martes, 4 de octubre de 2011

MINIPUCHADORES: EL FUTURO DEL NARCOMENUDEO

Luis Fernando Nájera
 Martes 04 de octubre de 2011

Enganchan a menores de edad para la venta de drogas Beto y Alfredo, apenas habían salido de la primaria cuando fueron enganchados por los puchadores locales.

Les picaron la avaricia infantil y sin mucho regateo cayeron. A cambio de unos billetes debían empaquetar marihuana, en dosis callejeras.

Durante algún tiempo trabajaron en ese nuevo oficio, que para ellos no representaba ningún riesgo.

Pero su misma inexperiencia y la del “vaquero” que los arreaba en el negocio de la venta de drogas en las calles terminó por delatarlos.

Una mañana se quedaron parados en un baldío, el cual utilizaban como zona de seguridad para deshebrar el “ladrillo” de yerba, que ellos con dificultades cargaban porque pesaba unos diez kilos.

Apenas se percataron que los militares estaban tras sus pasos y cuando se echaron a correr ya era tarde, les pisaban los talones y fueron detenidos.

En el baldío, los soldados incautaron el tabique de más de nueve kilos de pesos, 530 gramos más en 40 dosis de marihuana ya empacada y lista para su venta.

Beto y Alfredo, por ser casi niños no fueron encerrados en las celdas sino que fueron entregados a los psicólogos del Centro de Observación para Menores Infractores.

Su caso quedó en la Agencia Especializada en Menores de Edad, pues para la autoridad algún adulto los introdujo al mundo de las drogas y por ellos los corrompió, según el expediente que se inició con un parte informativo de militares del 89 Batallón de Infantería adscritos a la Base de Operaciones Mixtas Urbanas y que fue turnado a la Subdelegación “C” de Procedimientos Penales de Los Mochis.

En el barrio de Beto y Alfredo no son nuevos los enganches de menores de edad para servir en las filas del narcomenudeo, porque en otras ocasiones otros adolescentes ya han sido detenidos por “halconear” en motos robadas y distribuir cocaína, cristal y marihuana en las calles.

Carlos y Cristhian son dos casos anteriores de menores enganchados por narcomenudistas locales. Dijeron ser ninis, porque desertaron de la escuela y por no tener empleo, de acuerdo con el informe de un comandante del Grupo Especial de la Policía Ministerial del Estado que patrulla en la ciudad.

Terminaron aceptando el empleo que el Feyo les propuso a cambio de dos mil pesos semanales: “halconear” para los Zetas de Los Mochis y vender drogas para el mismo grupo.

Cuando sus padres se enteraron, a uno lo corrieron de casa y al otro lo aceptaron. “Es que no hay trabajo y lo que gano lo llevo”, explicó.

El comandante, que no termina de aceptar que en Los Mochis los niños estuvieran ya siendo reclutados por los narcomenudistas locales para delatar los operativos, para ponerlos a ellos como carne de cañón, se molesta, pisa fuerte y casi grita. “No sabes que tú también matas policías, con lo que haces.

“No sabes que cuando ya no les sea útil vas a terminar en algún lugar. No sabes el daño que causas a la sociedad con lo que haces”.

El policía sabe que no se podrá aguantar más y pone distancia de por medio. Suelta un puñetazo al aire y luego ordena: “Túrnenlos”.

Un alto y veterano funcionario del Centro de Operaciones Estratégicas (COE), antes Unidad Mixta de Atención al Narcomenudeo (UMAN), afirma que ambos casos no le fueron entregados por los aprehensores porque se trata de menores de edad cometiendo infracciones sancionadas en el Código Federal de Procedimientos Penales.

Los menores de edad tiene utilidad variada: son inmunes a sanciones por delitos cometidos, no pueden ser interrogados legalmente y pasan desapercibidos en un grupo de personas, pero ya aleccionados de lo que deben de hacer, cómo comportarse y qué declarar, son mucho más peligrosos.

Por circunstancias de trabajo, dice, se ha topado con casos en donde los menores sencillamente no hablan o declaran que se reservan el derecho de hacerlo. “Es increíble que un niño te diga esas cosas, pero las declaran”.

Jesús Zubiría Castello, un veterano promotor de la rehabilitación de de jóvenes adictos, dice que lo que ocurre en las calles de lo que él llama su ciudad es muy impresionante, porque no hay forma de entenderlo.

Pide estar atentos al comportamiento de los menores y actuar en consecuencia, antes de que sea ya muy tarde.

“Si los que tenemos cierta madurez caemos, mucho más fácil es que un menor sea engañado y corrompido”.

Se deben, dice, hacer programas oficiales emergentes para atender a esa población en riesgo y rescatar a los que ya fueron enganchados.

Óscar Edmundo Peña Pinto, novato funcionario municipal en el gobierno del alcalde Zenén Aarón Xóchihua Enciso, reconoció que los menores de edad enganchados en el narcomenudeo no tienen una opción oficial de regeneración.

“Aceptamos que nos falta atender ese segmento de la población, pero no es fácil entrar porque hay un rechazo inmediato”.

Dijo que analizará opciones para ponerlas en marcha, mientras tanto, cada vez más menores de edad siguen enganchado en el nacomenudeo doméstico.

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