Asistió
a un velorio, lo detienen ministeriales y desaparece
Hernán
Francisco Meneses Ibarra, de 40 años de edad y mejor conocido en El Fuerte por
los apodos de El Ciriaco o Ciri, nombre que trajo de onomástico, desapareció
camino a su casa, en el centro del pueblo mágico, la madrugada del miércoles 24
de junio.
Antes
de esfumarse, él y otro compañero de parranda habían sido interceptados por
agentes ministeriales, según se narra en la denuncia de hechos que este lunes
fue interpuesta ante la unidad especializada de personas desaparecidas, por
Herlinda Meneses Ibarra, hermana de la víctima.
Andaban
muy ebrios, en un carro sin placas y para acabarla llevaban dosis de droga que
consumían en un velorio, logró saber la familia del Ciri, realizando sus
propias investigaciones.
Pero
los policías ministeriales no los capturaron para turnarlos a autoridad
superior, sino para exigirles el pago de 3 mil pesos a cambio de regresarles la
libertad y el auto, previo decomiso del alcaloide.
Padre
soltero y trabajador de una mina, éste llamó a un tercer amigo, accediendo a
interceder por ambos: entregó 2 mil pesos y aquellos fueron liberados.
Una
vez de nuevo en la calle, los amigos retornaron al velorio.
En
el funeral, cuenta en la denuncia, El Ciri llamó a su distribuidor de
enervantes y le reclamó la detención de los ministeriales. El puchador hizo lo
propio y telefoneó al comandante
ministerial para protestar por la detención de sus clientes, si ya pagaba piso
o protección. La cosa quedó ahí.
El
Ciri y sus amigos continuaron en el velorio hasta que poco a poco el cortejo
fue desgranándose.
El
minero fue de los últimos en retirarse. Y desde entonces desapareció.
La
familia esperó al padre soltero durante algunos días y al no recalar se alarmó.
Comenzó sus investigaciones propias y la alarma llegó cuando supieron que los
ministeriales lo habían detenido.
Herlinda
buscó denunciar los hechos, pero perdió tres días. Primero porque en El Fuerte
no hay agencias del Ministerio Público del fuero común que investigue
desaparecidos y después porque en Los Mochis no había sistema ni personal,
durante el fin de semana. Por eso, su denuncia fue presentada el lunes y
ratificada el jueves. Ese mismo día, ella también denunció el caso en la
Visitaduría Zona Norte de la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH).
Esta
desconcertada y desesperada. Sabe que el pasar los días es mucho más difícil
encontrarse a su hermano, peor cuando la policía está involucrada. En El Fuerte
siguen desapareciendo personas.
Su
hermana recuerda que no tenía enemigos que le buscaran para causarle algún
daño; tampoco tenía ninguna clase de rencilla. Más bien era un hombre de
familia que vivía con su madre y manteniendo a su hija.
Era
como cualquier persona que en sus ratos libres se reunía con sus amigos para
parrandear y pasar el rato, pero después trabajar.
Y
siempre estaba en contacto con la familia, en donde quiera que se encontrara.
Ese contacto se perdió la madrugada del 29 de junio, cuando regresaba del
velorio de un amigo y después de haber sido interceptado por los policías
ministeriales.
REPORTE INÚTIL
Josefina
Couret de Saracho, fundadora de la Asociación Defensora de Derechos Humanos y
de Personas Desvalidas en los municipios serranos de El Fuerte y Choix,
recomendó a los familiares con personas desaparecidas no abandonar la búsqueda
y sus investigaciones propias porque en Sinaloa la localización de ausentes es
anárquica y de simulación y “es peor el resultado cuando en el caso se sabe la
participación de las policías locales”.
Por
ello, la única fuente posible de localizar a los ausentes son sus propios
familiares, dijo.
La
participación de la autoridad es una mera simulación y hasta ahora no hay
resultados de los centenares de desaparecidos que se han reportado en los
municipios del norte de la entidad.
“Hacen
que hacen, pero no hacen nada. Ni con sus perros adiestrados pueden localizar a
los ausentes. Y cuando se desentierran restos humanos, estos son retenidos por
la tardanza de las pruebas genéticas”.
Las
inhumaciones realizadas hasta ahora son por reporte de los familiares de los
ausentes o hallazgos de terceros, pero no de la policía o de los funcionarios a
los que se les asignó esa tarea, asegura.
Couret
de Saracho afirma que ante la inoperancia de las autoridades locales o
estatales, los familiares con personas desaparecidas han recurrido a
instituciones federales, pero los resultados no han sido los esperados.
“Hay
una nueva esperanza de que los gobiernos locales se muevan por empuje del
gobierno federal, pero si persisten en su simulación, hay que seguir
exhibiéndolos en el país y en el mundo como anárquicos, insensibles y cómplices
de las desapariciones de centenares de sinaloenses”.
(RIODOCE/
Luis Fernando Nájera / Los Mochis en 5 julio, 2015)
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