jueves, 12 de mayo de 2016

LOS MILITARES OPERARON EL C-4 DURANTE LOS ATAQUES EN IGUALA; SUPIERON TODO EN TIEMPO REAL: GIEI


Confirma el teniente Joel Gálvez que la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014 cuatro agentes de inteligencia dirigidos por él controlaron el sistema e informaron al comandante del 27 Batallón de Infantería, José Rodríguez Pérez

La noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014, en Iguala hubo cuatro agentes de inteligencia militar controlando el sistema de cámaras del Centro de Comando, Control, Comunicaciones y Cómputo (C-4), dirigidos por el teniente Joel Gálvez que respondía directamente a las órdenes de comandante del 27 Batallón de Infantería, José Rodríguez Pérez, señaló el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) que coadyuvó en la investigación de los crímenes contra los normalistas de Ayotzinapa hasta el 30 de abril.

En su informe final indica que un militar declaró que la responsable del C-4 era la Policía Estatal, pero un reporte de Protección Civil de Iguala dice que aquella noche hubo “información restringida (en el sistema de comunicación y coordinación de Seguridad Pública) que sólo fue manejada por el personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)”.

En el primer informe de trabajo del GIEI presentado el 6 de septiembre de 2015, los cinco expertos internacionales denunciaron que hubo dos periodos de comunicación del C-4 que no fueron proporcionados al grupo, y corresponden a “ciertas horas que coinciden al tiempo posterior al primero y segundo ataque a los estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa”, en la avenida Juan Álvarez.

Entonces aún no tenía información detallada del ataque al equipo futbol Los Avispones, de los sobrevivientes y familiares, que revelaron la displicencia de policías federales y militares.

Para el informe final, del 24 de abril de 2016, dieron detalles de los reportes obtenidos del C-4 a partir de las 6 de la tarde: cuando los normalistas de Ayotzinapa llegaron a Iguala en dos autobuses, del momento en que arribaron y salieron de la terminal de autobuses con dos camiones (que en realidad fueron tres pero uno, conocido como el quinto autobús, nunca fue mencionado en reportes ni en los informes oficiales), los ataques a los estudiantes, al camión de Los Avispones, a un taxi donde quedó una mujer herida que luego murió, y de las llamadas de auxilio.

Incluso los mandos militares asignaron a un oficial de inteligencia para vigilar las acciones de los normalistas desde su llegada a la ciudad. A partir de las informaciones de C-4 y la comunicación de un agente de campo, confirmaron que las autoridades militares tenían conocimiento de lo que estaba sucediendo en tiempo real.
Entre otros datos destacaron las declaraciones de soldados de que el alcalde perredista de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, solicitaba seguridad y resguardo militar en sus actividades públicas.

La tarde del 26 se presentó el informe de labores de su esposa, María de los Ángeles Pineda Villa como presidenta del DIF, quien también (según la Procuraduría General de la República (PGR)) era líder del grupo de narcotraficantes Guerreros Unidos, a quien la Agencia de Investigación Criminal (AIC) atribuye la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa.

Sin embargo el acto concluyó sin incidentes a las 9 de la noche, de acuerdo con los reportes de los agentes militares, es decir, antes de que llegaran los estudiantes a la ciudad.

OPERACIÓN DEL C-4

Oficialmente fue este lunes que los militares asumieron el mando del C-4 en Acapulco, Chilpancingo e Iguala, en lugar de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado de Guerrero, y por instrucciones del gobierno federal.

Pero la noche de los ataques en Iguala en septiembre de 2014, el control de la vigilancia fue asumido por los militares, dio a conocer el subsecretario de Protección Civil del municipio, quien afirmó que esa noche la Sedena manejó información de forma restringida.

Su reporte del 27 de septiembre dice: “así mismo el despachador del C-4 sigue indagando sobre más información, pero existe información que se le restringe ya que dicha información es manejada por personal de la Sedena”.

El GIEI detalló que el C-4 se usaba para monitorear las incidencias que se dieron en Iguala y en los alrededores, a través de cámaras de vigilancia y la comunicación entre los diferentes cuerpos de seguridad y el Ejército.

A este sistema se integraron las llamadas de emergencia a través del número telefónico 066, que funciona con operadores que distribuyen las llamadas e informan a los diferentes cuerpos de seguridad.

Sólo después de que se mencionó que los militares tuvieron el control del C-4, el teniente responsable del servicio de inteligencia confirmó que primero dos militares (la noche del 26 de septiembre) y otros dos después (la madrugada del 27), estuvieron en el C-4, controlaron el funcionamiento de las cámaras de seguridad distribuidas en la ciudad y reportaron las noticias más importantes vía telefónica a su comandante.

Un militar identificado como RALA declaró ante la PGR que en el C-4 también estaban “militares encubiertos que aportan información de lo que acontece en las calles”, por lo tanto, el GIEI concluyó que la presencia de militares en el C-4 está relacionada con sus labores de inteligencia.

Este grupo de inteligencia, cuando ocurrieron los ataques, estaba dirigido por el teniente Joel Gálvez y éste respondía directamente al comandante coronel José Rodríguez Pérez.
En su declaración ministerial, el teniente Roberto Vázquez, que encabezó una brigada de protección en las afueras de Iguala (antes de los ataques del 26) dijo que los militares del C-4 eran nombrados directamente por la comandancia del 27 Batallón de Infantería.

CONTRADICCIONES

A partir de los registros del C-4, los expertos independientes señalaron contradicciones entre los registros en el sistema de información, y los reportes y declaraciones oficiales que presentaron las corporaciones policiacas y militares en declaraciones en la PGR, y en los informes ante el Congreso de la Unión.

El grupo de Expertos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), no tuvo la oportunidad de hablar directamente con los militares por oposición de todas las autoridades del gobierno federal.

Pero según la investigación, el comandante del Batallón, Rodríguez Pérez dijo que a las 10:15 de la noche del 26 de septiembre se comunicó con el secretario de Seguridad Pública Municipal, Felipe Flores (ahora prófugo de la justicia), quien le dijo que hubo disturbios con los estudiantes de Ayotzinapa, pero no hubo disparos de arma de fuego. De esa forma se desentendió de las graves violaciones a los derechos humanos ocurridas en su ciudad sede.

Sin embargo, para ese momento la comunicación a través del C-4 ya había informado de esos hechos y de heridos por arma de fuego en una avenida. Asimismo, un agente de los Órganos de Búsqueda de Información (OBI) enviado a vigilar personalmente a los estudiantes, comunicó directamente a sus superiores que había disturbios y disparos en la calle Galeana, y de la toma de camiones por los normalistas en la central de autobuses.

En su declaración de diciembre de 2014 ante la PGR, el comandante del 27 Batallón de Infantería señaló: “El personal del C-4 nos informa que unos estudiantes se encuentran en el periférico bloqueados por policías municipales, otro vehículo más se encuentra enfrente del Palacio de Justicia en la carretera de Chilpancingo-Taxco, también detenido por policías municipales y al parecer también eran estudiantes, cuando ocurre todo esto yo me comunico con el secretario de Seguridad Pública Felipe Flores Velázquez, a quien le pregunto que si tiene algún problema con los estudiantes, a lo que me dijo que no, que no tenía ningún problema, que su personal ya se encontraba en los filtros”.

Después, en la declaración del 2 de marzo de 2015 dijo: “a quien le pregunto si tenía problemas con los estudiantes o si sabía de algunos problemas, él me contesta que no, que no tiene ningún problema y que sus policías se encuentran en los filtros o puestos de revisión que tenían establecidos los policías municipales de Iguala a las entradas y salidas de la ciudad”.

Las acciones de los militares continuaron hasta la madrugada. Varios señalaron que recibieron una llamada para verificar una denuncia de hombres armados en el hospital Cristina a donde llegaron y agredieron a un grupo de estudiantes que buscaba atención médica.


La información es consistente con el reporte del C-4, donde a la 1:08 de la mañana del 27 de septiembre aparece este reporte; “señor, que se le mande apoyo, ya los sujetos armados están en el hospital Cristina y sacaron al personal de enfermeras y se encerraron los sujetos armados en el hospital Cristina”, pero a quienes se refiere es a un grupo de normalistas y maestros que solicitaron atención médica para un estudiante baleado en el rostro, y refugio.

Después nada es consistente. Integrantes de las dos patrullas militares tienen dos versiones, la mayoría de los que dieron su testimonio a la PGR señalaron que las dos patrullas habrían ido al hospital Cristina a la 1 de la mañana, y regresaron a la 1:50 horas a la calle Álvarez, cerca del centro de la ciudad, pero otro dice que las patrullas se separaron.

Además los estudiantes denunciaron tratos crueles y degradantes de los militares en la clínica Cristina, y los soldados declararon todo lo contrario.

Del ataque de policías contra Los Avispones en el crucero de Santa Teresa, a la salida de Iguala rumbo a Chilpancingo, el C-4 reportó que se produjo a las 11:49 de la noche.

Las peticiones de auxilio y ambulancias a través del número de emergencias 066 y el C-4 se repitieron desde las 11:50 de la noche hasta más allá de la 1:30 de la madrugada, incluyendo una llamada para atender a una mujer herida.

Según lo militares se trasladaron al crucero de Santa Teresa a las 12 de la noche. Los sobrevivientes del atentado y familiares denunciaron que no les prestaron ningún apoyo.


(EL SUR DE ACAPULCO/ LOURDES CHÁVEZ/ MAYO 12, 2016)

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