Las víctimas de los sacerdotes
pederastas en México relatan la pérdida de evidencias por parte de la justicia
civil y el ocultamiento de información, en total impunidad, por parte de la
Iglesia Católica. ¡Justicia!, es su demanda al Papa Francisco I.
Ciudad de México, 12 de
febrero (SinEmbargo).– Después de casi nueve años de su denuncia ante el
Ministerio Público, Jesús Romero Colín, un joven de 33 años que fue violado
cuando tenía 11 por un sacerdote católico, aún espera una orden de aprehensión
para su presunto agresor y que el expediente se integre sin defectos.
En su caso existe una
recomendación de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) a
la Procuraduría General de Justicia capitalina por dilación del Ministerio
Público en la integración del expediente, emitida en 2015, una carta del Papa
Francisco, un expediente secreto del Tribunal Eclesiástico que determina la
culpabilidad de Carlos López Valdés para retirarlo de su ministerio, que la
Iglesia se niega a entregar, y hasta un documental que exhibe al presunto
culpable.
Jesús Romero sigue libre,
perfectamente ubicado en una casa de Cuernavaca, Morelos, sin ser llamado a
cuentas por estos hechos que ocurrieron entre 1994 y 1999 en la Parroquia de San Agustín de las Cuevas, en
Tlalpan, Ciudad de México.
Y, a pesar de la
recomendación de CDHDF, la Procuraduría capitalina ha argumentado la pérdida de
evidencia: un disco con fotografías explícitas del ex sacerdote presuntamente
abusando de distintos niños que, como Jesús Romero, fueron monaguillos en la
parroquia donde oficiaba las misas de “niños” que se celebran a las 10:00 horas
los domingos en todas las iglesias.
“Si este sacerdote estuviera en la cárcel desde
hace ocho años. Ya anduviera saliendo yo creo, pero llevamos ocho años y ni
siquiera llegamos al litigio, estamos en la integración. Ocho años, esto habla
de intereses y amistades”, dice Jesús en una entrevista con SinEmbargo.
Su historia, asegura, es
paradigmática, pues da cuenta del proceso que sigue una víctima de pederastia
clerical en México. Las negligencias, los trámites engorrosos, repetitivos, la
pérdida de evidencia, la manipulación de información y el intento de la Iglesia
Católica por callar a las víctimas para evitar el escándalo.
Como Jesús Romero, existen
según el ex sacerdote Alberto Athié Gallo, unos 500 niños que fueron violados
por curas en el país durante los últimos 40 años. Todos impunes.
Según las cifras de la Red de
Sobrevivientes de Abusos Sexuales del Clero (SNAP) México, actualmente hay unos
200 casos vigentes.
EL NIÑO QUE QUERÍA SER SACERDOTE
Jesús Romero estaba en sexto
grado de primaria cuando su mamá lo llevó a la Parroquia de San Agustín de las
Cuevas para que iniciara su preparación como acólito. No pasaron los tres
meses, cuando el niño empezó a soñar con ser sacerdote. El entonces cura Carlos
López se acercó a su familia con el pretexto de conducirlo en su vida
espiritual.
Primero le pidió permiso a la
madre para llevarlo con él a Cuernavaca con el pretexto de enseñarlo a nadar.
La mujer accedió. Era el párroco, pero además, amigo de la familia.
En Cuernavaca lo obligó a
dormir con él en la misma cama, pero desnudo, porque era antihigiénico
acostarse vestido. Ya en la madrugada el niño despertó asustado: el sacerdote
le tocaba sus genitales, pero el pequeño, confundido, quiso creer que el cura
estaba dormido y no sabía lo que hacía.
Al día siguiente sólo hubo
silencio y el regreso a la Ciudad de México. Ese fue sólo el inicio de una
larga cadena de abusos sexuales, violaciones, corrupción y pederastia. Jesús
Romero fue víctima de varios delitos.
Una semana después del
regreso del viaje a Cuernavaca, Carlos López visitó de nuevo a la madre de
Jesús. La familia compuesta por el padre, la madre y seis hijos era de escasos
recursos. El sacerdote propuso llevarse con él al niño a vivir a la casa cural,
para pulir su deseo de ser cura, con la oferta de que se encargaría de los gastos
que se generaran de los estudios del muchacho.
La madre aceptó y el niño se
mudó a sus 11 años a la casa de Carlos
López, en donde vivían otros muchachos con él. Uno de ellos desde los seis
años.
“Empezaron los abusos:
primero toqueteos, luego sexo oral y luego penetración, fue paulatino. Es
complicado porque sientes que tienes que aguantar como esa misión que te
tocaba. Es parte de lo que te enseña la religión católica ‘aguanta el
sufrimiento, luego viene el cielo’. Me daba mucho miedo, no había palabras,
todo ocurría en silencio en las noches y en el día era sacerdote y era casi mi
papá”, dice.
Unos meses después del inicio
de las violaciones, el niño lo cuestionó. La respuesta fue que “lo quería
mucho”. Por eso lo ultrajaba.
“Le dije: ‘Esto está mal,
¿por qué pasa esto?’, me contestó: ‘Yo te quiero mucho y las personas que se
quieren mucho, así se demuestran su cariño’. Yo estaba muy ignorante en eso,
mis papás nunca me habían hablado de sexualidad”, cuenta.
Los abusos cesaron cuando
Jesús tenía 16 años y se convirtió en un adolescente con problemas de drogas y
alcohol.
“A los 16 años se cortan los
abusos. Yo tengo mi habitación y no pasa nada. Yo lejos de defenderme le
reclamaba, era agresivo cuando veo que abusa de más niños. Llegué a empujones,
casi golpes. Yo era un problema ya para él”, narra.
Jesús siguió viviendo en la
casa. Testigo de los abusos a otros menores. Descubrió pornografía infantil en
la computadora del cura: fotos de sexo explícito con él cuando era niño y con
otros niños.
Había de todo, relató:
penetración de él a los niños y de los adolescentes a él. Sexo oral y toda
serie de vejaciones. El sacerdote los hacía posar con ropa interior y compartía
las fotos por correspondencia con otros hombres.
Jesús descubrió incluso una carta:
“Te mando esta tanga para que se la pongas a chuchín”, le decía un remitente
desconocido.
Aunque los abusos a otros
menores siguieron, Jesús salió de esa casa y continuó con su vida. Fue hasta
2007 cuando denunció.
“Había un niño que yo conocía
y que le empezó hacer lo mismo. Me dolió mucho, no quise que terminara como
yo”, dice.
Pero con la denuncia no llegó
la justicia. La Arquidiócesis se dio por
enterada e inició una investigación interna en el Tribunal Eclesiástico
Interdiocesano de México que concluyó con la dimisión del ministerio de Carlos
López, el 8 de enero de 2011.
Antes de retirarlo del
sacerdocio, la Iglesia Católica supo de las prácticas del ex sacerdote.
Cartas recibidas por Jesús Romero.
Fotos: Francisco Cañedo, SinEmbargo
El 13 de septiembre de 2007,
el Obispo Auxiliar Jonas Guerrero envió una carta de “extrañamiento” al cura
pidiéndole por cuarta ocasión que acudiera a “Casa Damasco”, para recibir
atención psiquiátrica, no para evitar más víctimas, sino para evitar el
escándalo.
“El día 03 de abril [2007] se
te entregó la amonestación canónica para que ‘cambies de conducta y evitar el
escándalo’ y volví a recomendarte que te presentaras con Mons. Marcelino
Hernández para tu atención médica. Cada vez más preocupado por tu salud
integral [física, psicológica, moral y espiritual], y dado el descuido e
irregularidad como has asumido tu proceso de atención a tu persona y a tu
ministerio, me veo en la necesidad de proceder a suspenderte las licencias
ministeriales [cc.1333-1338] ad cautelam hasta que este proceso administrativo
haya concluido”, dice la misiva.
Jesús Romero y su abogado
piden que la Iglesia entregue el expediente de la investigación interna al
Ministerio Público y que éste, se lo exija legalmente.
EL “TRÁFICO DE PEDERASTAS”
Joaquín Aguilar Méndez,
director de la Red de Sobrevivientes de Abuso de Sacerdotes (SNAP, por sus
siglas en inglés) México y víctima de abuso sexual del ex sacerdote Nicolás
Aguilar Rivera, indica que alrededor del mundo hay 30 mil personas afiliadas a
la organización y que en México actualmente se atienden 200 casos de
pederastia, de los cuales 80 por ciento son niños.
De 2006 a la fecha, Aguilar
Méndez ha recibido unas 500 denuncias, de las cuales 98 por ciento son casos
que jurídicamente ya prescribieron, debido a que a las víctimas de pederastia
les es difícil hablar de los abusos.
La mayor parte de los abusos
se cometen a niños de entre 9 y 12 años de edad. Nicolás Aguilar, por ejemplo,
es señalado de violar entre 90 y 120 niños de entre cinco y 13 años en México y
Los Ángeles, Estados Unidos.
“Estos casos son muy graves,
porque te matan el alma, porque nos enseñan desde pequeños que Dios habla a
través del sacerdote. Cuando un sacerdote abusa de ti, significa que Dios está
abusando de ti. Así lo ve un niño, cuesta trabajo salir de esto, porque te
destruye en moral y principios”, dice.
En el caso de Joaquín, quien
acusa de violación a Nicolás Aguilar, cuando tenía 13 años, mientras se
celebraba una misa, ha tenido que permanecer en terapia psicológica desde
entonces.
Nicolás Aguilar se hizo amigo
de la familia, frecuentó al entonces niño desde que tenía 9 años, para abusar
de él cuatro años después, cuenta Joaquín.
La violación fue posible
gracias a lo que el director de SNAP llama “tráfico de pederastas”, es decir, el cambio de una diócesis a otra
que efectúa la Iglesia Católica cuando se entera de que hay un sacerdote
pederasta.
Sin embargo, a pesar de que
en 2009 SNAP dio a conocer una lista de 16 curas pedófilos en activo en México,
de 65 acusados a nivel mundial, obtenida del Directorio Eclesiástico de la
República Mexicana 2009, en la actualidad es imposible localizados debido a que
se cambian el nombre y los apellidos.
“De pronto cuando los
volvemos a buscar no están. Se cambian los nombres, hacen combinaciones y
siguen abusando de niños”, indica.
En cuanto al perfil del
abusador sexual explica Joaquín, son personas seductoras y agradables, que
eligen a niños con problemas familiares, en muchos casos con una ausencia de
figura paterna.
“Los papás deben estar
atentos, nunca dejar solos a sus hijos y creerles, porque muchas de las
víctimas indican que sus padres nos les creyeron cuando les contaron lo que
sucedía”, dice.
En el caso de Joaquín, sus
padres reaccionaron inmediatamente y acudieron ante el agente del Ministerio
Público a denunciar. Sin embargo, en el proceso hubo desde ofrecimiento de
dinero de parte de las autoridades para desistir de la denuncia en contra de
Nicolás Aguilar, hasta la defensa encarnizada que hizo la Iglesia Católica del
cura.
De acuerdo con un análisis de
organizaciones mexicanas para el Comité de los Derechos del Niño de la Organización
de la Nacionales Unidas (ONU), Nicolás Aguilar habría abusado de niños en Los
Ángeles California, Estados Unidos, en Puebla y en el Estado de México sistemáticamente a los largo
de sus 30 años como sacerdote, encubierto por
la Iglesia.
En 1997, de acuerdo con el
informe firmado por varios organismos de la sociedad civil mexicana, salieron a
la luz pública las denuncias de 60 niños abusados de Sierra Negra, Puebla,
extremadamente pobres.
“Consta en actas que las
víctimas del P. Aguilar que provienen de Sierra negra son extremadamente
pobres. Las madres de los pequeños no saben ni leer ni escribir y estaban
establecidas junto a sus familias en colonias marginadas de la zona”, cita el
documento.
Efrén Alva Cortez, Felipe
Vadallares Rivera y decenas más acusan de abuso a Nicolás Aguilar, de acuerdo
con el análisis. Aunque se denunció, finalmente no se ejerció ninguna acción
penal en contra del cura.
“El proceso de los Niños de
Sierra duró un total de cuatro años y reposa en archivos bajo el número 6/1998.
El párroco fue sentenciado a un año de prisión por ‘ataques al pudor’. Sin
embargo el cura nunca fue encarcelado, ya que mantuvo su libertad bajo fianza.
En el año 2001 la justicia le concedió un amparo para dejar sin efecto dicha
condena”, indica el informe.
El informe sigue: “Estas
denuncias infructuosas muestran claramente la predisposición de las autoridades
mexicanas y del Poder Judicial, de proteger a los curas pederastas en lugar de
a las víctimas”.
Nicolás Aguilar pudo burlar a
las justicia porque en México lo encubrió en ese entonces el obispo de
Tehuacán, Norberto Rivera Carrera y en
Estados Unidos, el cardenal Roger Mahony, denuncia.
“En tan sólo nueve meses
abusó de 26 niños. De regreso a México, el padre Nicolás abusó sexualmente de
60 niños más, residentes de distintas comunidades de Puebla”, dice el informe.
En contra de Norberto Rivera
existen denuncias por encubrimiento, como la de Valentina Mendoza, madre de
tres hijos, presuntas víctimas de Aguilar en Los Ángeles, California.
En Estados Unidos, el 18 de
junio de 2009, Joaquín González Rodríguez, de 32 años interpuso una demanda en
contra de Nicolás Aguilar por abuso sexual en 1987.
La justicia estadounidense le
permitió utilizar el seudónimo de John Doe “quien aún se encuentra sufriendo de
gran dolor mental y físico, shock, desasosiego emocional, manifestaciones
físicas de desasosiego, vergüenza, pérdida de autoestima, deshonra, humillación
e incapacidad para disfrutar de la vida; se ha visto impedido de realizar con
plenitud sus actividades diarias y ha incurrido y seguirá incurriendo en gastos
para tratamiento médico, psicológico, terapias y asesoría”, dice el informe.
John declaró que cuando fue
abusado, conocía al sacerdote desde hace seis meses y que iba a la Iglesia para
estudiar el catecismo. En su demanda la víctima acusa al cardenal Roger Mahony,
arzobispo de Los Ángeles, California de complicidad.
Una corte federal de Los
Ángeles cerró el caso en 2012 y el abogado de John pidió al juez responsable
aplazar el caso hasta 2013, pero la solicitud fue rechazada.
De acuerdo con Joaquín
Aguilar, víctima de Nicolás en México, cada día hay más denuncias en contra de
curas que ofician misas y después violan niños.
El 25 de abril de 2010 El
Colegio de Abogados Católicos de México emitió un desmentido a la versión de
Joaquín Aguilar.
“El Sr. Joaquín Aguilar
Méndez, director en México de la Red de Sobrevivientes de Abusos Sexuales del
Clero (SNAP por sus siglas en Inglés), demandó en octubre del 2006 al Card.
Norberto Rivera Carrera ante la Corte Superior de Los Ángeles C.A. Desde
entonces, no ha cesado en su campaña de odio, difamación y calumnias contra el
Arzobispo de México, argumentando que éste encubrió al ex sacerdote Joaquín
Aguilar, siendo que el presunto delito del que se dice víctima aconteció en
1994, cuando el entonces Obispo de Tehuacán Pue. Todavía no era Arzobispo
Primado de México”, señala el organismo.
“En honor a la verdad, el
Colegio de Abogados Católicos ha decidido poner en evidencia las mentiras de
Joaquín Aguilar, quien no sufrió violación alguna y por lo tanto, sus
afirmaciones calumniosas contra el Card. Rivera carecen de toda credibilidad”,
dice el comunicado.
EL CURA PRÓFUGO DE SAN LUIS POTOSÍ
El ex sacerdote Alberto Athié
Gallo denunció el caso el padre Eduardo Córdova Bautista de San Luis Potosí,
implicado en al menos 100 casos de abuso sexual en esa entidad en 2014.
“Tiene 30 años con estas
actividades, hay muchos papás y mamás, muy dolidos y molestos y no han visto
que se haga justicia para sus hijos. Este caso se sabía en la arquidiócesis
desde hace mucho tiempo y nunca hicieron nada para entregarlo a las autoridades
civiles a pesar de que hay denuncias penales detenidas en los ministerios
públicos”, dijo.
El sacerdote fue removido de
sus cargos por órdenes de la Santa Sede que lo investigó y determinó su
culpabilidad, sin embargo siguió oficiando misas en un asilo de ancianos en
total libertad, burlando a la justicia mexicana, indicó.
Después, ese año, se
convirtió en un prófugo de la justicia, luego de que los padres de un
adolescente, acompañados por el abogado Luis Nava Calvillo, decidieron en 2014
llevar la denuncia no ante la Procuraduría General de Justicia del Estado
(PGJEM), cuyo titular era entonces Miguel Ángel García Covarrubias, sino ante
la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia Contra las Mujeres y Trata
de Personas (Fevimtra) dependiente de la Procuraduría General de la República
(PGR).
En los hechos tampoco ha
habido mucha diferencia, no se tiene noticia de que la averiguación previa haya
sido consignada ante un juez, además la integración del expediente se ha visto
afectada en su avance por cambios de funcionarios en la PGR.
La Iglesia Católica dice no
saber el paradero de Eduardo Córdova, mientras que las víctimas creen que el
pederasta fue encubierto por las autoridades religiosas.
EN LA CÁRCEL, PERO SIN SENTENCIA
En Oaxaca, la organización
civil Foro Oaxaqueño de la Niñez, dos
sacerdotes y Alberto Athié, denunciaron hace una semana que la Iglesia protege
a Gerardo Silvestre Hernández, un cura acusado de haber abusado de unos 100
niños en siete parroquias de comunidades indígenas.
Gracias a la denuncia de una
de las familias, el cura está en la cárcel desde 2013, procesado por corrupción
de menores, pero sin ser sentenciado.
La Iglesia realizó una
investigación a través del Tribunal Eclesiástico y no encontró las pruebas
suficientes para encontrarlo culpable de pederastia.
Silvestre está acusado de
abusar en 2006 de un niño de nueve años en la parroquia de San Pablo Huitzo.
Alberto Athié acusa al
Arzobispo de Antequera-Oaxaca, José Luis Chávez Botello, de encubrir al
sacerdote. Incluso de que “alguien” le lleva niños a la cárcel para que lo
acompañen a “celebrar” misas.
El cura preso está acusado
por la Fiscalía de Oaxaca desde el 12 de agosto de 2013 por abusar de dos niños
de la comunidad indígena de Villa Alta, Oaxaca.
Apolonio Merino, sacerdote de
una de las parroquias, recibió algunas de las denuncias de los padres de niños
violados presuntamente por Silvestre.
El cura inmediatamente avisó
al Arzobispo, sin embargo, fue hostigado, amenazado , perseguido y finamente
suspendido de su ministerio por la arquidiócesis oaxaqueña.
El padre Jorge Pérez, también
fue suspendido por denunciar a Gerardo Silvestre.
“Acudió a mi una persona y un
niño, a contar lo que sucedió en la parroquia donde yo estoy en la sierra de
Villa Alta. Después de escucharlos para no provocar escándalo, fuimos con el
Arzobispo y expusimos la situación. Le pedimos que se investigara, que enviara
una comisión de sus más cercanos calibradores, las personas que fueron no
fueron las más indicadas. Lejos de descubrir la verdad, amedrentaron a algunos
padres de familia diciéndoles que iban a mandar a sus hijos al Consejo
Tutelar”, narra.
Al sacerdote, como a Merino,
también le llegó un castigo por denunciar el caso del cura Silvestre.
Narciza Mendoza, una de las
madres de las víctimas escribió una carta dirigida al Papa Francisco en donde
le pide justicia desde la Sierra Juárez Zapoteca:
“Espero que al recibir esta
carta, se encuentre bien de salud. Paso a lo siguiente: discúlpeme que haya
llegado hasta usted por medio de esta carta dándole a conocer el padre
Silvestre hace más de cinco años cometió abusos contra niños zapotecas, entre
ellos se encuentra mi hijo de 14 años. El cura los llevaba al curato, los
emborrachaba y así abusaba de ellos. Como madre fui a quejarme a las
autoridades municipales, se levantó una acta y las autoridades dijeron que ya
habían avisado al Arzobispo Botella y que no le habían hecho caso”, relata.
“Cinco de nosotros le dimos
seguimiento al caso. Nos fuimos a la ciudad de Oaxaca para que se nos hiciera
justicia, por esto no tuvimos solución: fue encubierto. Los sacerdotes salieron
a defender al padre Silvestre y decían que era mentiroso, que lo iban a meter a
la correccional a mi hijo”, señala.
“Les respondí que con mi hijo
no se metieran y que si Jesús dio la vida por nosotros, yo también la daría por
mi hijo. El Arzobispo los castigó y los dejó sin trabajo a algunos padres que
me apoyaron, no sólo es este caso. En los pueblos en los que trabajó el cura
Silvestre, cometió más abusos contra más niños. Le pido justicia para los niños
zapotecos y no se vuelva a repetir”, dice la misiva firmada el 5 de noviembre
de 2015”, expresa.
MÁS QUE UNA CARTA DEL PAPA
El 19 de julio de 2013 el
joven Jesús Romero Colín recibió una pequeña carta del entonces recién nombrado
Papa Francisco:
“Sr. Jesús Romero Colín:
Tengo recibida su carta. Con dolor, vergüenza, la releí y también con los
mismos sentimientos la respondo. Perdón en nombre de la Iglesia, así con
sencillez se lo pido. No me sale otra palabra. Rezo por Usted y por todos los
que pasaron por ese martirio. Quiero estar cercano. En Usted, y en los que han
sufrido lo mismo, veo la cara de Cristo ultrajada. Estoy a su lado y, por
favor, le pido que rece por mí. Que Jesús lo bendiga y la Virgen Santa lo
cuide. Fraternalmente, Francisco”.
La carta fue escrita de puño
y letra del Papa. Jesús Romero dice que esperaba más: un acto de justicia que
hiciera que la Iglesia Católica entregara el expediente interno que tiene sobre
el presunto responsable.
“Esperaba que diera alguna
orden, como lo hizo en España, pidió que cooperaran y hay inculpados que fueron
a parar a la cárcel. Esperaba más que el perdón. Ya muchos sacerdotes me han
pedido perdón. El Papa dice que en mi cara ve el rostro ultrajado de Cristo,
pero yo espero hechos concretos que se ven en la integración de la averiguación
del Ministerio Público. Siguen negándose a entregar todos los documentos
necesarios. Ellos tienen a otros sacerdotes que dan testimonio de las conductas
de Carlos López y otras víctimas”, indica.
El abogado de Jesús, Luis
Ángel Salas Ramírez explica que si la Iglesia Católica cooperara en el caso, ya
habría una orden de aprehensión.
“Se niega el expediente de
Carlos diciendo que no existe. Pero ya declararon los obispos y aceptaron que
sí existe. De ahí nosotros vamos a solicitarlo de nuevo. No sólo la Iglesia ha
negado la información, el Ministerio Público ha negado aplicar medidas de
apremio”, dice.
Salas Ramírez agrega que el
caso de Jesús es emblemático: el MP se niega a abrir una línea de investigación
a las personas al interior de la Iglesia Católica que tuvieron conocimiento de
los abusos sexuales de Carlos López y, la Iglesia por su lado, busca que sólo
sea juzgado el ex sacerdote, pero no el encubrimiento.
El abogado de Romero Colín
explica que el caso ha estado plagado de irregularidades. Además de las
detalladas por la CDHDF en su recomendación emitida en 2015, la Procuraduría
extravió evidencia valiosa.
“Se solicitó un peritaje
respecto a un disco fotográfico que en manos de la Procuraduría apareció roto
recientemente. Una de las diligencias que solicitamos fue el análisis de
metadatos, no solamente que se hiciera el peritaje respecto a la identificación
humana, las personas que aparecen en las fotos, que son muy explícitas, sino
también de dónde habían provenido esas fotos. Obvio cuando se rompe el disco,
se pueden rescatar las fotos, pero no se puede hacer el análisis de metadatos,
porque el disco original está roto. En las fotos aparece el padre Carlos con
niños desnudos, hay pornografía con varios menores. Se ve explícito”, dice.
El análisis de metadatos era
necesario para establecer el vínculo entre el disco y la computadora de Carlos
López. Hoy esa prueba no es posible.
De acuerdo con Salas Ramírez
el ex cura está ubicado. Se presentó a declarar el pasado 19 de enero ante el
MP con su abogado y vive en Cuernavaca.
“Está en Cuernavaca.
Esperamos que la Procuraduría ya consigne para que el juez pueda obsequiar la orden de aprehensión”, indica.
(SIN EMBARGO.MX/ Shaila Rosagel febrero
12, 2016- 00:00h)
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