
Francisco Díaz
LAREDO, TX.-
El origen de su nombre es un misterio, pero quienes vivieron en el
barrio de La Equis, sólo saben que en este lugar pasaron los momentos
más felices de su niñez y de su adolescencia.
FRANCISCO DÌAZ/
“Era un barrio muy
activo, nos divertíamos mucho con juegos tan sencillos como el trompo,
las canicas y el futbol callejero”, rememoró Omar Tijerina, cuya familia
fue de las pioneras en este barrio de la parte este-central de la
ciudad.
El barrio La Equis abarca desde Clark a Corpus Christi y de
Marcella hasta la avenida Cedar.
Ubicado junto a Las
Lomas o Los Heights, donde vivían prominentes familias, los de La Equis
siempre se las ingeniaban para divertirse pese a no tener los recursos
de sus adinerados vecinos, quienes inclusive les temían por ser más
“aventados”, más de “barrio”.
Omar hizo memoria y mencionó que
el sitio preferido para reunir a toda la “palomilla” era la barda de la
esquina de Springfield y Mier, una edificación de concreto en color
blanco, que además tenía una buena sombra que los protegía del sol en
tiempo de verano.
“En este lugar nos juntábamos para platicar y
decidir lo que íbamos a hacer, ya sea jugar trompo, canicas o futbol
americano en la calle; era el punto obligado para vernos todos los del
barrio”, dijo.
Las inmensas lomas eran la principal característica del
sector, algunas de ellas muy grandes.
Tito Tijerina,
otro de los que de niño jugaba en La Equis, contó que el nombre del
barrio lo inventó Jesús Segovia, quien hoy radica en el norte del país,
aunque jamás supo el verdadero origen.
“Recuerdo que éramos
vecinos de Las Lomas y en un tiempo pertenecimos a Buenos Aires; sin
embargo, un buen día el barrio comenzó a ser llamado La Equis y así se
le fue quedando”, mencionó.
Alejandro
Martínez, quien también vivió su infancia en este barrio, que comprende
desde Clark a Corpus Christi y de Marcella a Cedar, mencionó que cuando
llovía fuerte, las calles de La Equis se convertían en verdaderos ríos.
En la cuadra 100 de Mier, se ubicaba la tienda, donde se afirma, se elaboraban las mejores raspas de Laredo.
“Como había muchas lomas y las calles eran de tierra y piedra, se
formaban arroyos muy fuertes que nos servían para jugar, era muy
divertido pasar el tiempo de esta manera; nos encantaba que lloviera”,
comentó.
Fernando Tijerina recordó también el que considera ha sido el mejor lugar para la venta de raspas en la ciudad.

“Muchas tardes íbamos a las raspas y regresábamos a la barda para disfrutarlas mientras platicábamos”, expresó.
MUCHAS LOMAS
Otra
de las características de La Equis era la gran cantidad de terrenos y
calles que estaban en lomas, lo que le daba una imagen muy diferente a
otros barrios y donde se podían disfrutar de paisajes muy especiales.
La famosa barda de Springfield y Mier era el sitio obligado donde se reunían los del barrio.
Muchos subían a las lomas de la calle Clark, donde ahora se ubican varias tiendas, para ver casi toda la ciudad desde lo alto.
“Recuerdo
que en el lugar donde ahora está el edificio del antiguo Hospital de la
Merced no había nada más que un gran monte y una loma muy alta,
posiblemente la más alta del barrio”, expresó Omar.
Los
vecinos naturales de La Equis fueron los residentes de Las Lomas;
familias bien acomodadas.


“Fueron
tiempos muy bonitos en un barrio que era chico, pero lleno de gente muy
trabajadora y muy sincera. Aquí hicimos amistades para toda la vida”,
añadió Omar, quien inclusive organiza una reunión anual con quienes
habitaron en este lugar, haciéndose amigos por siempre.
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