ni siquiera los directores de los medios de
comunicación sino los reporteros y esto pues tuvo un gran impacto, porque yo
creo que el periodo en que más ha leído noticias la gente es en este periodo.”
—Haces un deslinde muy claro
con el PAN al identificarlo con la derecha y con el régimen…
—Bueno, nosotros pensamos que
el PAN como partido independiente de oposición honesta, murió con Maquío.
Nosotros nos deslindamos mucho y criticamos mucho al PAN de ahora, pero el PAN
antes para nosotros era una fuerza de oposición que se había ganado con lealtad
a su causa, fuerte. Y vimos con mucha esperanza esa candidatura, esa honestidad
de Clouthier —en 1998— para junto con
Cárdenas en aquellas elecciones…
—Claro, cuando suscribieron
una carta junto con Rosario Ibarra…
—Que finalmente le costó la vida:
ese no venderse le costó la vida. Nosotros pensamos que sí lo mataron.
—¿Qué vas a hacer tú cuando
termine todo esto? Porque a veces lo tomas hasta de broma y dices que “Marcos
va a desaparecer…
—No, eso lo dije en serio. En
broma digo que me voy a dormir porque ya
tengo mucho sueño. No, no tengo idea, la verdad. Lo que sí he tratado de
explicar a otra gente es que una cosa es Marcos, esto que ves, con
pasamontañas, y otro es el que está adentro. En un momento dado éste tiene que
desaparecer, Marcos, el personaje. Y la persona que está detrás pues sí tiene
que ver qué va a hacer…
—Hay gente que quisiera verte
de candidato de algo, o en el Congreso, pero tú no te vas a poder meter a la
política abierta, no te vas a poder abrir, por lo menos pronto, no.
—Bueno, lo he comentado de
broma a ver si pega: les digo a mis cuates que nada más que me quito el
pasamontañas y me voy a la calle ¿tú crees que me van a reconocer sin
pasamontañas?
—Sí.
—Según yo no, ¿no?… yo pienso
que ya no hay salida; que ya no tiene remedio: que ya lo que hicimos ya no
tiene remedio; ojalá haya servido; pero que ya no hay regreso para nosotros, o
sea para mí, pues. Pero otros, yo creo que sí van a poder incorporarse. Yo no
creo salir vivo de ésta.
—¿Vivo? Tal vez sí… si esto
se abre, supongo que te vas…
—Yo creo que no, ya dejé
muchas cuentas pendientes. Imagínate cuanta gente vio destruido su proyecto. Y
que bueno que se destruyó porque eran proyectos malévolos y perversos.
—¿Pero de veras piensas eso?
¿No es retórica zapatista? Te lo pregunto por aquello que decía Carlos
Monsiváis cuando sostuviste con él un intercambio epistolar: es decir, que
manejabas un discurso muy “sacrificial”, al estar siempre hablando de la
muerte.
—Bueno, eso viene de las
comunidades indígenas. Pero en realidad yo sí pienso que es así, pues.
Supongamos que yo me abro, sobrará quien diga “bueno este cuate cuántas cuentas
pendientes tiene. Ya no sólo con el gobierno: con los grupos paramilitares, con
los guardias blancas, con los finqueros, con toda la clase política que se
derrumbó después del primero de enero: Patrocinio, la familia Salinas, todo lo
que ha salido. Que ya no están ni en el gobierno, ni en la policía, ni en el
Ejercito, pero que aún tiene un poder para cobrar la cuenta.
Periodistas en Chiapas
—¿Le dirías algo distinto a
los sinaloenses?
—Mira, de cada parte nos
venden una imagen. La imagen que nos venden de Sinaloa es narcotráfico, pero
nosotros no nos tragamos eso. Nosotros sabemos que hay gente cabal ahí. Y no me
refiero a que simpatice con nosotros. Gente cabal me refiero a gente que quiere
ser mejor y mejorar su país y seguir adelante, entre otras cosas porque
finalmente los sinaloenses son muy orgullosos de la tierra a la que pertenecen
y no tienen por qué dejar que este nombre se enlode con el narcotráfico y todas
esas cosas, porque hay muchas cosas buenas que hay que trabajar para seguir.
Finalmente hay que dar esta lucha por la verdad, por presentar las cosas en su
verdadera esencia.
(RIODOCE/ Ismael Bojórquez/ 24 julio, 2016)
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