El teólogo franciscano Leonardo Boff,
uno de los padres de la Teología de la Liberación en Brasil, habla de la
sincronía del Papa Francisco con ese movimiento que durante décadas fue
condenado por el Vaticano. Se muestra gratamente sorprendido por el discurso de
Bergoglio, quien por donde pasa pide y suplica por la paz. Desde la primera
intervención del Papa, dice Boff a Proceso, su núcleo temático fueron los
pobres. Francisco dijo claramente que quería una Iglesia de los pobres y para
los pobres.
RÍO DE JANEIRO (Proceso).- El
eje central de la Teología de la Liberación es la opción preferencial por los
pobres y contra su pobreza. “Si esto es así, podemos decir que el Papa
Francisco se sitúa en el corazón de la Teología de la Liberación”…
Quien afirma lo anterior es
el teólogo Leonardo Boff, uno de los fundadores de esta doctrina y pionero en
el ecologismo.
Hostigado a causa de sus
ideas durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, Boff –profesor
emérito de ética, filosofía de la religión y ecología en la Universidad del
Estado de Río de Janeiro y autor de más de 60 libros– apoya la visión que
Francisco tiene de la Iglesia católica, con la que dice estar ya reconciliado.
Señala que el Papa es un
“profeta de la paz” y como tal viene a México, país que enfrenta “un momento
político difícil, con la paz amenazada por el narcotráfico y con muchos
asesinatos de civiles”.
Boff es un hombre ocupado.
Por ello la entrevista con Proceso tardó más de tres meses en concretarse. Él
accedió a contestar un cuestionario vía correo electrónico.
Desde su casa en la ciudad de
Petrópolis, Boff hace un espacio en su apretada agenda, marcada por el
activismo político para defender la permanencia en el poder de la presidenta
Dilma Rousseff, cuyo mandato está amenazado por un proceso de juicio político –el
llamado impeachment– promovido por los partidos de centroderecha.
–¿Cuál es la importancia de
la visita del Papa a México? –se le pregunta.
–México es uno de los países
del mundo que más católicos tiene y existen profundas tradiciones que vienen de
la época de la Colonia. En México está el santuario más popular de América
Latina, que es el de la Virgen de Guadalupe. Y por otro lado el país pasa por
un momento político difícil, con la “paz amenazada” por el narcotráfico y con
muchos asesinatos de civiles, incluidos periodistas.
“El Papa es un profeta de la
paz: por donde pasa pide y suplica por la paz. Creo que el Papa quiere reforzar
esta búsqueda de paz que para él siempre está asociada a la superación de las
desigualdades sociales. Lo que siempre predica y exige son cambios que van en
línea con la justicia social, en contra de cualquier asistencialismo y
paternalismo de las políticas públicas estatales.
“Creo que un momento clave
del viaje del Papa a México será la visita a la tumba del obispo Samuel Ruiz
García (obispo de San Cristóbal de las Casas y conocido defensor de los pueblos
indígenas) en Chiapas: se trata de una reparación y de una lección a la Curia
Romana, que sabe que ha perseguido y ha impedido llevar adelante una verdadera
labor pastoral indigenista desde los propios indígenas y desde su cultura.
“El Papa quiere ratificar
este tipo de actos y de predicación del evangelio en las distintas culturas del
mundo, especialmente en nuestros pueblos indígenas, cuya sabiduría tiene mucho
que enseñarnos.”
–¿Qué opina usted de esa
concepción del Papa sobre la “Iglesia de los pobres”? ¿Es una revolución para
un continente que, como demuestran los casos de México y Brasil, todavía tienen
una gran parte de la población pobre?
–El núcleo temático de los
discursos del Papa son los pobres. Ya en su primera intervención dijo
claramente que quería una Iglesia de los pobres y para los pobres. Todos los
papas anteriores hablaron de los desfavorecidos, pero la diferencia del Papa
Francisco es que él va allá: va donde están los pobres, habla con ellos, los
abraza, los besa y refuerza sus luchas.
“Así lo hizo cuando fue a (la
isla italiana de) Lampedusa a ver a los refugiados que venían de África. Su
discurso entonces fue durísimo en lo que se refería a la denuncia de una
cultura moderna cínica que ya no sabe llorar y sentir el dolor de los demás.
“También se reunió con
movimientos sociales populares en Roma y en Cochabamba, cuando visitó Bolivia.
Quedó claro que privilegia a los pobres, en contra de las desigualdades y a
favor de la justicia social. Denunció el sistema socioeconómico imperante como
una antivida. Y emplazó a los pobres a no esperar de arriba soluciones para sus
problemas, sino que ellos mismos se organicen, presionen al poder público y con
sus acciones empiecen a crear algo nuevo.”
–¿Usted cree que esto supone
una aproximación del Papa a la Teología de la Liberación que usted profesa
desde hace años?
–El eje central de la
Teología de la Liberación es la opción preferencial por los pobres y contra su
pobreza. Si esto es así, podemos decir que el Papa Francisco se sitúa en el
corazón de la Teología de la Liberación. En su encíclica Laudato Si (de mayo de
2015), el Papa siempre aborda al tema de los pobres y los vulnerables. Y pide
que escuchemos el grito de los pobres junto con el grito de la Tierra. Ambos
están crucificados y tienen que ser bajados de la cruz.
“No es por casualidad que el
Papa se encontró ya con tres figuras importantes de la Teología de la
Liberación: Gustavo Gutiérrez de Perú, Jon Sobrino de El Salvador y el italiano
Arturo Paoli, que vivió gran parte de su vida en América Latina, actuando en la
línea de liberación. Incluso lo mandó buscar –aunque tiene 101 años– para
intercambiar opiniones con él sobre los caminos de la Iglesia en la línea de la
justicia social y de la Tierra como expresión de una la liberación integral.”
EL “DOLOR DE LA NATURALEZA”
–Pero, ¿no cree usted que hay
cierta contradicción en la cuestión de los pobres y su relación con la Iglesia
cuando apenas 20 centavos de dólar del óbolo de San Pedro va para programas
para pobres?
–El problema de los pobres no
se resuelve con sumas grandes o pequeñas de dinero. Las raíces de la pobreza a
nivel mundial son un reto para toda la humanidad y son consecuencia de la
perversa desigualdad que existe entre ricos y pobres. El hecho de que 62 multimillonarios
poseen más de la mitad de las rentas de la humanidad (dato aportado por un
informe de Oxfam de enero de 2016) y 1% de ellos controlan 90% de la riqueza
del mundo es algo que clama al cielo, y es una manifestación de la barbarie y
de la falta de piedad en las que vivimos.
“Esto tiene que cambiar, con
el esfuerzo de todos los que se dan cuenta de que así no podemos continuar.
¿Cuánta injusticia soporta la madre Tierra? La Iglesia, las religiones y los
caminos espirituales son desafiados para que contribuyan a la gestación de otro
tipo de mundo, pero la solución no puede venir solamente de estas instancias.”
–De hecho, la cuestión
ecológica y la defensa del medio ambiente es uno de los temas que más ha
abordado usted en su obra. El Papa parece haber adoptado ese discurso.
–Empecemos por la encíclica:
es erróneo decir que es una encíclica verde. Al revés, hace una crítica a todo
ambientalismo cerrado en sí mismo. Con ella, el Papa escribió un documento que,
para mí y para otros, como (el filósofo francés) Edgar Morin y (el filántropo
ecologista) Steven Rockefeller, es una especie de carta magna de la ecología
integral: asume lo mejor de los datos científicos y nos propone una visión
amplia de la ecología ambiental, social, mental, cultural, política, cotidiana,
espiritual e integral.
“Él combina todos estos datos
partiendo de lo que es la afirmación más básica del nuevo paradigma: todo está
relacionado con todo y nada existe fuera de la relación. Esto significa que
todos los saberes, todas las ciencias, todas las instituciones y prácticas
humanas deben orientarse en el sentido de la preservación de la casa común,
amenazada por el calentamiento global y por la crisis ecológica generalizada.
“La encíclica es un verdadero
manual de ecología: repite muchas veces que debemos hacer nuestro el dolor de
la naturaleza y los sufrimientos de los pobres del mundo. A veces es poético
como San Francisco. Al mismo tiempo, suscita esperanza, ya que el ser humano
puede despertar y salvar esa herencia sagrada que recibimos del universo o de
Dios.”
–¿Cuál ha sido su rol en ese
proceso y en la encíclica Laudato Si? ¿Han sido superados los problemas que
usted tuvo con el Papa Juan Pablo II a causa de sus ideas progresistas? ¿Se ha
reconciliado con la Santa Sede?
–Yo nunca rompí con la
Iglesia. Continué haciendo mi teología, y en las comunidades donde no había
sacerdote hacía todos los oficios con el apoyo explícito de muchos obispos.
Tengo una relación de gran cariño con el Papa. Iba a recibirme en octubre de
2014, pero a raíz de problemas en ocasión de la apertura del Sínodo sobre la
Familia el encuentro fue pospuesto para una fecha más oportuna.
“El Papa me ha pedido en tres
ocasiones materiales sobre ecología, ya que desde hace 30 años trabajo sobre
este tema. Me alegro mucho de ello. Le mandé material cuando estuvo de visita
en Brasil (en 2013) y también después, a través del embajador argentino en la
Santa Sede. He podido constatar que tales materiales fueron muy bien
aprovechados, especialmente la perspectiva de una ecología integral y no
exclusivamente ambiental. El Papa consulta a muchas personas y yo fui una de
ellas. Pero la encíclica es suya y no de sus colaboradores.”
–En Brasil la Iglesia
católica ha perdido terreno, aunque el país sigue siendo la mayor nación
católica del planeta con 123 millones de fieles, según el último censo
disponible, de 2010. Sin embargo, los evangélicos crecen con mucha fuerza y ya
son 42 millones, el 23% de la población. ¿Se nota en Brasil el “‘efecto
Francisco”?
–El Papa Francisco produce
una crisis benéfica a todos los cristianos que fueron educados bajo los dos
últimos papas. Estos ponían el acento principal en la ortodoxia, en la
construcción de una Iglesia hacia adentro y sospechosa de la modernidad. Para
ellos la Iglesia sería como un barco amarrado quietamente en el puerto. Pero un
barco no es construido para quedarse en el puerto, sino para ir a alta mar y
enfrentar las olas peligrosas.
“El Papa Francisco quiere una
Iglesia de la práctica de Jesús que se base sobre todo en el amor y en la
misericordia. Una Iglesia abierta a todos, especialmente a los más vulnerables.
La metáfora que usa es la de una Iglesia como un hospital de campaña que recoge
a todos sin preguntar sobre su procedencia y su creencia.
“Más que doctrinas, el Papa
Francisco está interesado en rescatar la práctica del Jesús histórico, tan
evidentemente liberador y humanizador, y que fue encubierto por una infinidad
de doctrinas que le han quitado la belleza y el vigor vital. Para el Papa el
mensaje cristiano debe conquistar a las personas no por el proselitismo, sino
por su belleza, por el cuidado cariñoso de cada persona que encuentra.
“La palabra clave es
‘encuentro’. Encuentro con el Cristo vivo y encuentro afectuoso con las
personas. El cristianismo tiene que ser algo bueno para todos, y no solamente
para los bautizados. Tiene que ser algo que produzca alegría y sentido de
vivir. Jesús vino para enseñarnos a vivir y no para ser feligreses piadosos de
una comunidad eclesial.”
(PROCESO / REPORTAJE ESPECIAL/ ANDRÉS
CORPAS / 9 FEBRERO, 2016)
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