viernes, 17 de julio de 2015

PLANEABAN SECUESTROS EN LOS CABOS


Integrantes de la banda detenidos el 29 de junio, tras el frustrado plagio del hijo del dueño de Farmacias Dorada’s, confesaron que “iba a ser el primero”, porque en el destino turístico vive “demasiada gente de dinero”

Cabo San Lucas, Baja California Sur.- Con una tasa oficial de cero secuestros, el principal destino turístico del Estado, Los Cabos, pretendió convertirse el 29 de junio en el laboratorio de una banda de secuestradores que iniciaría operaciones formales y criminales en la entidad.

La primera víctima -según la confesión de los propios plagiarios plasmada en la averiguación previa CSL/024/HOM/2015- sería el hijo del dueño de la cadena Farmacias Dorada’s, Óscar Manuel Romero Vázquez, quien tras oponer resistencia y exponiéndose al peligro, frustró su propio rapto, en una sucursal localizada en Calle Chapultepec, entre Los Pinos y San Antonio,  Colonia Arcos del Sol, justo frente al Hospital General de Cabo San Lucas.

El cabecilla de la banda, identificado como Juan Carlos Coria Contreras, de 27 años y originario de Coyuca de Catalán, Guerrero, confesó tener aproximadamente ocho años viviendo en este destino de playa, tiempo en el que observó que no había mucha delincuencia y sí demasiada gente de dinero, por lo que “estaba fácil aventarse un jale de secuestro”, y “comencé a checar a qué personas secuestrábamos y cayó en mi mente que el primero podría ser el hijo del dueño de la farmacia donde era empleada mi pareja sentimental”.

El 8 de mayo, y para concretar su plan criminal, Coria viajó al municipio de Tierra Caliente en el Estado de Guerrero, donde viven sus padres y familiares, y en el marco de la celebración del Día de la Madre, expuso el negocio delictivo a sus tíos y hermanos.

Los de confianza -de acuerdo a su versión- eran los siguientes: el tío Moisés Millán Coria y sus hermanos, Otoniel y Yahir Coria Contreras, además de su amigo Ausencio Bracamontes Rodríguez.

“Me senté y les comenté que estaba fácil aventarse un jale de secuestro, y podríamos comenzar con uno, y después otros, porque había demasiada gente de dinero”, expuso textualmente.

Fue así como “sembré el interés en las personas que serían mis cómplices”, y aunque “discutimos algunas cosas y analizamos muchas circunstancias, ese día no pudimos concretar nada”.

El primero de junio, Coria regresó a Los Cabos y, después de una semana, recibió una llamada de su hermano Yahir, quien le preguntó: “¿Cuándo nos vamos a aventar el primer jale de secuestro?”.

El delincuente dijo que de entrada no le creyó, por lo que le respondió que “iba a empezar a ver a qué personas podríamos secuestrar”, fue entonces que pensó en el hijo del dueño de la farmacia donde su pareja era empleada. “Lo vi fácil, ya que son mis conocidos, y sé que tienen mucho dinero, y no sospecharían de mí, derivado de que me consideran su amigo, porque mi novia trabaja con ellos”.

Según su confesión, el maleante empezó interrogar a su pareja, Evelin Judith Flores Tirado, sobre los movimientos del negocio, familia y todo lo relacionado a los propietarios, y después de haber obtenido datos, llamó desde un teléfono público a sus familiares y les dijo que “se vinieran todos para acá”.

Una semana después, llegarían a Baja California Sur:

* Moisés Millán Coria.

* Otoniel Coria Contreras.

* Yahir Coria Contreras.

* Ausencio Bracamontes Rodríguez.

Los cómplices viajaron desde Tierra Caliente a la Ciudad de México, de ahí, tomaron el vuelo en la aerolínea Volaris rumbo al Aeropuerto Internacional de San José del Cabo.

Después se dirigieron al puerto de Cabo San Lucas, a la Plaza Sendero y desde ahí marcaron a Juan Carlos, quien momentos después pasó a recogerlos a bordo de una camioneta Jeep Cherokee color negro.

El delincuente los hospedó en el hotel Suites Don Juan, donde  pagó 400 pesos por día, y regresó a su casa.

Un día después pasó por sus cómplices y salieron a buscar un cuarto para arrendarlo por un mes, encontrando una habitación en la calle Toltecas, esquina Cuitláhuac de la colonia 4 de Marzo.

EL PLAN

Según el cabecilla de la banda, consiguió una pistola calibre 25 con un amigo de nombre Álvaro Rendón, la cual utilizarían para amagar a la víctima.

Una vez hospedados, los integrantes de la banda se reunieron en el cuarto arrendado por 3 mil 500 pesos, y acordaron que su primera víctima sería el hijo del dueño de Farmacias Dorada’s, Óscar Manuel Romero Vázquez, de quien ya tenían la información necesaria para plagiarlo, desde su media filiación, vehículo, horarios de entrada y salida de las farmacias de sus padres, y hasta los ingresos económicos de los negocios.

Fue así como acordaron pedir un millón de pesos por el rescate y establecieron secuestrar a su víctima en la sucursal localizada frente al Hospital General de Cabo San Lucas, al ser el punto con menor grado de vigilancia policial de entre todos los negocios.

El plan fue el siguiente:

* Yahir Coria Contreras y Ausencio Bracamontes Rodríguez, serían los responsables de conseguir una camioneta tipo van para que pudieran caber todos al momento de consumar el delito, y los encargados de vigilar a la víctima.

* Moisés Millán Coria vigilaría el movimiento de la farmacia, donde pretendían levantar a Óscar y sacarlo.

* Otoniel Coria Contreras estaría en un punto de seguridad a escasas dos cuadras de la farmacia, tomaría el volante de la camioneta, una vez que sus cómplices hubieran consumado el secuestro y estuvieran a bordo del vehículo.

* Juan Carlos Coria Contreras estaría parado en el semáforo de la calle Leona Vicario, casi esquina con Libramiento, cerca de la termoeléctrica de la Comisión Federal de Electricidad, y subiría hasta el final en la camioneta, una vez que la víctima fuera amagada y vendada de los ojos, para así evitar el riesgo de ser reconocido.

El plan de los secuestradores era que una vez a bordo de la camioneta, irían rumbo al centro de Cabo San Lucas, donde se bajarían Moisés y Otoniel, y la unidad seguiría su paso rumbo al arroyo “El Tule”,  en el corredor turístico de Cabo San Lucas y San José del Cabo.

El cabecilla expuso que “cuando estuvieran en ‘El Tule’ iban a bajar de la carretera, y se iban a meter 100 metros hacia adentro del monte, ahí bajarían a la víctima, a quien dejaríamos al pie de un árbol frondoso, en espera de la negociación con el padre, cuyo pago debía ser no mayor a 48 horas”,  de lo contrario, lo matarían.

En ese sentido y según el plan, “el dinero del rescate debía depositarse en efectivo en una maleta de color negro, la cual debían dejar en la parada de camiones del hotel Cabo Real”.

Entonces, el frustrado plagiario recogería el dinero a bordo de un taxi, y una vez contabilizada la suma, sus cómplices -Yahir y Ausencio-, quienes estarían vigilando a la víctima,  llevarían al hijo del farmacéutico hasta la carretera y lo dejarían en libertad para que sus padres pudieran recogerlo.

Los cinco integrantes de la banda regresarían al cuarto de renta y se repartirían el dinero en partes iguales, regresando todos a Guerrero, mientras que Juan Carlos se iría de viaje a Culiacán, Sinaloa.

EL SECUESTRO FRUSTRADO

El día del secuestro, Moisés Millán Coria llamó a todos sus cómplices por teléfono, cuando observó que la víctima llegó entre once y doce del día 29 de junio a la sucursal de Farmacias Dorada’s.

“Empieza el secuestro”, les dijo, y Yahir Coria Contreras y Ausencio Bracamontes Rodríguez, se subieron a un taxi pequeño. Solicitaron los llevaran a un punto donde pudieran contratar un taxi tipo van con cabida para 12 pasajeros.

Una vez en el sitio, del que no recordaron el lugar, se subieron e indicaron que ocupaban viajar a La Paz, por lo que tendrían que pasar por tres personas más, así como su equipaje, atrás del supermercado Chedraui.

El chofer del taxi de color blanco, con el número económico 20, de inmediato se dirigió al lugar, y al llegar le pidieron estacionarse frente a una casa vacía. En eso Yahir sacó la pistola y encañonó al taxista: “Ocupamos el taxi y necesitamos que cooperes, y no te va a pasar nada”.

Fue así que el conductor del taxi se pasó para atrás, Ausencio le quito la camisa, y después, comenzó a ponerle cinta canela en la boca, manos y pies; lo arrastró hacia el último asiento de la parte trasera del vehículo, y ahí lo dejó.

Así, y con el control del taxi, pasaron por Otoniel, quien tomó el volante y se puso la camisa del chofer, para seguir hasta la farmacia.

El tío, Moisés Millán Coria, se acercó a la unidad, le dieron la pistola y entró a la farmacia en compañía de Yahir.

Una vez adentro, amagó a la víctima, quien estaba en la caja y pidió se tirara al suelo, porque iba a ser secuestrado, por lo que -según la versión de Yahir Coria Contreras- “empieza un forcejeo, tumbando en el interior un aparador, porque Moisés trató de pegarle a la víctima, por lo que al ver la resistencia, que duró como dos minutos, yo lo agarro por la espalda y Moisés le pega con la cacha del arma en la cabeza, así que la víctima se siente acorralada y empieza a tirar golpes por todos lados”.

Al ver la resistencia, los secuestradores optaron por salirse y se suben al taxi y se van, topándose de frente a una patrulla, la cual, al ver la unidad, dio reversa y encendió las torretas.

Los criminales bajaron y salieron corriendo en diferentes direcciones; todos fueron  detenidos.

Ese día, el cabecilla de la banda llegó a su casa de manera apresurada, y platicó todo lo que había sucedido a su novia, recogió su ropa y le dijo que se tenía que pelar porque había fallado el secuestro de su patrón.

LA LIBERACIÓN

A pesar de haber sido detenidos, los cinco integrantes de esta banda de secuestradores, quedaron en libertad casi de inmediato, después de que un abogado particular, del cual hasta el cierre de edición se desconocía su nombre, interpuso un amparo, argumentando una detención ilegal.

Los secuestradores abandonaron Los Cabos de manera individual para trasladarse a La Paz, donde según el testimonio de Otoniel Coria Contreras, “nos quedamos de ver en la tienda Home Depot, y de ahí nos vamos todos al hotel Oasis, y nos hospedamos”.

El delincuente Ausencio Bracamontes Rodríguez confesó que salieron de Los Cabos porque “tenían que arreglar algunas cosas que La Paz”, después de que el primero de julio, agentes de la Centro de Operaciones Estratégicas de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), los detuvieron a bordo de una camioneta Ford Expedition, cuando circulaban por la calle Uno y Palo de Adán, en la colonia Agua Escondida en La Paz.

Los agentes les marcaron el alto, y después de observar que circulaban a exceso de velocidad, cuando hicieron una revisión de rutina, dentro del vehículo encontraron:

* Una granada de fragmentación, color verde olivo.

* Una bolsa de plástico transparente tamaño regular, con cristal a granel.

* 75 billetes de 20 pesos (un total de mil 500 pesos).

* Una báscula gramera marca Tanita.

Los cinco secuestradores quedaron a disposición del Agente del Ministerio Público de la Federación de la PGR, quienes hoy enfrentan dos procesos penales.

El primero por tentativa de secuestro, privación ilegal de la libertad en grado de tentativa y robo con violencia de vehículo en agravio del hijo del dueño de Farmacias Dorada’s y del taxista; y el segundo por delitos contra la salud y violación a la Ley Federal de Armas de Fuego y Explosivos de uso exclusivo de las Fuerzas Armadas.

Sobre este caso, los agentes de investigación sospechan que los plagiarios podrían estar vinculados a una de las organizaciones delictivas que actualmente pelean la plaza del narcomenudeo en La Paz, sobre todo porque después de haberse frustrado el secuestro, fueron a recluirse a la capital del Estado y fueron detenidos por segunda vez -en menos de 24 horas- en posesión de explosivos y drogas, en una colonia actualmente en disputa por bandas del crimen organizado.

El procurador Adonaí Carreón Estrada fijó su postura en torno al hecho, y expuso que no va a permitir que el delito de secuestro vaya a sentar sus raíces en el Estado, por lo que redoblarán el trabajo de prevención y vigilancia con las fuerzas de seguridad de los tres niveles de gobierno, y pondrán mano dura en este tipo de delitos, donde Baja California Sur, es la única entidad  de México que, al momento, no registra un solo delito de esta índole.


(SEMANARIO ZETA/ REPORTAJEZ BCS/ INVESTIGACIONES ZETA /   14 DE JULIO DEL 2015 A LAS 12:00:17)

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