Monterrey, Nuevo León.- El
penal de Topo Chico era un rastro de muertos antes de que llegaran como este
jueves por decenas y se acumularan sus cadáveres en el suelo. Con más de siete
décadas de operación y completamente rebasado por la violencia, el hacinamiento
y la corrupción, el centro penitenciario era una bomba de tiempo donde
convivían presas y presos muy peligrosos, niños y hasta con perros, porque
donde se guardaban los canes que detectan drogas había también que meter
reclusos.
En más de una ocasión se dijo
que el estado de Nuevo León planteaba el cierre de su más viejo presidio, por
lo que ahora la oposición a Jaime Rodríguez Calderón, el Gobernador del Estado
lo acusa de ser ineficiente en el tema de inseguridad.
Topo Chico, como casi todas
las cárceles estatales de México, era una ciudad dentro de otra, donde se
desarrollaba la misma guerra que al otro lado de los muros: la guerra de los
cárteles que son, en muchos casos de facto, los que gobiernan los presidios.
El pasado 27 de septiembre,
el líder de una de las organizaciones criminales que ahi opera cayó muerto,
apuñalado junto a otros 11 hombres por el filo de la rivalidad y sobre todo por
el control del poder, por la supervivencia.
Sus enemigos habían sido
encerrados e incluso protegidos en algunas áreas comunes por su peligrosidad.
Ese fue el penúltimo “tic tac” del enfrentamiento que se vivía dentro de
aquellos viejos muros, en el que los cables de electricidad cuelgan de las
paredes y las tuberías destrozadas pasan a la vista entre los pabellones.
Las pésimas condiciones en
las que se encontraba el Penal habían sido destapadas por las comisiones
Nacional y Estatal de Derechos Humanos e incluso por un video anónimo, al mismo
tiempo que se evidenciaron los lujos con los que vivían algunos reclusos.
El total descontrol del Penal
por parte de la Dirección y las autoridades estatales hacía imposible que se
pudiera separar a los presos del fuero común con los criminales de alta
peligrosidad. Incluso, presos con problemas psiquiátricos convivían con el
resto de los encarcelados sin control alguno.
En esta tierra sin ley, los
suicidios, asesinatos y hasta el descubrimiento de un túnel de 17 metros forman
parte de un negro historial, que bien pudo ser considerado como la advertencia
para evitar una explosión de violencia, que se llenaría de sangre, lágrimas y
desesperación.
Esta es una herida que pone
de manifiesto los vicios que aquejan a México, es el claro reflejo que cobra
relevancia justo a un día de que el papa Francisco llegue al país para ver de
frente a la bestia del narcotráfico, la corrupción de las autoridades y una
desbordada reacción en cadena que pone en vilo a todo el noreste.
(ZÓCALO/ AGENCIAS/ 12/02/2016 - 03:00
AM)
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