Al buscar aguas más frías no bajan tan
al sur, donde las temperaturas se vuelven más cálidas a causa del fenómeno,
revela investigador de la UABCS
La Paz, Baja California Sur.-
Según expertos en la materia, el fenómeno “El Niño” que comenzó en 2015 y se
espera concluya a mediados de 2016, está registrado como uno de los “más
fuertes” de los últimos años; lo cual ha provocado estragos a nivel oceánico,
sobre todo en la franja del Pacífico Oriental Tropical, área en la que presenta
su mayor influencia.
Esto, según el Dr. Alejandro
Gómez Gallardo, investigador de la Universidad Autónoma de Baja California Sur,
puede provocar un cambio en la distribución de ballenas que visitan las aguas
de nuestra media península para aparearse. Al estar un poco más frías las aguas
del norte, explica, los cetáceos prefieren no bajar más al sur, debido a que la
temperatura del mar se encuentra más caliente de lo que ellas prefieren.
El catedrático universitario
señala que mediante distintos monitoreos, han observado que en los años “Niño”,
estos mamíferos marinos se quedan un poco más al norte, particularmente en
Laguna Ojo de Liebre. En contraparte, durante los años “Niña” se trasladan más
al sur, por lo que se pueden avistar más ballenas en zonas de bahía Magdalena,
en Los Cabos e, incluso, dentro del Golfo de California.
El investigador explicó que
hay distintas causas por las que las ballenas estén habituadas a climas
marítimos fríos. Una es que cuentan con una capa de grasa alrededor de todo el
cuerpo, la cual funciona como un aislamiento térmico. Una vez que están en
movimiento producen calor, y como están tan bien aisladas, es más difícil que
lo eliminen. Otra se debe a que estos animales buscan la temperatura ideal para
sus propios ballenatos, que ronda la “isoterma” de los 18 grados.
En cuanto a si el “El Niño”
podría afectar los nutrientes de los que se alimentan los cetáceos, el Dr.
Gómez Gallardo señaló que depende de las áreas de influencia y la intensidad
del fenómeno en cuestión, ya que tendría que perturbar directamente las zonas
donde se alimentan, ubicadas hacia el norte, principalmente en el Ártico.
Lo anterior se debe a que los
cambios en la densidad del agua alteran los procesos de fertilización y por lo
mismo la producción de alimento. Normalmente los nutrientes de origen mineral y
orgánico están en el fondo, pero hay eventos en donde esta agua sube a la
superficie y fertiliza al fitoplancton, base de la cadena alimentaria de los
ecosistemas acuáticos. “Obviamente si su producción disminuye, las especies que
se alimentan de estos organismos vegetales se verán afectadas”, puntualizó el
investigador de la UABCS.
Aunque es muy raro que un
fenómeno de este tipo afecte tan al norte, expuso, durante los años 90 hubo un
“Niño” muy intenso que “sí lo hizo”, provocando una alta mortandad de ballenas
a lo largo de todo el Pacífico. Éstas, al no contar con condiciones de salud
óptimas, aunado a una mala alimentación, murieron durante su migración a aguas
peninsulares.
(PENINSULAR DIGITAL/ BOLETÍN DE PRENSA/
10/02/2016)
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